Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 066 Salmo 66

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 066 Salmo 66



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 066 Salmo 66

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SALMO 66

Tiene que haber sido un hombre de gran destreza el que cantó este Salmo: la mejor música del mundo se sentiría honrada de poderse unir a expresiones semejantes. No sabemos quién fue su autor, pero no vemos razón alguna para dudar que fuera David el que lo escribió. C. H. S .

Vers. 1. Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Necesitamos sonidos alegres. Dios ha dé ser loado con la voz, y el corazón debe acompañar en santa exultación. Todas las naciones deben rendir alabanzas al Señor. Feliz el día en que no habrá gritos discordantes, sino que toda la tierra adorará a su Creador. C. H. S.

Vers. 2. Cantad la gloria de su nombre. El dar gloria a Dios no es sino restaurarle lo que es suyo. Es una gloria para nosotros el poder dar gloria a Dios; y toda nuestra verdadera gloria debería ser adscrita a El, porque es su gloria. C. H. S.

Vers. 3. Decid a Dios. La devoción, a menos que sea decididamente dirigida al Señor, no es más que silbar al viento.

Por la grandeza de tu poder se someterán a Ti tus enemigos. El poder pone al hombre de rodillas, pero sólo el amor gana su corazón. Faraón dijo que dejaría partir a Israel, pero mentía ante Dios; se sometía de palabra, pero no de hecho. Decenas de millares, tanto en la tierra como en el infierno, están rindiendo un homenaje forzado al Todopoderoso; sólo se someten porque no pueden por menos que hacerlo; esto no es lealtad, sino que el poder de Dios los mantiene sometidos bajo su dominio sin límites. C. H. S.

Aquellos por los que Dios había hecho más, los ángeles, se transformaron primero en sus enemigos; no te aflijas si aquellos por quienes has hecho más son tus peores enemigos; Dios mismo tiene enemigos. Nuestro Salvador, Cristo, nunca se defendió, nunca dijo: «¿Por qué me azotáis? ¿Por qué me escupís? ¿Por qué me crucificáis?» Aunque ellos proyectaban su ira sobre su persona, El no abrió su boca; cuando Saulo azotaba a la iglesia con violencia, o sea, a sus siervos, entonces sí que Cristo vino y dijo: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Condensado de John Donne

Los terremotos en New England dieron lugar a una especie de pánico religioso. Un escritor, que era uno de los ministros de Boston, nos informa que inmediatamente después del gran terremoto, según lo llamaron, gran número de personas de su congregación acudieron y expresaron su deseo de reunirse en la iglesia. Pero, al conversar con ellos, el pastor no pudo notar la menor evidencia de mejoría en sus ideas o sentimientos religiosos, ninguna convicción de su propia pecaminosidad; nada, en resumen, sino una especie de temor supersticioso ocasionado por la creencia de que el fin del mundo estaba cercano. Todas sus respuestas mostraron que no habían hallado a Dios, aunque habían visto la grandeza de su poder en el terremoto. Edward Payson

Vers. 4. Toda la tierra te adorará, y cantará a Ti. ¡Qué cambio tendrá lugar cuando el canto desplazará a los suspiros y sollozos, y la música expulsará nuestra miseria!

Selah. No hay meditación más gozosa que la que procede de la perspectiva de un mundo reconciliado a su Creador. C. H. S.

Vers. 6. Alegrémonos, pues, en ÉL Un milagro extraordinario es que los hombres pasen por el amargo mar de esta vida, y crucen el río de la mortalidad que nunca cesa de fluir y que anega a tantos otros y que, a pesar de ello, puedan llegar sanos y salvos a la tierra de la eterna promesa, para regocijarse en Dios mismo y contemplarle cara a cara; y, con todo, éste el mayor de los milagros es realizado por Dios para que muchos pasen este mar como si fuera tierra seca y crucen este río con los pies secos. Robert Bellarmine

Vers. 7. Sus ojos atalayan sobre las naciones. Esto debería poner freno a tanta iniquidad. ¿Puede la conciencia de un hombre tragar tan fácil y deleitosamente lo que él sabe perfectamente es conocido por Dios y aborrecible a la vista de su santidad y que, por tanto, Él detesta su acción? Stephen Charnock

Los rebeldes no levantarán cabeza.
Los orgullosos no tienen motivos para estarlo. Si pudieran verse como Dios los ve, se encogerían hasta desaparecer. ¡ Oh rebeldes orgullosos, recordad que el Señor dirige sus flechas a las águilas que vuelan altivas y las hace caer de sus nidos entre las estrellas! C. H. S.

Vers. 8. Y hace oír la voz de su alabanza. Por más que los demás alaban reteniendo el aliento, estad seguros de dar todo el volumen posible a vuestra voz. Haced inevitable que los oídos mal dispuestos tengan que oír vuestras alabanzas al Dios del pacto.

Vers. 9. Y no permitió que nuestros pies resbalasen. Si Dios nos ha permitido no sólo conservar la vida sino la posición, tenemos la obligación de darle una doble alabanza. El vivir y estar de pie es la condición de los santos por la gracia divina. Aquellos a quienes Dios preserva son inmortales e inconmovibles.

Vers. 10. Porque Tú nos probaste. Dios tenía un Hijo sin pecado, pero no tiene ningún hijo que no pase pruebas. Llegará un día en que haremos himnos de nuestras aflicciones y cantaremos más dulcemente porque nuestras bocas han sido purificadas con tragos amargos. C. H. S.

No se sabe cuál será la cosecha real del maíz hasta que no sale del molino; ni lo que darán las uvas hasta que su jugo no sale de la prensa. La gracia se esconde en la naturaleza humana como el agua dulce en las hojas de las rosas. John Trapp

Nos refinaste como se afina la plata.
El refinar la plata es una operación que requiere mucho cuidado personal. «El principio de purificar el oro y la plata es muy simple teóricamente, pero en la práctica se requiere gran experiencia para garantizar la precisión; y no hay rama en la industria que requiera más atención y vigilancia. El resultado va a ser influido por un número tan grande de circunstancias que ningún refinador que se estime va a delegar los pasos principales del proceso a otro que no sea tan hábil como él.» Enciclopedia Británica

Para refinar la plata se requiere un horno construido con gran habilidad. C. H. S.

Vers. 11. Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. Nosotros también olvidamos con frecuencia que Dios pone aflicciones sobre nosotros; si recordamos este hecho, nos someteremos más pacientemente a la presión que nos aflige. Llegará un día en que por cada onza de carga presente recibiremos un sobremanera grande y eterno peso de gloria.

Vers. 12. Hiciste cabalgar a hombres vulgares sobre nuestra cabeza. No hay nada peor para los siervos de Dios que caer en las manos de perseguidores orgullosos. C. H. S.

El mayor peligro que cae sobre el hombre viene de donde menos debería venir: de él mismo. Los leones no se pelean con leones; las serpientes no usan su veneno en otras serpientes; pero el hombres es el causante principal de las tribulaciones y aflicciones de los de su propia raza. Thomas Adams

Dios hace la misma acción sobre personas distintas, pero no de la misma manera. En la aflicción de Job había tres agentes: Dios, Satanás y los sabeos. El diablo obra sobre su cuerpo, los sabeos sobre sus bienes; pese a todo, Job admite un tercer agente: «El Señor dio, el Señor quitó.» Aquí 195 opresores pisotean al justo, y se dice que Dios es la causa de ello. El causa aflicción para probar (vers. 10, 11: «Tú nos has probado», etc.); ellos por malicia; ni Dios puede ser acusado ni ellos excusados. Thomas Adams

Pasamos por el fuego y por el agua.
Los fuegos de los hornos para cocer ladrillos y las aguas del Nilo hicieron todo lo que pudieron para destruir a la raza escogida; la labor dura y la matanza sistemática de los niños fueron usadas por el tirano, pero Israel salió de las dos pruebas sin daño, y así también la iglesia de Dios ha sobrevivido, y sobre vivirá, a todas las crueldades y ataques de los hombres. No hay fuego encendido que pueda quemar a la simiente de la mujer, ni puede el dragón vomitar un río de agua bastante caudaloso para que la arrastre ni la ahogue. C. H. S.

Los hijos de Israel, cuando hubieron escapado del mar Rojo y visto que sus enemigos los egipcios estaban muertos, se consideraron del todo seguros, y por ello cantaron cánticos de regocijo y de victoria. Pero, ¿qué sucedió al poco? El Señor suscitó otro enemigo contra ellos, salido de sus propias entrañas -por así decirlo, que era el hambre, que les puso en un aprieto, según ellos, aún peor que los egipcios. Pero, ¿era así?

No, después del hambre vino la sed, y esto les hizo murmurar tanto como lo primero; y después de la sed vinieron serpientes venenosas, y fuego, y pestilencia, y a los malecitas, y los madianitas, y ¿qué más? Miles Smith

Pero nos sacaste a abundancia.

El camino de la aflicción, y sólo éste,

Lleva al país do la aflicción no existe.

La profundidad de nuestra pena no está en proporción con la altura de nuestra bienaventuranza. Con paciencia podremos resistir las dificultades presentes, pero viene la mañana. Sobre las colinas se ve asomar el día, en cuya luz entraremos en nuestro lugar de abundancia. C. H. S.

Así que este canto de la música de David, o Salterio, consiste en dos notas: una triste, lúgubre; la otra alegre; la una un toque de aflicción, la otra un refrigerio; lo cual dirige nuestro curso a una observación de la miseria y de la misericordia; de la aflicción desgraciada, y de la misericordia graciosa. Thomas Adams

El libertador es grande; la liberación es cierta; la aflicción dolorosa; la exaltación gloriosa. Hay una primera palabra, sin embargo, que como una llave abre esta puerta áurea de la misericordia: PERO. Esto es vox respirationis, un suspiro que nos devuelve la misma vida de bienestar. «Pero» nos sacaste a abundancia. Estábamos en serio peligro y atemorizados a causa de la mano de nuestros enemigos; éstos cabalgaban sobre nosotros y nosotros nos hallábamos en gran perplejidad. «Pero» Tú, etc. Si hubiera habido un período pleno en nuestra miseria, si el abismo de la persecución casi se nos hubiera tragado y toda nuestra luz de bienestar hubiera sido aplastada y extinguida, habríamos podido exclamar: «Nuestra esperanza, nuestra esperanza ha desaparecido. El que nos decía "Tened buen ánimo", se burlaba de nosotros.» Sin embrago, este mismo «pero» es como el remo bendito que desvía nuestra barca de las rocas de la desesperación y la hace llegar a un cielo de bienestar. Thomas Adams

Vers. 13. Entraré en tu casa con holocaustos. Incluso el corazón más agradecido no se atreve a presentarse a Dios sin una ofrenda de alabanza agradecida; de esto, así como de otras formas de adoración, podemos decir: «La sangre es la vida de ella.» Lector, no intentes presentarte ante Dios sin Jesús, el holocausto aceptado, prometido y concedido divinamente. C. H. S.

En cuanto a nosotros, tengamos la seguridad de que el mejor sacrificio que podemos ofrecer a Dios es la obediencia, no un animal muerto, sino un alma viva. Que éste sea nuestro holocausto, un cuerpo y una mente santificados entregados al Señor (Romanos 12:1, 2). Primero el corazón: «Hijo mío, dame tu corazón» (Proverbios 23:26) ¿No basta con el corazón? No, la mano también. Lávate las manos de sangre y contaminación (Isaías 1:16). ¿No basta con la mano? No, el pie también: «Aparta tu pies del mal» (Proverbios 4:27). ¿No basta con el pie? No, los labios también: «Guarda las puertas de tu boca» (Salmo 141:3). «Guarda tu lengua del mal» (Salmo 34:13). ¿No basta con la lengua? No, el oído también: «El que tenga oídos para oír, oiga» (Mateo 11:15). ¿No basta con el oído? No, los ojos también: «Que tus ojos miren siempre al Señor» ¿No basta con todo esto? No, dale tu cuerpo y espíritu «Comprados sois por precio; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo, y en vuestro espíritu, que son de Dios» (lª Corintios 6:20).

Cuando los ojos aborrecen los objetos del deseo carnal, el oído las calumnias, el pie detesta andar por caminos desviados, las manos hacer violencia y entuertos, la lengua la adulación y la blasfemia, el corazón el orgullo y la hipocresía: esto es tu holocausto. Thomas Adam

Vers. 14. Los que pronunciaron mis labios. La aflicción extrema abrió la puerta de sus labios y salió el voto que había estado buscando una abertura. Aquello que ofrecimos en el voto, ávidamente lo ejecutaremos; sin embargo, ¡ay!, tenemos muchos votos que salen corriendo en las palabras, pero que van cojeando en cuanto a los hechos.

Cuando estaba angustiado. Todos los hombres pasan aflicción, pero no obran igual bajo la misma; el profano puede jurar y el piadoso orar. Tanto personas malas como buenas se sabe que han hecho votos, pero el uno es un mentiroso con respecto a Dios y el otro respeta a conciencia su palabra. C. H. S.

Vers. 15. Holocaustos de animales engordados te ofreceré. El hombre bueno dará a Dios de lo mejor que tiene. El avaro con respecto a Dios es un desgraciado verdaderamente.

Vers. 16. Venid y oíd. Antes se nos dijo que fueran y que vieran. El oír es el ver de la fe. La misericordia nos viene siempre por la puerta del oído: «Oíd, y vivirá vuestra alma.»

Y contaré lo que ha hecho a mi alma. El declarar los hechos del hombre no es necesario; son demasiado triviales, y además hay suficientes trompeteros para proclamar los hechos del hombre; pero, el declarar los actos misericordiosos de Dios es instructivo, consolador, inspira y beneficia en muchos aspectos. Que cada uno hable por sí mismo, porque el testimonio personal es el más seguro y el más eficaz; la experiencia de segunda mano carece del sabor y fragancia de la de primera mano. C. H. S.

El fin principal que hemos de tener a la vista cuando declaramos la experiencia es la gloria del Dios que nos ha tratado con tanta generosidad y abundancia. Y con qué fulgor brillará la gloria de Dios cuando sus hijos estén dispuestos a reconocer que El nunca los ha llamado a ningún deber a menos que les haya dado gracia suficiente para hacerlo.

¡Cómo!, ¿estamos avergonzados del tema más noble y más interesante? Es una pobre señal de que hayamos sentido la gloria de Dios si no creemos que sea necesario declararla a los compañeros en la fe. ¿Cómo? Supongamos que uno fuera a parar a una orilla extraña, un lugar donde no entiende el lenguaje ni las costumbres de los habitantes, y fuera tratado por ellos con crueldad; ¿no crees que sería una dicha inmensa el que pudiéramos contar nuestras penas y problemas a otro? ¿Y pensaremos menos cuando nos hallamos en un mundo como éste, una tierra extraña, y a una gran distancia de la casa de nuestro Padre? ¿Descuidaremos el conversar los unos con los otros? No; que nuestra conversación sea sobre cosas espirituales y celestiales. Samuel Wilson

Vers. 17. A El clamé con mi boca, y fue ensalzado con mi lengua. Observa que el Salmista clamó y habló, las dos cosas; el Señor ha expulsado el demonio mudo de sus hijos, y los que pueden hablar de modo menos fluido con sus lenguas son con frecuencia los más elocuentes con sus corazones. C. H. S.

Es una prueba que la oración procede de motivos no dignos cuando las bendiciones que la siguen no son reconocidas con el mismo fervor con que fueron originalmente imploradas. Los diez leprosos pidieron todos ellos misericordia y la obtuvieron todos, pero sólo uno de ellos regresó para dar las gracias. John Morison

Que la alabanza del Señor esté en tu lengua, bajo tu lengua y sobre ru lengua, para que pueda brillar sobre los hombres y que puedan ver que tu corazón es bueno. Thomas Le Blanc

Vers. 18. Si en mi corazón hubiese acariciado yo la iniquidad, el Señor no me habrían escuchado. No hay nada que estorbe tanto a la oración como la iniquidad alojada en el pecho; como con Caín, lo mismo con nosotros: el pecado se halla a tu puerta, barrándote el paso. Si escuchas al diablo, Dios no te escuchará. Si rehúsas escuchar los mandamientos de Dios, sin duda El rehusará escuchar tus peticiones. Una petición a Dios imperfecta será oída por amor a Cristo, pero no una que haya sido tergiversada a propósito por la mano de un traidor. El que Dios aceptara nuestras devociones cuando nosotros estamos aún deleitándonos en el pecado, sería hacer de El el Dios de los hipócritas, lo cual es un nombre apto para Satanás, pero no para el Dios de Israel. C. H. S.

La misma sospecha de ello implica la posibilidad de que éste pueda ser el estado de los creyentes; y hay abundantes razones para temer que ésta sea la razón por la cual sus oraciones a veces son impedidas y sus súplicas generalmente se quedan sin contestar. Robert Gordon

Entretanto, pues, que el amor al pecado domina nuestros corazones, nuestro amor a las cosas espirituales es inactivo, torpe, y nuestras oraciones por ellas han de ser puestas en entredicho. ¡Oh, la falacia que el alma pone aquí sobre sí misma! Al mismo tiempo ama su pecado y ora contra él; al mismo tiempo que está pidiendo gracia, lo hace con el deseo de no prevalecer en ello. Así pues, en tanto que damos alas a la iniquidad, ¿cómo es posible que tengamos en cuenta las cosas espirituales, el único objeto legítimo de nuestras oraciones? Y si no las consideramos, ¿cómo podemos sentir urgencia para que Dios nos las conceda? Y allí donde no hay fervor por nuestra parte, no es de extrañar que no haya respuesta de Dios. Robert South

Están fomentando la iniquidad en el corazón los que sienten y suspiran por el deseo de pecar, por más que en el curso de la providencia es posible que se vean impedidos de cometerlo realmente. Estoy persuadido de que no son raros los casos de hombres que alimentan deseos pecaminosos, aunque por falta de oportunidad, por temor al hombre o por algún freno parcial de la conciencia no se atrevan a ponerlos en práctica.

Muchos pueden recordar sus pecados sin aflicción, y pueden hablar de ellos sin vergüenza, y algunas veces con una mezcla de jactancia y vanagloria. ¿No les has escuchado alguna vez contar sus locuras pasadas, y hacerlo con una satisfacción que parece más bien una renovación del placer que un lamentarse del pecado?

El pecado es algo abominable, tan deshonroso para Dios y tan destructivo para las almas de los hombres que ningún cristiano real puede ser testigo del mismo sin ser afectado. John Witherspoon

Vers. 19. Atendió a la voz de mi súplica. El amor al pecado es una mancha de la plaga, una marca de condenación, una señal de muerte, pero las oraciones que viven y prevalecen ante Dios evidentemente salen de un corazón que está libre de tratos con el maligno. C. H. S.

Vers. 20. Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración, ni me retiró su misericordia. Podríamos pensar que David hubiera colocado la corona sobre su cabeza, pero la pone en la de Dios. Voy a aprender esta lógica excelente, porque me gusta más la lógica de David que los silogismos de Aristóteles, pues cualesquiera que sean sus premisas, la conclusión es siempre la gloria de Dios. Thomas Fuller

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