Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 096 Salmo 96

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 096 Salmo 96



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 096 Salmo 96

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SALMO 96

Tema: Este Salmo está tomado evidentemente del cántico sagrado que David compuso al tiempo en que «fue puesta el arca en medio del tabernáculo que David había preparado para ella, y ellos ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz delante de Dios». Ver el capítulo dieciséis del primer libro de Crónicas. Es un gran himno misionero, y es extraño que los judíos pudieran leerlo y persistir en su exclusivismo.

Divisiones: No haremos ninguna, porque el Cántico es uno e indivisible, un atavío de alabanza sin costura, tejido de arriba a abajo. C. H. S.

La madre enseña a su hijo a pronunciar un himno antes que él comprenda su alcance y su significado plenos. Y lo mismo aquí, en este Salmo santo, la Jerusalén de arriba, la madre de todos nosotros, nos entrena en la pronunciación de un cántico apropiado a la época de la gloria milenial, cuando el Moloc de la opresión, el Mamon de nuestra avaricia, el Astarot de la lujuria, todo credo erróneo, toda religión falsa, habrá dado lugar a la adoración del Dios vivo y único verdadero: a la fe y el amor de Jesucristo. «Que todos los pueblos te alaben, oh Dios; que todos los pueblos te alaben.» W. H. Goold, en «The Mission Hymn of the Hebrew Church: a Sermon»

Vers. 1. Cantad a Jehová cántico nuevo. Nuevos gozos están llenando los corazones de los hombres, porque han sido proclamadas a todo el pueblo las alegres nuevas de bendición; por tanto, cantemos un nuevo cántico. Los ángeles inauguraron la nueva dispensación con nuevos cánticos, y ¿no haremos nosotros lo mismo?

El cántico es sólo para Jehová, los himnos que cantaban las alabanzas de Júpiter y Neptuno, Visnú y Siva pueden cesar; los gritos de las bacanales son puestos en silencio; basta de sonetos lascivos. Toda música es dedicada al Dios único. Los días de luto han terminado y ha llegado para los corazones el tiempo de los cánticos. C. H. S.

Cantad a Jehová, toda la tierra.
Han de desaparecer los viejos celos; un judío invita a los gentiles a adorar, y se une a ellos, de modo que toda la tierra pueda elevar un Salmo común, con corazón y voz unánimes a Jehová, que la ha visitado con su salvación.

Ningún rincón de la tierra debe ser discorde, ninguna raza humana muda. Jehová hizo toda la tierra, y toda la tierra debe cantar a El. Como el sol brilla por todos los países, así también todos los países han de deleitarse a la luz del Sol de justicia. E Pluribus Unum: de muchos ha de salir un solo cántico. Los lenguajes múltiples de los hijos de Adán, que fueron esparcidos en Babel, se unirán en el mismo cántico cuando los pueblos se reúnan en Sión.

No sólo los hombres, sino la misma tierra han de alabar a su Hacedor. Sometida a la vanidad durante un tiempo por la triste necesidad, la misma creación es librada de la servidumbre de corrupción y traída a la gloriosa libertad de los hijos de Dios, de modo que mar y bosque, campo y río canten gozosos al Señor.

¿Es esto un sueño? Entonces volvamos a soñar. Bienaventurados los ojos que verán el reino y los oídos que escucharán sus cánticos.

¡Apresura tu advenimiento, Señor! Sí, envía pronto la vara de tu fortaleza desde Sión, para que las naciones se inclinen delante del Señor y de su Ungido. C. H. S.

«Un nuevo cántico», que no conocías antes. ¡Venid, todas las naciones de la tierra, que hasta este momento habéis dado vuestro culto a dioses muertos que ni aun son dioses; venid y entregad vuestros corazones al Dios único y verdadero en este nuevo cántico! Henry Cowles

Vemos que dice tres veces: Cantad a Jehová, para que podamos entender que hemos de cantar a Él con la mente, la lengua y los hechos.

Porque estas cosas deben ir unidas, y la vida debe corresponder a la boca y a la mente. Como dice Abbott Absolom: «Cuando la palabra no choca con la vida, hay una dulce armonía.» Le Blanc

Vers. 2. Cantad a Jehová, bendecid su nombre. El nombre del Señor se repite tres veces; y no sin significado. ¿No es al Dios Trino a quien van a cantar las naciones iluminadas? El unitarismo es la religión de las unidades; es también demasiado frío para enfervorizar al mundo a que cante; el fuego sagrado de la adoración sólo arde con llama vehemente cuando se cree y ama a la Trinidad.

Anunciad de día en día su salvación. Cada día nos trae experiencias más profundas de nuestro Dios que nos salva; cada día nos muestra de nuevo lo profundamente que los hombres necesitan su salvación; cada día revela el poder del Evangelio; cada día el Espíritu se esfuerza con los hijos de los hombres; por tanto, nos corresponde proclamar sin cesar el mensaje glorioso de la gracia gratuita.

Que lo hagan los que conocen por sí mismos lo que significa la salvación; ellos,, y no otros, pueden dar testimonio de que hay salvación, y que en El puede hallarse salvación plena. Que lo muestren hasta que el eco resuene por la espaciosa tierra y todos los ejércitos celestiales se unan al Dios magnífico que ha desplegado su salud salvadora entre el pueblo. C. H. S.

Vers. 3. Proclamad entre las naciones su gloria. Esta gloria brilla en cada rayo de luz que nos llega de mil estrellas; reluce en las cumbres que reflejan los primeros rayos del sol que se levanta y retienen los últimos cuando se pone; se desparrama sobre la extensión del mar, y habla con el murmullo de sus ondas inquietas; ciñe la tierra con una 73na de luz, y extiende sobre ella una aureola de hermosura. No podemos aumentarla; no podemos añadir un solo rayo de luz a la estrella distante, ni dar alas a un insecto áptero, ni cambiar el cabello blanco en negro. Podemos sostener, pero no crear; podemos adorar, pero no incrementar; podemos reconocer las huellas de la Deidad, pero no añadir a ellas. John Cumming, en «From Patmos to Paradise»

Es una parte de la misión encargada a los ministros del evangelio el que no sólo enseñen a sus congregaciones con respecto a Cristo, sino también que procuren que aquellos que nunca han oído de El puedan conocerle, lo que es, lo que ha hecho y sufrido, y el bien que se puede obtener a través de su mediación. No hay nada tan glorioso para Dios, tan maravilloso en sí mismo, como la salvación del hombre por Cristo; el contemplar a Dios salvando a sus enemigos por medio de la encarnación, sufrimientos y obediencia de Cristo, el eterno Hijo de Dios. Proclamad entre los gentiles su gloria, en todos los pueblos sus maravillas. David Dickson

En todos los pueblos sus maravillas
.
El evangelio es una gran suma de maravillas; su historia está llena de maravillas, y es en si mucho más maravilloso que los mismos milagros. En la persona de su Hijo, el Señor ha desplegado maravillas de amor, sabiduría, gracia y poder. Toda gloria sea a su nombre; ¿quién puede rehusar contar la historia de la gracia redentora y el amor que no retrocede ante la muerte? C. H. S.

¡Qué persona tan maravillosa es Cristo, porque Él es Dios manifestado en la carne! ¡Qué maravilloso amor ha mostrado en su encamación, obediencia, sufrimientos y muerte; qué asombrosos milagros ha obrado, y qué maravillosa obra ha ejecutado; la obra de nuestra redención, el asombro de los hombres y de los ángeles!

Proclama su maravillosa resurrección de los muertos, su ascensión al cielo, donde ahora está sentado a la diestra de Dios e intercede por su pueblo; la maravillosa efusión de su Espíritu, y las conquistas de su gracia, y el engrandecimiento de su reino en el mundo; así como las maravillas que serán obradas por El cuando aparezca por segunda vez, cuando los muertos serán resucitados y juzgados todos. John Gill

Vers. 4. Porque grande es Jehová, y digno de suprema alabanza. La alabanza es proporcional a su objeto; por tanto, que sea infinita cuando se rinde al Señor. No podemos alabar en exceso, con demasiada frecuencia, con exceso de celo, con demasiado cuidado, con demasiado gozo. C. H. 5.

Temible sobre todos los dioses. El temor santo es el principio de las gracias, y también las acompaña en su grado más elevado. El temor de Dios es rubor en el rostro de la santidad, acrecentando su hermosura. C. H. S.



Vers. 6. Honor y majestad delante de ÉL Los hombres sólo pueden imitar estas cosas; sus pompas no son más que pretensión de grandeza. El honor y la majestad son suyos y sólo suyos. C. H. S.

Vers. 7. Tributad a Jehová la gloria y el poder, esto es, reconoced la gloria y el poder de Jehová, y atribuidlo a El en vuestros himnos solemnes. ¿Quién es glorioso sino Jehová? ¿Quién es fuerte sino nuestro Dios? ¡ Que las grandes naciones que se cuentan como famosas y poderosas cesen en sus jactancias! Vosotros, monarcas, que os declaráis imperiales y potentes, humillaos hasta el polvo delante del único Potentado. La gloria y la fortaleza no se hallan en parte alguna excepto en el Señor; todos los demás poseen sólo una semblanza de ella. Bien dijo Massillon: «Sólo Dios es grande.» C. H. S.

Vers. 8. Dad a Jehová la honra debida a su nombre. Pero, ¿quién puede hacerlo de modo pleno? ¿Pueden todas las naciones de la tierra juntas pagar esta suprema deuda? Todo honor concebible es debido a nuestro Creador, Preservador, Benefactor y Redentor, y por más celo que pongamos en el homenaje que le ofrezcamos no haremos más que darle lo que es debido. Si no podemos entregarle todo lo que reclama justamente, por lo menos hemos de procurar hacer un esfuerzo sincero. C. H. S.

¿Se ha atribuido al nombre de Dios toda la gloria que se le debe en estricta justicia por los hombres, desde que el hombre empezó su existencia? ¡Qué inconmensurablemente grande, pues, es la deuda que nuestro mundo ha contraído y la carga bajo la cual está ahora gimiendo!

Durante cada día y cada hora que han pasado desde la apostasía del hombre esta deuda ha ido aumentando, porque cada día y cada hora los hombres deberían haber dado a Jehová la gloria debida a su nombre. Pero ningún hombre lo ha hecho plenamente. Y una vasta proporción de nuestra raza no lo ha hecho en absoluto.

Ahora bien, la diferencia entre el tributo que los hombres deberían haber pagado a Dios y el que en realidad le han pagado constituye la deuda de que hablamos. Y ¡qué inconmensurable es! Edward Payson

Vers. 9. Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad. La adoración no debe serle rendida a Dios de modo superficial, desmañado, pecaminoso. C. H. S.

¿Voy a llamar a la santidad un atributo? ¿No es más bien la gloriosa combinación de todos sus atributos en un conjunto perfecto? Todos sus atributos proceden del Absoluto, de modo que todos convergen y se reúnen en la santidad.

Así como por la incomparable luz blanca del Absoluto todos ellos parecen divergir y separarse en matices como en un prisma, así también todos ellos parecen de nuevo convergir y reunirse y combinarse en la deslumbradora radiación de su santidad.

Esta santidad, por tanto, es más bien la intensa blancura, pureza, claridad, brillo y esplendor infinito de su naturaleza perfecta, como una joya sin mancha, sin defecto y sin color. Todos sus atributos son gloriosos, pero en éste tenemos una combinación de todos en un conjunto todavía más glorioso. Es por esta razón que va asociada con tanta frecuencia en la Escritura con la hermosura divina. Joseph Le Coute, en «Religión and Science»

Tema delante de él toda la tierra.
Los hombres del mundo han ridiculizado a los cuáqueros porque tiemblan cuando se hallan ante el poder del Espíritu Santo; silos que critican hubieran podido discernir la majestad del Eterno, también hubieran temblado. Hay un temblor sagrado, que es por completo compatible con el gozo; el corazón puede incluso temblar con un deleite de gran intensidad.

La vista del Rey en su hermosura no causó alarma a Juan en Patmos, y, con todo, cayó a sus pies como muerto. ¡Oh, si pudiéramos contemplarle y adorarle postrados en reverente y sagrado temor! C. H. S.

Vers. 10. Decid entre las naciones: Jehová reina. El dominio de Jesús Jehová no es penoso; su dominio está lleno de incontables bendiciones; su yugo es fácil y su carga es ligera. C. H. S.

Vers. 11. Retumbe el mar.

¡
Tú, ejemplo único de elemental poder,

misterio de las aguas, mar siempre agitado!

¡Orador vehemente de labio sublime,

que pruebas con tus olas que hay un Dios!

Robert Montgomery


Vers. 13. Ya viene a juzgar la tierra. Todo el mundo se hallará bajo la jurisdicción de este gran Juez, y delante de su tribunal tendrán que presentarse todos. En este momento El está en camino, y se acerca la hora de su llegada. Se convoca la gran reunión. ¿No oís ya las trompetas? Su pie está en el umbral. C. H. S.

Es decir, para poner la tierra en orden, para ser su Gedeón y su Sansón, su Gobernante, y cumplir todo lo que el Libro de los Jueces delineó en el cargo de juez. Es, como dijo Hengstenberg, «un juzgar misericordioso», no un día para adjudicar causas meramente o pronunciar sentencias; es un día de jubileo. Es el día más feliz que ha contemplado nuestro mundo. ¿Quién no anhela que llegue? ¿Quién hay que no ore por él? Es el día de la gloria del Juez, así como de la libertad de nuestro mundo; el día en que será completado «el juicio de este mundo» (Juan 12:31 y 16:11), que la cruz ya ha empezado y asegurado, y tendrá lugar por medio de la supresión total del reino de Satanás y la eliminación de su maldición.

Todo esto puede verse ya aquí con anticipación; por ello titulamos este salmo: La gloria debida a Aquel que viene a juzgar la tierra. Andrew A. Bonar

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