Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 082 Salmo 82

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 082 Salmo 82



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 082 Salmo 82

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SALMO 82

Título y tema: «Salmo de Asaf». Este poeta del templo actúa aquí como predicador de la corte y la magistratura. Los que hacen algo bien, pueden hacer bien otra cosa; el que escribe buenos versos no tiene por qué no ser capaz de predicar. ¡Qué predicación habría sido la de Milton si hubiera subido al púlpito, y si Virgilio hubiera sido un apóstol! C. H. S.

Vers. 3. Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Se dice de Francisco I de Francia que cuando una mujer se le arrodilló para pedir justicia le mandó que se levantara, porque dijo: «Mujer, es justicia la que te debo, y justicia tendrás; si pides algo de mí, esto será misericordia.» William Price

Vers. 4. Librad al pobre y al necesitado; libradlo de mano de los impíos. Es algo magnífico cuando un juez puede librar a una víctima como a una mosca de la tela de una araña, y es horrible cuando el magistrado es a la vez un depredador. La ley con frecuencia ha sido un medio de venganza en la mano del hombre sin escrúpulos, como el veneno o la daga. Un juez ha de impedir tal villanía. C. H. S.

Vers. 5. No saben, no entienden, etc. Todo juez ha de tener en si, como dijo Baldus, dos clases de sal; la primera es sal de ciencia, para conocer su deber; la segunda es sal de conciencia, para poder hacerlo. John Boys

Vers. 6. Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo. Nadie puede negar que la vieja doctrina del derecho divino de los gobernantes ha sido una fuente de abusos. Los aduladores han hecho de ella una unción halagadora para los oídos de los príncipes, enseñándoles que no están obligados a obedecer a las leyes, que sólo son responsables delante de Dios por su administración y que todo intento por parte del pueblo de limitar su tiranía o deponerlos de sus asientos cuando fallan otras medidas es una rebelión contra Dios, del cual son viceregentes.

Incluso ahora esta doctrina se deja oír de vez en cuando en el púlpito y la Prensa; y así se intenta subyugar la conciencia del pueblo al capricho de los tiranos. Tengamos cuidado en observar que el arpa de Asaf no da sanción a este «derecho divino de los reyes para gobernar injustamente».

Pero si bien hay que procurar evitar que haya abuso por parte del gobierno civil en su derecho divino, este derecho en sí no puede ser olvidado. El Estado es una ordenanza de Dios, ya que tiene, como la familia, su fundamento en la misma constitución de la naturaleza humana. William Binnie

Vers. 7. Pero como los demás hombres moriréis. ¡Qué sarcástico suena esto! Por grandes que hayan sido hechos estos hombres por el cargo, siguen siendo hombres y, por tanto, han de morir. ¡Para todo juez este versículo es un memento morí Ha de dejar su asiento en el tribunal del mismo modo en que se quita la capa de armiño para ponerse la mortaja.

Y como cualquiera de los príncipes caeréis. Qué rápidamente despoja la muerte a los grandes. Es la gran niveladora. No defiende la libertad, pero sí proclama la igualdad y la fraternidad, como un demócrata consumado. Los grandes hombres mueren igual que los comunes y plebeyos. Como su sangre es la misma, también lo es el golpe que les quita la vida, y produce los mismos dolores y agonías. No hay lugar donde no alcance la flecha de la muerte; hace caer al pardillo y al águila. Es hora de que todos los hombres consideren esto. C. H. S.

El príncipe en su palacio encumbrado, el mendigo en su humilde choza, tienen una doble diferencia en rango y en alojamiento, pero ambos se encuentran en la tumba y sus cenizas se mezclan. Andamos por este mundo como un hombre en un campo nevado: todo parece liso, pero ningún paso es seguro.

Todos son como actores en un escenario; unos tienen una parte, y otros, otras. La muerte está todavía ocupada entre nosotros; aquí deja caer a uno de los actores. Le enterramos con pena y volvemos al escenario; cae otro, y aun otro, hasta que la muerte se queda en el escenario. La muerte es la pantalla que apaga todas las luces de la vanidad. Con todo, el hombre cree que todos los demás van a morir, aunque no sospecha que esto pueda ocurrirle a él. Thomas Adams

La meditación de la muerte arranca las plumas del orgullo; no eres sino polvo animado; ¿pueden sentir orgullo el polvo y las cenizas? Eres un prado de heno y pronto pasará la guadaña: «Yo dije: Vosotros sois dioses», pero, para que no os enorgullezcáis, añade el correctivo: «como los demás hombres moriréis»; sois dioses que mueren. Thomas Watson

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