Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 090 Salmo 90

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 090 Salmo 90



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 090 Salmo 90

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SALMO 90

Título: «Una oración de Moisés, siervo de Dios.» Se han hecho muchos intentos para probar que Moisés no escribió este Salmo, pero nosotros seguimos inconmovibles en la convicción de que lo escribió. La condición de Israel en el desierto es tan ilustrativa de cada versículo, y 105 giros, expresiones y palabras usadas en él son tan similares a muchas de las que hallamos en el Pentateuco, que las dificultades sugeridas, a nuestro modo de ver, son tan ligeras como el aire en comparación con la evidencia interna en favor de su origen mosaico. Moisés era un hombre poderoso en palabras así como en hechos, y este Salmo creemos que es una de sus declaraciones de peso, digna de ponerse al lado de su gloriosa oración registrada en el Deuteronomio.

Este es el Salmo más antiguo, y se halla entre dos libros de Salmos, como una composición única en su grandeza y única en su antigüedad sublime. Son muchas las generaciones de personas afligidas que han escuchado este Salmo de pie, alrededor de una tumba abierta, y que se han consolado con él aun cuando no hayan percibido su aplicación especial a Israel en el desierto o no hayan recordado el plano mucho más alto en que se encuentran ahora los creyentes. C. H. S.

El Salmo noventa se puede citar como quizá la más sublime de las composiciones humanas, la más profunda en sentimiento, la más elevada en concepción teológica, la más magnífica en sus imágenes. Es verdadera en la descripción que da de la vida humana como atribulada, transitoria y pecaminosa. Verdadera en su concepto del Eterno: el Soberano y el Juez; y, con todo, el refugio y esperanza de los hombres, que, a pesar de las pruebas más severas de su fe, no pierden su confianza en El, sino que, firmes en ella, suplican, como si lo predijeran, una sazón de refrigerio cercana.

No vemos en este Salmo rastro alguno de la petulancia u orgullo una blasfemia en voz baja, en que se disputa la justicia o la bondad de las ordenaciones divinas- que con tanta frecuencia da un matiz ponzoñoso al lenguaje de los que son presa de la angustia, personal o a causa de sus deudos. Isaac Taylor

Vers. 1.
Señor, tú nos has sido por refugio de generación en generación. Moisés, en efecto, dice que, por más que seamos peregrinos en el desierto, con todo, tenemos un hogar en Ti, tal como nuestros antepasados cuando salieron de Ur de los caldeos y moraron en tiendas entre los cananeos.

No es en el tabernáculo o el templo que moramos, sino en Dios mismo; y esto lo hemos hecho siempre desde que existe la iglesia en el mundo. No hemos cambiado nuestra morada. Los palacios de los reyes han desaparecido arrastrados por la mano del tiempo, o han sido incendiados y han quedado sólo ruinas después del desastre, pero la raza del cielo nunca ha perdido su habitación regia. C. H. S.

Es una expresión notable, para la cual no hay equivalente en ninguna otra parte de la Sagrada Escritura: Dios es nuestra morada. La Escritura en otros puntos dice precisamente lo opuesto: llama a los hombres templos de Dios, en los cuales habita Dios; «el templo de Dios es santo», dice Pablo; «y vosotros sois este templo». Moisés nos da una versión invertida de ello, y afirma que nosotros habitamos en esta casa.

Cuando yo era un monje, con frecuencia, cuando leía este Salmo, me veía obligado a dejar el libro. Pero no sabía que estos terrores no eran aplicables a una mente despierta. No sabía que Moisés estaba hablando a una multitud obstinada y orgullosa, que ni entendía, ni le importaba la ira de Dios, ni se sentían humillados por sus calamidades, o incluso por la perspectiva de la muerte. Martín Lutero

Vers. 2. Antes que naciesen los montes. Antes que estos antiguos gigantes hubieran surgido del seno de la naturaleza, como su imponente primogénito, el Señor era glorioso y se bastaba a sí mismo. Los montes para El, aunque lleven las canas de las nevadas de los siglos, son como recién nacidos, cuyo nacimiento tuvo lugar ayer, meras novedades. C. H. S.

Y formases la tierra y el mundo.
Un Dios así (dice) es el que tenemos, a El adoramos, a El oramos; que puede hacer que las cosas pasen a ser realidad. ¿Por qué hemos de temer, si un Dios así es el que nos favorece? ¿Por qué hemos de temblar ante la ira de todo el mundo? El es nuestra morada, así que ¿no estaremos seguros aunque los cielos sean destruidos? Porque tenemos un Señor mayor que todo el mundo. Tenemos a un Señor tan poderoso que su Palabra hace que aparezcan las cosas y sean.

Y, con todo, somos tan pusilánimes que, si hemos de sobrellevar la ira de un solo príncipe o un rey, es más, incluso de un mero vecino, temblamos y se nos encoge el ánimo. Sin embargo, en comparación con este Rey, todo lo demás que hay en el mundo es como leve polvo que la brisa lleva de un lado a otro y no lo deja estar quieto. Así pues, esta descripción de Dios es consoladora, y los ánimos temblorosos deberían buscar esta consolación en las tentaciones y los peligros. Martín Lutero

Vers. 3.
Reduces al hombre hasta convertirlo en polvo. El cuerpo del hombre queda disuelto en sus elementos, y es como si hubiera sido triturado y molido. C. H. S.

Agustín dice: «Andamos entre peligros.» Si fuéramos vasos de cristal podríamos estar atemorizados por menos peligros. ¿Qué hay más frágil que un vaso de cristal? Sin embargo, es preservado y dura siglos; por tanto nosotros somos más frágiles y endebles. Le Blanc

Y dices: Volved, hijos de los hombres; esto es, volved al polvo del cual salisteis. De este modo es destacada la fragilidad del hombre; Dios le creó del polvo, y vuelve al polvo por la palabra de su Creador. Dios resuelve, y el hombre se disuelve. Una palabra crea, y una palabra destruye.

Observa en qué forma aquí se reconoce la acción de Dios: no se dice que el hombre muere por el decreto de la fe o la acción de una ley inevitable, sino que se presenta al Señor como el agente o autor de ello, su dedo señala y su voz habla; sin ello no moriríamos; no hay poder en la tierra que pudiera aniquilamos.

El brazo de un ángel no puede salvarme de la tumba, Miles de ángeles no pueden confinarme en ella. C. H. S.

Vers. 4. Porque mil años, etc.
Para un hombre rico, mil doblones son como un centavo; así para el Dios eterno, mil años son como un día. John Albert Bengel

El Espíritu Santo se expresa según la manera de los hombres, para darnos alguna idea de una duración infinita que sea apropiada para nuestra capacidad intelectiva. Si mil años no son más que un día de la vida de Dios, entonces un año de la vida de un hombre es como trescientos sesenta y cinco mil años a la vida de Dios; y como sesenta años son la vida de un hombre, en la vida de Dios equivalen a veinticinco millones quinientos cincuenta mil años.

Con todo, como no hay proporción entre el tiempo y la eternidad, hemos de lanzar nuestros pensamientos más allá de esto, porque los años y los días miden sólo la duración de las cosas creadas, y de ellas, sólo las que son materiales y corporales, sometidas a los movimientos de los cielos, son causa de los días y los años. Stephen Charnock

Y como una de las vigilias de la noche; un período de tiempo que desaparece rápidamente. Apenas hay bastante tiempo en mil años para que los ángeles cambien su guardia; cuando su milenio de servicio ha terminado casi, parece como si la vigilia acabara de empezar.

Nosotros soñarnos durante toda la noche, pero Dios está siempre velando, y mil años son como nada para Él. Para nosotros se han de combinar muchos días y noches para formar mil años, pero para Dios este período de tiempo no cubre toda una noche, sino una breve porción de la misma. Si mil años son para Dios una sola vigilia, ¡cuál debe ser el período de vida del Eterno! C. H. S.

Las edades y las dispensaciones, la promesa a Adán, el acuerdo con Noé, el juramento a Abraham, el pacto con Moisés, todo ello son sólo vigilias a través de las cuales los hijos de los hombres tenían 9ue esperar entre las tinieblas de las cosas creadas hasta que amaneciera la mañana de las cosas no creadas. Ahora «la noche está a punto de terminar, y el día está cerca». Plain Commentary

Vers. 5. Son como un sueño.
¡Cuántos errores experimentamos durante el sueño! En el sueño, el preso sueña muchas veces que es libre; el que está en libertad que se halla en la cárcel; el que tiene hambre sueña que se sacia; el que necesita, que tiene abundancia; el que no carece de nada que le faltan muchas cosas.

Cuántos hay que en 'su sueño han pensado que poseían lo que iba a mejorar su condición para siempre, y cuando se hallan en la esperanza de poseerlo, o de empezar a disfrutar de ello, o en medio de su gozo, de repente se despiertan y todo ha desaparecido, y sus fantasías se desvanecen en un instante. Así ocurre con lo malo y lo penoso. ¿No es así, en realidad, precisamente, en la vida del hombre? William Bradshaw

En la mañana florece y crece.
Tal como la hierba es verde por la mañana y por la noche ya es heno cortado, así los hombres cambian de la salud a la corrupción en unas pocas horas. No somos cedros, ni robles, sino hierba, que está lozana en la primavera, pero no dura todo el verano. ¡Qué hay en la tierra más frágil que nosotros!

Vers. 6. A la tarde es cortada, y se seca. La guadaña termina con la vida de las flores del campo, y el rocío de la noche llora sobre ellas. Aquí tenemos la historia de la hierba: sembrada, crece, florece, es segada, desaparece; y la historia del hombre no es muy distinta. C. H. S.

Vers. 7. Porque con tu furor somos consumidos. Este es un punto disputado por los filósofos. Buscan la causa de la muerte, puesto que, verdaderamente, en la misma naturaleza hay pruebas de inmortalidad que no pueden ser despreciadas.

El profeta replica que la causa principal no debe buscarse en lo material, sea de una deficiencia de fluidos, o un fallo en el calor natural, sino que Dios, ofendido por los pecados de los hombres, ha sometido a esta naturaleza a la muerte y a otras calamidades innumerables.

Por tanto, nuestros pecados son las causas que nos han traído esta destrucción. Por ello, dice: «En tu furor somos consumidos.» Mollerus

Vers. 8.
Pusiste nuestras iniquidades delante de Ti. ¿De dónde vienen estas lágrimas? El pecado, a la vista de Dios, ha de ser causa de muerte; sólo por medio de la sangre de la expiación nos llega la vida. Cuando Dios estaba destruyendo las tribus en el desierto tenía sus iniquidades delante de El, y por ello los trataba severamente. No podía por menos que herirlos al tener sus iniquidades delante de El.

Nuestras faltas ocultas, a la luz de tu mirada. La rebelión a la luz de la justicia es negra, pero a la luz del amor es diabólica. ¿Cómo podemos agraviar a un Dios tan bueno? Los hijos de Israel habían sido sacados de Egipto por una mano fuerte, alimentados en el desierto por una mano generosa, y guiados por una mano tierna, y sus pecados eran peculiarmente atroces.

Nosotros también, habiendo sido redimidos por la sangre de Jesús, y salvados por la abundancia de su gracia, seríamos muy culpables si abandonáramos al Señor. ¿Qué clase de personas deberíamos ser? ¿Hasta qué punto deberíamos orar para que sean limpiadas nuestras faltas secretas? C. H. S.

Cuantos me escucháis si queréis ver vuestros pecados en su color verdadero; si queréis estimar su número, magnitud y maldad, traedlos a un lugar santo, donde no se ve otra cosa que pureza inmaculada y esplendor de una gloria increada; donde el sol mismo aparecería como una mancha oscura; y allí, en medio de este circulo de inteligencias seráficas, con el Dios infinito derramando toda la luz de su rostro alrededor, examinad vuestras vidas, contemplad vuestras transgresiones y ved cuál es su aspecto.

Recordad que Dios, en cuya presencia estáis, es el Ser que prohíbe el pecado, y que la trasgresión de su ley eterna es pecado, y que contra El es cometido todo lo que es pecado. Edward Payson

Vers.
9. Como una historia que es contada. En la versión caldea dice: «Como el aliento de nuestra boca en invierno.» Daniel Cresswell

Qué somos sino un sueño vano que no tiene existencia ni ser, un mero fantasma o aparición que no se puede retener, un navío que navega en el mar y no deja rastro alguno detrás; un vapor, polvo, rocío; una flor que se abre en un día y se mustia el siguiente, sí, el mismo día en que brota se marchita.

Pero mi texto añade otra metáfora en el vuelo de un pájaro, «y volamos», no corremos, sino volamos, el movimiento más rápido de toda criatura corporal. Nuestra vida es como el vuelo de un ave: «ahora aquí, y fuera de la vista en un segundo».

El profeta, por tanto habla de la rápida partida de la gloria de Efraín así: «Huirá como' un pájaro» (Oseas 9:11); y Salomón dijo lo mismo de las riquezas: «Tienen alas y vuelan como el águila hacia el cielo» (Proverbios 23:5) David deseaba tener alas como una paloma para huir y descansar, y tenía buenas razones para ello, porque de nuestra vida no podemos decir que sea más corta que desgraciada. Thomas Washbourne

El original hebreo es distinto de todas las versiones: «Consumimos nuestros años (kemo hegeh) como un gemido.» Vivimos una vida llena de gemidos, y al final ¡un gemido es su término! Adam Clarke

La Vulgata traduce «Nuestros años pasan como una telaraña.» Implica que nuestra vida es tan frágil como el hilo de una telaraña. ¿Qué hay más frágil que una telaraña? ¿En qué hay más sabiduría que en la complicada fábrica del cuerpo humano? Y ¿qué hay que pueda ser destruido más fácilmente7 El cristal es como granito, comparado con la carne; el vapor es cual roca, comparado con la vida. C. H. S.

Vers. 10. Y, en los más robustos, hasta ochenta años; con todo, su fortaleza es molestia y trabajo La fuerza excepcional que sobrepasa los límites de los setenta años pone al anciano en una región en que la vida es cansancio y molestia. La fuerza de la ancianidad, lo mejor de ella, es trabajo y molestia; ¿qué será, pues, su debilidad? ¡Su jadeo para respirar! ¡Su esfuerzo para moverse! ¡Cómo fallan sus sentidos! ¡Qué sentimiento de flaqueza! Han llegado los días malos, en que el hombre exclama: «No tengo placer en ellos.» El sol se pone y el calor del día ha terminado, pero dulces son la calma y frescor vespertinos; la hermosura del día desaparece, no en una noche oscura y amenazadora, sino en un día glorioso, sin nubes, eterno. Lo mortal se retira para dejar lugar a lo inmortal; el anciano cae dormido para despertar en la región de la perenne juventud.

Porque pronto pasan, y volamos. Se suelta la amarra, y el navío avanza por el mar de la eternidad; se rompe la cadena, y el águila se remonta a su región nativa por encima de las nubes. Moisés se lamentaba de los hombres al cantar de esta manera; podía muy bien hacerlo, porque todos sus camaradas cayeron a su lado. C. H. S.

En el Witan, o asamblea en Edwin, de Northumbria, en Godmundingham, reunida para debatir la misión de Paulino, uno de los hombres principales se dirigió al rey en los siguientes términos: «La vida presente del hombre, oh rey, se puede comparar a lo que sucede cuando tú estás sentado para cenar con tus nobles en invierno. Arde un fuego en el hogar y calienta la sala; en el exterior ruge la tempestad de viento y nieve; un gorrión entra volando por la puerta de la sala, y sale rápidamente por otra.

»Durante un momento, y en tanto que está dentro, está protegido de las ráfagas glaciales del invierno; pero este período de felicidad es breve, ya que entra de nuevo en la región helada de que procede, y desaparece de tu vista.

»Esta es la brevedad de la vida del hombre; no sabemos lo que pasó antes, y estamos en plena ignorancia de lo que sucederá después. Por tanto, si esta nueva doctrina contiene algo más cierto, merece con justicia que la sigamos.» Crónica de Beda

Vers. 11. ¿Quién conoce el poder de tu ira? Nadie; y a menos que pueda ser conocido, hemos de considerarlo inefable como el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento. John Bunyan

Creo que Moisés aquí quiere decir que es el santo temor de Dios, y sólo esto, lo que nos hace sentir verdadera y profundamente su ira.

Vemos que el reprobado, aunque sea castigado, se resiente bajo la brida, cocea contra Dios, se exaspera o embrutece, como endureciéndose contra todas las calamidades; hasta este punto llega su rebelión. Y aunque esté lleno de tribulaciones y grite, con todo, la ira divina no penetra en su corazón para abatir su orgullo y altanería.

Sólo la mente de los píos es herida por la ira de Dios; y no esperan sus rayos, a los cuales el reprobado presenta su cerviz de hierro, sino que tiembla en el mismo momento en que Dios mueve su dedo meñique. Considero que esto es verdaderamente lo que quiere decir el profeta. Juan Calvino

Ningún hombre conoce el poder de la ira de Dios, porque este poder nunca ha sido ejercido en toda su extensión. ¿No hay, pues, medida a la ira de Dios, no hay criterio por el cual estimar su intensidad? No hay una medida o estándar fijo, pero hay uno variable. El temor del malvado hacia Dios es una medida de la ira de Dios. Hay un temor tan grande de este Dios, en cuya presencia el hombre siente que va a ser introducido dentro de poco, que incluso los que más le aman y le quieren, retroceden de su mirada y del espanto de su voz. Henry Melvill

¿Y quién conoce tu enojo como los que te temen? La Santa Escritura, cuando describe la ira de Dios contra el pecado, nunca usa hipérboles; sería imposible exagerarla. Sean cuales sean los sentimientos de temor piadoso y santo temblor que muevan al corazón tierno, éste nunca es conmovido en exceso. Nadie puede concebir debidamente cuál es el poder de la ira de Dios en el infierno, y cuál sería en la tierra, si no fuera restringido por la misericordia.

Los pensadores modernos se burlan de Milton, de Dante, de Bunyan y de Baxter por su tremenda imaginación; pero la verdad es que no hay visión de poeta o proclama de vidente que pueda alcanzar la altura debida, y mucho menos excederla. C. H. S.

El temor es como la imagen en un espejo, que puede alargarse indefinidamente y ensancharse sin límites, y la ira puede alargarse y ensancharse, y llenar el espejo con nuevas y terribles formas de desgracia y terror. Os advertimos, pues, que no alberguéis la halagadora idea de que es posible exagerar la ira de Dios. Os decimos que cuando el temor ha hecho todo lo que puede, ni con mucho llega al grado debido de la ira que hay que imaginarse. Henry Melvill

Vers. 12. Enséñanos de tal modo a contar nuestros días.
Moisés te envía a Dios para aprender. «Enséñanos Tú; no como enseña el mundo.» Moisés no nos envía a un maestro mediocre, a una escuela mediocre; no a Moisés mismo, excepto en cuanto nos presenta la Palabra de Dios y pasa a ser el maestro que nos lleva a Cristo; no a los profetas, no a los apóstoles, ni a los «santos hombres de antaño», excepto cuando «hablaron inspirados por el Espíritu Santo».

Este conocimiento no llega de carne y sangre, sino de Dios. «Enséñanos.» Y así David dice: «Enséñame tu camino, oh Señor, y andaré en tu verdad.» Y por ello la promesa de nuestro Señor a sus discípulos: «El Espíritu Santo, El os enseñará todas las cosas.» Charles Richard Sumner

Usa bien el tiempo en tanto que dura,

Porque deja de ser tiempo cuando se vuelve pasado.

De Richard Pigot: «Life of Man, Symbolized by the Moths of the Year»

Contamos los días con nuestras oraciones diarias; los contamos con nuestra obediencia diaria y actos diarios de amor; los contamos con los recuerdos que nos traen de los santos hombres que entraron en la paz de su Salvador, y con las esperanzas entretejidas con ellos de la gloria y gracia ganadas para nosotros! Plain Commentary

Que entre la sabiduría en nuestro corazón.
Una vida corta debería ser empleada con sabiduría. No tenemos bastante tiempo a nuestra disposición para justificar el que malgastemos un solo cuarto de hora. Ni estamos seguros de tener bastante vida para justificar el dejar nada para más adelante. Si somos prudentes procuraremos obrar así, pero la mera prudencia de la cabeza no nos guiará rectamente. C. H. S.

San Agustín decía: «No podemos hacer esto a menos que consideremos que cada uno de los días que vivimos puede ser el último.» Muchos aplazan los días malos. Se niegan a dejar la tierra cuando la tierra está a punto de despedirse de ellos. William Secker

Tal como vemos que los malos aplican con diligencia sus corazones a la maldad y progresan rápidamente, y pronto se vuelven perfectos borrachos, estafadores, blasfemos, etc., así nosotros si pudiéramos aplicar nuestros corazones de modo tan decisivo al conocimiento y a la bondad, podríamos llegar a ser como el apóstol que nos enseña.

Así que hemos aprendido a aplicar el conocimiento para que redunde en nuestro bien; no a nuestros oídos, como los que sólo escuchan los sermones; no a nuestras lenguas, como los que hablan durante la sobremesa de religión, sino a nuestros corazones, para que podamos decir como la virgen: «Engrandece, corazón mío, al Señor» (Lucas 1), y el corazón lo aplicará al oído y a la lengua, como dice Cristo: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). Henry Smith

De todas las reglas aritméticas, la más difícil es el contar nuestros días. Los hombres cuentan sus rebaños, bueyes y ovejas; cuentan los ingresos de sus fincas y negocios; con poco esfuerzo cuentan sus monedas; y, con todo, están persuadidos de que sus días son innumerables y por tanto no tienen por qué empezar a contarlos. Thomas Tymme

¡Cómo! ¿No basta con hacernos sentir nuestra fragilidad sin una impresión sobrenatural real? ¡Cómo! ¿No hay bastantes lecciones de esta fragilidad para que no tengamos necesidad de más enseñanza desde arriba?

Ve a nuestros cementerios: verás toda clase de edades y de rangos. ¿No basta para hablarnos de la incertidumbre de la vida? Ve a las familias enlutadas, ¿cuesta mucho hallarlas? En ésta es un anciano, en aquélla un joven, arrebatados por la muerte. ¿No son bastante elocuentes las lágrimas para persuadirnos de que somos mortales? ¿Es posible que al pisar cada día el polvo de nuestros padres y al encontrarnos cada día con entierros de nuestros hermanos no se nos haya enseñado prácticamente a contar nuestros días, a menos que Dios imprima la verdad en nuestros corazones por medio de alguna operación especial de su Espíritu?

La actividad principal de la vida debería ser alcanzar un conocimiento experimental de Cristo por el cual «reinan los reyes, y los príncipes decretan justicia cuyos deleites están con los hijos de los hombres; y que dice: El que me encuentra, encuentra la vida y tendrá favor del Señor. Venid, comed mi pan, y bebed del vino que he mezclado».

David en los Salmos, y Salomón, su hijo, en los Proverbios, han manifestado predictivamente al Mesías como la sabiduría hipostática: «Cuyas salidas han sido desde antiguo y para siempre.» J. N. Coleman

Vers. 14. De mañana sácianos de tu misericordia. El Salmista pide misericordia rápida para él y para sus hermanos, puesto que han de morir y pronto. Los hombres buenos transforman las tribulaciones más sombrías en argumentos ante el trono de la gracia. El que ora sólo con el corazón nunca se hallará sin peticiones que hacer. El único alimento satisfactorio para el pueblo del Señor es el favor de Dios; esto es lo que Moisés busca con ansia, y, como el maná caía por la mañana, implora al Señor que envíe al punto su favor que satisface, para que durante todo el corto día de la vida puedan ser saciados con él. C. H. S.

Una pobre alma hambrienta, bajo el peso del sentimiento de la ira, se promete felicidad para siempre con tal que pueda hallar de nuevo lo que un tiempo había sentido; esto es, ser llenado por la dulce misericordia de Dios hacia ella. David Dickson

Esto es por todas partes y siempre el clamor de la humanidad. ¡Y qué clamor tan extraño es, hermanos, si pensamos en ello! El hombre desciende de Dios; lleva su imagen; se halla a la cabeza de la creación terrestre; su posición sobre la tierra es incomparable; posee capacidades maravillosas de conocimiento, sentimiento y acción.

El mundo y todo lo que hay en él ha sido formado en una adaptación completa y hermosa a su ser. La naturaleza parece haber estado llamándole con mil voces, para su contento y regocijo; y, con todo, ¡está insatisfecho, descontento, desgraciado!

Esto es lo más extraño; es decir, extraño en toda teoría sobre el carácter y condición del hombre excepto la que nos proporciona la Biblia; y no sólo es un testimonio de la ruina de su naturaleza, sino también de la insuficiencia de todo lo terreno para satisfacer sus anhelos. Charles M. Merry

Vers. 15. Alégranos a la medida de los días en que nos afligiste, y de los años en que vimos el mal Nada puede alegrar el corazón como Tú puedes, Señor; por tanto, según nos has entristecido, ten a bien alegrarnos. Llena el otro platillo de la balanza. Proporciónanos tus dispensaciones. Danos el cordero, puesto que nos has proporcionado ya las hierbas amargas. Haz nuestros días tan largos como nuestras noches.

La oración es original, como de niño, y llena de significado; además, está basada en un gran principio, en la bondad providencial, por la cual el Señor pone el bien frente al mal en la medida debida. Las grandes tribulaciones nos capacitan para los grandes goces, y pueden ser consideradas como el heraldo de gracia extraordinaria. Dios, que es grande en justicia cuando disciplina, no será corto en misericordia cuando bendiga; El será grande en todo; clamemos a El con fe inconmovible. C. H. S.

Vers. 16. Y tu gloria, a sus hijos. ¡Con qué fervor los hombres buenos oran por sus hijos! Pueden sobrellevar mucha aflicción en sus propias personas si pueden estar seguros que sus hijos conocerán la gloria de Dios y ello les llevará a servirle. Estamos contentos de laborar si nuestros hijos pueden ver la gloria que resultará de ello; sembramos gozosamente para que ellos puedan segar. C. H. S.

Vers. 17. Y ordena en nosotros la obra de nuestras manos; confirma tú la obra de nuestras manos. Nosotros entramos y salimos, llegamos y nos marchamos, pero el Señor permanece. Estamos contentos de morir con tal que viva Jesús y crezca su reino. Como el Señor permanece igual para siempre, confiamos nuestra obra en sus manos y sentimos que, como esta obra es mucho más suya que nuestra, El va a asegurar su inmortalidad. Cuando nos hemos marchitado como la hierba, nuestro servicio santo, como el oro, la plata y las piedras preciosas, pasará la prueba del fuego. C. H. S.

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