Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 058 Salmo 58

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 058 Salmo 58



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 058 Salmo 58

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SALMO 58

É
ste es el cuarto de los Salmos del «Secreto áureo» y el segundo de los «No destruyas». Estos nombres, si no sirven para nada más, son útiles para ayudar a la memoria. Los hombres dan nombres a sus caballos, joyas y otras posesiones, y estos nombres no significan más que una distinción para reconocerlos, y en algunos casos exhiben la alta estima del poseedor sobre este tesoro; de la misma forma, el poeta oriental da un título al canto que ama, y con ello ayuda a su memoria y expresa su estimación del mismo. No siempre hemos de considerar que haya un significado en estas inscripciones; basta con tratarlos como títulos de poemas o nombres de tonos.

Vers. 1. Oh poderosos, ¿pronunciáis en verdad justicia? «Lo que todo el mundo dice, ha de ser verdad», dice con labio mentiroso un proverbio, que pone fe en los números grandes. Si nos hemos puesto todos de acuerdo en acosar a un hombre hasta su muerte, ¿quién se atreve a suponer que estando tantos de acuerdo se hayan equivocado? Con todo, el perseguido pone el hacha a la raíz, requiriendo a sus jueces que digan si están obrando conforme a la justicia. Sería bueno que los hombres hicieran una pausa y contestaran la pregunta con franqueza. Algunos de los que rodeaban a Saúl eran perseguidores pasivos más que activos; mantenían quieta su lengua cuando era calumniada la persona objeto del odio real. El que se abstiene de defender el derecho es un cómplice del entuerto. C. H. S.

Vers. 2. No, que de corazón maquináis iniquidades; hacéis pesar la violencia de vuestras manos, en la tierra. ¡Ved con qué generación tienen que tratar los santos! Estos eran los enemigos de nuestro Señor, una generación de víboras, una generación mala y adúltera; procuraban matarle porque El era justo, pero disfrazaban su odio de bondad al acusarle de pecado. C. H. S.

El Salmista no dice ya que hubiera maldad en su corazón, sino que ellos la maquinaban; el corazón es una tienda interior, un obrador dentro; allí forjaban sus propósitos malignos, y los preparaban para ponerlos en acción; hacían pesar la violencia de sus manos en la tierra. Esto es una alusión a los mercaderes, que compran y venden por peso; ellos pesan la mercancía en onzas; no la dan al por mayor, sino con el peso exacto. Por ello dice el Salmista: «hacéis pesar la violencia de vuestras manos»; no oprimen burdamente, sino que, con precisión y destreza, se sientan para considerar cuánta violencia han de usar en un caso dado, y cuánto puede resistir una persona en una oportunidad dada. Joseph Caryl

Los principios de los malignos son peor que sus prácticas y costumbres; la violencia premeditada es doblemente culpable. George Rogers

Vers. 3. Torcidos están los impíos desde la matriz; extraviados y mentirosos desde que nacieron. No es de extrañar que algunos persigan la simiente justa de la mujer, puesto que todos ellos son la simiente de la serpiente y hay entre las dos enemistad. Tan pronto como nacen, se hallan alienados de Dios; ¡ésta es la condición en que se encuentran! El que empieza tan temprano por la mañana va muy lejos antes de la noche. El ser mentiroso es una de las pruebas más seguras del estado caído, y como la falsedad es universal, también lo es la depravación humana. C. H. S.

¡Qué pronto pecan los hombres! ¡Cuánto tardan en arrepentirse! Tan pronto como salieron de la matriz ya estaban descarriados, pero si se les deja a sí mismos no van a regresar hasta que mueran; nunca van a regresar. Joseph Caryl

De todos los pecados, ninguno puede llamar a Satanás padre como la mentira. Toda la corrupción que hay en nosotros viene de Satanás, pero este pecado de forjar mentiras es más del diablo que ninguno; sabe al diablo más que ninguno. Así como estando en el cuerpo, y sometidos a todas las enfermedades, algunos son más propensos a unas enfermedades que a otras, así también el alma es toda ella apta para pecar, y algunas con más tendencia a un vicio que otro; pero todas muy inclinadas a mentir. Richard Capel en Tentaciones: su naturaleza, peligro, cura

La serpiente más joven puede llevar veneno al morder; y el sufrimiento en todos los casos es grande, aunque la mordedura raramente es fatal. Joseph Roberts

Vers. 4. Veneno tienen como veneno de serpiente. Hay algo que llamamos veneno, pero ¿dónde hallarlo? De todos los lugares, ¿quién lo buscaría en el hombre? Dios hizo el cuerpo del hombre del polvo de la tierra; no mezcló veneno en él. Inspiró su alma en el cielo; no sopló veneno en ella. Le alimentó con pan, que no lleva veneno consigo. ¿De dónde viene el veneno? En Mateo 13:27 los criados dicen a Jesús: «¿No sembraste, Señor, buena semilla en tu campo? ¿De dónde viene la cizaña?» ¿De dónde? «El enemigo ha hecho esto.» Podemos percibir el diablo en ello. La gran serpiente, el rojo dragón, ha derramado este veneno en los corazones malvados. Su propio veneno, la maldad. «Cuando él derrama pecado, derrama veneno.»

El pecado es un veneno. La maldad original es llamada corrupción; veneno en realidad. La violencia y la virulencia de esta característica venenosa no vienen al principio. Ningún hombre se hace muy malo al principio. Todos hemos nacido corruptos, pero nos hemos hecho venenosos. Hay tres grados, por así decirlo, tres edades en el pecado. Primero: el pecado secreto; una úlcera en los huesos, pero con piel, por encima, de hipocresía. Segundo: pecado abierto, que sale fuera en vileza manifiesta. El primero es corrupción y el segundo es erupción. Tercero: pecado frecuente y confirmado, y éste es puro veneno, que emponzoña alma y cuerpo. Thos. Adams

Son como el áspid sordo que cierra su oído.
El punto de la reprensión es que el áspid de que se trata aquí puede oír hasta cierto grado, pero no quiere; tal como los jueces injustos o perseguidores de David podían oír con sus oídos externos las apelaciones que hace en los versículos 1 y 2, pero no querían. A. R. Fausset

Vers. 5. Por más hábil que sea el encantador. Los impíos no se ganan para el bien con argumentos lógicos o apelaciones patéticas. ¡Prueba todas tus artes, predicador de la palabra! Prepárate para contrarrestar todos los prejuicios y gustos de los pecadores, y acabarás exclamando: «¿Quién ha creído nuestro anuncio?» La causa del fracaso no se halla en tu música, sino en el oído del pecador, y es sólo el poder de Dios el que puede quitarla.

Vers. 6. Quiebra, oh Jehová, las muelas de su boca. Trátalos como los encantadores de serpientes, sácales los colmillos.

Vers. 7. Sean disipados como aguas que se escurren. Marchaos, corrientes pestilentes; cuanto antes hayáis desaparecido, mejor será para el universo.

Vers. 8. Pasen ellos como la babosa que se deslíe. Como la babosa se abre paso en el lodo y se disuelve al hacerlo, y su piel se halla vacía como si el que había en ella se hubiera disuelto, así también el malicioso devora su propia fuerza cuando prosigue en sus designios malévolos, y desaparece.

Como el que nace muerto, no vean el sol. Son como si no hubieran sido. Su carácter es repulsivo, informe. Son más aptos para estar escondidos en una tumba desconocida que para ser contados entre los hombres. Su vida nunca madura, sus objetivos son abortivos, todos sus logros son traer miseria a los demás y horror a sí mismos.

Hombres como Herodes, Judas, Alba, Bonner, ¿no habría sido mejor si no hubieran existido? ¿Mejor para las madres de las cuales nacieron? ¿Mejor para los países para los que fueron una maldición? ¿Mejor para la tierra en que sus pútridos cadáveres fueron escondidos del sol? Todo hombre no regenerado es un aborto. Pierde la verdadera forma de la humanidad hecha por Dios; se corrompe en la oscuridad del pecado; nunca ve o verá la luz de Dios en su pureza en el cielo. C. H. S.

Todos los inicuos son, por así decirlo, abortos humanos; son y serán para siempre seres defectuosos que nunca han realizado el gran propósito de su existencia. El cielo es el objetivo para el que el hombre fue creado, y el que se queda corto del mismo no alcanza el propósito de su creación; es un aborto eterno. O. Prescott Hiller

Vers. 9. Antes que vuestras ollas sientan la llama de los espinos, verdes o quemados, que los arrebate la tempestad. Que el fuego, la olla, la carne, todo desaparezca de golpe, arrebatado hacia la destrucción.

A la mitad de la vida del hombre, en la furia de su furor contra los justos, el perseguidor es abrumado por un huracán, sus designios son frustrados, sus intrigas desechas y él mismo destruido. El pasaje es difícil, pero éste es su significado probablemente; sí, muy terrible. El desgraciado pone su gran caldera junto a la leña con la que piensa asar al bueno, como un caníbal; pero no cuenta con el Señor de los ejércitos, y la tempestad inesperada se lleva todo rastro de él mismo, de su fuego y de su fiesta en un solo momento.

Vers. 10. Se alegrará el justo cuando vea que se hace justicia. Al final diremos «Amén» ante la condenación de los malvados y no sentiremos la menor disposición a hacer preguntas por la forma en que Dios trata al impenitente. C. H. S.

Sin duda, a la vista de Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim destruidos, los ángeles vieron motivo para regocijarse y cantar: «Aleluya». La maldad fue barrida; la tierra fue aliviada de una carga; la justicia, la justicia de Dios, fue exaltada; el amor a sus otras criaturas fue desplegado al librarías de la proximidad de contaminaciones infernales. Bajo el mismo principio (aunque entre más profundamente en la mente del Padre y simpatice de lleno en su justicia), el mismo Señor Jesús, y cada uno de sus miembros, exclamará «Aleluya» sobre las huestes destruidas del anticristo. Andrew A. Bonar

Sus pies lavará en la sangre del impío.
La condenación de los pecadores no va a alterar la felicidad de los santos. C. H. S.

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