Temedle a Él, oh santos, y entoncesNo
tenéis que temer ya nada más.
El temor del hombre es una trampa, pero el temor de Dios es una gran virtud y tiene un gran poder para el bien en la mente humana. Dios ha de ser temido profundamente, continuamente, y sólo hay que temerle a El. C. H. S.
¿Y quién podrá estar de pie? ¿Quién? ¿Los ángeles? No son sino rayos refractados; si Dios escondiera su faz cesarían de brillar. ¿El hombre? Su gloria y su pompa, como los colores del arco iris, se desvanecen cuando Dios muestra en ira el resplandor de su rostro. ¿Los demonios? Si El dice una palabra se derrumban y precipitan del cielo como un rayo. John Cragge
Vers. 8. Desde los cielos hiciste oír juicio. Una derrota tan completa evidentemente fue un juicio del cielo; los que no lo vieron, oyeron las noticias y dijeron: «Este es el dedo de Dios.» El hombre no quiere oír la voz de Dios si puede evitarlo, pero cuando Dios quiere, la ha de oír. Los ecos de este juicio ejecutado sobre el altivo asirio se oyen todavía, y resonarán por todas las edades, para alabanza de la justicia divina. C. H. S.
Vers. 10. Ciertamente el furor del hombre te reporta alabanza. No sólo será derrotado, sino que será un hecho que contribuirá a tu gloria. El hombre, respirando amenazas, es barrido por la trompeta de la fama eterna del Señor. Los vientos furiosos con frecuencia llevan a los barcos más rápidamente al puerto. El diablo sopla el fuego y derrite el hierro, y entonces el Señor le da forma según sus propósitos. Que el hombre y los demonios rujan furiosos cuanto quieran; no pueden hacer otra cosa que servir, en el fondo, los propósitos divinos. C. H. S.
La Septuaginta dice: «El furor del hombre hará un día santo para Ti, va a aumentar el festival para Ti.» Dios, muchas veces, en el mundo parece encaramarse sobre los hombros de Satanás. Thomas Manton
¡Qué poco valor da el Espíritu de Dios en la Escritura al hombre y su poder! «Desiste del hombre, cuyo aliento está en sus narices; porque, ¿qué importancia hay que darle?» La ira del hombre, cuando es extendida hasta sus límite, sólo puede llegar a matar el cuerpo, o sea, romper la cubierta de arcilla que aloja al alma, y después ya no puede hacer más. Ebenezer Erskine
Te ceñirás de él como un ornamento. La malicia está atada y no puede romper sus amarras. El fuego que no puede ser usado será apagado. «Te ceñirás», como si el Señor se ciñera la ira del hombre como una espada para usarla en la mano de Dios para herir a los otros. El versículo nos enseña claramente que incluso el mal más virulento está bajo el control del Señor, y será reducido y transformado por El para su alabanza. C. H. S.
Pero ¿qué se hará de la ira que queda? Dios «reprimirá» la ira. La palabra significa «ceñirse». Sin embargo, Dios puede considerar apropiado aflojar la brida de su providencia y permitir que el malvado suelte su ira y enemistad en tanto cuanto esto contribuya a su gloria; pese a todo, el exceso de esta ira que no es para la gloria de Dios y el beneficio de su pueblo, Dios se la ceñirá de modo que no pueda ser usada. Si la ira del hombre va más allá de lo que pueda traer beneficios en forma de alabanza a Dios, El la restringirá, la reducirá como las aguas en un molino. Ebenezer Erskine
Vers. 11. Todos los que están alrededor de Él, traigan ofrendas al temible. El que merece ser alabado, como lo merece nuestro Dios, no debe tener mero homenaje verbal sino tributo sustancial. ¡Soberano temido, he aquí me entrego a Ti!
Vers. 12. Cortará Él el aliento de los príncipes. Su calor, destreza y vida se hallan en sus manos, y El puede quitarlos como un jardinero corta el tallo de una flor. Ninguno es grande en su mano. Los césares y los napoleones caen bajo su poder como las ramas del árbol bajo el hacha del leñador. C. H. S.
El Señor corta el espíritu de los príncipes. ¡Cuánta incertidumbre han hallado muchos llamados grandes, en su miserable experiencia, en su gloria externa y su felicidad mundana! ¡Qué cambio ha tenido lugar en un breve tiempo en todos sus honores, riquezas y deleites!
El gran emperador Enrique IV, victorioso en numerosísimas batallas en las que luchó personalmente, acabó en la pobreza antes de morir, y se vio obligado a pedir una prebenda a la iglesia de Spier para sostenerse en su ancianidad.
Y Procopio nos cuenta del rey Gillimer, que era un poderoso monarca de los vándalos, que llegó a una miseria tal que tuvo que rogar a un amigo que le enviara una esponja, un pan y un arpa; la esponja para secarse las lágrimas, el pan para sobrevivir, y el arpa como solaz en su desgracia.
Philip de Comines informa de un duque de Exeter que, a pesar de que se había casado con la hermana de Eduardo IV, se vio en los Países Bajos mendigando, en harapos y descalzo. Belisario, el hombre más importante de su tiempo, después de que le fueron arrancados los ojos, se vio en la miseria suma y tenía que pedir: «Una limosna para Belisario.» Jeremiah Burroughs
Temible es a los reyes de la tierra. En tanto que ellos son temibles para otros, Dios es temible para ellos. Si ellos se oponen a su pueblo, El va a dar cuenta de ellos rápidamente; van a perecer ante el terror de su brazo, «porque Jehová es un hombre de guerra, Jehová es su nombre». Regocijaos delante de El todos los que adoráis al Dios de Jacob. C. H. S.