Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 098 Salmo 98

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 098 Salmo 98



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 098 Salmo 98

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SALMO 98

Título y tema: El presente Salmo es una especie de Himno de Coronación, que proclama oficialmente al Mesías o Monarca vencedor sobre las naciones, con el sonido de las trompetas, los aplausos y el regocijo y celebración de los triunfos. Es un cántico singularmente osado y vivo. Los críticos han establecido plenamente el hecho de que hay expresiones similares en Isaías, pero no vemos fuerza en la inferencia de que, por ello, su autor haya de ser Isaías; si nos atenemos a este principio, la mitad de los libros escritos en lengua inglesa podrían ser atribuidos a Shakespeare. C. H. S.

Este Salmo es una profecía evidente de la venida de Cristo para salvar al mundo; y lo que se predice aquí por parte de David es cantado en el cántico de la bendita Virgen como realizado. David es la voz, y María es el eco.

1. David: «Cantad a Jehová un cántico nuevo» (la voz). María: «Engrandece, alma mía, al Señor» (el eco).

2. David: «Porque ha hecho maravillas» (la voz). María: «Porque ha hecho para mí grandes cosas el Poderoso» (el eco).

3. David: «Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo» (la voz). María: «Ha realizado grandes proezas con su brazo. Desbarató a los arrogantes en el pensamiento del corazón de ellos» (el eco).

4. David: «Jehová ha hecho notoria su salvación; a la vista de las naciones ha descubierto su justicia», etc. (la voz).

María: «Y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen» (el eco).

5. David: «Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para la casa de Israel» (la voz).

María: «Vino en ayuda de Israel su siervo, para recuerdo de su misericordia» (el eco).

Estos paralelos son notables; y parece que María tenía este Salmo a la vista cuando compuso su cántico de triunfo. Adam Clarke

Vers. 1. Cantad a Jehová cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Jesús, nuestro Rey, vivió una vida maravillosa, murió una muerte maravillosa, se levantó por una resurrección maravillosa, y ascendió maravillosamente al cielo.

Con su divino poder, envió el Espíritu Santo haciendo maravillas, y por medio de esta energía sagrada los discípulos obraron también cosas maravillosas y asombrosas por toda la tierra. Los ídolos cayeron, las supersticiones se disiparon, los sistemas de error se desvanecieron y los imperios de crueldad perecieron.

Por todo esto, Jesús merece nuestra mayor alabanza. Sus actos demostraron su Deidad, Jesús es Jehová y, por tanto, le cantamos como el Señor. C. H. S.

Éste es el fin del hombre: buscar a Dios en la vida, ver a Dios en la próxima; ser un súbdito en el reino de la gracia y un santo en el reino de la gloria. John Boys

El ha manifestado su grandeza y bondad en la obra de la redención. ¿Qué maravillas ha hecho Cristo? 1. Fue concebido por el Espíritu Santo. 2. Nació de una virgen. 3. Curó toda clase de enfermedades. 4. Alimentó a miles con unos panes y unos peces. 5. Levantó a los muertos de su tumba. 6. Y lo que es más maravilloso, murió El mismo. 7. Se levantó de nuevo por su poder. 8. Ascendió al cielo. 9. Envió al Espíritu Santo. 10. Hizo que sus apóstoles y el testimonio de ellos fueran instrumentos de iluminación y, finalmente, conversión del mundo. Adam Clarke

Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo le ha dado la victoria.
Jesús nunca descendió al uso de la fuerza o de la violencia; sus perfecciones inmaculadas le aseguran una victoria duradera sobre todos los poderes del mal, y esta victoria será ganada de modo tan decisivo como cuando un guerrero hiere a su adversario con su diestra y le deja tendido en el suelo. Gloria sea al Vencedor, entonemos cánticos en su alabanza. C. H. S.

Un predicador de un condado de Tyrone había observado durante vanas semanas que un muchacho desarrapado asistía cada domingo al servicio y se colocaba en el centro del pasillo, directamente enfrente del púlpito, donde parecía atento en extremo a lo que se decía.

Sentía deseos de saber quién era el muchacho, y con este propósito, después del sermón, varias veces se apresuró a salir para encontrarlo, pero no pudo verle nunca, pues desaparecía en el momento en que terminaba el servicio, y nadie sabía de dónde venía ni nada sobre él.

Un día el muchacho dejó de asistir a la iglesia. Hacía ya varias semanas, cuando un hombre fue a ver al pastor y le dijo que había una persona enferma que tenía muchos deseos de verle; pero añadió: «Me da vergüenza pedirle tanto; pero es un hijo mío y no quiere ver a nadie más que a usted; es un muchacho extraordinario y habla mucho de cosas que yo no entiendo.»

El pastor prometió ir, y fue, aunque caía la lluvia a torrentes y tuvo que recorrer nueve kilómetros de terreno montañoso. Al llegar adonde le habían indicado, vio una cabaña miserable, y al individuo que le había solicitado por la mañana, que le esperaba en la puerta. Entró y se halló en una choza cuyo interior era tan pobre como su exterior.

En un rincón, en un camastro de paja, contempló al chico que había asistido tan regularmente a su iglesia. Al acercarse, el niño se incorporó y, extendiendo los brazos, dijo: «Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo le ha dado la victoria.» Inmediatamente expiró. K. Arvine

Vers. 3. Todos los confines de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. Pentecostés merece un nuevo cántico también, igual que la pasión y la resurrección; que nuestros corazones exulten de gozo al recordarlo. Nuestro Dios, nuestro Dios bendito para siempre, ha sido honrado por aquellos que antes se inclinaban delante de ídolos mudos; su salvación no sólo ha sido oída, sino también vista entre todo el pueblo; ha sido experimentada tal como es explicada; su Hijo es el Redentor real de una multitud procedente de todas las naciones. C. H. S.

Vers. 4. Cantad alegres a Jehová, toda la tierra. Si alguna vez los hombres gritan gozosos, habrá de ser cuando venga el Señor para proclamar su reino del evangelio. John Wesley decía a su gente: «Cantad con vigor y a pleno pulmón. Cuidado no cantéis como si estuvierais medio muertos o medio dormidos, sino elevad vuestra voz con toda la fuerza. No temáis vuestra propia voz ahora, ni os avergoncéis de que se oiga, como cuando antes cantabais los cánticos de Satanás.» C. H. S.

Vers. 5. Con arpa. Dios, que acepta los versos del labrador sin letras, no rechaza los versos cultos de Cowper ni las líneas sublimes de Milton. Las repeticiones no son repeticiones vanas; en el cántico sagrado tiene que haber repeticiones; hacen el sentido más enfático y ayudan a enardecer el alma; incluso los predicadores no hacen nada impropio cuando repiten una palabra o un sonido una y otra vez hasta que los oídos lentos captan el énfasis. C. H. S.

La voz de un Salmo.
Jerónimo nos dice que en su día los Salmos se oían por los campos y por los viñedos de Palestina, y que caían suavemente en el oído, mezclándose con el cántico de los pájaros y la fragancia de las flores en primavera.

El que araba, al guiar el arado, cantaba el aleluya, y, el segador, el viñador y el pastor cantaban los cánticos de David. «Estos», dice, «son nuestros cánticos de amor; éstos son los instrumentos de nuestra agricultura.»

Sidonio Apolinario describe a sus marineros, cuando empujan, remando, la barca corriente arriba, cantando salmos, hasta que las orillas del río se hacen eco de su aleluya, y hermosamente aplica la costumbre, en una figura, al viaje de la vida cristiana. J. J. S. Perowne

El canto de estos Salmos se hizo tan popular que Disraeli dice que «sugirió en la inauguración hosca del, austero Calvino el proyecto» de introducir el canto de los Salmos en su disciplina en Ginebra. «Este frenesí infeccioso de cantar Salmos», como casi blasfemando, dice Warton, se propagó rápidamente por toda Alemania, así como Francia, y pasó a Inglaterra.

Disraeli dice con sarcasmo, que en tiempos de la Commonwealth «se cantaban Salmos en los banquetes del Lord Mayor y en los festines de las ciudades; los soldados los cantaban en sus marchas y en los desfiles; y en las pocas casas que tenían ventanas que daban a las calles, se veía que cantaban Salmos vespertinos». Sólo podemos añadir: quiera Dios que esto vuelva a repetirse. C. H. S.

Vers. 6. Al son de trompetas. Orígenes llama a los escritos de los evangelistas y los apóstoles trompetas a cuyo clarinazo las estructuras de la idolatría y los dogmas de los filósofos van a ser totalmente derribadas. Enseña también que con el sonido de las trompetas se prefigura la trompeta del juicio universal, ante la cual el mundo se desmoronará, y cuyo sonido será de gozo para el justo y lamento para el injusto. Lorinus

Vers. 7, 8.
El proclamar la alabanza de Cristo por la redención de los pecadores no sólo provee ocupación para todas las criaturas racionales sino también para toda gota de agua en el mar, río y lago, a cada pez en el mar, cada ave en el aire, cada ser viviente sobre la tierra, y todo lo demás en el mundo; si todos ellos tienen razón y capacidad para expresarse, sí, y si todas las colinas pudieran con movimientos y gestos comunicar su gozo las unas a las otras, habría trabajo para ellas en la proclamación de las alabanzas de Cristo. David Dickson

Vers. 9. Delante de Jehová, por que viene a juzgar la tierra. La música más quieta, tal como la que hacen las estrellas al titilar con sus ojos amables, convenía a su primera venida a Belén; pero su segundo adviento requiere trompetas, porque es un juez; y las aclamaciones de toda la tierra, porque viene en su esplendor regio. El gobierno de Cristo es el gozo de la naturaleza. Todas las cosas bendicen su trono, sí, y su misma venida al mundo.

Como la aurora hace llorar de alegría a la tierra al salir el sol basta que las gotas del rocío llenan sus ojos, así también al acercarse el reino universal de Jesús da contento a toda la creación.

Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud. Si hubo algún motivo de regocijo alguna vez para esta pobre tierra, fue por la venida de este Libertador, el ascenso al trono universal de este Soberano. ¡Salve, Jesús, salve! Nuestras almas oyen con deleite el ruido de tus carros que se acercan, y no pueden por menos que gritar: «¡Ven, Señor Jesús, ven pronto!» C. H. S.

¡Oh, qué consuelo para los esclavizados, despreciados y necesitados hay en el anuncio de que el Señor viene para vengarlos! Bien pueden todas las criaturas ser invitadas a palmotear de alegría al pensar que El ha emprendido la tarea; y que marcha sobre las olas, y que las tempestades que agitan las naciones son el carro en que monta para tomar posesión de la tierra y hacer de ella una habitación de justicia y de paz. William Binnie

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