Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 107 Salmo 107

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 107 Salmo 107



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 107 Salmo 107

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SALMO 107



Este es un cántico escogido para los «redimidos de Jehová» (vers. 2). Aunque celebra liberaciones providenciales y, por tanto, puede ser cantado por todo aquel cuya vida ha sido preservada en tiempo de peligro, con todo, y tras esto, engrandece principalmente al Señor por bendiciones espirituales, de las cuales los favores temporales son sólo tipos y sombras. El tema es la acción de gracias y los motivos de la misma. La construcción del Salmo es altamente poética, y como mera composición sería difícil hallar otras comparables entre las producciones humanas. Los bardos de la Biblia no tienen que ceder el lugar de honor entre los hijos del canto.



Vers. 1. Alabad a Jehová, porque él es bueno. Ante ningún deber somos más remisos y reacios como ante la alabanza a Dios y la acción de gracias; y no hay deber alguno del que haya más necesidad de ser espoleado como hace esta sincera exhortación. David Dickson



Vers. 2. Los que ha redimido del poder del enemigo. ¿Qué gratitud puede bastar por la liberación del poder del pecado, la muerte y el infierno? En el mismo cielo no hay himno más dulce que aquél cuya esencia es: «Tú nos has redimido para Dios con tu sangre.» C. H. S.



Vers. 4. Anduvieron errantes por el desierto. Ha perdido el camino. Cuando estaba en el mundo no tenía dificultades; el camino era tan ancho que no podía equivocarse al seguirlo. Pero cuando la obra de la gracia divina empieza en el corazón del pecador, pierde el camino. No puede hallar su camino en el mundo; Dios le guía fuera de él, como llevó a Lot fuera de Sodoma. J. C. Philpot

Por la soledad sin camino. La ruta del viajero en la soledad es desolada, y cuando deja incluso esta pobre senda desértica para ir mucho más allá del camino hollado por los hombres, se halla en una situación muy apurada. Un alma sin simpatía está a los bordes del infierno; una soledad sin camino es una invitación al abatimiento. C. H. S.



Vers. 6. Entonces clamaron a Jehová en su angustia. Algunos nunca oran hasta que están medio muertos de hambre, y para servir mejor a sus intereses sería preferible que estuvieran vacíos y desmayaran, más bien que llenos y robustos. Si el hambre nos pone de rodillas, es mejor que un banquete; si la sed nos lleva a la fuente, es mejor que los tragos de los goces del mundo; y si el desmayo lleva al llanto y al clamor, es mejor que la fuerza de los poderosos. C. H. S.



En estas palabras hallamos tres cosas notables: primero, la condición de la iglesia de Dios y del pueblo de Dios, tribulación y aflicción; segundo, la práctica y ejercicio del pueblo de Dios en este estado: «Entonces clamaron a Jehová»; tercero, su éxito, y el buen resultado de esta práctica: «Y él los libró.» Peter Smith



Vers. 7. Los dirigió por camino derecho. Hay muchos caminos equivocados pero sólo uno recto, y en éste no hay nadie que pueda guiamos, sino Dios mismo.



Para que viniesen a ciudad habitable. Ellos no hallaban ciudad habitable, pero El halló una ya preparada. Lo que podemos hacer nosotros y lo que puede hacer Dios son dos cosas muy distintas. C. H. S.



¡No una ciudad para visitar y mirar! Muchos sólo podrán mirar; y «habrá lloro y crujir de dientes, cuando vean a Abraham, Isaac y Jacob en el reino de Dios y ellos se queden fuera». No una ciudad para estar de paso. Los cristianos no sólo entrarán, sino que morarán en ella. No saldrán más de ella, es su «ciudad de habitación». Esto transmite la idea de reposo. William Jay



Vers. 8. Alaben la misericordia de Jehová. El original dice: «Ojalá que la confesaran al Señor, tanto en secreto como en público.» Este es el alquiler requerido por Dios; está contento de que tengamos el bienestar de sus bendiciones, para que redunde en su honor. Este era todo el pago que Cristo requería por sus curaciones: «Id y decid lo que Dios ha hecho por vosotros». Las palabras parecen ser poca cosa, una recompensa muy reducida; pero Cristo, dice Nazianceno, «se llamaba a si mismo La Palabra (el Verbo)». John Trapp



Y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Los hijos de los hombres son tan insignificantes, tan endebles, tan inválidos, que es una gran maravilla que el Señor haga algo por ellos; pero El no está contento con hacer obras pequeñas; ostenta su sabiduría, poder y amor para ejecutar maravillas en favor de aquellos que le buscan. En la vida de cada uno de los redimidos hay un mundo de maravillas y, por tanto, de cada uno debería brotar un mundo de alabanzas. C. H. S.



Vers. 15. Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres. La vista de tanta bondad hace que el hombre entendido sienta deseos de que el Señor sea honrado debidamente por su asombrosa misericordia. Cuando se abren las puertas del calabozo y las cadenas son hechas pedazos, ¿quién puede rehusar adorar la gloriosa bondad del Señor? Oprime el corazón pensar que estas misericordias de gracia no sean cantadas; no podemos por menos que implorar a los hombres que recuerden sus obligaciones y exalten al Señor, su Dios. C. H. S.



Vers. 17. Insensatos. No hay nada más insensato que un acto de maldad; no hay sabiduría igual a la de obedecer a Dios. Albert Barnes



Vers. 17-20. Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina. Los amigos pueden hablar, y los ministros pueden hablar, sí, los ángeles pueden hablar, y todo es en vano; las heridas son incurables, a pesar de todas las palabras; pero, si habla Dios, el alma moribunda revive. Esta palabra es el único bálsamo que puede curar la conciencia herida: «Envió su palabra, y los sanó.»

La conciencia es un preso bajo el poder de Dios; Él la retiene, sus grillos entran en la misma alma; lo hace con su Palabra, y verdaderamente El es el único que puede encerrarla o soltarla; ni el mundo entero es capaz de abrir la puerta de hierro, soltar sus grillos y dejar al pobre preso en libertad, hasta que Dios dice la palabra. George Swinnock



Vers. 18. Su alma abominó todo alimento. Las mejores golosinas humanas no son sino consuelos vanos. ¿Para qué le sirve un manjar sabroso a un enfermo si está a punto de morir? El oro y la plata, las tierras y casas, deleites para el codicioso, le producen asco. La carne de Cristo es verdadera comida (Juan 6:55). Aliméntate de El por fe, en salud y enfermedad; nunca le detestarás. Su carne es la verdadera comida deseable, comida que no nos sacia, no nos ahíta. Joseph Caryl



Vers. 20. Su palabra los sanó. Su Palabra que es el Verbo, a saber, la segunda persona de la Deidad, nuestro Señor Jesucristo, el Verbo que fue hecho carne y habitó entre nosotros; de este Verbo divino habló de antemano el Antiguo Testamento que se levantaría con la gloria del sol de la mañana, trayendo salud en sus alas para nuestras dolencias; y, según el Nuevo Testamento refiere, Jesús anduvo por toda Galilea, predicando el Evangelio del reino y sanando toda clase de enfermedades y dolencias entre la gente. Curó la enfermedad corporal milagrosamente, para mostrar que El era el Médico Todopoderoso del alma.



Y es notable que Él nunca rechazó a ninguna persona que solicitara ser curada exteriormente por El, para demostrarnos que nunca echa a nadie que le pide curación espiritual. William Romaine



Vers. 23. Los que descienden al mar en naves. La navegación era tan poco practicada entre los israelitas, que los marineros estaban aureolados con una especie de misterio, y su oficio era considerado como singularmente audaz y peligroso.



Las historias relacionadas con el mar eran escuchadas con emoción, y el que había estado en Ofir o en Tarsis y había regresado vivo era tenido como un héroe, un marino viejo al cual había que escuchar con reverente atención. Los viajes por mar eran vistos como el descender a un abismo: «descienden al mar en naves»; en tanto que nuestros marinos, hoy, hablan precisamente de «altamar». C. H. S.



Vers. 24. Y sus maravillas en las profundidades. No todos los creyentes tienen la misma experiencia, profunda; pero con buen fin, para que puedan hacer negocios por El, el Señor envía a algunos de sus santos al mar de las tribulaciones del alma, y allí ven las maravillas de la gracia divina, que los demás no conocen. El navegar por los abismos de la depravación interna, las inmensas aguas de la pobreza, las olas de la persecución y las marejadas de la tentación necesita a Dios por encima de los demás, y le encuentran. C. H. S.



Vers. 28. Entonces claman a Jehová en su angustia. Aunque ya han agotado los recursos, aún pueden orar; su corazón está derretido, y se desparrama en gritos pidiendo ayuda. C. H. S.



Dios recibe noticias con más frecuencia de las personas afligidas que de las que se hallan en bienestar, tranquilas y fuera de peligro. El hijo pródigo era muy altivo y decidió que no regresaría nunca, hasta que la necesidad le empujó a hacerlo; entonces oyó palabras de amor de su padre. Agar era orgullosa en la casa de Abraham, pero humilde en el desierto.



Jonás estaba durmiendo en el barco, pero despierto y orando en el interior de la ballena (Jonás 2:1). Manasés vivía en Jerusalén como un libertino, pero cuando estaba encadenado en Babilonia, su corazón se volvió al Señor (2º Crónicas 33:11, 12). Las enfermedades corporales forzaron a muchos, según el evangelio, a acudir a Cristo, en tanto que otros que disfrutaban de salud no le reconocieron.



Uno podría pensar que al Señor le produciría disgusto escuchar estas oraciones que son impulsadas sólo por el deseo de salir del peligro y no por el amor y la sinceridad del corazón. Si no hubiera habido la desgracia de la ceguera, la cojera, la parálisis, las fiebres, etc., en los días de Cristo, no habría habido tantos que acudieran a El en tropel. Daniel Pell



Vers. 29. Cambia la tempestad en sosiego. La imagen es ésta: los hombres, antes de ser redimidos, son como un barco en un mar tormentoso, agitados por las pasiones, lanzados de acá para allá por los cuidados y angustias, arrebatados por las tentaciones que nunca están en reposo. Este es su estado más calmado en los días sonrientes de la prosperidad; pero vienen las aflicciones, las aflicciones del pecado y Satanás, y el mundo se levanta en una violenta tempestad, de la cual no permiten escapar ni el ingenio ni la fuerza. El hombre será engullido por las olas voraces, a menos que el mismo Dios que creó el mar hable y diga: «Paz, sosiégate.»



Nos hallamos en la misma situación que los apóstoles cuando estaban solos por la noche en medio del mar, y el viento y las olas les eran contrarios; remaban contra ellas en vano, hasta que Cristo se les acercó, andando sobre el mar, y mandó a los vientos que cesaran y a las olas que enmudecieran; ante lo cual sobrevino una gran calma, porque conocían su voz, que les había dado el ser, y obedecieron. Su palabra es todopoderosa para calmar el mar embravecido y los elementos más furiosos.

Y Él es tan Omnipotente en el mundo espiritual como en el natural. Cuando entra en un alma, ordena que cesen las pasiones discordantes y allí reina una calma bendita. ¡Oh, que el Salvador todopoderoso nos hable así a todos, para que podamos navegar en un mar sosegado hasta que lleguemos al puerto deseado del reposo eterno! William Romaine



Vers. 30. Luego se alegran, porque se apaciguaron. Nadie puede apreciar tanto este versículo como el que ha estado en una tormenta en el mar. No hay música más dulce que el ruido que hace la cadena al ser arrastrada por los marineros cuando dejan caer el anda; no hay lugar que parezca más deseable que la bahía o ensenada en que el barco se halla en reposo.



Y así los guía al puerto que deseaban. Cuanto más desapacible es la travesía, más anhelan el puerto los marineros; y todos vemos el cielo como un puerto cuando se multiplican nuestras tribulaciones. C. H. S.



Vers. 32. Exáltenlo en la congregación del pueblo. Con frecuencia, cuando se oye de un barco que a duras penas ha escapado de un naufragio, se comenta superficialmente sobre el asunto como un caso de suerte, pero no deberíamos tomarlo tan a la ligera. C. H. S.



Vers. 34. Por la maldad de los que la habitan. Si transformamos el bien en mal, no hemos de extrañarnos que el Señor nos pague con la misma moneda y llene nuestros pechos de mezquindad y vileza. Muchas iglesias estériles deben su estado presente a su comportamiento vacilante, y muchos cristianos estériles han llegado a esta lamentable condición por andar descuidados, no santificados delante del Señor. Que los que son santos no corran el riesgo de sufrir la pérdida de sus misericordias, sino que vigilen para que las cosas les vayan bien. C. H. S.



Vers. 35. El desierto en estanques de aguas. Si Dios aflige, su justicia halla la causa de ello en el hombre; pero si hace bien a un hombre, es de su buena voluntad, sin causa alguna en el hombre; por tanto, no se da razón alguna aquí de este cambio, como se dio de lo anterior, sino simplemente: «Él transforma el desierto en estanques de aguas y la tierra seca en manantiales.» David Dickson



Vers. 39. Si son menoscabados y abatidos bajo el peso de infortunios y congojas. Las pruebas son de varias clases; aquí tenemos tres palabras para la aflicción, pero hay muchas más; Dios tiene muchas varas, y nosotros muchos duelos, y todos ellos a causa de que pecamos mucho. C. H. S.



Vers. 41. Él levanta de la miseria al pobre. ¿Hasta dónde? Por encima de la maldición, para que nunca le toque; por encima del poder de Satán, que nunca podrá destruirle; por encima de la influencia del pecado, para que no tenga dominio sobre él; por encima de la posibilidad de ser desterrado de su presencia, porque «Israel será salvado en el Señor con salvación eterna».



Esta es la forma en que Dios levanta a los suyos, instruyéndoles en los misterios de su Palabra y haciéndoles participar de los goces contenidos en ella. Joseph Irons



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