Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 073 Salmo 73

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 073 Salmo 73



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 073 Salmo 73

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SALMO 73

Tema: Es curioso que este Salmo setenta y tres se corresponda en el tema con el treinta y siete; ayudará a la memoria de los jóvenes el notar que los guarismos son invertidos. El tema es la piedra de tropiezo de los hombres buenos, que los amigos de Job no pudieron pasar; a saber: la prosperidad de los inicuos y las aflicciones de los piadosos en el tiempo presente. Los filósofos paganos se han quedado perplejos ante ella, en tanto que para los creyentes ha sido con mucha frecuencia una tentación. C. H. S.

El Salmo setenta y tres es un testimonio notable de la lucha mental que un judío eminente y piadoso sufrió al contemplar las condiciones respectivas de los justos y de los malvados. Cuenta que el peor sobresalto para su fe fue el contrastar la prosperidad de los inicuos, que, aunque con orgullo, menospreciaban a Dios y al hombre, prosperaban en el mundo e incrementaban sus riquezas con sus esfuerzos, en tanto que el que había purificado su corazón y lavado sus manos en la inocencia se veía «plagado todo el día y disciplinado cada mañana». Thomas Thomason Perowne en La coherencia esencial de los dos Testamentos

En el Salmo setenta y tres el alma busca y razona en lo que ve; es decir, una maldad que triunfa y una justicia que sufre. ,¿A qué conclusión llegamos? «He purificado mi corazón en vano.» Este es el resultado de la búsqueda.

En el Salmo setenta y tres el alma busca y razona en lo que encuentra. ¿Cuál es la conclusión? «¿Ha olvidado Dios su misericordia?» Esto es lo que resulta de mirar adentro. ¿Dónde, pues, hemos de mirar? Mira directamente hacia arriba y di lo que ves. ¿Cuál será la conclusión? Vas a entender el «fin» del hombre y seguir el «camino» de Dios. De Cosas nuevas y viejas

Vers. 1. Ciertamente.' es sólo una palabra; pero el orfebre recoge los menores residuos de oro con cuidado. Las perlas pequeñas tienen gran precio. Y esta partícula no es indiferente si la usamos rectamente. Nos da una nota de aseveración. Ciertamente: es una palabra de fe, frente al sentido del Salmista e introversiones de Satán. Simeon Ash

Verdaderamente es bueno Dios para con Israel, para con los limpios de corazón.
Sea cual sea la verdad acerca de los misterios y las cosas inescrutables, hay algunas certezas en otros puntos; la experiencia ha colocado algunos hechos tangibles dentro de nuestro alcance; por tanto, atengámonos a éstos, y ellos impedirán que seamos arrastrados por estos huracanes de la infidelidad que todavía vienen del desierto y como torbellinos se abaten sobre las cuatro esquinas de nuestra casa y amenazan su destrucción.

Oh Dios mío, por perplejo que esté, no permitas que piense mal de Ti. Si no puedo entenderte, que nunca deje de creer en Ti. Ha de ser así, no puede ser de otro modo; Tú eres bueno para aquellos a quienes Tú has hecho buenos; y donde Tú has renovado el corazón no puedes dejarlo en poder de sus enemigos. C. H. S.

A pesar de la variedad y frecuencia de los sufrimientos de los santos, con todo, Dios es bueno. Aunque la aflicción los salude cada mañana al despertarse y la tribulación les acompañe a la cama por la noche, a pesar de todo, Dios es bueno. Aunque las tentaciones sean tantas y tan terribles que hacen brechas en sus espíritus, con todo, Dios es bueno para Israel. Las disposiciones de Dios no están en conformidad con las tristes suposiciones del corazón suspicaz de sus hijos. Porque aunque ellos, por causa de la desconfianza, es posible que den sus santas labores como pérdidas y todo su cuidado y porte sean abandonados, con todo, Dios es bueno para Israel. Simeon Ash

¡Vemos lo enfático de esta exclamación del Salmista! No asciende a la cátedra para disputar a la manera de los filósofos y hacer su discurso en un estilo de oratoria estudiada, sino que, como si se escapara del infierno, proclama a grandes voces y con intensa pasión que ha obtenido la victoria. Juan Calvino

Por más que el diablo y sus secuaces digan lo que quieran, yo nunca los creeré; lo he dicho antes y no tengo razón para retractarme: «Ciertamente Dios es bueno.» Aunque algunas veces pueda esconder su rostro durante un tiempo, con todo, lo hace en fidelidad y amor; hay bondad en los mismos azotes y amor en la vara. James Janeway

Vers. 2.
Aquí empieza el relato de la gran batalla del alma, un maratón espiritual, una campaña dura y luchada a brazo partido, en que el que estaba medio vencido, al final quedó victorioso. C. H. S.

Que los que temen a Dios y empiecen a mirar a un lado, a las cosas del mundo, sepan que les será difícil mantener su fe y el temor de Dios en las épocas de prueba. Recuerda el ejemplo de David; era un hombre que había pasado mucho tiempo yendo y viniendo del cielo; pese a todo, mira un poco a un lado, a la feria de oropeles de este mundo, y casi pierde el pie; sus pasos resbalaron. Edward Elton

Casi se deslizaron mis pies.
Los errores del corazón y la cabeza afectan pronto a la conducta. Hay una relación íntima entre el corazón y los pies. Asaf apenas podía mantenerse en pie, su entereza se perdía, sus rodillas se doblaban como una pared que se desploma. Cuando un hombre duda de la rectitud de Dios, su propia integridad se tambalea. C. H. S.

Hay que notar que el profeta dijo que casi había resbalado, pero no del todo. Aquí hay la presencia, providencia, fuerza, salvaguarda del hombre por el Todopoderoso, presentadas de modo maravilloso. Vemos que, aunque somos tentados y puestos al borde de perpetrar la equivocación, con todo, Él nos sostiene y nos corrobora para que no nos venza la tentación. John Hooper

Vers. 2-14.
Pero la prosperidad de los inicuos e injustos, tanto en la vida pública como privada, que aunque no llevan una vida feliz en realidad, el vulgo así lo considera, siendo alabados de modo impropio en las obras de los poetas y en toda clase de libros, puede llevarte a creer -y no me sorprende tu error- que los dioses se desentienden de los asuntos de los hombres. Estas cosas te perturban. Al ser arrastrado por pensamientos necios, y, con todo, siendo incapaz de pensar mal de los dioses, has llegado al presente estado de tu alma, de modo que crees que los dioses existen en realidad, pero que desprecian y descuidan los asuntos humanos. Platón

Vers. 3. Porque tuve envidia de lOS arrogantes. Es una lástima que un heredero del cielo haya de confesar: «Tuve envidia», pero peor sería si dijera: «Tuve envidia de los necios.» Con todo, este reconocimiento -me temo deberíamos hacerlo la mayoría. C. H. S.

¿Quien envidiaría a un malhechor que está subiendo una escalera que le pondrá por encima de la demás gente, si es el catafalco que le dejará colgando delante de todos? Este es precisamente el caso del malvado que está encaramándose en la prosperidad: porque esto es solamente para poder ser lanzados a una destrucción más profunda.

La burla sarcástica de Dionisio, el joven tirano de Sicilia, cuando, después de haber saqueado el tesoro del templo de Siracusa, tuvo un viaje próspero con el botín, es bien conocida: «¿No veis» dijo a los que estaban con él- «que los dioses favorecen a los sacrílegos?»

De la misma manera, la prosperidad de los malvados es considerada un estímulo para cometer pecados, porque estamos prestos a imaginar que, como Dios les concede las cosas buenas de esta vida, son objeto de su aprobación y favor. Vemos en qué forma su condición próspera hirió a David en el corazón, llevándole casi a pensar que no había nada mejor para él que unirse a su compañía y seguirlos en el curso de su vida. Juan Calvino

Cuando vi la prosperidad de los impíos.
La prosperidad parece ser un arma peligrosa, y sólo el inocente debería atreverse a usarla. El mismo Salmista, antes de pensar en ello, empezó envidiando la prosperidad de los impíos. William Crouch

Sócrates, cuando uno le preguntó qué era lo que afligía a los hombres buenos, replicó: «La prosperidad de los malos.» ¿Qué es lo que aflige a los malos? «La prosperidad de los buenos.» Thomas Le Blanc

Diógenes el cínico, viendo a Harpalo, un individuo vicioso que prosperaba en el mundo, tuvo el valor de decir que el que Harpalo, siendo un inicuo, viviera tanto tiempo en la prosperidad era un argumento de que Dios se había desentendido del cuidado de este mundo, que ya no le importaba lo que ocurría en él.

Pero Diógenes era un pagano. Sin embargo, las luces del santuario irían menguado en su lustre; las estrellas de gran magnitud han parpadeado; los hombres eminentes, famosos en su generación por su religión y su piedad, han vacilado en su juicio al ver el estado próspero de los inicuos. Esta situación hizo que Job se quejara y Jeremías altercara con Dios: y David estaba a punto de hundirse al ver la prosperidad de los inicuos: al ver a los unos en riquezas, a los otros en la necesidad; unos honrados, los otros despreciados: los unos en un trono, los otros en un muladar. JOHN DONNE

Vers. 4. Porque no hay congojas para ellos. La noción que prevalece todavía es que una muerte quieta significa un más allá feliz. El Salmista ha observado que la verdad no es ésta. Las personas descuidadas se endurecen y siguen en su presunción seguros incluso hasta el fin. C. H. S.

Los hombres pueden morir como corderos, pero tener su habitación permanente con las cabras. Matthew Henry

Vers. 5. No pasan trabajos como los otros mortales porque Dios les ha concedido los deseos de su corazón, para que siendo sucios se ensucien todavía más; como un enfermo a quien el médico prudente no prohíbe nada porque sabe que su enfermedad es incurable. Gerhohus

Ni son azotados como los demás hombres.
Las pruebas duras no parecen afectarles; no gimen bajo la vara divina. En tanto que muchos santos son pobres y afligidos, el pecador próspero no es ni lo uno ni lo otro. Es peor que los demás hombres, y con todo, está en mejores condiciones: ara menos, y tiene más forraje. Merece el infierno más ardiente, pero tiene el nido más caliente.

Vers. 6. Por tanto, la soberbia los rodea como un collar; se cubren el vestido de violencia. Se jactan como fanfarrones, embisten y atacan, y, si pudieran, cabalgarían por encima de toda la Humanidad. C. H. S.

Una cadena de perlas no conviene a sus cuellos, ni las vestiduras ricas adornan sus hombros, sino que es el pecado, según ellos, lo que conviene a sus almas, y se glorían en su desvergüenza. Platón dijo de Protágoras que se enorgullecía de que, habiendo vivido sesenta años, había pasado cuarenta de ellos en una juventud disoluta. Se jactan de lo que tendrían que lamentarse. George Swinnock

Vers. 8.
Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia; hablan con altanería. Son los que dicen: Hazlos trabajar como caballos y que coman como perros; si se quejan, envíalos a la cárcel o que se mueran en un asilo. Hay muchos que hablan de esta manera. Hay una raza de hombres que hablan así de sus obreros, por más que no sean éstos perfectos, y que los consideran como si fueran animales de un orden inferior. C. H. S.

Estos gigantes, o, mejor, monstruos inhumanos, de los cuales habla David, por el contrario, no sólo se imaginan que están exentos de sumisión a ninguna ley, sino que, prescindiendo de sus propias debilidades, hablan furiosos, como si no hubiera distinción entre bien y mal, entre lo recto y lo torcido. Juan Calvino

Vers. 12. He aquí estos impíos, sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas. Mira. Considera. Aquí tienes un enigma. El enigma de la Providencia. ¡La piedra de tropiezo de la fe! Aquí hay los injustos recompensados y mimados, y no durante un día o una hora, sino toda su vida. Desde su juventud estos hombres, que merecen la perdición, se han regodeado en la prosperidad. Merecen ser colgados en cadenas, y las cadenas atadas a sus cuellos; son dignos de ser expulsados del mundo, y, con todo, el mundo pasa a ser suyo. Los sentidos ciegos y pobres exclaman: «¡Mira esto! Asómbrate, y hazlo recto con la justicia providencial, si puedes.» C. H. S.

Alcanzaron riquezas;
o fuerza. Tanto la riqueza como la salud son su dote. No tienen deudas ni quiebras, sino latrocinio y usura, que son su sustancia. El dinero produce más dinero; las monedas de oro ruedan a sus cofres; los ricos se hacen más ricos, los orgullosos más orgullosos. ¡Señor! ¿por qué? Tus pobres siervos se vuelven más y más pobres, y gimen bajo sus cargas, y se preguntan acerca de tus caminos misteriosos. C. H. S.

Vers. 13. Verdaderamente en vano he limpiado mi camino. De este modo tan necio discute el más sabio de los hombres cuando su fe cabecea y se duerme. Asaf era un vidente, pero no podía ver cuando la razón le abandonaba y le dejaba en la oscuridad. C. H. S.

Y lavado mis manos en inocencia.
Asaf había tenido cuidado de sus manos y de su corazón; había guardado su vida externa como la interna, y era un pensamiento amargo el que todo esto había sido inútil y le había dejado en una condición peor que los mundanos de manos sucias y corazón endurecido. Sin duda, el carácter horrible de la conclusión tiene que mostrar que es insostenible; no puede ser así en tanto que Dios sea Dios. Era una mentira que hedía demasiado para ser tolerada mucho tiempo en el alma de un hombre bueno; por ello, en un versículo o dos vemos que su mente da media vuelta para seguir otra dirección. C. H. S.

Vers. 14. Pues he sido azotado todo el día, y castigado todas las mañanas, dice el Salmista... Tan pronto como me levanto recibo una azotaina, y mi desayuno es pan de aflicción y agua de adversidad...

Nuestras vidas están llenas de aflicciones; y es una gran parte de la habilidad del cristiano el conocer las aflicciones y conocer las misericordias; el conocer cuando Dios hiere, es conocer cuando nos res-guarda; y nuestro pecado consiste en pasar por alto las misericordias. Joseph Caryl

El camino al cielo es un camino de aflicción, un camino de perplejidad, persecución, con cruces abundantes, como fue la ruta de los israelitas por el desierto, o la de Jonatán y su escudero, que tenían una peña a un lado y otra peña en el otro. Y en tanto que se arrastraban a gatas, las piedras debajo, los espinos y cardos clavándoseles en las manos; los peñascos y los promontorios sobre ellos; así el cielo es alcanzado con dolores, paciencia y violencia, siendo la aflicción un compañero inseparable. «El camino de la cruz es la ruta del cielo», dijo un mártir (Bradford); y otro: «Si hay algún camino hacia el cielo, pasa por la cruz.» Un hombre puede ir al infierno sin necesidad de cayado, como decimos; el camino al mismo es fácil, recto, lleno de rosas; basta con ceder a Satanás, pasar de un pecado a otro, de un mal propósito a una mala práctica, de la práctica a la costumbre, etc. John Trapp

Vers. 15. He aquí, a la generación de tus hijos engaña. ¡Ay del hombre por el que viene la ofensa! Las palabras precipitadas, no digeridas, poco consideradas, son responsables de mucha fricción y dificultades en las iglesias. Ojalá que, como Asaf, los hombres frenaran su lengua. Cuando tenemos sospechas de estar equivocados, lo mejor es que nos callemos; no nos hará ningún daño el estar quietos, y puede causar grave daño el esparcir nuestras opiniones formadas precipitadamente. C. H. S.

Vers. 17. Comprendí el fin de ellos. La envidia roe ahora el corazón, pero un horror santo de su condenación inminente y de su presente culpable llena su alma. Retrocede para no ser tratado de la misma manera que los orgullosos pecadores, a quienes hace un momento consideraba con admiración. C. H. S.

Comprendí.
Existe una famosa historia de la providencia en Bradwardine con referencia a esto. Cierto ermitaño se sentía tentado y totalmente insatisfecho respecto a la providencia de Dios, y resolvió ir andando de un lugar a otro hasta que pudiera hallar alguno que le satisficiera.

Pronto se le unió un ángel en forma de hombre, y fue caminando con él, contándole que era un enviado de Dios para satisfacerle respecto a sus dudas sobre la providencia.

La primera noche se alojaron en la casa de un santo varón, y pasaron el rato en pláticas sobre el cielo y alabanzas a Dios, y disfrutaron mucho con un gran sentimiento de libertad y de gozo. A la mañana, cuando partieron, el ángel se llevó consigo una gran copa de oro.

Por la noche llegaron a la casa de otro santo varón, el cual les dio la bienvenida muy contento y se gozó con su compañía y discursos; el ángel, sin embargo, al partir, mató a un niño en la cuna, que era su único hijo, la niña de los ojos de su padre, que no había tenido hijos durante muchos años.

El tercer día, por la noche, llegaron a otra casa, donde se les recibió tan bien como en las otras. El dueño de la familia tenía un mayordomo a quien tenía en gran estima, y les manifestó lo contento que estaba poseyendo un servidor tan fiel. Al día siguiente el padre de familia ordenó a su mayordomo que los acompañara parte del camino, para guiarles. Y cuando pasaron sobre un puente, el ángel dio un empujón al mayordomo, que cayó al río y se ahogó.

La última noche llegaron a la casa de un hombre impío, donde los agasajó con toda clase de diversiones impropias, pero el ángel, por la mañana, le dio la copa de oro. Habiendo hecho esto, el ángel preguntó al ermitaño si entendía todas aquellas cosas. Este contestó que sus dudas sobre la Providencia habían aumentado, no disminuido, porque no podía entender por qué había tratado tan duramente a aquellos santos hombres que les recibieron con tanto amor y gozo, y había hecho un regalo al hombre inicuo, que los había tratado indignamente.

El ángel le dijo: «Voy a explicarte todas estas cosas. En la primera casa donde fuimos, el dueño era un santo varón; pero el beber de aquella copa cada mañana, siendo demasiado grande, le ponía en condiciones impropias para sus santos deberes, y aunque él no se daba cuenta, los demás sí; así que se la quité, puesto que es mejor para él perder la copa de oro que su templanza.

»El dueño de la casa en que pasamos la segunda noche era un hombre entregado a la oración y la meditación, y pasaba mucho tiempo en sus deberes sagrados, y era muy generoso con los pobres en tanto que no tenía hijos; pero tan pronto tuvo uno se encariñó con él, y pasaba el tiempo jugando con él, de modo que descuidaba por completo sus antiguos ejercicios sagrados y daba muy poco a los pobres, pensando que nunca dejaría bastante para su hijo; por tanto, me llevé al hijo al cielo y le dejé a él que sirviera mejor a Dios en la tierra.

»El mayordomo a quien eché al río había planeado matar a su amo la noche siguiente; y en cuanto al hombre inicuo a quien le di la copa de oro, no había de poseerla en el otro mundo, por lo que se la di en éste, lo cual, después de todo, va a ser un lazo para él, porque siendo un hombre sin moderación, dispuesto a la inmundicia, vale más que sea aún más inmundo.»

La verdad de esta historia no puede afirmarse, pero la moraleja es buena, porque nos muestra que Dios es un Padre indulgente con los santos a quienes más aflige; y que cuando pone a los inicuos en las alturas, éstas son resbaladizas y su prosperidad es su ruina (Proverbios 1:32). Thomas Whithe en Un tratado del poder de la piedad

Vers. 18. Los precipitas en una completa ruina. El castigo eterno será más terrible en contraste con la prosperidad anterior para aquellos que están maduros para el mismo. Considerado en conjunto, el caso del impío es todo él horrible; y su gozo mundano, en vez de disminuir el horror, en realidad hace el efecto más terrible, tal como el relámpago fulgurante en medio de la tempestad no hace sino intensificar la impenetrable oscuridad que circunda. El ascenso a la horca de Amán fue un ingrediente esencial en el terror de la frase: «Colgadle en ella.» Si los malvados no se hubieran levantado tan alto, su caída no habría sido tan profunda. C. H. S.

Vers. 19. Perecieron, se consumieron de terrores. Como los árboles derribados por el rayo, son monumentos a la venganza; como las ruinas de Babilonia, revelan en la grandeza de su desolación los juicios del Señor contra todos los que se exaltan indebidamente. La gloria momentánea de los que carecen de la gracia es borrada en un momento, su exaltación es consumida en un instante. C. H. S.

Un mercader inglés que vivía en Dantzig, ahora con el Señor, nos contó esta historia, que dijo era verdadera. Un amigo suyo (mercader también), en circunstancias que no conocía, fue a un convento y comió con los frailes. Le atendieron de modo muy afectuoso. Después de la comida, y delante de todos, el mercader elogió lo agradable de su modo de vivir. «S» contestó uno de los frailes-, «vivimos muy agradablemente, cierto; sólo nos falta que alguien quiera ir al infierno por nosotros cuando muramos.» Giles Firmin en El cristiano real, o un tratado sobre la vocación efectiva

Vers. 20. Como sueño del que despierta. La concepción es más bien sutil, pero parece haber sido penetrada astutamente por Shakespeare, quien hace que el príncipe Plantagenet (afectando quizá el aire de soberano en lugar de Dios) diga a su favorito descartado:

He venido soñando en esta clase de hombre,

Pagado de sí mismo, viejo y profano,

Pero estando despierto aborrezco mi sueño.

Henry IV

-C. B. CAYLEY en Salmos en metro

Vers. 21. Y en mi corazón sentía punzadas. Alexander traduce: «Mi corazón estaba agriado.» Su espíritu estaba amargado; había juzgado en una forma desapacible, hosca. Se había vuelto atrabiliario, lleno de bilis, melancolía; había emponzoñado su propia vida en su manantial, y con ello la corriente era amarga como la hiel. C. H. S.

Vers. 22. Era como una bestia delante de Ti. Permitía a mi mente que se ocupara totalmente de las cosas de los sentidos, como las bestias que perecen, y no miraba a mi estado futuro, ni consideraba el someterme a los sabios designios de una providencia infalible. Adam Clarke

«Era como un verdadero monstruo delante de Ti», no sólo una bestia, sino una bestia embrutecida, una de las más obstinadas e intratables de todas las bestias. Creo que ningún hombre puede ir más abajo que en esta humilde confesión. Esta es una descripción de la naturaleza humana y del viejo hombre del santo ahora renovado que no puede ser superada. C. H. S.

Tulio escribe en abundancia de lo que hizo para el bien público en el estado de Roma, pero no dice una palabra de su avaricia, de su aplauso afectado al pueblo, de su orgullo y vanagloria, de su origen bajo, etc. Mientras tanto, por el contrario, Moisés narra el pecado y castigo de su propia hermana, la idolatría y superstición de Aarón su hermano, y su propia falta al golpear la roca, por lo que fue excluido de la tierra de Canaán. Thomas Fuller

Vers. 23. Con todo, yo siempre estoy contigo. No renuncia a su fe, aunque confiesa su necedad. El pecado puede afligimos, y, pese a ello, podemos tener comunión con Dios. Es un pecado querido y que nos deleita el que nos separa del Señor, pero cuando lo lamentamos sinceramente, el Señor no va a apartarse de nosotros. C. H. S.

Vers. 25. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y no hay ningún bien en la tierra que desee aparte de Ti. ¡Qué reducido es el número de los que mantienen sus afectos fijos sólo en Dios! Vemos cómo la superstición añade a él muchos otros rivales para nuestros afectos. En tanto que los papistas admiten de palabra que todas las cosas dependen de Dios, sin embargo están constantemente procurando obtener ayuda, procedente de este punto o del otro, independientes de El. Juan Calvino

¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti?,
dice David. ¿Qué son los santos para un alma sin Dios? Esto es válido tanto respecto a las cosas como a las personas. ¿Qué tenemos en los cielos sino a Dios? ¿Qué gozo hay sin Dios? ¿Qué es la gloria sin Dios? ¿Qué son las riquezas, muebles, refinamientos, sí, incluso las diademas del cielo, sin Dios en el cielo? Si Dios dijera a los santos: «Aquí está el cielo, tomadlo, pero yo me retiro», ¿cómo llorarían los santos en el mismo cielo, haciendo del mismo un valle de lágrimas verdaderamente? El cielo no es el cielo a menos que en él gocemos de Dios. Es la presencia de Dios lo que hace el cielo; la gloria no es sino el estar más cerca de Dios. Joseph Caryl

Vers. 25, 26.
Gotthold fue invitado a una reunión social y tenía la esperanza de encontrar allí a un amigo suyo a quien amaba y en cuya compañía tenía gran deleite. Al juntarse al grupo, sin embargo, supo que por una circunstancia imprevista este amigo no se hallaría presente, y sintió tanta pena que no pudo participar en el jolgorio común.

Esta circunstancia le llevó más adelante a la siguiente serie de pensamientos: El alma piadosa que sinceramente ama y con fervor anhela al Señor Jesús, experimenta lo que me ha ocurrido a mí. Busca a su Amado por todas partes, objetos y sucesos. Si le encuentra, ¿quién es más feliz que él? Si no le encuentra, ¿quién está más desconsolado? ¡Ah!, Señor Jesús: Tú eres el mejor de los amigos, Tú eres el objeto de mi amor; mi alma te busca; mi corazón te anhela. ¿Qué me importa el mundo con todos sus placeres y pompas, su poder y gloria, a menos que Tú estés en él?

¡Qué me importa la comida más delicada, las bebidas más dulces y la compañía más alegre a menos que Tú estés presente y a menos que pueda mojar mi bocado en tus heridas, endulzar mi bebida con tu gracia y oír tus palabras confortantes! Ciertamente, Salvador mío,, incluso si yo estuviera en el cielo y no te hallara allí, no me parecería que fuera el cielo. Por tanto, Señor Jesús, cuando, con lágrimas, suspiros y anhelos del corazón y esperanza paciente, te busco, no te escondas de mí, sino permíteme que te halle; porque, «¡Señor!, ¿a quién tengo en el cielo sino a Ti?; y no hay sin Ti ningún bien en la tierra para mí. Mi carne y mi corazón desfallecen; pero Dios es la fuerza de mi corazón y mi porción para siempre.» Christhian Scriver

Vers. 26.
¡Oh extraña lógica! La gracia ha aprendido a deducir conclusiones firmes de premisas débiles, y felicidad de la tristeza. Si la premisa mayor es: «Mi carne y mi corazón desfallecen»; y la menor: «No hay flores en la higuera, ni fruto en la viña», etc., con todo, la siguiente conclusión es firme e innegable: El Señor es la fuerza de mi corazón y mi porción para siempre; o: Con todo, me gozaré en el Dios de mi salvación. Y si hay más en la conclusión que en las premisas, mejor; Dios sale exacto en la conclusión. John SHEFFIELD

De entre todas las ocasiones, cuando más ayuda necesita el cristiano es en la hora de su muerte. Entonces ha de despedirse de todas las comodidades de la tierra, y además puede estar seguro de los conflictos más agudos del infierno, y, por tanto, es imposible que pueda resistir sin la ayuda extraordinaria del cielo. Pero el autor de este Salmo tenía una armadura probada con la cual podía encontrarse con su último enemigo. Aunque era débil y temeroso, se atrevió a caminar en la oscura antesala de la muerte, teniendo a su Padre por la mano:

«Aunque ande en el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento» (Salmo 23:4). Aunque en las tribulaciones de la vida y en la prueba de la muerte el corazón está a punto de fallarme, con todo, tengo un vigor cordial que me animará en la condición más triste: Dios es la fuerza de mi corazón.

Y mi porción para siempre.
Sin alteración, este Dios será mi Dios para siempre, mi guía y ayuda en la muerte; sí, la muerte que disuelve tantos lazos y suelta tantos nudos, nunca me separará de mi porción, sino que me dará una posesión perfecta y perdurable de la misma. George Swinnock

Vers. 27. Porque he aquí, los que se alejan de Ti perecerán. Tú destruirás a todo aquel que de Ti se aparta. Los meros paganos, que están lejos de Dios, perecen cuando llega su hora; pero los que, habiendo sido suyos según lo que han profesado, actúan de modo infiel, llegarán a una condenación activa y serán aplastados por su ira. Leemos ejemplos de esto en la historia de Israel; ojalá que no tengamos nuevos ejemplos creados en nuestras propias personas. C. H. S.

Vers. 28. El acercarme a Dios es el bien. Esto no es un hecho aislado. No es meramente volverse hacia Dios y decirle: «He venido a Ti.» La expresión es: «Acercarse». No es un acto único; es el acercarse, acudir, andar habitual, proseguir, y así sucesivamente, en tanto que estamos en la tierra. Es, pues, una religión habitual que tiene que ser impresa y activada en nosotros. Montagu Villiers

El epicúreo dice Agustín- acostumbra decir: «Es bueno para mí disfrutar de los placeres de la carne»; el estoico acostumbra decir: «Es bueno para mí gozar de los placeres de la mente»; el apóstol acostumbraba decir (no en las palabras, pero sí en el sentido): «Es bueno para mí el adherirme a Dios.» Lorinus

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