Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 105 Salmo 105

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 105 Salmo 105



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 105 Salmo 105

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SALMO 105



Este Salmo histórico fue, evidentemente, compuesto por el rey David, porque los quince primeros versículos del mismo fueron usados como un himno en el traslado del arca desde la casa de Obed-edom, y leemos en 2 Crónicas 16:7: «Aquel día, David, alabando el primero a Jehová, entregó a Asaf y a sus hermanos este canto.»



Nuestro último Salmo cantaba los capítulos iniciales del Génesis, y éste lo hace respecto a los capítulos finales y nos conduce al Exodo y a Números.



Nos hallamos ahora entre los Salmos largos, como en otras ocasiones habíamos estado entre los cortos. Estas variaciones en la longitud de los poemas sagrados deberían enseñamos a no establecer leyes respecto a la brevedad o prolijidad de la oración o de la alabanza. C. H. S.



Vers. 2. Pregonad todas sus maravillas. ¿Quién tiene tantas de que gloriarse como los cristianos? El cristianismo está entretejido de milagros; y cada una de las partes de la obra de la gracia en el alma es un milagro. El cristiano genuino puede hablar de milagros de la mañana a la noche; y debe hablar de ellos y recomendar a otros a su Dios y Salvador que hace milagros. Adam Clarke



Vers. 3. Gloriaos en su santo nombre. Considerad como motivo de gozo el tener un Dios así. Su carácter y atributos son tales que nunca tendréis que sonrojaros de llamarle vuestro Dios. Cada uno de sus actos puede pasar el más estricto escrutinio; su nombre es santo, su carácter es santo, su ley es santa, su gobierno es santo, su influencia es santa.



Y lOS que te hallan, hallan la felicidad;

no hay pluma ni lengua que pueda expresar

lo que es el amor de Jesús;

sólo sus amados lo conocen.

C. H. S.



Vers. 4. Buscad a Jehová y su poder; buscad siempre su rostro. Primero le buscamos a El, luego su fuerza, y luego su rostro; de la reverencia personal pasamos al poder impartido y luego al favor consciente. Esta búsqueda no debe cesar nunca, cuanto más le conocemos más debemos procurar conocer. C. H. S.



Se añade un «para siempre», para que no nos imaginemos que ya han hecho su deber aquellos que se reúnen dos o tres veces al año en el tabernáculo y observan los ritos externos de la ley. Mollerus



Vers. 5. Recuerda. No me interesa saber en qué forma son afectados los otros. En cuanto a mí, confieso que no hay cuidado ni aflicción por la cual me sienta tan acuciado como cuando me siento culpable de ingratitud a mi más amado Señor. Con frecuencia parece ser una falta tan inexplicable que me alarmo cuando leo estas palabras, por cuanto las considero dirigidas a mí y a otros como yo. Recuerda ¡oh hombre olvidadizo, irreflexivo, ingrato!, las obras de Dios que El ha hecho para nosotros, con sus muchas señales y pruebas de su bondad. ¿Qué más podría haber hecho que no haya hecho? Folengius

De sus prodigios y de los juicios de su boca. Tal como la Palabra de Dios es la salvación de sus santos, también es la destrucción de los impíos: de su boca sale una espada de dos filos con la que destruirá a los inicuos. C. H. S.



Vers. 6. Oh vosotros, descendencia de Abraham su siervo, hijos de Jacob, sus escogidos. La elección no es una excusa para la comodidad, sino un argumento para una diligencia séptuplo. Si Dios nos ha elegido, procuremos ser sus predilectos. C. H. S.



Vers. 7. Él es Jehová nuestro Dios. Bendito sea su nombre. Jehová condesciende a ser nuestro Dios. Esta frase contiene una gran riqueza de significado, mayor que la elocuencia de cualquier orador, y hay más gozo en ella que en los sonetos de los que se regocijan.



Sus juicios están en toda la tierra. Es maravilloso que el pueblo judío hubiera llegado a ser tan exclusivista y perdiera todo su espíritu misionero, porque su literatura sagrada está llena de simpatía amplia y generosa, que es tan congruente con la adoración del «Dios de toda la tierra».



Ni es menos penoso el observar que entre cierta clase de creyentes en la elección de la gracia de Dios se arrastre un espíritu exclusivista endurecido y fatal para la compasión y el celo. Sería bueno que éstos también recordaran que su Redentor es «el Salvador de todos los hombres, especialmente de los que creen». C. H. S.



Vers. 8. De la palabra dada por mil generaciones. Ésta es la única amplificación a la afirmación anterior y sirve para destacar la fidelidad inmutable del Señor durante las cambiantes generaciones. Sus juicios amenazan hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que le aborrecen, pero su amor prosigue para siempre, hasta «mil generaciones». C. H. S.



Vers. 11. Como porción de vuestra heredad. (Literalmente: «la cuerda de vuestra heredad» ) Ésta es una expresión sacada del antiguo método de medir la tierra con una cuerda; de donde la cuerda de medir es metonímicamente usada como la parte medida, y dividida por la cuerda. Así, las líneas «las cuerdas han caído para mí en lugares deleitosos», esto es, como el Salmista lo expresa: «He tenido una buena herencia» (Salmo 16:6). Samuel Chandler



Vers. 11, 12. Cuando ellos eran pocos en número, sí, muy pocos, y forasteros en ella. Las bendiciones prometidas a la simiente de Abraham no dependían del número de sus descendientes o de su posición en este mundo. El pacto fue hecho con un hombre, y en consecuencia, el número no podía ser menor, y este hombre no era el propietario de un pie cuadrado de terreno en todo el país, excepto una cueva donde enterrar a sus muertos y, por tanto, su simiente había de tener más herencia que él La pequeñez de una iglesia y la pobreza de sus miembros no son barreras para la bendición divina si es buscada sinceramente mediante la promesa. ¿No eran pocos los apóstoles y los discípulos débiles cuando empezó la buena obra. Ni porque seamos extranjeros o forasteros aquí abajo, como eran nuestros padres, estamos en un peligro mayor; somos como ovejas en medio de lobos, pero los lobos no pueden dañamos, porque el Pastor está cerca. C. H. S.



Vers. 12, 14, 15. Podría pensarse que todo el mundo se les echaría encima, pero había protección; Dios tiene una expresión negativa: No consintió que nadie los oprimiera. Muchos tenían un deseo intenso de habérselas con el pueblo de Dios, y el texto muestra las cuatro ventajas que el mundo tenía contra ellos. Primero, «Eran pocos». Segundo, «Muy pocos». Tercero, «forasteros». Cuarto, eran nómadas, no estaban establecidos. ¿Qué fue lo que estorbó a sus enemigos? Fue la voz negativa del Señor.

Y por causa de ellos castigó a los reyes. No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas. Vemos un ejemplo de ello (Génesis 35:5) cuando Jacob y su familia estaban viajando: «el terror de Dios estuvo sobre las ciudades que había en sus alrededores, y no persiguieron a los hijos de Jacob». Tenían la intención de hacerlo para vengarse de la matanza de los siquemitas; pero Dios dijo: «No persigáis», y ellos no pudieron perseguir, tuvieron que quedarse en casa. Y cuando su pueblo, los judíos, estuvieron ya seguros en Canaán, El los alentó a subir libremente para adorar en Jerusalén con esta garantía: «Ninguno codiciará tu tierra cuando subas para presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces en el año» (Exodo 34:24). Dios no sólo detiene las manos de echar a perder, sino los corazones de codiciar. Joseph Caryl



Vers. 14, 15. Aquí hay el gran peligro para los reyes y los Estados al tratar con sus santos de forma que no sea recta. Lo cual se ve en varias formas; porque no sólo les encarga de palabra que no les toquen, sino que hace la cosa más formal (y esto es lo que hace cuando defiende su causa): No los toquéis; como si les hubiera dicho: «Mirad que no os atreváis a tocarlos; dando a entender que hay una gran amenaza en hacerlo; lo haréis por vuestra cuenta y riesgo; éste es el alcance de lo que dice.»



Y, en consecuencia, lo demostró con los hechos; porque el texto dice que El no permitirá que les hagan daño, no que El iba a prevenir todo mal y toda injuria; porque recibieron muchas al pasar por aquellas tierras; pero en ningún caso quedaron sin castigo. Thomas Goodwin



Vers. 15. Mis ungidos. Abraham, Isaac y Jacob no habían sido ungidos exteriormente. Sin embargo, se les llama «ungidos» porque fueron apartados por Dios de la multitud de los impíos y dotados con el Espíritu y sus dones, de los cuales el aceite es un emblema. Mollerus



Vers. 16. Trajo hambre sobre la tierra. Sólo tenía que llamarla, como un hombre llama a su siervo, y se presentó. Cuán agradecidos deberíamos estar de que Él no llama con frecuencia a este terrible siervo suyo, tan implacable y cruel para mujeres y niños, y amargo para los hombres fuertes, que acaban cayendo delante de él.



Quebrantó todo sustento de pan. La vida débil del hombre no puede sostenerse sin su cayado: si le falla el pan, falla él. Como un inválido con su bastón roto cae al suelo, el hombre sin pan no puede sostenerse. C. H. S.



Como un amo llama a su siervo dispuesto a hacer su voluntad. Con resultados opuestos Dios dice (Ezequiel 36:29): «Llamaré al trigo y lo multiplicaré, y no os haré pasar hambre.» Podemos comparar también las palabras del centurión en cuanto a la enfermedad como sierva de Cristo; dispuesta, por tanto, a hacer lo que su Señor le mande (Mateo 8:8, 9). A. R. Fausset



Vers. 17. Envió a un varón delante de ellos. A José. Él fue la avanzadilla y pionero de todo el pueblo. Sus hermanos le vendieron, pero Dios le envió. C. H. S.



Que fue vendido como esclavo. El viaje de José a Egipto no fue tan costoso como el viaje de Jonás, que tuvo que pagar el pasaje; su pasaje libre fue provisto por los madianitas, los cuales aseguraron su presentación al gran funcionario del Estado al entregárselo como un esclavo. Su ascenso a una posición en que pudo alimentar a su familia pasó por el hoyo, la caravana de esclavos, el mercado de esclavos y la cárcel, y quién puede negar que fue un camino recto, el más seguro, el más sabio y, quizás el más corto.



Con todo, no lo parece. Si tuviéramos que enviar a un hombre con una misión así nosotros le proveeríamos de dinero: José fue como un pobre, le vestiríamos de autoridad; José fue como un esclavo, le dejaríamos en completa libertad; José estaba en servidumbre; con todo, el dinero no habría sido de mucha utilidad cuando el trigo era tan caro, la autoridad habría sido un motivo de irritación más bien que de influencia ante Faraón y la libertad podría no haber puesto a José en contacto con el capitán de Faraón o de sus otros siervos, y así el conocimiento de su habilidad en la interpretación de sueños no habría llegado a oídos del monarca. El camino de Dios es el mejor camino. El camino de nuestro Dios en su trono de mediación pasa por la cruz del Calvario; nuestro camino a la gloria atraviesa ríos de aflicción. C. H. S.



Vers. 17, 22. José puede ser un tipo apropiado para nosotros de nuestra liberación espiritual. Considerémosle vendido a Egipto, no sin el consejo determinado de Dios, que ordenó con antelación esto para bien: «Dios me envió delante de vosotros para preservación de vida» (Génesis 45:5). Aquí está la diferencia: los hermanos vendieron a José; nosotros nos vendimos a nosotros mismos. Considerémonos, pues, vendidos al pecado y a la muerte; Dios tiene el propósito de redimir-nos; esto es la elección.



José fue puesto en libertad de la cárcel, y nosotros somos rescatados de la casa de servidumbre; hubo una redención. La causa de José salió a la luz y él mismo fue declarado inocente; nosotros no podíamos ser hallados inocentes, pero fuimos declarados inocentes en Cristo; en esto consiste nuestra justificación.



Finalmente, José fue vestido en gloriosos atavíos, y adornado con cadenas de oro, y cabalgó en el segundo carro de Egipto; así nuestro paso final es para ser elevados a un gran honor, a saber, la gloria de la corte celestial. «Este honor lo tienen todos los santos» (Salmo 149:9). Thomas Adams



Vers. 18. Afligieron sus pies con grillos. Por estas palabras sabemos un poco más sobre los sufrimientos de José de lo que nos cuenta el libro del Génesis: la inspiración no había cesado, y David era un historiador más preciso que Moisés, porque el mismo Espíritu guiaba su pluma. Los grillos le preparaban para las cadenas de oro, y hacían sus pies aptos para estar en lugares elevados. Es así también con aquellos a quienes aflige el Señor; ellos también, un día, dejarán sus prisiones para ir a sus tronos. C. H. S.



En la cárcel fue puesta su persona (alma). Hasta que la hemos sentido, no podemos concebir esta enfermedad del corazón, que a veces se introduce en el que sufre; este sentimiento de soledad, de desmayo del alma, que viene de las esperanzas diferidas y los deseos no compartidos, del egoísmo de los hermanos y la indiferencia del mundo. Nos preguntamos: «Si el Señor estuviera conmigo, ¿tendría que sufrir esto, no sólo el desprecio de los grandes y entendidos, sino la indiferencia y descuido de aquellos a quienes he servido, que me olvidan?» Así, esto es lo que José podía haber preguntado; y lo preguntan los elegidos hasta hoy, en tanto que están sin la simpatía y apoyo de los hombres, poniendo su rostro como el pedernal al desprecio y la falsedad, pero sintiendo profundamente lo que les cuesta. Andrew Jukes



Vers. 19. Vendido a Egipto como esclavo, echado en la cárcel por su fidelidad a Dios, la Palabra del Señor puso a prueba poderosamente su alma. En la lobreguez de su prisión era muy difícil creer en la fidelidad de Dios, cuando su aflicción procedía de su obediencia; y más difícil aún el mantener la promesa claramente delante de él, cuando su gran tribulación perpetuamente le tentaba a considerarla como un sueño vano.



Nunca conocemos nuestra necesidad de fe hasta que alguna promesa gloriosa despierta nuestra alma y la pone en la actitud de creencia; y esta promesa es una prueba. Así, Pablo, con su profunda visión en los hechos de la experiencia espiritual, dice: «La Palabra del Señor es más aguda que una espada de dos filos, que atraviesa y separa el alma del espíritu, y las junturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.» Como ilustración de esto, observemos que muchas promesas del Señor nos llegan como le llegaron a José, como sueños-visiones del futuro.



Pero apelo a vuestra experiencia para decidir si no es verdad que tales revelaciones de la promesa rápidamente pasan a ser ocasiones de prueba. Entonces la voz burlona de la incredulidad nos dice que la aspiración es vana. Las contracorrientes frías de la indiferencia atenúan los cálidos impulsos del corazón. Estamos aprisionados, como José, pero no por barrotes materiales, sino por lazos invisibles de incredulidad; y hallamos muy difícil el mantener la promesa clara y brillante, cuando nos sentimos tentados a creer que nuestras aspiraciones eran meramente sueños vanos. Y hay este despertar, por la promesa, de la incredulidad escondida del alma, que hace de cada promesa una prueba inevitable. Dios hace que sus promesas sean pruebas.



De este modo la gran idea de una tierra no descubierta al otro lado del Atlántico entró en el alma de Colón; pero siguió siendo una fe no palpable hasta que por la oposición y el ridículo fue tentado a considerarla como un sueño, y entonces pasó a un esfuerzo heroico, y halló la tierra.



Así ocurre con todos los genios. Están a la vanguardia de su época, con pensamientos que el mundo no comprende; pero estos pensamientos son sueños hasta que sufren la burla de otros que los ponen a prueba y entonces son despertados al esfuerzo que produce la realización.



Por ello, Dios nos lleva a circunstancias en las que somos tentados a dudar de sus promesas, para que la tentación pueda disciplinar la fe en poder. Hay una tentación del desierto en cada vida, y, como Cristo, somos llevados con frecuencia a ella, a partir de la hora solemne en que oímos la voz: «Tú eres mi hijo»; pero, como Cristo, salimos fuertes a través del largo silencio de la lucha con la tentación, para hacer la voluntad de nuestro Padre.



Dios envía la hora de la liberación: «Hasta el tiempo en que se cumplió la predicción, y le acreditó la palabra de Jehová». Cuando la disciplina fue perfeccionada, José salió dispuesto para llevar a cabo su misión. Pero nuestra liberación no siempre viene de esta manera. Observa en las historias de la Biblia los cuatro grandes métodos por los que Dios envía liberación.



Algunas veces por la muerte. Así para Elías. El cansancio, la soledad y el fracaso habían agotado a este hombre tan fuerte hasta que exclamó: «Toma mi vida, porque no soy mejor que mis padres.» La tentación se hacía demasiado fuerte, y Dios envió liberación en un carro de fuego.



Algunas veces transformando la altura de una prueba en la altura de una bendición. Los tres jóvenes de Babilonia habían tensado sus nervios para el colmo de la agonía, cuando el fuego se volvió un paraíso. Así, ahora Dios hace del máximo de la prueba el heraldo de bendición espiritual. Por medio del sufrimiento se nos suelta de los lazos del tiempo y los sentidos; hay cerca de nosotros uno como el Hijo de Dios, y ha llegado la liberación.



Algunas veces la mirada de amor para el alma caída. Así fue con Pedro. La tentación le dominaba; una mirada de aquel ojo hizo que saliera llorando y fue librado. Así con Pablo. Después de la visión del tercer cielo vino «la espina en la carne». La tentación le hizo clamar tres veces a Dios; la prueba permaneció, pero había venido liberación: «Bástate mi gracia». El sufrimiento no alteró su presión, pero él aprendió a gloriarse en la debilidad; y luego llegó la hora de su liberación. EDWARD Luscombe



La Palabra del Señor le puso a prueba. Tal como nosotros ponemos a prueba la Palabra de Dios, la Palabra de Dios nos pone a prueba a nosotros; y felices somos si, cuando somos probados, salimos como oro; y la prueba de nuestra fe se demuestra más preciosa que la del oro que perece, aunque sea probado con fuego. William Jay



Le puso a prueba. No dudo que los hermanos de José se sintieron humillados, pero José lo fue más; tuvo que ser echado en el hoyo, en una prisión, y le pusieron grillos en las piernas, aunque no en el alma. Tiene que haberse sentido más afectado en el espíritu, porque debía hacer una obra mayor para Dios, y había de ser elevado mucho más que el resto y, por tanto, necesitaba más lastre. Thomas Shepard



Vers. 19-21. Los pies de José dolían en los grillos, para hacerlos aptos para andar más delicadamente en el palacio del rey en Zoán; y cuando llegó el tiempo del Señor, por los mismos peldaños en que había descendido al calabozo, ascendió para subir al carro como segundo de Faraón. Son pocos los que pueden llevar misericordias tan grandes y súbitas sin orgullo y altanería, hasta que se les reprende y humilla para llevarlas con más moderación. Samuel Lee



Vers. 22. Para que reprimiera a sus grandes como él quisiese. ¡Qué responsabilidades y honores sobre los hombros de José, que había sido rechazado por sus hermanos y vendido por veinte piezas de plata! ¡Qué glorias coronan la cabeza del que es mayor y que fue «separado de entre sus hermanos»! C. H. S.



Vers. 23. Y Jacob moró en la tierra de Cam. El Gosén más hermoso de Egipto no era la bendición del pacto; y el Señor no quería que su pueblo lo pensara; no obstante, para nosotros «la tierra es nuestra habitación»; pero sólo esto, porque nuestro hogar está en el cielo. Cuando estamos bien alojados, deberíamos recordar que no tenemos aquí ciudad permanente. Serían malas noticias si se nos condenara a residir en Egipto para siempre, porque todas sus riquezas no son dignas de comparación con el reproche de Cristo. C. H. S.



Los egipcios eran una rama de la raza de Cam. Llegaron a Asia a, través del desierto de Siria para establecerse en el valle del Nilo. Este es un hecho establecido por la ciencia y del todo de acuerdo con las afirmaciones del libro del Génesis. F. Lenormant Y E. Chevalier



Vers. 25. Cambió el corazón de ellos para que aborreciesen a su pueblo. Fue su bondad hacia Israel lo que provocó la mala voluntad de la corte de Egipto, y hasta aquí el mismo Señor la causó, y, además, Él hizo uso de este sentimiento para llevar desazón a su pueblo y, con ello, que estuvieran dispuestos a dejar la tierra a la cual evidentemente habían acabado poniendo afecto y estaban apegados. Hasta aquí el Señor cambió el corazón de los egipcios. C. H. S.



Dios no puede en ningún sentido ser el autor del pecado y, con ello, ser moralmente responsable por su existencia, pero sucede a veces que a través del mal, que es inherente a la naturaleza humana, los actos del Señor despiertan sentimientos malévolos en los impíos. ¿Es el sol culpable de que se ablande la cera y se endurezca la arcilla? ¿Debe acusársele de crear emanaciones pestilentes a causa de su calor en la ciénaga apestosa? El sol hace que apeste el estercolero sólo en cierto sentido; de haber sido un parterre de flores habría extraído fragancia. C. H. S.



Dios no puso este odio malvado en su corazón, puesto que esto no sería compatible con la santidad de la naturaleza de Dios o con la verdad de su palabra, y esto era del todo innecesario, porque había en ellos otras maldades por naturaleza; ocurrió al retirar los dones y operaciones comunes de su Espíritu, y los frenos y obstáculos del mismo, y al dejarlos por completo a sus errores y pasiones y afectos corruptos, que por su propia cuenta estaban dispuestos a tomar este curso; y parcialmente, al dirigir y ordenar este aborrecimiento, que era totalmente de ellos y procedía de ellos, de modo que cayera sobre los israelitas más bien que sobre otro pueblo. Matthew Poole



Vers. 27. Por medio de ellos realizó sus señales, y sus prodigios en la tierra de Cam. Los milagros que fueron obrados por Moisés fueron del Señor, no de Moisés; por ello los llama «sus señales», como marcas de la presencia y poder de Jehová. Las plagas eran «palabras de sus señales», es decir, eran portentos hablados, que testificaban más claramente que palabras la omnipotencia de Jehová, su determinación a ser obedecido, su ira ante la obstinación de Faraón. C. H. S.



Nunca hubo discursos más claros, directos, personales o poderosos, y, con todo, se necesitaron diez de ellos para conseguir el fin propuesto. En la predicación del evangelio hay palabras, señales y portentos, y éstos dejan a los hombres sin excusa de su impenitencia; el que el reino de Dios se acerque a ellos y, con todo, ellos persistan en su rebeldía es el pecado de los espíritus obstinados.

Esto es lo asombroso del pecado que ve maravillas de gracia y no se siente afectado por ellas; por más que fuera malo, Faraón no tenía esta culpa, porque los prodigios que contempló eran portentos de juicio, pero no de misericordia. C. H. S.



Vers. 28. Tinieblas. Hay un terrible significado en esta plaga de las tinieblas. El sol era un objeto principal de devoción para los egipcios, bajo el nombre de Osiris. El mismo nombre Faraón significa no sólo el rey, sino también el sol, y caracteriza al mismo rey como representante del sol y calificado en alguna forma a honores divinos.



Pero ahora la misma luz del sol había desaparecido y parecía haber regresado el caos primitivo. De esta manera las formas egipcias de culto fueron cubiertas de vergüenza y confusión por las plagas. James G. Murphy



Por ello, ahora, la tierra de Egipto parecía envuelta por una nube espesa, palpable, fría, húmeda, impenetrable; la gente la sentía en sus cuerpos; el sol había desaparecido y todo quedaba reducido casi al estado de muerte, una sombra de lo que había de ser la última plaga. Thomas S. Millington



Una nube así había de ser aún más terrible para Egipto, un país soleado, que para otros países; allí el sol siempre brilla y la lluvia es casi desconocida. En un lugar así estas condiciones deben haber sido motivo de horror y sufrimiento. Lo expresa la frase: «Nadie se movió de su lugar durante tres días.» Faraón podía llamar a sus guardas, pero era en vano. Ni Moisés ni Aarón eran accesibles, pues nadie podía verlos. Como dice el patriarca Job, «se espantaron» (Job 18:33). Y esto duró tres días y tres noches en silencio espantoso, como si ya estuvieran muertos. Esta oscuridad debía hacerse más opresiva e intolerable cuanto más duraba. La sentían sobre sus cuerpos, pero más aún sobre sus almas en la agonía de la aprensión y el temor; una oscuridad como nos presenta el libro del Apocalipsis, cuando el quinto ángel derrama su copa sobre la sede de la bestia: «y su reino se cubrió de tinieblas, y se mordían de dolor la lengua, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores... y no se arrepintieron de sus obras.» (Apocalipsis 16:10, 11).



Y ellos (Moisés y Aarón) no se rebelaron a sus palabras. Jonás si se rebeló, pues cuando fue enviado a anunciar los juicios de Dios contra Nínive se fue a Tarsis. Moisés y Aarón no cambiaron su actitud, ni a causa del temor por la ira de Faraón, ni por falsa compasión ante la desgracia de Egipto, para aflojar o demorar ninguna de las plagas que Dios había ordenado que infligieran sobre los egipcios; sino que extendieron su mano, para que ocurriera lo que Dios había designado. Los que han recibido órdenes de ejecutar juicio han de ver que el ser remisos en su ejecución es una rebelión contra la Palabra de Dios. Matthew Henry



Vers. 29. Volvió sus aguas en sangre, y mató sus peces. De modo que la plaga no fue un mero colorear el agua con tierra roja, como suponen algunos, sino que el río se volvió letal para los peces. C. H. S.



El Nilo empieza a elevarse hacia fines de junio y alcanza el punto más alto a finales de septiembre. Al comienzo de la crecida adopta un matiz verdoso, su sabor es desagradable, el agua no es sana y no es potable. Pronto se vuelve rojizo y turbio, y sigue en este estado durante tres semanas o algo más. En esta condición es saludable de nuevo para su uso.



El milagro ejecutado ahora fue totalmente distinto del cambio anual. Porque: 1) ocurrió no por una mezcla de arcilla y animálculos; 2) ocurrió en el invierno, no en el verano; 3) los peces murieron, algo que no ocurre con los cambios periódicos de color; 4) el río hedía, y esto no ocurre cuando se vuelve rojo por el limo que arrastra; 5) esta situación duró sólo siete días, no tres semanas; y 6) el cambio fue instantáneo ante los ojos de Faraón.



Una calamidad así fue terrible. Las aguas dulces del Nilo son la bebida común en Egipto. Abundan en ellas toda clase de peces, que son una parte principal de la comida de los habitantes del país. El Nilo era reverenciado como un dios por los egipcios. Ahora era un líquido pútrido, del que se apartaban con asco. James G. Murphy



Vers. 30. Su tierra produjo ranas. No es difícil para uno que visita la India en la estación de los monzones formarse una idea de esta plaga de Egipto en que las ranas entraban en las alcobas de los reyes. En la estación lluviosa se ven miríadas de ellas que van en todas direcciones. Uno puede defenderse y matarlas todas en su habitación, pero a la noche siguiente los visitantes están de nuevo allí. Parece increíble, pero una noche matamos cuarenta en la casa de misión de Jaffna. Joseph Roberts

En las alcobas de los reyes. Su presencia debe haber inspirado horror y asco; las ranas daban saltos por las alcobas de los reyes, una escena que debe de haber ultrajado su orgullo. Los reyes no son más que los demás hombres para Dios. Aún más, eran los responsables de la rebelión. C. H. S.

Dios hizo que las ranas entraran en la misma alcoba del rey; con ello le mostraba que sus juicios penetraban en la intimidad de su casa; para Dios, el campo, la sala o el dormitorio son lo mismo. Josías Shute



Los príncipes y los personajes suelen estar exentos de las reprensiones de los hombres. En cuanto a las leyes, como con las telarañas, las moscas grandes pasan por ellas: ¿Quién se atreve a decir a un príncipe: «Eres un malvado»? Están más allá del reproche humano, pero no del divino. J. Shute



Vers. 31. Habló, y vinieron enjambres de moscas. No hay nada demasiado pequeño para dominar al hombre cuando Dios le ordena que lo asalte. Los hijos de Cam habían despreciado a los israelitas, y ahora tenían asco de sí mismos. ¡Qué ejércitos envió el Señor cuando levantó su brazo en son de guerra! Y ¡qué desprecio para las naciones orgullosas cuando Dios lucha contra ellas no con ángeles sino con piojos! El orgullo de Faraón quedaría abatido cuando tubo que empezar a defenderse de estos parásitos asquerosos. El orgullo es una locura moral. C. H. S.



Como una ilustración del poder de las moscas reproducimos un extracto de Charles Marshall en Canadian Dóminion: «Me han dicho personas veraces que al mediodía las nubes de mosquitos en los llanos impedían al conductor ver a los caballos delanteros, en un grupo de cuatro. El ganado sólo podía ser reconocido por su bulto; todos quedaban cubiertos de una costra impenetrable de mosquitos. La ruta de las llanuras del Río Rojo estaba punteada por los cuerpos muertos de los bueyes que habían sucumbido ante este insignificante enemigo.»



Según Josefo: «Los cuerpos de las personas estaban cubiertos de piojos, que los picaban con furor intolerable, y no había remedio con baños o unturas.» Pero, aparte de lo detestable que era para los cuerpos, hemos de considerar el ultraje causado a su religión por la contaminación de las deidades y la interrupción de sus ceremonias religiosas. T. S. Millington



Estos bichitos son una de las molestias más comunes en Egipto. Herodoto nos dice que los sacerdotes se afeitan todo el cuerpo cada dos días, para que ningún piojo u otra cosa impura se les adhiera cuando están ocupados en el servicio de los dioses. Es manifiesto que estos animales eran particularmente repugnantes para los egipcios. James G. Murphy



Vers. 32. Granizo. Hay informes de piedras de granizo enormes que han caído durante ciertas tempestades. Según referencias, en una de estas ocasiones, en Flintshire, el nueve de abril Deuteronomy 1672, cayeron piedras que pesaban cinco onzas, y hay crónicas que las citan de mayor tamaño. Dionysius Lardner



Vers. 34. Vinieron langostas, y pulgón sinnúmero. Viajamos durante cinco días por terrenos que habían quedado completamente desolados, en que el mijo sembrado, con tallos tan altos como nuestras viñas, estaba hecho trizas como si hubiera caído una terrible tempestad; todo lo habían hecho las langostas. Los árboles estaban sin hojas, e incluso habían devorado la corteza; no había rastro de hierba. Su número era indescriptible; había niños, mujeres y hombres sentados como muertos en medio de las langostas. Samuel Purchas



En algunas ocasiones se han extendido millas y millas; formaban una nube que proyectaba una larga sombra sobre la tierra.



El comandante Moore describe un inmenso ejército de estos animales que asoló el país de Mahratta: La columna se extendía una longitud de quinientas millas; tan compacta que parecía un eclipse, pues oscureció el sol; los objetos y árboles no ofrecían sombra. M. Kalisch



Vers. 34, 35. Habló, y vinieron langostas, y pulgón sinnúmero. Y comieron toda la hierba de su país, y devoraron el fruto de su tierra. Nada escapa de estas voraces criaturas. Caen sobre los árboles y los dejan sin hojas. Comisionados como estaban por Dios, su obra tenía que ser efectiva: dejaron tras si un desierto desolado. C. H. S.



Vers. 36. Hirió de muerte a todos los primogénitos en su tierra. Este fue el golpe decisivo. El Señor había hablado antes, pero ahora hiere; antes había tocado sus posesiones; ahora, a los hombres mismos. La gloria de la casa cayó en una sola noche; lo mejor de la nación fue cortado; la flor de las tropas, los herederos de los ricos y las esperanzas de los pobres murieron a la medianoche. C. H. S.



Se oyen gritos y gemidos procedentes de las casas de los egipcios, en las que ha tenido lugar esta tragedia. Las casas de los sacerdotes y de los funcionarios; las de los humildes y el mismo palacio real: «¡El príncipe real ha muerto!»



¡Salid, hijos de Jacob! ¡Abandonad esta casa de servidumbre, oprimidos y ultrajados israelitas! Y en su ansia para quitárselos de encima amontonaron sobre ellos, esta raza terrible protegida por los cielos, oro y joyas para que se marcharan cuanto antes. James Hamilton



Vers. 37. Y no hubo en sus tribus ninguno que flaqueara. ¡ Qué gran maravilla! El número de la multitud era ingente. Con todo, no hubo necesidad de llevar a ninguno en angarillas o cojeando en la retaguardia. Había pobreza y opresión, pero ninguno que flaqueara.



Jehová Rophi los había sanado; no llevaban consigo ninguna de las enfermedades de Egipto, y ninguno quedó agotado, cosa común en la opresión. Cuando Dios llama a su pueblo a un largo viaje, los pone en condiciones; en el peregrinaje de la vida, nuestra fuerza estará a la altura de los días. Ved el contraste entre Egipto e Israel; en Egipto, un muerto en cada casa; entre los israelitas, ni uno que cojeara. C. H. S.



Cuando Israel salió de Egipto no hubo una persona que flaqueara, aunque eran débiles cuando residían allí; así no habrá ningún santo débil al ir al cielo, sino que serán perfectos cuando sean llevados allí por los ángeles de Dios, por más que se quejen de debilidad aquí. «No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el más joven morirá de cien años» (Isaías 65:20). John Sheffield



Vers. 39. Extendió una nube por cubierta. Ningún pueblo fue tan favorecido. ¿Qué darían los viajeros del desierto para tener un dosel? El sol no podía abrasarles con sus rayos; todo el campamento quedaba resguardado como un rey en su pabellón. Nada le parecía a Dios que era demasiado bueno para darlo a su nación escogida; procuraba su bienestar en todas formas.



Y fuego (luz) para alumbrar la noche. Las ciudades estaban envueltas en la oscuridad, pero sus tiendas disfrutaban de luz. Dios mismo era su sol y escudo, su gloria y su defensa. ¿Podían dejar de creer cuando se les resguardaba con tanto amor, o rebeldes cuando andaban de noche con tal luz?



¡Ay!, la historia de su pecado es tan extraordinaria como la historia del amor de su benefactor; pero este Salmo selecciona el lado dichoso del tema e insiste sólo en el pacto de amor y de fidelidad. ¡Oh!, demos gracias al Señor, porque es bueno. Nosotros también hemos visto que el Señor es todo esto para nosotros, porque ha sido nuestro sol y escudo y nos ha preservado de los peligros del gozo y de los males de la aflicción. C. H. S.



Vers. 41. Abrió la peña y fluyeron aguas. Con la vara de Moisés y con su propia palabra abrió la roca en el desierto y brotaron aguas abundantes para beber donde ellos temían tener que morir de sed. De orígenes inesperados, el Dios que lo suple todo puede proveer para las necesidades de su pueblo; rocas duras pasan a ser manantiales de aguas a la orden del Señor.



Corrieron por los sequedales como un río. De modo que los que estaban a distancia de la roca pudieron agacharse y beber, y la corriente siguió fluyendo, así que en viajes futuros quedaron aprovisionados. El agua fluyó en lugares secos, por más que la arena absorbe el agua rápidamente. Nosotros sabemos que la roca nos muestra a nuestro Señor Jesucristo, del cual fluyen ríos de agua viva que nunca se agotarán hasta que el último peregrino haya cruzado el Jordán y entrado en Canaán. C. H. S.



Vers. 45. Para que guardasen sus estatutos y cumpliesen sus leyes. Y muy apropiadamente entonces termina la música con un jubiloso pero solemne grito de «Aleluya», «Alabado sea el Señor». Si esta historia no impulsa a Israel a alabar a Dios, ¿qué habrá que lo consiga? C. H. S.



El Salmo ciento cinco es una meditación sobre el pacto en cuanto ejecutado por parte de Dios; el Salmo ciento seis, sobre el pacto en cuanto guardado por Israel. Ambos insisten en la voluntad predestin adora de Dios, la elección de los hombres a la santidad y la obediencia, y el modo en que el pecado humano se opone a esta voluntad y, con todo, no puede anularla. Plain Commentaiy



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