Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 078 Salmo 78

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 078 Salmo 78



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 078 Salmo 78

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SALMO 78

Vers. 1. Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. Cuando Dios da lengua a su verdad y envía a sus mensajeros entrenados para declarar su palabra con poder, lo menos que podemos hacer es prestarle oído y sincera obediencia en nuestro corazón. Como el oficial de un ejército comienza su ejercicio llamando a la «atención», así también todo soldado entrenado de Cristo es llamado a prestar oído a sus palabras. Los hombres escuchan la música; cuánto más han de escuchar las armonías del evangelio; escuchan arrobados en presencia de un orador; ¡cuánto más debería prestar atención a la elocuencia del cielo! C. H. S.

El inclinar los oídos no denota una forma corriente de escuchar, sino la forma en que el discípulo atiende a su maestro, con sumisión y reverencia en su mente, silencioso y ávido, para que, sea cual sea el propósito de la instrucción, pueda ser oído y entendido debidamente y no se escape nada.

Es un oyente de una clase distinta el que escucha descuidado, sin el propósito de aprender o imitar, sino para criticar, divertirse, dar suelta a la hostilidad o pasar el tiempo. Musculus

Vers. 2. Abriré mi boca en parábolas; evocaré los arcanos del pasado. La mente del poeta-profeta estaba llena de historias antiguas que él presentaba en una serie copiosa de cantos, y entre el torrente de palabras había perlas y gemas de verdad espiritual capaces de enriquecer a los que podían buscarlas entre la profundidad de la corriente y sacarlas a la superficie.

La letra de este cántico es preciosa, pero su sentido interior es inapreciable. En tanto que el primer versículo es para llamar la atención, el segundo justifica la demanda al indicar que el sentido externo esconde un significado interior escondido, que sólo la persona reflexiva puede captar. C. H. S.

Vers. 4. Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, y su potencia, y las maravillas que hizo. No nos atrevemos a seguir las tradiciones vanas y supersticiosas de la Iglesia apóstata de Roma, ni quisiéramos comparar el registro falible de los mejores recuerdos humanos con la Palabra de Dios escrita infalible, pero nos gustaría ver la tradición oral practicada por cada cristiano en su familia, y los hijos aprendiendo por transmisión oral de sus padres y madres, así como de las páginas impresas que ellos, con demasiada frecuencia, consideran libros aburridos y resecos. Qué horas más felices y agradables podrían pasar los hijos, al atardecer, sentados en las rodillas de sus padres, escuchando la «antigua historia». Lector, si tienes hijos, no dejes incumplido este deber. C. H. S.

Vers. 4-6.
El paño teñido en crudo conserva mejor el color. Los discípulos en la juventud resultan ángeles en la edad adulta. El uso y la experiencia refuerzan y confirman toda clase de arte y ciencia. Cuanto más tiempo ha sido criado tu hijo en la escuela de Cristo, más capaz será de resistir las estratagemas y falacias de Satanás, y evitarías. Cuanto más ha estado aprendiendo este oficio, más habilidad y deleite tendrá al adorar y gozarse del bendito Dios. El árbol, cuando es maduro, resiste bien el viento, justo en la forma en que se hizo rígido el tronco cuando era joven.

Los hijos de Merindal contestaron de tal forma en cuestiones de religión ante el obispo de Cavailon que los perseguía, que uno presente dijo al obispo: «He de confesar que he estado presente en disputas de doctores de la Sorbona, pero nunca he aprendido tanto como de estos niños.» Siete niños a la vez sufrieron el martirio con Sinfrosia, una matrona piadosa: su madre. Esta es la bendición que con frecuencia acompaña la crianza religiosa; por tanto, Juliano el apóstata, para impedir el crecimiento del cristianismo, no permitía que los niños aprendieran enseñanza humana o divina.

Filipo de Macedonia estaba contento de que Alejandro hubiera nacido en tanto que vivía Aristóteles, para que pudiera ser instruido por él en su filosofía. No es una misericordia pequeña el que tus hijos hayan nacido en los días del evangelio, y en un valle de visión, una tierra de luz, donde pueden ser instruidos en el cristianismo. ¡Oh, no falles, pues, en familiarizar a tus hijos con la naturaleza de Dios, las naturalezas y oficios de Cristo, su propia pecaminosidad natural y su miseria, el camino y el medio de su recuperación, el fin y objeto por el cual fueron enviados al mundo, la necesidad de regeneración y vida santa, si es que han de escapar de la muerte eterna! ¡Ay!, ¿cómo es posible que puedan nunca llegar al cielo si no sáben el camino? George Swinnock

Vers. 8. Y no sean como sus padres, generación contumaz y rebelde. No había oportunidad para mejora. Los padres obstinados en sus caminos y rebeldes contra el camino de Dios son tristes ejemplos para los hijos; y es de desear que una mejor instrucción pueda traer una raza mejor. Es común en algunas regiones que los hombres consideren las costumbres familiares como la mejor regla de crianza; pero la desobediencia no tiene que ser disculpada por el hecho de ser hereditaria. La lepra no deja de ser repulsiva porque se halla en la familia desde hace mucho tiempo.

Vers. 14. Y toda la noche con resplandor de fuego. Tan constante era el cuidado del Gran Pastor, que noche y día había la prueba de su presencia ante el pueblo. La nube que era sombra de día, era luz de noche. Lo mismo es la gracia que calma nuestros goces, alivia y es solaz para nuestras penas. ¡Que misericordia tener una luz de fuego con nosotros, entre los horrores desoladores del desierto de la aflicción! Nuestro Dios ha sido todo esto para nosotros, y ¿vamos nosotros a mostramos infieles a El?. Hemos sentido la sombra y la luz según nuestras circunstancias cambiantes han requerido.

«
Ha sido nuestro gozo en la aspereza,

Alegró el corazón cuando sufría,

Y con suaves avisos y consejos

Calmado el corazón en la alegría.

-C. H. S.

Vers. 16. Pues sacó de la peña arroyos, e hizo correr las aguas como ríos. La provisión de agua fue tan abundante en cantidad como milagrosa en su origen. Raudales, no un goteo, fueron lo que salió de la roca. Corrientes que cruzaron el campamento; la provisión no duró simplemente una hora o un día. Esto fue una maravilla de bondad.

Si consideramos la abundancia de la gracia divina, nos quedaremos asombrados. Ríos caudalosos de amor han fluido para nosotros en el desierto. ¡Ay, gran Dios!, lo que hemos devuelto no ha sido conmensurado con ello ni muchísimo menos. C. H. S.

«Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.» La segunda murmuración por causa del agua en Cades parece que fue un acto de rebelión más grave que la primera, y, con todo, el agua salió en mayor abundancia. ¡Oh abundancia de la gracia soberana y gratuita de Dios! W. Wilson

Vers. 17.
Pero, aún volvieron a pecar contra Él. Era bastante malo el desconfiar de que Dios proveyera lo necesario, pero el rebelarse contra El en avidez codiciosa por cosas superfluas fue mucho peor. Siempre está en la naturaleza de la enfermedad del pecado el ir de mal en peor; los hombres nunca se cansan de pecar, sino que aumentan su intensidad en su carrera en pos de la iniquidad. C. H. S.

No dice que pecaron solamente, sino que pecaron contra Dios. Y pecaron aún más contra El, a saber: Dios. ¿Contra qué Dios? Contra el que los había librado mediante maravillas grandes e inauditas en Egipto, que los había conducido como hombres libres a través del mar Rojo a pie seco, que siguió guiándoles y protegiéndoles con columnas de humo y de fuego de día y de noche y les había provisto agua para beber en abundancia sacada de la dura peña.

Contra este Dios ellos habían añadido pecado tras pecado. El pecar es simplemente humano, y les ocurre a los santos incluso después de haber recibido la gracia; pero el pecar contra Dios significa un grado singular de impiedad. Musculus

Vers. 18. Pues tentaron a Dios en su corazón. Dios no fue tentado porque no puede serlo por nadie, pero ellos actuaron a propósito para tentarle, y siempre es justo poner a cargo de los hombres lo que es una tendencia evidente de su conducta.

Cristo no puede morir de nuevo, y, pese a ello, muchos le crucifican otra vez, porque éste sería el resultado legítimo de su comportamiento si sus efectos no fueran impedidos por otras fuerzas. Los pecadores en el desierto querían que el Señor cambiara sus sabios procedimientos para ajustarse a los caprichos de ellos, y es por esto que se dice que le tentaron. C. H. S.

Pidiendo una comida a su gusto.
Dios les había dado alimento para el hambre en el maná, sano, agradable y abundante; les había dado alimento para su fe, de la cabeza del Leviatán, cuando lo hizo pedazos (Salmos 74:14). Pero esto no bastaba, ellos querían «carne» en conformidad con sus gustos; golosinas con que satisfacer su caprichoso apetito. No hay nada que provoque más a Dios que nuestras quejas de lo que nos ha correspondido, y la indulgencia de los deseos de la carne. Matthew Henry

Vers. 19. Y hablaron contra Dios, diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto? Hay que observar de modo particular que el pecado del que eran culpables los hijos de Israel en esta ocasión no era desear pan y agua, sino pensar, aunque fuera un momento, que después de que el Señor los había sacado de Egipto, permitiría que les faltara algo necesario y por ello no llegarían a Canaán. No era un pecado el tener hambre o sed; esto era una necesidad natural.

No hay nada vivo que no requiera alimento; cuando no lo deseamos es que estamos muertos, y el que lo desearan no era un pecado. Su pecado consistía en dudar, o bien de que Dios pudiera o quisiera sostenerlos en el desierto, o que permitiera que los que seguían su dirección carecieran de algo necesario. Esto era su pecado. Era el mismo pecado de los cristianos de hoy. Estos israelitas necesitaban provisión de alimento diario para sus cuerpos, y lo mismo los cristianos hoy para su alma. El no necesitarlo es una señal de muerte, y el alma viviente pronto moriría sin este alimento.

Así que, lejos de ser un pecado, nuestro Señor ha declarado que bienaventurado es el que tiene hambre y sed de justicia; añadiendo la más preciosa promesa, que los tales serán satisfechos. Pero es un pecado, y un gran pecado, en caso de que esta provisión no sea visible a los sentidos de modo inmediato, el murmurar y el temer. Fue para probar su fe que estas cosas ocurrieron a los israelitas, como las pruebas de todos los cristianos en todas las edades; y es «después de haber sufrido un tiempo» que podemos esperar ser corroborados y satisfechos. Brownlow North en Nosotros mismos; un cuadro bosquejado de la historia de los hijos de Israel

Vers. 19, 20.
Después de su experiencia ellos dudaron de la omnipotencia divina, como si pudiera ser considerada como nada caso de que se negara a satisfacer sus deseos camales. La incredulidad está tan arraigada en el corazón humano que cuando el Señor ejecuta milagros en la tierra la incredulidad duda si puede realizarlos en el cielo, y cuando los hace en el cielo, de si puede hacerlos en la tierra. Augustus F. Tholuck

Vers. 20. ¿Podrá dar también pan? ¿Quién dirá que un hombre es agradecido a su amigo por una bondad pasada, si alberga una opinión desfavorable sobre él en el futuro? Esto fue lo que el ingrato Israel devolvió a Dios por el hecho milagroso de hacer brotar agua de la peña para apagar su sed: «He aquí ha herido la peña». ¿Podrá también dar pan?

Oh, qué triste es esto: que después que Dios ha satisfecho al alma a su mesa con una variedad de misericordias y liberaciones, se hayan usado tan mal que no haya quedado un bocado para la fe, para evitar que el corazón desmaye cuando Dios no llega tan rápidamente con su liberación según lo deseamos. El hombre más agradecido es el que atesora las misericordias de Dios en su mente, y puede alimentar su fe con lo que Dios ha hecho por él, de modo que sea corroborado con ellas en sus apuros presentes. William Gurnall

Vers. 22. Por cuanto no habían creído a Dios, ni habían confiado en su salvación. Este es el pecado principal, el que dama más alto. Como Jeroboam, el hijo de Nebat, pecó e hizo pecar a Israel; es un mal en sí mismo y padre de males. Fue este pecado el que impidió que Israel entrara en Canaán, y que cierre la puerta del cielo a miles de millones. Dios está dispuesto a salvar, combinando su poder con su buena voluntad, pero el hombre rebelde no quiere confiar en su Salvador y por ello se condena.

En el texto parece como si todos los demás pecados de Israel fueran insignificantes comparados con éste; éste es el punto peculiar que el Señor nos señala, la provocación especial que fue causa de su ira. De ello todo no creyente puede aprender a temblar más a causa de su incredulidad que ante ninguna otra cosa. Si no es fornicario, o ladrón, o mentiroso, que reflexione que basta para condenarle el que no confíe en la salvación de Dios.

Vers. 24. E hizo llover sobre ellos maná para que comiesen. Había tanto, que los cielos dejaban caer alimento, y las nubes reventaban por lo repletas. Era comida apropiada, no ya para la vista, pero sí para la nutrición; podían comerlo tan pronto como lo recogían. Aunque fuera misterioso, de modo que lo llamaron maná, o sea, «¿qué es eso»?, con todo, era en gran manera apto para nutrir el cuerpo; y ¡además de ser abundante, era fácilmente asequible! No tenían que ir lejos a buscarlo, bastaba con que lo recogieran allí mismo.

¡Oh Señor Jesús, bendito maná del cielo, cómo está todo esto de acuerdo contigo! Ahora mismo nos alimentaremos de Ti como nuestra carne espiritual y oraremos a Ti para que ahuyentes la malvada incredulidad de nosotros. Nuestros padres comieron maná y dudaron; nosotros nos alimentamos de Ti y recibimos seguridad. C. H. S.

Vers. 27. E hizo llover sobre ellos carne como polvo. Primero llovió pan y luego carne, cuando debería haber caído fuego y azufre. Las palabras indican rapidez y abundancia en las codornices que descendían. C. H. S.

Como arena del mar, aves volátiles.
No había manera de contarlas. Por una providencia notable, si no por un milagro, inmensas cantidades de aves migratorias descendieron entre las tiendas de las tribus. Fue, sin embargo, una bendición dudosa, como suelen serlo las riquezas fácilmente adquiridas y superabundantes. El Señor nos salve de carne sazonada con la ira divina. C. H. S.

Vers. 30. Aún no habían quitado de sí su anhelo. Esto implica que todavía ardían en su deseo carnal. Si se objeta que esto no está de acuerdo con la frase anterior, en que dice: «Comieron, y se saciaron; y se cumplió, pues, su deseo», contestaremos que si, como sabemos muy bien, la mente de los hombres no es mantenida dentro de los limites de la razón y la templanza, se vuelve insaciable; y, por ello, una gran abundancia no va a extinguir el fuego de un apetito corrupto. Juan Calvino

Considera que hay más satisfacción real en mortificar la concupiscencia que en hacer provisión para ella o satisfacerla; hay más placer verdadero en contradecir y frustrar nuestra carne que en gratificaría; si hubiera algún placer verdadero en el pecado, el infierno no sería infierno, porque cuanto más pecado, más gozo. No podrás satisfacer un deseo camal aunque hagas todo lo que puedas y te conviertas en un esclavo del mismo; crees que si tuvieras el deseo de tu corazón tendrías descanso:. te equivocas mucho; ellos lo tuvieron. Alexander Carmichael

Vers. 31. Hizo morir a los más robustos de ellos. Fueron cebados como ovejas para el matadero. El carnicero escoge los más engordados. Podemos suponer que había muchos israelitas piadosos y contentos que comieron codornices con moderación y que nunca se sintieron mal; porque no era que la carne estuviera emponzoñada, sino su propia gula. Que los epicuros y sensuales lean aquí su destino; los que hacen un dios de su vientre, terminan en la destrucción (Filipenses 3:19). Matthew Henry

Vers. 31, 34.
Nadie es tan prodigiosamente malvado como el que se ceba de placeres carnales. Son respecto a los inicuos como es el estiércol y la basura para los cerdos, que se engordan en ella; sus corazones son engrosados; sus conciencias quedan romas y sin sensibilidad; por el contrario, las consolaciones y deleites que Dios da al alma santificada se vuelven nutrición espiritual para sus gracias y ponen a éstas en ejercicio. William Gurnall

Vers. 32. Con todo esto, pecaron aún, y no dieron crédito a sus maravillas. La continuidad en el pecado y la incredulidad van juntas. Si hubieran creído no habrían pecado, si hubieran sido cegados por el pecado no habrían creído. Hay una acción refleja entre la fe y el carácter. ¿Cómo puede creer el que ama el pecado? ¿Cómo, por otra parte, puede el no creyente dejar de pecar? Los caminos de Dios con nosotros en la providencia son en sí mismos poderosos para reargüir y convertir, pero la naturaleza no renovada rehúsa las dos cosas y no se deja reargüir ni convertir por ellas. C. H. S.

«Los hombres no siempre están dispuestos a dejarse redargüir.» No es que les falte evidencia, sino que no tienen la disposición apropiada y esto les priva de que crean en Dios. William S. Plumer

La experiencia debería reforzar la fe; pero tiene que estar la fe presente para usar la experiencia. J. N. Darby

Vers. 33. Y sus años en tribulación. Las marchas pesadas eran una tribulación para ellos y el no llegar a un lugar de reposo lo agravaba. Por el camino que siguió Israel dejaron innumerables tumbas, y si uno pregunta: «¿Quién los mató?», la respuesta es: «No pudieron entrar a causa de su incredulidad.» Indudablemente, gran parte de la aflicción y fallo de muchas vidas resultó del hecho de que habían sido minados por la incredulidad y las malas pasiones. Nadie vive de un modo tan infructuoso y desgraciado como los que permiten que los sentidos y la vista supediten a la fe y a la razón, y el apetito domine sobre el temor de Dios. Nuestros días pasan rápidos según el ordinario curso del tiempo, pero el Señor puede hacer que transcurran más rápidamente, hasta que sintamos que la aflicción nos está devorando las entrañas y como un cáncer devora nuestra existencia. Éste fue el castigo del Israel rebelde, y no permita el Señor que sea el nuestro. C. H. S.

Vers. 34. Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios. Como un perrito al que han azotado lame los pies de su amo. Obedecían sólo cuando sentían el látigo sobre sus lomos. Duros han de ser los corazones a los cuales sólo puede hacer mover la muerte. Cuando morían a su alrededor a millares, el pueblo de Israel de repente se volvía religioso y se dirigía a la puerta del tabernáculo como ovejas que corren todas juntas cuando el perro les persigue, pero vuelven a esparcirse y va cada cual por su lado cuando el pastor lo llama.

Vers. 35. Y se acordaban de que Dios era su refugio, y el Dios Altísimo su redentor. ¡Ay, pobre hombre, cuán dispuesto estás a olvidar a Dios! ¡Qué vergüenza, ingrato gusano, no tener sentido de los favores a los pocos días de haberlos recibido! ¿No hay nada que pueda grabar en tu memoria la misericordia de tu Dios excepto el que te sea retirada de modo completo? C. H. S.

Vers. 36. Pero le lisonjeaban con su boca. En el mejor de los casos eran malos. Falsos en sus rodillas, mentirosos en sus oraciones. El culto de boca ha de ser muy detestable a Dios cuando está disociado del corazón; otros reyes aman los halagos, pero el Rey de reyes los aborrece.

Como las aflicciones más agudas sólo extraen del hombre camal una sumisión a Dios fingida, hay prueba positiva de que el corazón está incrustado decisivamente en la maldad, y que el pecado ha pasado a formar parte de nuestra misma naturaleza. El azotar a un tigre no le hace volver una oveja. El diablo no puede ser cambiado en una naturaleza humana con azotes, sino en otro diablo, a saber: con los azotes se le injerta la hipocresía. La piedad producida por la humedad de la aflicción y el calor del terror da lugar a un crecimiento de hongos; es rápido en su aparición: «inquirían acerca de Dios», pero es un hongo meramente insustancial, de excitación pasajera. C. H. S.

Pero ¿podían halagar a Dios? El hombre es halagado cuando se le adscribe lo que no ha hecho o lo que no es, o cuando es aplaudido por lo que tiene en demasía respecto a su valor. Dios no puede ser halagado de esta manera: está tanto más allá de los halagos, cuanto lo está de los sufrimientos.

Los judíos, pues, se dice que halagaban a Dios, no porque le aplaudían con discursos más de lo merecido, sino porque con discursos esperaban impedir lo que merecían; o halagaban a, Dios, con sus propias promesas, no con sus alabanzas. Pecaron contra El, y El les dio muerte; y cuando la espada los encontraba, ellos buscaban a Dios; se arrastraban a sus pies; venían con cuerdas alrededor del cuello, confesando que merecían la muerte, pero suplicaban humildemente la vida; y si Dios volvía a envainar la espada y no los castigaba, ¡oh!, cuán santa sería su conducta y su conversación.

Así, «halagaban a Dios con su boca, pero sus corazones no eran rectos con El»; había grandes ostentaciones de arrepentimiento y de volverse a Dios, pero no lo decían en serio, todo ello eran halagos. Tampoco podía halagársele así. Tal como no puede halagársele con excesiva alabanza, tampoco se le honra indebidamente mostrando respeto excesivo. Joseph Caryl

Y con su lengua le mentían.
Sus palabras piadosas eran hipocresía, su alabanza viento, su oración un fraude. Su arrepentimiento a flor de piel era una película demasiado delgada para esconder la herida mortal del pecado. Esto nos enseña a poner poca confianza en las declaraciones de arrepentimiento que hacen los moribundos, o las de otros hechas a base del terror evidente del esclavo y nada más. Cualquier ladrón va a gemir su arrepentimiento si cree que el juez será conmovido por la escena y le soltará. C. H. S.

El corazón es el metal de la campana, la lengua es sólo el badajo; cuando el metal de la campana es bueno (como la plata) el sonido será bueno; si el metal de la campana tiene una raja o es plomo, el sonido lo distinguirá todo oído que discrimine.

Dios puede ver las enfermedades y manchas del corazón debajo de la lengua. Tal como Jacob dijo a su madre: «Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición.» GEORGE Swlnnock

Vers. 36-38. Si
Dios no deja sin recompensa incluso al que finge contrición, ¿cómo va a dejar sin recompensa la penitencia real? Si muchas veces El se apartaba con ira de los que le halagaban con su boca y mentían con su lengua, ¿cómo no va a tener reservado nada para el que es humilde en espíritu y que acude a El con el sacrificio de un corazón quebrantado? ¡Oh, el apartar temporalmente la ira porque los ídolos eran exteriormente abandonados, es una segura garantía de que la ira eterna puede ser desviada si nos sentimos verdaderamente compungidos y acudimos a refugiarnos en el Salvador! Dios ha de tener bienes eternos almacenados para sus amigos aun si sus enemigos son recompensados con un bien temporal.

Sí, cuando noto que los filisteos y los amonitas oprimen a los israelitas idólatras, y luego veo que los opresores son rechazados a su vez después de prestado su servicio, en seguida me doy cuenta de que la verdadera penitencia por el pecado y la verdadera fe en el sacrificio de Jesucristo harán que todos nuestros enemigos sean esparcidos; vuelvo después de contemplar a un pueblo que recae en el pecado, pero que está emancipado a pesar de lo superficial de sus votos, y vuelvo asegurado de que la porción de todos los que buscan liberación por medio de Cristo será un reino que ni los filisteos ni los amonitas pueden invadir. Henry Melvill

Vers. 37. Pues sus corazones no eran rectos con ÉL No había profundidad en su arrepentimiento; no era la obra del corazón. Eran variables como una veleta de campanario, todo viento los hacía girar; su mente no estaba establecida en Dios.

Ni se mantuvieron firmes en su pacto. Sus promesas eran quebrantadas al poco de ser hechas, como si solamente fuera una farsa. Las buenas resoluciones sólo permanecían en su corazón como los viajeros en las posadas: unas horas, y se despedían. Ardientes hoy hacia la santidad; fríos mañana. Variables como los matices del delfín, cambiaban de la reverencia a la rebelión, del agradecimiento a la murmuración. Un día daban su oro para la construcción de un tabernáculo para Jehová, y el siguiente se quitaba los pendientes y anillos para hacer un becerro de oro. Sin duda, el corazón es un camaleón. Como en la calentura terciana, caliente y frío, esto es lo que hacen las naturalezas inconstantes en su religión. C. H. S.

Vers. 41. Y provocaban al Santo de Israel («limitaban», en la versión del autor). Dudaban de su poder y con ello le provocaban, le limitaban, y lo mismo respecto a su sabiduría. Marcar un curso a seguir a Dios es una impiedad arrogante. El Santo hace las cosas bien, el Dios del pacto es veraz; es blasfemia decirle que ha de hacer esto o aquello, pues si lo haces no le prestarás culto de adoración. El Dios omnipotente no puede ser manipulado. Él es el Señor, y hará lo que bien le pareciere. C. H. S.

Aquí, pues, hay una acusación terrible, y nos parece en realidad misteriosa. Cuán espantoso es que el hombre, un gusano, se arrogue el derecho de decirle a su Hacedor: «Hasta aquí irás, pero no más.» ¡Asombroso, digo, el pretender medir las dimensiones y operaciones de la Deidad! ¡Asombrosa insolencia el trazar una línea más allá de la cual no debe pasar el Legislador de la naturaleza el camino de su providencia! Torpeza inmensa.

Pero sabemos, amigos míos, que el crimen no es raro; y uno de los resultados naturales del pecado parece ser éste: que el espíritu pecaminoso, tanto si es de un hombre o de un arcángel perdido, incapaz de sacudir los cimientos firmes del trono eterno, divierte su malignidad y busca un cese temporal de sus preocupaciones poniendo barreras en las fronteras del imperio del Todopoderoso, esperando vanamente incomodar al que está sentado en el trono, a quien no puede perturbar. E. Paxton Hood

Limitado.
Esta palabra ocurre sólo en otro lugar en el hebreo: Esdras 9:4, y significa poner una marca sobre una persona, sentido que algunos aplican aquí, figurativamente, como estigmatizar, insultar o provocar. Joseph Addison Alexander

Vers. 42. No se acordaron de su mano, del día que los redimió de la angustia. Por haber olvidado Israel la primera liberación, siguieron decididos por el camino del mal. Debido a que el cristiano a veces se para antes de la cruz en sus conflictos espirituales, falla en derrotar al enemigo y permanece sin fruto y sin dicha hasta que por medio de alguna intervención especial del gran Restaurador es puesto de nuevo, en espíritu, en el lugar en que Dios le encontró por primera vez y le dio la bienvenida en Jesús en la plenitud del perdón y la paz. Ninguna experiencia intermedia, por auténtico que sea su carácter, puede cubrir este caso.

Solamente en la cruz podemos recobrar la rectitud mental y la integridad respecto a nosotros mismos, así como respecto a Dios. Si queremos glorificarle, hemos de «retener firme hasta el fin el principio de nuestra seguridad» (Hebreos 3:14). Arthur Pridhan

Pan comido, pronto olvidado. No hay nada que se pase tan pronto como un favor. John Trapp

Vers. 43-51.
Moisés obró maravillas destructivas, Cristo maravillas de preservación: transformó el agua en sangre, Cristo el agua en vino; Moisés trajo moscas y ranas, langostas y orugas, destruyó los frutos de la tierra y causó molestias; Cristo aumentó estos frutos: cinco panes y unos pocos pececillos, bendecidos por Él, alimentaron a cinco mil hombres; Moisés hirió a hombres y ganado con granizo, truenos y relámpagos, a causa de los cuales murieron; Cristo dio vida a algunos que habían muerto y salvó de la muerte a los enfermos.

Moisés fue instrumento para traer toda clase de furor y ángeles malos entre ellos, Cristo echó demonios e hizo toda clase de bienes, dando vista a los ciegos, oído a los sordos, habla a los mudos, piernas a los cojos y limpiado a los leprosos, y cuando el mar amenazaba hacer naufragar la barca, fue calmado; Moisés mató a los primogénitos, causando horrible estrago en Egipto; Cristo salvó a todos los primogénitos o, al salvar, los hace tales, según leemos en Hebreos 12:23. John Mayer

Vers. 44. Y convirtió sus nos en sangre. Las aguas habían sido el medio de destrucción de los recién nacidos israelitas, y ahora se avergüenzan del hecho y lo vengan en los asesinos. El Nilo era la vida de Egipto, su verdadera sangre de vida, pero por orden de Dios pasó a ser una maldición; cada gota era de horror, veneno para beber y horror para mirar.

Para que no pudiesen beber en sus canales. Las corrientes menores participaron del curso, los estanques y los canales sintieron el mal; Dios no hace las cosas a medias. Todo Egipto se enorgullecía de las dulces aguas de su río, pero ahora han pasado a ser aborrecibles. Nuestras misericordias pueden transformarse en nuestras miserias si el Señor nos trata con ira. C. H. S.

Consideraban al río no sólo como consagrado a una deidad, sino que, si hemos de creer a algunos autores, era el principal dios nacional, y lo adoraban en consecuencia.

Tienen que haber sentido asombro y horror al contemplar la corriente sagrada cambiada y contaminada, y la divinidad a la que adoraban vergonzosamente ensuciada. Y estas apariencias tienen que haber producido un efecto saludable sobre los israelitas, ya que les advertían de no acceder a esta especie de idolatría, sino verla con desprecio y aborrecimiento. Hay que observar que Dios puede, si es su placer divino, tener muchas maneras de contaminar las corrientes de Egipto. Pero El consideró apropiado transformarlo en sangre.

Ahora bien, los egipcios, y especialmente sus sacerdotes, eran muy particulares en su hábito externo y sus ritos; no había nada que aborrecieran más que la sangre, y raramente admitían sacrificios de sangre; la menor mancha de sangre significaba para ellos una contaminación extrema. Su afectación de pureza era tan grande que no podían tolerar el ponerse en contacto con un extranjero, ni manejar sus vestidos, pero el tocar un cuerpo muerto era una abominación y requería una expiación inmediata.

Por ello sus sacerdotes estaban haciendo abluciones continuamente. Debían hacerlas dos veces durante el día y dos durante la noche, y entonces tenían que bañarse. Se puede comprender lo que significaría que «había sangre por toda la tierra de Egipto» (Éxodo 7:21). Jacob Bryant, en «Observaciones sobre las plagas infligidas a los egipcios.»

Vers. 45 Y ranas que los destruían. Cuánta no es la grandeza de Dios, que en minutos puede aplastar a los poderosos. Un enjambre de esas criaturas repulsivas cubrió todo lo que encontró a su paso mientras estaban vivas, cayendo con tal furia sobre los habitantes de aquella tierra, que deseaban morir; después, cuando iban muriendo, sus cadáveres crearon tal pestilencia, que la peste se convirtió en otra consecuencia inminente.

Así vemos que no tan solo fueron la tierra y el aire los que desencadenaron sobre ellos cuatro ejércitos devoradores, sino que también el agua se sumó a ellos soltando legiones de seres asquerosos. Parece ser que las aguas del Nilo se volvieron pestilentes, saliéndose de su cauce en forma de inmundas ranas, arrastrándose y saltando sobre ellos hasta convertirlos en peste. Los que contienden con el Omnipotente, poco saben sobre las flechas terribles que guarda en su aljaba; los pecados mayúsculos son objeto de castigos mayúsculos. C. H. S.

Vers. 49 Envió sobre ellos el ardor de su ira, enojo, indignación y angustia. Su última flecha fue la peor. Reservó el vino más fuerte de su indignación para la última copa. Nótese como el Salmista acumula las palabras; porque un golpe sucedió al otro, cada uno dejando a la víctima más atontada. El último golpe fue el peor. C. H. S.

Un ejército de ángeles destructores.
Los mensajeros del mal entraron en su casa a medianoche e hirieron los objetos más queridos de su amor. Los ángeles eran malos para ellos, aunque buenos en sí; para los herederos de salvación eran ministros de gracia; para los herederos de ira ejecutores de juicio. C. H. S.

Cuando Dios envía ángeles, éstos acuden con seguridad, y si les manda que hieran de muerte, no van a perdonar. Ved en qué forma el pecado dispone y ordena a todos los poderes del cielo en contra del hombre; no le deja amigo alguno en el universo cuando Dios es su enemigo. C. H. S.

Que el diablo y sus ángeles son tan malos que para ellos está preparado el fuego eterno, esto lo sabe todo creyente; pero que puedan ser enviados para infligir castigo estimado como justo por el Señor Dios, parece algo duro a los que no están dispuestos a considerar en qué forma la perfecta justicia de Dios usa incluso las cosas malas.

Porque estas cosas, realmente, en lo que se refiere a su sustancia, ¿qué otra persona distinta de El puede haberlas hecho? Pero, en cuanto a ser malas, El no lo ha hecho; con todo, las usa, aunque El sea bueno, de modo conveniente y justo; tal como, por otra parte, los hombres injustos usan las cosas buenas en forma mala: Dios, pues, usa los ángeles malos no solamente para castigar a los hombres malos, como en el caso de aquellos de quienes habla este Salmo, o como en el caso del rey Acab, a quien un espíritu mentiroso engañó, permitiéndolo Dios, a fin de que cayera en la guerra, sino también para probar y hacer manifiestos a los hombres buenos, como vemos en el caso de Job. Agustín

Vers.
51. Hizo morir a todo primogénito en Egipto. No se hizo ninguna excepción; el monarca lamentó a su heredero como al siervo más humilde. Ellos habían herido al primogénito del Señor, a Israel, y El hiere a los suyos.

Las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam. Empuñando su guadaña sobre el campo, la muerte cortó las flores más altas. Las tiendas de Cam conocieron una aflicción peculiar, y tuvieron que simpatizar con las aflicciones que de modo implacable habían caído sobre las casas de Israel. Así, las maldiciones volvieron a su punto de origen. Los opresores fueron pagados con su misma moneda, sin descuento alguno. C. H. S.

Vers. 56. Y no guardaron sus testimonios. No eran fieles ni veraces, sino traidores hereditarios; su norma era la falsedad. Conocían la verdad, y la olvidaron; su voluntad, y la desobedecieron; su gracia, y la trastornaron en ocasión para una mayor trasgresión. Lector, ¿necesitas un espejo? Mira, aquí hay uno que retrata al que escribe; ¿refleja también tu imagen?

Vers. 57. Se rebelaron como sus padres, demostrando su legitimidad al manifestar la traición de sus progenitores. Eran una nueva generación, pero no una nueva nación. La propensión al mal es transmitida; el que nace sigue a su progenitor. La naturaleza humana no mejora; las nuevas ediciones contienen todas las erratas de la primera, y a veces se añaden nuevos errores. C. H. S.

Se desviaron como arco indócil.
Cuando el temple del arco no es perfecto, su curvatura se hace difícil y su tendencia excesiva a regresar a su posición primitiva hace que la flecha se desvíe, cayendo lejos de la diana en la que el arquero intentaba situarla.

Como el mono vestido de hombre de la fábula no puede disimular su naturaleza cuando le echan unas nueces delante, sino que se agacha y las agarra, un corazón falso se traiciona a sí mismo, sin darse cuenta, a la primera ocasión que se le presenta para sus deseos; por el contrario, la sinceridad guarda al alma pura frente a la tentación. William Gurnall

Vers. 58. Y le provocaron a celo con sus imágenes de talla. Esto era sólo un paso más; fabricaron símbolos del Dios invisible porque sentían deseos de tener algo tangible y visible a lo cual prestar reverencia. Esto es también el peor pecado de los tiempos modernos. ¿No vemos y oímos que las supersticiones abundan? Imágenes, pinturas, crucifijos y una serie de cosas visibles que son tenidas en gran honor religioso.

Sin duda el Señor es muy paciente, pues de lo contrario visitaría la tierra por estas formas de idolatría. Es un Dios celoso y detesta verse honrado por toda forma de representación que proceda venir de manos de hombres.

Vers. 59. Y en gran manera aborreció a Israel. Si Dagón tenía un lugar de honor en un alma, el arca de Dios no estaba allí. Donde mora el Señor no son toleradas las imágenes. Una iglesia visible pronto pasará a ser una maldición visible si son instalados ídolos en ella, y entonces las podaderas van a eliminar la rama muerta de la vid. C. H. S.

Vers. 61. Y su gloria en manos del enemigo. Ésta fue la terrible caída de la nación favorecida, y fue seguida de los juicios más terribles, de un carácter espantoso. Cuando Dios se aparta, todo se aparta. No hay calamidad que pueda igualarse al alejamiento de la divina presencia de entre su pueblo. ¡Oh Israel, cómo has caído tan bajo! ¿Quién va a ayudarte ahora que Dios te ha abandonado?

Vers. 64. Sus sacerdotes cayeron a espada. Ofní y Fineés fueron muertos; eran de los principales en el pecado, y por consiguiente perecieron con el resto. El sacerdocio no es un abrigo para los transgresores; el pectoral con joyas no puede desviar las flechas del juicio. C. H. S.

Vers. 70. Lo sacó de los apriscos del rebaño. El arte de apacentar ganado y el arte de regir hombre son hermanos, dijo Basilio. John Trapp

Vers. 71. De detrás de las ovejas lo trajo. Se cuenta de un erudito doctor de Oxford que colgó sus calzones de cuero en su estudio como recordatorio de su humilde origen para los visitantes; no puedo garantizar que sea cierto, pero sí cuenta la historia que Agatocles, que de alfarero llegó a ser rey de Sicilia, sólo servía su mesa con platos de arcilla para recordar su antigua ocupación.

David, cuando tenía dignidad real, nos recuerda que iba siguiendo a las ovejas ahora que está apacentando las ovejas de Israel. Su cetro de oro señala su cayado; y toca su antigua flauta en su arpa de oro actual; y planta su tienda de Belén dentro del palacio de mármol del monte de Sión. Samuel Lee

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