Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 092 Salmo 92

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 092 Salmo 92



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 092 Salmo 92

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SALMO 92

Título: «Salmo. Cántico para el sábado.» Esta composición admirable es a la vez un salmo y un cántico, lleno en igual medida de solemnidad y gozo, y fue escrito para ser cantado en el Día de Reposo. El tema es la alabanza a Dios; la alabanza es la obra sabática, la ocupación gozosa de los corazones en reposo. Nadie que conozca el estilo de David vacilará en adscribirle la paternidad de este himno divino; las lucubraciones de los rabinos que dicen que fue compuesto por Adán sólo se mencionan para ser descartadas. Adán en el paraíso no tenía ni arpas ni enemigos con los que contender.

Vers. 1. Bueno es alabarte, oh Jehová. Es bueno éticamente, porque es un derecho del Señor; es bueno emocionalmente, porque es agradable al corazón; es bueno prácticamente, porque lleva a otros a rendir el mismo homenaje. Damos gracias a los hombres cuando nos hacen algo que nos favorece; ¡cuánto más hemos de bendecir al Señor que nos concede sus beneficios! La alabanza devota siempre es buena; nunca está fuera de sazón, nunca es superflua, pero es apropiada en especial al día de reposo. Un día de reposo sin acción de gracias es un día de reposo profanado. C. H. S.

El dar gracias es más noble y perfecto en sí que la petición; porque en la petición tenemos a la vista nuestro propio bien, en tanto que en la acción de gracias sólo el honor de Dios.

El Señor Jesús dijo: «Más bienaventurada cosa es dar que recibir.» Ahora bien, un fin subordinado de la petición es recibir algún bien de Dios, pero el único fin de la acción de gracias es dar gloria a Dios. William Ames, en «Medulla Theologica»

Y cantar salmos a tu nombre.
El canto es la música de los santos. (1) Han ejecutado este deber en grandes multitudes (Salmo 149:1). (2) En los mayores apuros (Isaías 26:19). (3) En sus mayores emociones (Isaías 42:10, 11). (4) En sus mayores liberaciones (Isaías 65:14). (5) En sus mayores abundancias. En todos estos cambios el canto ha sido su deber estipulado y su deleite. John Wells, en «The Morning Exercises»

Vers. 2. Por la mañana. Los brahmanes se levantan tres horas antes que el sol, para orar. Los indios considerarían un gran pecado el comer por la mañana antes de orar a sus dioses. Los antiguos romanos consideraban impiedad el no tener un pequeño aposento en su casa apropiado para orar. Aprendamos la lección de estos paganos; su ardor y celo deberían avergonzamos. Al poseer la verdadera luz, ¿no debería sobrepasar nuestro celo el suyo? Frederic Ardt, en «Lights in the Morning»

Y tu fidelidad. Cada noche, nublada o serena, iluminada por la luna u oscura, tranquila o tempestuosa, son todas ellas apropiadas para cantar la fidelidad de Dios, puesto que en todas las sazones y en todas las circunstancias permanece igual y es el sostén y la consolación del creyente. Debería avergonzarnos el que seamos tan negligentes en engrandecer al Señor. El que de día esparce amor generosamente, de noche se mantiene en vela para protegernos. C. H. S.

Vers. 3. Al son del decacordio y del salterio, en tono suave con el arpa. En una carta de Agustín dirigida a Ambrosio hay el siguiente pasaje referente a este tema: «Algunas veces, por exceso de celo, apartaría de mí y de la iglesia las melodías de los cánticos dulces que usamos en el Salterio, para que no seduzcan nuestros oídos; y el proceder de Atanasio, obispo de Alejandría, parece seguro, el cual, según he oído, hizo que el lector recitara con un cambio tan leve de la voz que era más semejante a hablar que a cantar. Y, con todo, cuando recuerdo las lágrimas que derramé cuando oí los cánticos de tu iglesia en la infancia de mi fe recobrada, y reflexiono que estaba emocionado, no por la mera música, sino por el tema, hecho resaltar como si dijéramos por las voces claras y la música apropiada, tengo que confesar lo útil que es la práctica.» C. H. S.

Vers. 5. Muy profundos son tus designios. La redención es grande más allá de toda comprensión, y los pensamientos de amor que la planearon son infinitos. El hombre es superficial, Dios es inescrutable; el hombre es frívolo, Dios es profundo. Por más que sondeemos nunca llegaremos al fondo del plan misterioso o agotaremos la insondable sabiduría de la mente infinita del Señor. Nos hallamos al borde del mar sin fondo de la sabiduría divina y exclamamos con temor reverente y santo: « ¡Qué profundidad!» C. H. S.

Verdaderamente, hermanos, no hay mar tan profundo como estos pensamientos de Dios, el cual hace que prospere el impío y sufra el bueno; no hay nada tan profundo; aquí naufraga toda alma incrédula, en esta profundidad. ¿Quieres cruzar este piélago profundo? No te apartes del madero de la cruz de Cristo; y no te hundirás; mantente firmemente adherido a Cristo. Agustín

Vers. 6. El hombre necio no los entiende, y el insensato no los comprende. En este versículo y en los siguientes se incrementa el efecto del Salmo por contraste; se proyectan sombras que hacen resaltar más la luz y la hacen prominente.

¡Qué descenso desde el versículo precedente! Desde el santo al necio, desde el que adora al bruto, desde el Salmista al insensato. No obstante, por desgracia, el personaje descrito no es raro. El necio, el insensato o el bruto, porque ésta es casi la palabra hebrea, no ve nada en la naturaleza; y si se le indica, no lo comprende.

Puede ser un filósofo y, con todo, ser tan necio que no admita la existencia de un Hacedor para las diez mil creaciones incomparables que le rodean, que llevan, incluso en su superficie, las evidencias de un designio profundo. El corazón incrédulo, por más que se jacte, no sabe nada; y con toda su exhibición intelectual, no entiende.

El hombre ha de ser o un santo o un insensato, no tiene otra alternativa; queda tipificado o bien por el serafín que adora o el bruto ingrato. Así que, lejos de presentar nuestros respetos a los grandes pensadores que no reconocen la gloria o el ser de Dios, deberíamos considerarlos como las bestias que perecen, inferiores a los brutos, ya que su condición lamentable ha sido escogida por ellos mismos.

¡Oh Dios, qué triste es que los hombres a los cuales has concedido tales dones, y a quienes has hecho a tu imagen, se embrutezcan de tal forma que no quieran ver ni entender lo que Tú has dejado ver tan claro! Bien podría decir alguno: «Dios hizo al hombre un poco menor que los ángeles al principio, y él ha ido descendiendo más y más desde entonces.» C. H. S.

De modo expreso escribió: «El hombre necio no los entiende, y el insensato no los comprende», a saber: que cuando los malos brotan de modo rápido y crecen vigorosamente, como hacen las flores de Palestina en verano, es que están madurando para su rápida destrucción.

La expresión «bruto» traduce de modo preciso las palabras hebreas; uno a quien Dios ha concedido humanidad, pero se ha rebajado a la condición de bruto; un hombre como una creación de Dios a su propia imagen, pero ¡un bruto al moldearse a si mismo a la imagen de los animales inferiores a él! Henry Cowles

Un hombre puede tener un éxito espantoso en este proceso de destrucción si puede continuar según su naturaleza. «¿Quién puede leer sin indignación a Kant», hace notar De Quincey, «que en su propia mesa y con carácter confidencial, al margen de lo que dice en sus libros, exultaba ante la perspectiva de una aniquilación absoluta y definitiva; que ponía su gloria en la tumba, y su ambición era la putrefacción para siempre?

»El mismo rey de Prusia, aunque era un amigo personal de Kant, se vio obligado a ejercer presión sobre él respecto a algunas de sus doctrinas, en vista del progreso que estaba haciendo en ellas; de otro modo, estoy persuadido de que Kant habría predicado formalmente desde su cátedra en la Universidad de Konigsberg el ateísmo que profesaba privadamente. Fue necesaria la artillería de un gran rey para detenerle en su progreso.

»El hecho es que el estómago, por medio de su secreción natural, ataca no sólo a los cuerpos extraños que se introducen en él (según mostró John Hunter por primera vez), sino que alguna vez se ataca a sí mismo y a su propia estructura orgánica; por lo que, con la misma extensión preternatural del instinto, Kant realizó sus funciones destructivas, hasta que las aplicó a sus propias esperanzas y a las garantías de su propia superioridad sobre el perro, el mono y el gusano.» George B. Cheever, en «Voices of Nature»

Vers. 9. Serán dispersados todos los que hacen maldad La hierba no puede resistir la guadaña, sino que cae en rimeros que se marchitan, y así serán cortados los impíos y barridos en el proceso del tiempo, en tanto que el Señor a quien despreciaron sigue inmóvil sobre el trono de su dominio infinito.

Por terrible que sea este hecho, no hay ningún corazón sincero que quisiera cambiarlo. La traición contra el gran Monarca del universo no debe quedar sin castigo; tanta maldad y jactancia merecen el castigo más severo. C. H. S.

Vers. 11. Oirán mis oídos acerca de los que se levantaron contra mí, de los malignos. El santo Salmista ha visto el comienzo de los impíos y espera ver su fin; se siente seguro de que Dios va a hacer justicia sobre todas las injusticias, y reivindicará su Providencia de la acusación de favorecer a los injustos; expresa aquí esta confianza y se sienta tranquilo esperando los resultados en el futuro. C. H. S.

Vers. 12. El justo florecerá como la palmera. El cántico ahora contrasta la condición del justo con la de los que carecen de gracia. El impío «brota como la hierba», pero el justo florecerá como la palmera, cuyo crecimiento puede no ser tan rápido, pero cuya resistencia durante siglos está en contraste con la hierba transitoria de la pradera.

Cuando vemos una noble palmera erguida, enviando toda su fuerza hacia arriba en una columna atrevida, y creciendo en medio de la escasez y sequía del desierto, tenemos un hermoso cuadro del justo, el cual tiene como objetivo en su rectitud sólo la gloria de Dios; e, independientemente de las circunstancias externas, vive y prospera, por la gracia divina, cuando todas las otras cosas perecen. C. H. S.

El cristiano joven es hermoso, como un árbol que florece en primavera; el de más edad es valioso, como un árbol en otoño, inclinadas sus ramas por el fruto maduro. Nosotros, pues, esperamos algo superior en los que hace años son discípulos. Que hayan muerto más para el mundo, cuya vanidad han tenido mayores oportunidades de ver; más mansedumbre de sabiduría; más disposición a sacrificarse por amor a la paz; más madurez de juicio en las cosas divinas; más confianza en Dios y más riqueza en la experiencia. William Jay

La palmera crece en la arena, pero no se alimenta de ella; sus raíces son alimentadas por el agua que hay debajo, aunque los cielos sean inclementes como si fueran bronce. Algunos cristianos crecen, no como el lirio (Oseas 14:5), en prados verdes, o el sauce, junto a corrientes de agua (Isaías 44:4), sino como la palmera en el desierto; así José en medio de los adoradores de animales en Egipto, y Daniel en la voluptuosa Babilonia. La raíz penetrante de la fe alcanza las fuentes de agua viva.

La palmera es un árbol hermoso, con su palio de verdor elevado y con los rayos plateados de sus plumas ondeantes; asilas virtudes del cristiano no son como la hiedra o las zarzas, que crecen hacia abajo, sus ramas se elevan y buscan las cosas de arriba, en que habita Cristo (Colosenses 3:1); algunos árboles son torcidos y nudosos, pero el cristiano es una palmera erguida, un hijo de la luz (Mateo 3:12; Filipenses 2:15). Los judíos fueron llamados una generación torcida (Deuteronomio 32:5), y Satanás una serpiente tortuosa (Isaías 27:1), pero el cristiano es recto como una palmera.

La palmera es un árbol muy útil. Los indios cuentan que tiene 360 USOS. Su sombra protege, su fruto refresca al viajero cansado y señala el lugar del agua; así fue Bernabé, un hijo de consolación (Hechos 4:36); así fueron Lidia, Dorcas y otras, que en la carretera real mostraban el camino al cielo, como hizo Felipe al eunuco etíope (Hechos 9:34). Jericó fue llamada la ciudad de las Palmas (Deuteronomio 34:3).

La palmera produce incluso cuando ya es vieja. Los mejores dátiles son producidos cuando el árbol tiene de treinta a cien años; hasta trescientas libras de dátiles puede producir una palmera; así, el cristiano se vuelve más feliz y es más útil a medida que entra en años. Conociendo sus propias faltas, es más manso hacia los demás; es como el sol que se pone, hermoso y grande; como Elim, en que los judíos cansados hallaron doce pozos y setenta palmeras. J. LONG, en «Scripture Truth in Oriental Dress»

Vers. 12-15.
La vida y verdor de las ramas son un honor para la raíz de la que viven. El carácter lozano y fructífero del creyente es un honor para Jesucristo, que es su vida. La plenitud de Cristo se manifiesta por el fruto que produce un cristiano. Ralph Robinson

Vers. 14. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y lozanos. La constancia es un ingrediente de la obediencia que requiere Cristo. Sus árboles dan fruto en la ancianidad. La edad hace que las otras cosas declinen, pero hace florecer al cristiano. Algunos son como caballos fogosos, inquietos al principio de la jornada y cansados mucho antes de llegar al final de la misma.

Un buen discípulo, como no quisiera que Dios le diera una felicidad temporal, no debe dar a Dios una obediencia temporal; tal como quiere que su gloria sea tan duradera como la vida de Dios, así su obediencia ha de ser permanente en tanto que él vive. Judas empezó bien, pero no destruyó todo al fin, cuando traicionó a su Maestro. Stephen Charnock

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