Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 080 Salmo 80

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 080 Salmo 80



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 080 Salmo 80

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SALMO 80

Título: «Al músico principal; sobre Lirios». Ésta es la cuarta vez que vemos este título; los demás Salmos son el 45, el 60 y el 69. ¿Por qué se da este título? Es difícil decirlo en cada caso, pero la forma delicadamente poética del Salmo presente justifica muy bien el titulo encantador. El Salmo es un testimonio de la iglesia como un «lirio entre espinas». C. H. S.

Vers. 1.
El profeta no empieza su oración de modo abrupto, sino que mezcla con ella ciertos títulos, por medio de los cuales se dirige a Dios apropiadamente y presenta su causa. No dice: «Oh, Tú que sostienes y gobiernas todas las cosas que hay en el cielo y en la tierra, que has colocado tu morada sobre los cielos», sino que dice: «Tú que pastoreas a José como a un rebaño, Tú que estás sentado entre querubines.» Estas dos cosas ensalzan el favor y la providencia de Dios revelada a Israel, y las recuerda para que pueda alimentar y reforzar la confianza en la oración.

Aprendamos de este ejemplo a alimentar y fortificar nuestra confianza en la oración a Dios con la marca de esta bondad divina y paternal que nos es revelada en Cristo, nuestro Pastor y propiciación. Musculus

Oh Pastor de Israel, escucha; Tú que pastoreas a José como a un rebaño.
Ahora, ¿puedes observar esta escena sin pensar en el Pastor que guía a José como a un rebaño, y el otro río que todas sus ovejas han de cruzar? El también va delante, y, como en el caso del rebaño, los que se mantienen cerca de El no temen mal alguno. Escuchan su dulce voz, que dice: «Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos no te anegarán.» Con la mirada fija en Él apenas ven la corriente o sienten el frío de las olas amenazantes.

Sin embargo, muchos «vacilan, van temblando en la orilla, y temen lanzarse». Miran las aguas oscuras del río, y, como Pedro en el agitado Genezaret cuando le falló la fe, empiezan a hundirse. Entonces piden socorro, y no en vano. El Buen Pastor acude pronto a rescatarlos, y ninguno de su rebaño perecerá nunca. Incluso los corderos más débiles son llevados al otro lado, sanos y salvos.

Vi una vez rebaños que cruzaban el Jordán, «entrando en el hermoso Canaán, una tierra feliz», y allí la escena era más impresionante aún. El río es ancho; la corriente, impetuosa, y los rebaños, numerosos, en tanto que los pastores tenían un aspecto pintoresco y bíblico. La idea de una posible catástrofe en que las ovejas fueran arrebatadas por la corriente -y anegadas en el misterioso Mar de la muerte que se traga al mismo Jordán- era más solemne y sugestiva. W. M. Thomson en La tierra y el libro Tú que pastoreas a José como a un rebaño.

Tú que guías a José como a un rebaño eres considerado por los infieles como que no te preocupas de nuestros asuntos; por tanto, extiende tu mano en nuestra ayuda para que pueda ser cerrada la boca de los que hablan iniquidades. No buscamos oro o riquezas o dignidades de este mundo, sino que anhelamos tu luz, deseamos ardientemente conocerte; por tanto, ilumínanos con tu luz. Savonarola

Tú que estás sentado entre querubines, resplandece.
Nuestro mayor temor es que se aparte de nosotros la presencia del Señor, y nuestra esperanza más viva es la perspectiva de su retorno.

Vers. 2. Despierta tu poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés. Es prudente mencionar los nombres del pueblo de Dios en la oración, porque son preciosos para El. Jesús lleva los nombres de los de su pueblo en su pectoral. Tal como la mención de sus hijos tiene poder para un padre, lo mismo ocurre con el Señor. C. H. S.

Vers. 3. Oh Dios, restáuranos; haz resplandecer tu rostro. Conviértenos a Ti desde lo terreno a lo celestial; convierte nuestras voluntades rebeldes a Ti, y cuando seamos convertidos, muéstranos tu faz para que podamos conocerte; muéstranos tu poder para que podamos temerte; muéstranos tu sabiduría para que podamos reverenciarte; muéstranos tu bondad para que podamos amarte; muéstranoslas una vez, otra vez, siempre, para que en medio de la tribulación podamos seguir adelante con semblante gozoso y ser salvos. Cuando Tú nos salves, seremos salvos; cuando Tú apartas tu mano, no podemos ser salvos. Savonarola

Y seremos salvos.
Todo lo que se necesita para la salvación es el favor del Señor. Una mirada de su ojo misericordioso transformaría Tófet en el Paraíso. No importa la furia del enemigo o lo amargo de la cautividad, el rostro resplandeciente de Dios nos garantiza la victoria y la libertad. Este versículo es una oración muy útil. Como nosotros también nos apartamos con frecuencia, clamemos con nuestros labios y nuestro corazón: «Oh Dios, restáuranos, haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos».

Vers. 4. Jehová, Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo mostrarás tu indignación contra la oración de tu pueblo? Que Dios esté enojado con nosotros cuando pecamos nos parece natural, pero que Dios esté enojado incluso contra nuestras oraciones es una amarga aflicción. C. H. S.

Dios no sólo tiene carros y jinetes del cielo con que defender a su profeta, sino también las criaturas más bajas, indóciles y despreciables con que confundir a sus enemigos. Si Goliat se atrevió a desafiar al Dios de Israel, se le derrota con un guijarro. Si Herodes se hincha para hacerse un dios, Dios le envía bichos asquerosos contra los cuales no le pueden salvar sus guardas. ¿Habéis oído de ratas que no pudieron ser ahuyentadas hasta que hubieron dado muerte al ambicioso prelado, y de la mosca que mató al papa Adriano? Dios tiene muchas maneras de castigar.

Su ira, pues, nos parece por ello más temible cuando se nos presenta bajo un titulo tan imponente: «el Señor Dios de los ejércitos» está enojado. Hablan de Tamerlán que podía amedrentar a sus enemigos con una sola mirada. ¡Oh, qué terrores hay escondidos en el semblante de un Dios ofendido! Thomas Adams

Vers. 5. Les diste a comer pan de lágrimas. Su carne está sazonada de salmuera destilada de sus ojos llorosos. Sus comidas, que antes eran ocasiones de diversión y placer, ahora son ocasiones luctuosas en las que cada uno contribuye su bocado amargo. Tu pueblo comía pan de trigo antes, pero ahora ha recibido de tu propia mano un régimen no mejor que pan de lágrimas.

Y a beber lágrimas en gran abundancia. El pan de lágrimas es aún más el fruto de la maldición que el comer pan con el sudor de la propia frente, pero por el amor divino será transformado en una bendición mayor para ministrar a nuestra salud espiritual.

Vers. 6. Y nuestros enemigos se burlan de nosotros. Encuentran nuestra miseria divertida; ven nuestra tragedia como una comedia; hallan sal para su ingenio en nuestras lágrimas, jolgorio en nuestra perplejidad. Es demoníaco el gozarse de las penas de otro; pero es hábito constante del mundo de los malvados el burlarse de las tribulaciones de los santos; la simiente de la serpiente sigue a su progenitor y se goza en el mal. C. H. S.

Vers. 7. Oh Dios de los ejércitos, restáuranos. Véase el versículo 3 y obsérvese que allí era sólo: ¡Oh Dios, restáuranos!; aquí es: ¡Oh Dios de los ejércitos!; y en el versículo 19: ¡Oh, Jehová, Dios de los ejércitos! Como el pájaro al ir moviendo las alas halla aire en que apoyarlas y va remontándose, así lo hace la fe en la oración. John Trapp

Vers. 12. ¿Por qué abriste brecha en sus vallados? Todos los que no guardan tus preceptos, que no conocen el camino de Dios, pecadores francos y conocidos, de mala reputación, éstos son los hombres escogidos para ministrar en tu altar, a éstos se les conceden las prebendas, éstos recogen los racimos, no para Ti, sino para ellos. No consideran a tus pobres ni alimentan a los hambrientos; no visten a los desnudos ni ayudan al extranjero; no defienden a la viuda ni al huérfano; comen el cordero del ganado y el becerro engordado en medio del rebaño.

Cantan al son del salterio y el órgano, como David; creen que tienen los instrumentos de música ordenados en coros, alabando a Dios con los labios, pero con el corazón están muy lejos de Dios; Beben vino en copas, perfumado de fragancias exquisitas, y no sufren en lo más mínimo por la aflicción de José; no son movidos a piedad por los necesitados y los pobres.

Hoy en el teatro, mañana en la silla del obispo. Hoy en una casa disoluta, mañana canónigos en el coro. Hoy soldados, mañana sacerdotes. Han transgredido tus caminos, y han vuelto a tu viña, no para cultivarla para Ti, sino para recoger los racimos para ellos mismos. Savonarola

Vers. 13. La destroza el puerco montés. No hay imagen de un enemigo destructor más apropiada que la que se usa aquí. Hemos leído de zorras pequeñas que echan a perder las viñas, pero el puerco montés es un enemigo mucho más destructor, que se abre paso por vallados, hoza en el suelo, arranca las cepas y lo pisotea todo.

En realidad, los habitantes de los países en que hay abundancia de puercos monteses preferirían un león a uno de estos animales, que puede herir con sus colmillos afilados como navajas y con rapidez extraordinaria, desgarrando a un caballo o un perro de una dentellada. J. G. Wood en Animales de la Biblia

Vers. 14. Visita esta viña. Todavía tiene raíces, algunas ramas están vivas. Empezó al principio del mundo, y nunca ha fallado, y nunca fallará. Porque Tú has dicho: «He aquí, yo estoy con vosotros, hasta el fin del mundo.» Puede decrecer, pero nunca puede fallar por completo. Esta viña es la viña que Tú has plantado. Hay un espíritu, una fe, un bautismo, un Dios y Señor de todos, que es el todo en todos.

Visita, pues, esta viña, porque tu visitación preserva su espíritu; visítala con tu gracia, con tu presencia, con tu Santo Espíritu. Visítala con tu vara y con tu cayado, porque tu vara y tu cayado le infundirán aliento. Visítala con tu azote para que sea disciplinada y purificada, porque viene el tiempo de la poda. Quita las piedras, recoge los sarmientos secos y átalos en haces para quemarlos. Levántala, quita los brotes superfluos, ponle soportes, abónala, refuerza la valía y visita esta viña, como ahora Tú visitas la tierra y la riegas. Savonarola

Vers. 17. Esté tu mano sobre el varón de tu diestra, sobre el hijo de hombre que para Ti reafirmaste. Las naciones se levantan y caen en gran parte debido a la intervención de individuos: Napoleón es un azote para Europa, Wellington lo abate y la libra del tirano. Es por el Hombre Cristo Jesús que el Israel caído ha de levantarse, y verdaderamente por medio de El, que se digna llamarse Hijo del Hombre, que el mundo será librado del dominio de Satanás y de la maldición del pecado. Oh Señor, cumple tu promesa al Hombre de tu diestra, que participa en tu gloria, y dale que pueda ver el placer del Señor prosperado en su mano. C. H. S.

Ahora bien, como Cristo es llamado el Varón de la diestra de Dios, esto dice que es el objeto de sus atenciones escogidas. En El se complace, y como prueba de ello le ha puesto en el lugar más honroso. El es el Hijo del Hombre, a quien el Padre hace fuerte en sí mismo, esto es, para apoyar el honor y la dignidad del carácter divino entre una generación perversa y, corrompida; la consideración de la diestra del Padre estando sobre El, o la satisfacción del Padre en El como nuestra garantía, sirve para alentar y estimular nuestras peticiones a su trono, y es el mayor aliciente para poner en práctica la resolución: «A partir de ahora, no nos apartaremos de Ti.» Alexander Pirie

Vers. 19. Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos. Incluso nosotros, que estábamos tan apabullados. Ningún extremo es demasiado grande para el poder de Dios. El puede salvar hasta en el último momento, y esto, simplemente mostrando su faz sonriente sobre el afligido. Los hombres pueden hacer poco con su brazo, pero Dios puede hacerlo todo con una mirada. ¡Oh, si viviéramos para siempre a la luz del rostro de Jehová! C. H. S.

Durante la aflicción viene Dios; y cuando Él viene, ya no hay más aflicción. Proverbio galés





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