Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 119a Salmo 119:1-32

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 119a Salmo 119:1-32



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 119a Salmo 119:1-32

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Salmo 119



Introducción



No hay título para este Salmo, ni se menciona al autor del mismo. Es el Salmo más largo, y esto es un distintivo suficiente. Y no sólo es largo; porque se destaca también en amplitud de pensamiento, profundidad de significado y altura de fervor. Muchos lectores superficiales se han imaginado que insiste rasgando una sola cuerda y abunda en repeticiones y redundancias piadosas; pero esto es debido a lo somero de la mente del lector; los que han estudiado este himno divino y notado cuidadosamente cada línea del mismo se han asombrado ante la variedad y profundidad de su pensamiento. Cuanto más se estudia, más fresco y vigoroso resulta. No contiene palabras ociosas; las uvas de este racimo están a punto de estallar en mosto para el reino. Una vez y otra hemos exclamado al estudiarlo: «¡Qué profundidad!» Con todo, estas profundidades están escondidas tras una aparente simplicidad, como ha dicho sabiamente Agustín, y esto hace su exposición mucho más difícil.



Creemos que fue David el que escribió este Salmo. Es davídico en tono y expresión, y corresponde a las experiencias de David en muchos puntos interesantes.



El tema único es la palabra del Señor. «La mayoría», dice Martín Boos, «lee sus Biblias como las vacas que pacen entre la hierba lozana, y pisotean bajo sus pies las flores y hierba más delicada». Es de temer que hacemos esto con demasiada frecuencia.



Esta oda sagrada es una Biblia en miniatura, las Escrituras condensadas, la Sagrada Escritura reducida a emociones y acciones santas. C. H. S.



NOTAS REFERENTES A ESTE SALMO EN CONJUNTO



Este Salmo es llamado el «Alfabeto del amor divino», el «Paraíso de todas las doctrinas», el «Almacén del Espíritu Santo», la «Escuela de la verdad»; también el profundo misterio de las Escrituras, en que toda la disciplina moral de todas las virtudes brilla resplandeciente. J. P. Palanterius



Se dice que el famoso san Agustín, que entre sus obras voluminosas dejó un Comentario al libro de los Salmos, había demorado el comentar sobre este Salmo hasta que hubo terminado todo el Salterio; y sólo entonces cedió ante la insistencia vehemente de sus amigos a que lo comentara: «Porque», decía, «cuantas veces he intentado pensar en él, siempre excede el poder de mi pensamiento atento y la capacidad de comprensión de mis facultades». W. Deburgh



En la obra de Matthew Henry Account of the Life and Death of His Father, Philip Henry dice: «Una vez, insistiendo en el estudio de las Escrituras, nos aconsejó que leyéramos un versículo de este Salmo cada mañana y meditáramos sobre él, y que repasáramos el Salmo dos veces cada año; y esto, dijo él, os pondrá a tono en el amor al resto de las Escrituras. Con frecuencia decía: "Toda gracia crece cuando crece el amor a la Palabra de Dios".»



Hallándose en Londres, en el tumulto y confusión de una crisis política (1819), William Wilberforce escribe en su Diario: «Anduve desde Hyde Park Corner repitiendo el Salmo ciento diecinueve con gran consuelo.» William Alexander, en «The Witness of the Psalms»



George Wishart, el capellán y biógrafo que escribió The GreatMarquis of Monrose, como se le llamaba, habría seguido el destino de su ilustre amo, excepto por el siguiente y singular incidente: Cuando, hallándose en el cadalso, requirió, según la costumbre del tiempo, que se le permitiera cantar un Salmo, escogió el ciento diecinueve, y antes de haber cantado los dos tercios del mismo llegó su perdón, y su vida fue preservada. Puede no estar fuera de lugar el añadir que George Wishart, obispo de Edinburgo, al cual nos hemos referido, ha sido confundido muchas veces con un mártir piadoso del mismo nombre que vivió y murió un siglo antes. C. H. S.



Me parece a mí que es una colección de las exclamaciones o jaculatorias más pias y devotas de David, como suspiros breves y súbitos de su alma a Dios, que fue escribiendo a medida que se le ocurrían, y hacia el fin de sus años recogió de su diario en que se hallaban esparcidas y, añadiéndoles muchas otras palabras, compuso este Salmo, en el cual hay poca continuidad o coherencia entre los versículos. M. Henry



Sé que no hay parte alguna de las Sagradas Escrituras en que la naturaleza y evidencia de la piedad verdadera y sincera sea subrayada tan plena y completamente, y delineada como en el Salmo ciento diecinueve. J. Edwards



El nombre Jehová ocurre veintidós veces en el Salmo. Su tema es la Palabra de Dios, que menciona bajo uno de estos diez términos: ley, camino, testimonio, precepto, estatuto, mandamiento, juicio, palabra, dicho, verdad, en cada uno de los versículos, excepto uno, el ciento veintidós. J. D. Murphy



EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 1 AL 8



Estos primeros ocho versículos están relacionados con la contemplación de la bienaventuranza que resulta de guardar los estatutos del Señor. La comunión de corazón con Dios se goza por medio del amor a esta Palabra, que es la manera de Dios de comunicar con el alma por medio de su Espíritu Santo.



Es de desear que el lector sienta el fervor derramado sobre los versículos a medida que avance: entonces empezará como lector, pero pronto se inclinará como suplicante; su estudio pasará a ser un oratorio, y su contemplación enfervorizará en adoración.



Vers. 1. Bienaventurados. La verdadera religión no es fría ni seca; tiene sus exclamaciones y arrobamientos. No sólo creemos que el guardar la ley de Dios es algo sabio y apropiado, sino que estamos enamorados con ardor de su santidad, y exclamamos con asombro y adoración: «¡Bienaventurados los perfectos!», indicando con ello que estamos ansiosos de llegar a serlo nosotros y no deseamos mayor felicidad que ser perfectamente santos.



Tal como David empieza de este modo su Salmo, así también deberían los jóvenes empezar sus vidas, los nuevos convertidos comenzar su profesión, y así deberían todos los cristianos empezar cada día. Establece en tu corazón como un primer postulado y una regla segura de ciencia práctica que la santidad es la felicidad.



¡Cuán fácilmente entra la contaminación en nosotros, incluso en nuestras cosas santas! Incluso podemos regresar del culto, público o privado, habiendo sido contaminada nuestra conciencia en el mismo momento en que estábamos de rodillas.



La vida santa es un caminar, un progreso firme, un avance tranquilo, una continuidad persistente. Enoc anduvo con Dios. Los hombres buenos siempre anhelan hacer las cosas mejor, y por ello prosiguen adelante. Los hombres buenos nunca están ociosos, y por ello no se recuestan a la sombra o van dando vueltas, sino que caminan en rectitud hacia la meta deseada. No tienen prisa, no se desazonan, no se desconciertan, y así mantienen el paso siempre igual, avanzando seguros hacia el cielo.



El camino puede que sea áspero, severa la regla, estricta la disciplina -todo esto lo sabemos, y más aún-, pero hay mil bienaventuranzas esperadas o ya presentes en una vida piadosa, por las cuales bendecimos al Señor.



En este versículo vemos a personas bienaventuradas que disfrutan de cinco cosas dichosas: un camino bienaventurado, una pureza bienaventurada, una ley bienaventurada, concedidos por un Señor bienaventurado, y una senda bienaventurada; a lo cual podemos añadir el bendito testimonio del Espíritu Santo dado en este mismo pasaje, por lo que estas personas son verdaderamente bendecidas por el Señor.



Vers. 2. Bienaventurados los que guardan sus testimonios. ¿Cómo? ¿Una segunda bendición? Sí, son doblemente bienaventurados aquellos cuya vida externa es sostenida por un celo interno por la gloria de Dios. Se adscribe bienaventuranza a aquellos que atesoran los testimonios del Señor;'en lo cual se implica que escudriñan las Escrituras, que llegan a comprenderlas, que las aman, que persisten en la práctica de las mismas. La Palabra de Dios es su testigo o testimonio de las grandes e importantes verdades que se refieren a El y nuestra relación con El; esto deberíamos desear conocerlo; al conocerlo, deberíamos creerlo; al creerlo, deberíamos amarlo; y al amarlo, deberíamos defenderlo contra todo el que osara atacarlo.



No podemos luchar una buena batalla, ni terminar nuestro curso, a menos que guardemos la fe. A este fin el Señor ha de sostenernos; sólo aquellos que son guardados por el poder de Dios para salvación serán capaces de guardar sus testimonios. C. H. S.



Si la Palabra de Dios no fuera más que una ley, con todo, tendríamos el deber de obedecerla, porque somos sus criaturas; pero como es también un testimonio de su amor, en el que como un padre El da testimonio de su favor hacia sus hijos, somos doblemente inexcusables si no la abrazamos gozosamente. W. Cowper



Y con todo el corazón la buscan. Ved el crecimiento que indican estas cláusulas: primero, en el camino; luego, andando en él; luego, hallando y guardando los tesoros de la verdad, y, coronándolo todo, buscar al Señor del camino. El hombre bienaventurado ya tiene a Dios, y por esta razón le busca. Esto puede parecer una contradicción; es sólo una paradoja.

A Dios no se le busca verdaderamente mediante las frías pesquisas del entendimiento; hemos de buscarle con el corazón. Dios es uno, y no le conoceremos hasta que nuestro corazón sea uno. Un corazón quebrantado no tiene que desanimarse por esto, porque no hay corazón tan entero en su búsqueda de Dios como un corazón quebrantado, cada uno de los fragmentos del cual suspira y dama en busca del rostro del gran Padre. Un corazón puede ser dividido y no quebrantado, y puede ser quebrantado pero no dividido; y, con todo, también, puede ser quebrantado y entero, y nunca ser tan entero como cuando está quebrantado. C. H. S.



Vers. 3. No hacen iniquidad. Esto es, no comercian con ella ni suelen practicarla. Resbalar, bueno, a causa de la debilidad de la carne, y la sutileza de Satanás y los atractivos del mundo; pero no siguen cursos pecaminosos e ilegítimos por costumbre. R. Greenham



Un hombre inicuo peca con deliberación y deleite; está inclinado hacia el mal; hace «provisión para la carne y sus concupiscencias» (Romanos 13:14), y «las sirve» con sumisión voluntaria (Tito 3:3). Pero los que son renovados por la gracia no son «deudores» a la carne; han aceptado otra deuda y obligación, que es el servir al Señor (Romanos 8:12).



Si un hombre se deja arrastrar con frecuencia y fácilmente por el pecado, pone al descubierto el hábito de su alma y el temple de su corazón. Las praderas pueden estar inundadas durante un tiempo, pero el terreno pantanoso se llena cada vez que vuelve la marea. Un hijo de Dios puede verse llevado, alguna vez, y obrar en dirección contraria a la inclinación de su nueva naturaleza; pero cuando los hombres se hunden a cada nueva tentación, ya se trata de un hábito de pecado. T. Manton



Andan en sus caminos. Hemos de obrar rectamente en el sentido positivo así como en el negativo. La manera más segura de abstenerse del mal es ocuparse plenamente de obrar bien. C. H. S.



Para muchos, su religión consiste en «no es»: «No soy como este publicano» (Lucas 18:11). Un terreno que no produce una buena cosecha no vale nada, por más que no produzca zarzas y espinos. No sólo el siervo rebelde es echado en el infierno porque apalea a sus compañeros, come y bebe con borrachos, sino que el siervo inútil que envolvió su talento en un pañizuelo también lo es. Meroz es maldecido, no por oponerse y combatir, sino por no ayudar (Jueces 5:23).



Dives no le quitó nada a Lázaro, pero no le dio ni las migajas. Muchos dirán: «No erigí otros dioses»; pero, di: ¿amaste, reverenciaste y obedeciste al verdadero Dios? No pensamos en los pecados de omisión. Si bien no somos borrachos, adúlteros y blasfemos, no nos acordamos de que el omitir el respeto a Dios y la reverencia a su santa Majestad es también pecado. T. Manton



Vers. 4. Tú encargaste que sean muy guardados tus mandamientos. Los que son diligentes en los negocios se levantan temprano y se acuestan tarde y se niegan muchas comodidades y reposo. No se cansan pronto, o si se cansan, perseveran aunque los ojos y las cejas les duelan. Así deberíamos servir al Señor. Un Amo así exige diligencia de sus siervos; un servicio así es lo que exige, y no se contentará con menos.



No sirve de nada avanzar rápidamente si no se camina en la dirección correcta. Los hombres han sido diligentes en un negocio que arroja pérdidas; y cuanto más han comerciado, más han perdido; esto es malo en los negocios; no podemos permitírnoslo en nuestra religión. C. H. S.



Vers. 5. ¡Ojalá fuesen firmes mis caminos para guardar tus estatutos! Nuestros caminos son por naturaleza opuestos al camino de Dios y deben ser enderezados por la mano del Señor en una nueva dirección, o nos llevarán a la destrucción. C. H. S.



Nos sería tan fácil crear un mundo como crear en nuestros corazones un pulso de vida espiritual. Y, con todo, nuestra incapacidad no anula nuestra obligación de hacerlo. Nuestra incapacidad es nuestro pecado, nuestra culpa, nuestra condenación, y en vez de excusar nuestra condición, sólo nos tapa la boca y nos deja sin excusa alguna que alegar delante de Dios en nuestra defensa. De modo que nuestra obligación permanece intacta. C. H. S.



«Toda la vida de un buen cristiano consiste en un santo deseo», dijo Agustín; y esto es secundado por el esfuerzo, sin el cual, el afecto es, como Raquel, hermoso, pero estéril. J. Trapp



Vers. 6. Entonces no sería yo avergonzado.



Puedo soportar del escorpión la picadura;

pisar brasas, yacer en hielo eterno;

bambolearme, dando tumbos en el vacío,

pero no puedo vivir una vida de vergüenza.

Joanne Baillie



Cuando considerase todos tus mandamientos. Un sentido permanente del deber nos hará audaces; no tendremos miedo de tener miedo. No hay vergüenza que nos detenga u obstaculice en la presencia del hombre cuando el temor de Dios ha tomado plena posesión de nuestra mente. No hay nada de qué avergonzarnos en una vida santa; un hombre puede estar avergonzado de su orgullo, de sus riquezas, de sus propios hijos, pero nunca estará avergonzado de haber observado en todas las cosas la voluntad del Señor su Dios. C. H. S.



No puede haber verdadera piedad excepto cuando el hombre tiene intención de guardar todos los mandamientos de Dios. Si hace selección entre ellos, guardando éste o aquél, según considere que le convenga, o según se le antoje, o según sea popular, esto es una prueba plena de que no sabe nada de la naturaleza de la verdadera religión. Un hijo no tiene el debido respeto a su padre si le obedece sólo en lo que le acomoda o le gusta, y ninguno puede ser piadoso si no se propone, con toda sinceridad, guardar todos los mandamientos de Dios; someterse a su voluntad en todo. A. Barnes



Saúl mató a todos los amalecitas menos uno; y esta única excepción en el camino de la obediencia global señaló lo endeble de su profesión, le costó la pérdida del trono y le puso bajo el terrible desagrado de su Dios. Y así el pie, o la mano, o el ojo derecho, los miembros corruptos, no mortificados, llevan a todo el cuerpo al infierno. Las reservas son la llaga de la sinceridad cristiana. C. Bridges



Vers. 7. Te alabaré. Alabamos a los que pueden enseñar a un perro, un caballo y otros animales; pero que nosotros, potros díscolos, aprendamos la voluntad de Dios, que aprendamos a andar delante de El agradándole, esto deberíamos reconocer que es una gran misericordia de Dios. P. Bayne



Vers. 8. No me abandones del todo. El ser dejados solos para que descubramos nuestra debilidad es una prueba suficiente; el ser abandonados del todo, esto sería la ruina y la muerte. El que El esconda su rostro en un momento de ira nos deja abatidos; una deserción completa nos llevaría finalmente al último infierno.

C. H. S.



EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 9 AL 16



Vers. 9. ¿Con qué limpiará el joven su camino? ¿En qué forma llegará a ser y permanecerá prácticamente santo? No es más que un joven, lleno de pasiones, y escaso en conocimiento y experiencia; ¿cómo conseguirá rectitud y persistirá en ella? No hubo nunca una pregunta más importante para el hombre; nunca hay un momento más apropiado para hacerla que al comienzo de la vida. C. H. S.



Se asigna un lugar prominente al joven en el Salmo ciento diecinueve, uno de los veintidós apartados entero. Es apropiado que sea así. La juventud es un período impresionable, apto para el mejoramiento. Los jóvenes son el futuro sostén de la sociedad, y el temor del Señor, que es el principio de la sabiduría, debe empezar en la juventud. La fuerza, las aspiraciones, las expectativas intactas de la juventud, son necesarias para el mundo; ¡oh, si fueran consagradas a Dios!



La misma pregunta muestra que su corazón no se halla en un estado corrupto. Existe el deseo; se necesita dirección. La pregunta es: «¿Con qué mantendrá limpio el joven su camino -una línea de conducta- en medio de un mundo contaminado y contaminante? John Stephen



Con guardar tu Palabra. Joven, la Biblia debe ser tu mapa y guía, y debes estar muy alerta de que tu camino sea conforme a sus instrucciones. Has de vigilar tu vida diaria, así como estudiar tu Biblia, y has de estudiarla para que puedas vigilar tu vida diaria. A pesar del mayor de los cuidados un caminante se perderá si el mapa que consulta está equivocado y le desvía de la ruta; pero con un mapa correcto también se perderá si no lo sigue. El camino estrecho no se halla por casualidad, ni nunca llega uno despreocupado e indiferente a llevar una vida santa. Podemos pecar sin pensarlo; nos basta con descuidar a la gran salvación y echar a perder nuestras almas; pero el obedecer al Señor y andar rectamente exigirá todo nuestro corazón, alma y mente. Que recuerden esto los descuidados.



Un capitán puede velar desde cubierta toda la noche, pero si no sabe nada de la costa y no tiene piloto a bordo lo más probable es que esté apresurando el momento del naufragio. No basta con el deseo de obrar rectamente, porque la ignorancia puede hacernos pensar que estamos haciendo un servicio a Dios cuando estamos provocándole, y el hecho de nuestra ignorancia no va a invertir el carácter de nuestra acción, mucho menos mitigar nuestra responsabilidad. C. H. S..



La Palabra es la única arma (como la espada de Goliat, incomparable) para abrirse paso y hacer estragos en el enemigo obstinado, nuestros deseos carnales. La Palabra de Dios puede dominarlos aun cuando se hallen en el apogeo de su orgullo; si hay un momento en que la concupiscencia ruge con más ardor es cuando la sangre joven hierve en nuestras venas. La juventud es voluble, y sus concupiscencias ardientes e impetuosas; su sol sigue ascendiendo, y cree que queda mucho para el anochecer; así que ha de ser un brazo poderoso el que aparte de sus deseos al joven, edad en que mejor los saborea el paladar. Bien; que la Palabra de Dios se encuentre con este joven y desafíe su bravura cuando tenga el festín de los deleites sensuales delante; basta con el susurro de unas pocas sílabas en su oído, que despierte su conciencia con su punzada, para que huya de ellos a toda prisa, como lo hicieron los hermanos de Absalón de la fiesta cuando vieron a Amnón, su hermano, asesinado sobre la mesa. W. Gurnall



Las Escrituras nos enseñan la mejor manera de vivir, la manera más noble de sufrir, y la manera más confortable de morir. John Flavel



Vers. 10. Con todo mi corazón te he buscado. El modo más seguro de limpiar el camino de nuestra vida es buscar a Dios mismo, y esforzarnos por permanecer en comunión con El.



No me dejes desviarme de tus mandamientos. Hemos de ser buscadores tan sinceros e íntegros que no tengamos tiempo ni deseos de descarriamos, y con todo nuestro corazón hemos de cultivar un temor celoso, para no apartarnos del camino de la santidad.



Hay dos cosas que son semejantes y, con todo, muy distintas: los santos son «forasteros» ~<soy un forastero en la tierra»- (vers. 19), pero no son vagabundos: pasan por un país enemigo, pero siguen su ruta de modo directo; están buscando a su Señor mientras atraviesan esta tierra extraña. Su camino está escondido de los hombres, pero ellos no lo han perdido. C. H. S.



Vers. 11. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. No llevaba este texto sobre su corazón como un amuleto, lo llevaba dentro como una regla. C. H. S.



Hay mucha diferencia entre los cristianos y los mundanos. El mundano tiene sus tesoros en joyas, que están fuera de él; el cristiano los tiene dentro. Ni hay en realidad ningún receptáculo para contener la palabra de consolación como no sea el corazón. Si la tienes sólo en la boca, te la quitarán; si la tienes en tu libro solo, no la hallarás cuando más la necesites; pero si la guardas en tu corazón, como María las palabras del ángel, ningún enemigo podrá sacarlas de allí, y hallarás que es un tesoro consolador en tiempo de necesidad. Wm. Cowper



Este dicho, guardar o esconder, significa que David se esforzaba no para ser ambicioso y destacar y hacerse glorioso delante de los hombres, sino que tenía a Dios por testigo del deseo secreto que llevaba consigo. Juan Calvino



Bernardo observa que el pan material en la alacena puede que se lo coman los ratones, enmohezca y se eche a perder; pero cuando es ingerido en el cuerpo, desaparece este peligro. Si Dios te capacita para tomar el alimento del alma en tu propio corazón, está libre de todo riesgo. Geo. Swinnock



Para no pecar contra ti. Aquí hay el objetivo perseguido. Como ha dicho alguien: Aquí hay lo mejor «Tu Palabra»; escondida en el mejor lugar «en mi corazón»; con el mejor de los propósitos «para que no peque contra ti» C. H. S.



Vers. 12. Bendito tú, oh Jehová. Tan pronto como la Palabra está en el corazón surge un deseo de hacer caso de ella y aprenderla. Cuando se ha comido el alimento, sigue la digestión del mismo; y cuando es recibida la Palabra en el alma, la primera oración es: «Señor, enséñame su significado.» C. H. S.



Enséñame tus estatutos; porque sólo así puedo aprender el camino a la dicha. Tú eres tan bienaventurado que estoy seguro de que te deleitas en bendecir a otros, y este bien ansío que tú me des, que me enseñes en tus mandatos. Las personas dichosas generalmente se regocijan en hacer dichosas a otras, y sin duda el Dios bienaventurado querrá impartir la santidad que es la fuente de la felicidad. La fe impulsó esta oración y le dio base no ya en algo que hubiera en el hombre que ora, sino sólo en la perfección del Dios a quien hace suplicación. Señor, Tú eres bendito; por tanto, bendíceme enseñándome. C. H. S..



Todo el que lee este Salmo con atención ha de observar en él una gran característica, y es lo decisivas que son sus afirmaciones de que para guardar los mandamientos de Dios no se puede conseguir nada por la fuerza humana, sino que es El quien ha de crear la voluntad para la ejecución de este deber. Geo. Phillips



Vers. 13. Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca. El haber sido, como Noé, un predicador de la justicia es un gran gozo cuando los diluvios suben y el mundo impío está a punto de ser destruido. C. H. S.



Vers. 14. Me complazco en el camino de tus testimonios más que en todas las riquezas. Las riquezas son adquiridas con dificultad, disfrutadas temblando, y perdidas en amargura. Bernardo



Vers 15. En tus mandamientos meditaré. El que tiene un deleite interno en algo no lo apartará mucho tiempo de su mente. Como el avaro con frecuencia vuelve a mirar su tesoro, así el creyente piadoso por medio de la meditación frecuente vuelve a la riqueza inapreciable que ha descubierto en el Libro del Señor. Para algunos, la meditación es una tarea; para el hombre de camino purificado, es un gozo. C. H. S.



No es al cavar de un modo casual en una mina de oro, sino al cavar mucho tiempo y con ahínco que halla y saca el tesoro. No es el mero zambullirse en el mar, sino el permanecer dentro mucho tiempo que hace posible sacar gran cantidad de perlas. El estirar el hilo dorado de la meditación en su debida longitud, hasta que se llega al extremo espiritual, es un logro raro y dichoso. Nathanael Ranew



Estudia las Escrituras. Si un hombre famoso escribiera sólo un libro excelente, ¡oh, cuánto te gustaría verlo! Supongamos que te digo que hay en Francia o Alemania un libro que ha escrito Dios mismo. Estoy seguro de que sacarías el dinero de la bolsa para adquirir el libro. Lo tienes contigo; ¡ojalá que lo estudiaras!



Cuando el eunuco iba en su carro, estudiaba el profeta Isaías. No se enojó cuando llegó Felipe, como podríamos esperar que hiciera, y le preguntó atrevido: «¿Entiendes lo que lees?» (Hechos 8:27-30); estuvo contento. Un gran objetivo del gran año de remisión era la oportunidad de que fuera leída la ley (Deuteronomio 31:9-13). Es la sabiduría de Dios la que habla en la Escritura (Lucas 11:49); por tanto, aparte de todo lo que hagas o desees, real y cuidadosamente, estudia la Biblia. Samuel Jacomb



Vers. 16. Me regocúaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras. Nunca he oído todavía de un avaro que hubiera olvidado dónde había enterrado su tesoro. Cicero De Senectute





EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 17 AL 24



En esta sección aparecen las pruebas y dificultades para seguir el camino. El Salmista, por consiguiente, pide ayuda para hacerles frente según el caso. Así como en los últimos ocho versículos ora como un joven que acaba de entrar en el mundo, aquí ruega como un siervo y un peregrino que de modo creciente se halla en el territorio enemigo como un extraño. Apela sólo a Dios, y su oración es especialmente directa y personal. Habla con el Señor como un hombre habla con su amigo.



Vers. 17. Haz esta merced a tu siervo: que viva, y guarde tu palabra Trabajamos por El porque El trabaja en nosotros. De este modo podemos unir los versículos iniciales de las tres primeras octavas de este Salmo: el vers. 1 bendice al santo; el vers. 9 pregunta cómo puede obtener esta santidad; y el vers. 17 va a buscar esta santidad a su fuente secreta y nos muestra en qué forma conservar la bendición. Cuanto más estima un hombre la santidad y más se esfuerza por obtenerla, más será atraído hacia Dios para que le ayude, porque se dará cuenta clara de que su propia fuerza es insuficiente, y que no puede ni aun vivir sin la abundante ayuda del Señor su Dios. C. H. S.



Vers. 18. Abre mis ojos. Los que dan a conocer sus propios sueños poniéndoles el nombre del Espíritu y la luz divina; no dan mysteria, sino monstra, opiniones portentosas y de mal agüero; no te muestran las maravillas de la ley de Dios, sino los prodigios de su propio seso; abortos desgraciados que mueren tan pronto ven la luz. T. Manton



El Salmista no pide ninguna nueva revelación. Estaba en la mano de Dios el darla, y El lo hizo, cuando El quiso, a aquellos antiguos creyentes; pero a todos ellos, en todo momento se les dio lo suficiente para los propósitos de la vid. La petición no es para conseguir más, sino para que pueda emplear bien lo que posee.



Esto se puede observar, además, en que el Salmista no pide ninguna facultad nueva. Los ojos ya están allí, y sólo es menester que se abran. No es la concesión de un poder nuevo y sobrenatural lo que permite al hombre leer la Biblia con provecho, sino el avivamiento de un poder que ya posee. Un hombre nunca crecerá en el conocimiento de la Palabra de Dios esperando inactivo algún nuevo don de discernimiento, sino usando con diligencia el que Dios le ha concedido y usando al mismo tiempo otros medios de ayuda que se hallan a su alcance.



La gran razón por la que los hombres no sienten el poder y la hermosura de la Biblia es espiritual. No se dan cuenta del gran mal que la Biblia ha venido a curar, y no ponen a tono su corazón a las bendiciones que les ofrece. La venda de la naturaleza caída, mantenida por uno mismo, se halla delante de sus ojos en tanto que lee: «Los ojos de su entendimiento son entenebrecidos, estando excluidos de la vida de Dios» (Efesios 4:18). Las potencias naturales nunca hallarán la verdadera clave de la Biblia hasta que las ideas del pecado y la redención entren en el corazón y estén puestas en el centro del Libro. John Ker



Las maravillas. Muchas fueron las señales y milagros que obró Dios en medio del pueblo de Israel y que éste no entendió. ¿Por qué razón? Moisés nos dice expresamente que la razón fue: «Con todo, el Señor no les dio un corazón para percibir y ojos para ver, y oídos para oír, hasta el día de hoy» (Deuteronomio 29:4).



Tenían ojos y oídos como sentidos; sí, tenían un corazón o mente racional; pero necesitaban un oído espiritual para oír, un corazón o mente espiritual para captar y entender estas obras maravillosas de Dios; y éstos no los tenían, porque Dios no les había dado estos ojos, oídos y corazones. Las maravillas sin la gracia no pueden abrir los ojos plenamente; pero la gracia sin maravillas puede hacerlo. Joseph Caryl



¿Por qué usa la palabra «maravillas»? Es como si hubiera dicho: «Aunque el mundo considera la ley de Dios una cosa liviana, y parece dada como si dijéramos para almas simples y niños; con todo, a pesar de esto parece haber tal sabiduría en ella, que sobrepuja toda la sabiduría del mundo, y en ella yacen escondidos secretos maravillosos.» Juan Calvino



Vers. 18, 19. «Si no puedo tener a Moisés para que me diga el significado», dijo san Agustín, «dame el Espíritu que diste a Moisés». Richard Stock



Vers. 19. Forastero soy yo en la tierra. Esta confesión, si procediera de un vagabundo solitario tendría poca importancia relativamente; pero en la boca de uno que probablemente estaba rodeado de toda clase de goces mundanos, muestra, al instante, la vanidad de los «mejores goces de la tierra» y la tendencia celestial de la religión de la Biblia. C. Bridges



El mayor cuidado de un hombre debería ser por el lugar en que ha de vivir más tiempo; por tanto, la eternidad debería ser su objetivo. T. Manton



Cuando nace un niño, se usa a veces para referirse a él la designación de «este pequeño forastero». Los amigos vienen pidiendo si pueden ver «al pequeño forastero». ¡Un forastero, ciertamente venido de lejos! ¡De los espacios inmensos! ¡De la presencia, contacto y ser de Dios! Y que regresa de nuevo a estos espacios inmensos a través de edades incontables de duración.



Pero un pequeño forastero crece y pronto empieza a echar raíces vigorosas. Trabaja, vence, edifica, planta, compra, retiene, y, en su propio sentimiento, «se establece», de modo que ahora no tendría sentido que alguien le llamara «forastero». Y la vida sigue aún profundizando y ensanchando su flujo, y reteniendo en sí múltiples elementos de interés, y aun multiplicándolos. De modo creciente el hombre va siendo captado por ellos: como un barco desde el cual se han soltado varias anclas en el mar. Lucha con los que luchan, se regocija con los que están alegres, siente el espoleo del honor, entra en la carrera de la adquisición, hace cosas duras y amables, unas tras otras; multiplica sus empresas, relaciones, amig9s, y luego, precisamente después de todas estas preparaciones, la vida debería empezar plenamente, y abrirse a una llanura ancha, sosegada y soleada; pero las sombras empiezan a alargarse, lo cual quiere decir que todo se va acercando a su final.



Hay una voz que tarde o temprano todos habrán de oír, que llama al «pequeño forastero», que nació no hace mucho, cuya primera lección ha terminado y al que ahora se indica que entre por la puerta llamada muerte a otra escuela. Y el forastero no está preparado. Ha echado tantas anclas y se han clavado tan hondo en el suelo que no le será fácil levantarlas. Está establecido. No lleva un cayado de peregrino en la mano; su ojo, familiarizado con las cosas que le rodean, no esta acostumbrado a mirar la ruta que tiene delante, ascendente, no puede medir la altitud de la montaña o calcular la distancia.



El progreso del tiempo ha sido mucho más rápido que el progreso de su pensamiento. ¡Ay! Ha cometido una gran equivocación. Ha «mirado las cosas que se ven» y se ha olvidado de las cosas que no se ven. Y las cosas «que se ven» son temporales y con el tiempo se extinguen, en tanto que «las cosas que no se ven» son eternas. Y así hay prisa y confusión y desazón en las últimas horas, cuando hay que partir. Ahora bien, todo esto puede obviarse y evitarse por completo si un hombre dice: «Forastero soy yo en la tierra; no me encubras tus mandamientos.» A. Raleigh



Vers. 20. Consumida está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo. La Palabra de Dios es un código de justicia al cual no hay apelación.



Éste es el Juez que termina la disputa

cuando fallan el ingenio y la razón;

nuestro guía en las sendas tortuosas de la vida,

nuestro escuda cuando asaltan las dudas.

Watts



David tenía tal reverencia por la Palabra y tal deseo de conocerla y ser modelado por ella, que sus anhelos le causaban gran desazón, y aquí está rogando delante de Dios. El anhelar es el alma de la oración, y cuando el alma anhela hasta que se quiebra, no puede tardar mucho en ser concedida la bendición. C. H. S.



En todo tiempo. Algunos alaban la Palabra en la adversidad, cuando no tienen otro consuelo para la vida; entonces pueden contentarse con estudiar la Palabra para que les consuele en la calamidad; pero cuando todo les va bien, la desdeñan. Pero David hacía uso de ella en todo tiempo; en la prosperidad, para ser humillado por ella; en la adversidad, para ser consolado; en la una, para evitar el orgullo; en la otra, el abatimiento; en la aflicción, la Palabra era su cordial; en la prosperidad, su antídoto; y así en todo tiempo su corazón era atraído por la Palabra, fuera por una necesidad u otra. T. Manton



¡Cuán pocos son, incluso entre los siervos de Dios, los que entienden la intensidad del sentimiento de devoción expresado aquí! ¡Oh, si nuestros corazones fríos y obstinados fueran enfervorizados y atraídos por la gracia divina hasta que estuviéramos a punto de desmayar a causa de nuestro anhelo, en todo tiempo, de los juicios de nuestro Dios! ¡Qué volubles son nuestros mejores sentimientos! Si hoy ascendemos el monte de la comunión con Dios, mañana estamos en peligro de enzarzarnos de nuevo en las cosas de la vida. ¡Qué felices son aquellos corazones que en todo tiempo están llenos de anhelo de estar en comunión con el objeto más grande y glorioso de su amor! J. Morison





Vers. 21. Reprendiste a los soberbios, los malditos. Los hombres soberbios son malditos; nadie los bendice, y pronto se vuelven una carga incluso para ellos mismos. En si misma, la soberbia es una plaga y un tormento. Incluso cuando no les cae encima ninguna maldición de la ley de Dios, parece haber una ley de la naturaleza que el hombre soberbio sea un desgraciado. Esto llevó a David a aborrecer el orgullo; temía la reprensión de Dios y la maldición de la ley. Los pecadores soberbios de sus días eran sus enemigos, y él se sentía feliz de que Dios estuviera en pugna con ellos como él. C. H. S.



Si el orgulloso escapa aquí, como ocurre a veces, en el más allá no escapará; porque: el hombre soberbio es una abominación al Señor (Proverbios 16:5). Dios no puede soportarlo (Salmo 101:5). Y ¿qué pasa luego? Tú destruirás al orgulloso. Los mismos paganos admitieron que los gigantes orgullosos eran heridos por el rayo del cielo. Y si Dios no exime a los ángeles, a quienes colocó en los altos cielos, sino que por causa de su orgullo los precipitó en el último infierno, ¡cuánto menos va a eximir al polvo y ceniza orgullosa que son los hijos de los hombres, antes bien los echará desde la altura de su posición terrena al fondo de la mazmorra infernal! «La humildad hace ángeles de los hombres; el orgullo hace diablos de los ángeles», como dice uno de los Padres; y bien podemos añadir: hace diablos de los hombres. «Ningún alma escapará a la venganza del orgullo», nunca se escapará de ella. Tan seguro como que Dios es justo, el orgullo no quedará sin castigo. ¡Fuera, pues, plumaje engreído, pavos reales altivos del mundo; mirad vuestras piernas negras, y vuestra cabeza minúscula como de serpiente; avergonzaos de vuestras debilidades ruines, pues de otro modo Dios os abatirá y tomará de vosotros una espantosa venganza! J. may



Por tanto, los hombres orgullosos pueden ser contados entre los enemigos de Dios, porque como el codicioso quita las riquezas de los hombres, el orgulloso quita el honor de Dios. Henry Smith



Los orgullosos soportan la maldición de no tener amigos; no los tienen en la prosperidad, porque no conocen a nadie; ni en la adversidad, porque entonces nadie les conoce. J. Whitecross



Que se desvían de tus mandamientos. Dios reprende el orgullo por más que las multitudes le prestan homenaje, porque ve en él una rebelión en contra de su propia majestad, y la semilla de rebeliones futuras. Es la suma del pecado. C. H. S.



Vers. 22. Aparta de miel oprobio y el menosprecio. La mejor manera de tratar la calumnia es orar sobre ella; Dios, o bien la eliminará, o arrancará el aguijón de la misma. Nuestros propios intentos de justificarnos y reivindicarnos suelen ser fracasos; somos como el muchacho que quería quitar una mancha de su cuaderno, y la hizo diez veces peor con sus intentos. Cuando sufrimos una difamación, es mejor orar sobre ella que ir al tribunal y exigir explicaciones del que la fabricó. Los que sois reprochados de este modo, llevad vuestro caso al Tribunal Supremo y dejadlo en las manos del Juez de toda la tierra. C. H. S.



Vers. 23. Tu siervo meditaba en sus estatutos. ¿Quiénes eran estos magnates maliciosos que querían quitar a Dios de la atención de su siervo o privar al escogido del Señor de un momento de comunión piadosa? La canalla de los príncipes que no valían los cinco minutos de la meditación santa del siervo. Es muy hermoso ver las dos situaciones: los príncipes sentados para hablar contra David, y David sentado con su Dios y su Biblia, con la respuesta más efectiva a sus calumniadores: no dar respuesta alguna. Los que se alimentan de la Palabra se hacen fuertes y pacíficos, y son protegidos por la gracia de Dios de la contienda de lenguas. C. H. S.



Los labradores, cuando hay un exceso de agua sobre el terreno, abren zanjas para que el agua se escurra; lo mismo, cuando nuestra mente y pensamientos están abrumados por la tribulación, es bueno desvaríos hacia otra cosa. T. Manton





EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 25 AL 32



En estos versículos veremos la influencia de la Palabra divina sobre un corazón que lamenta sus tendencias hacia abajo y está lleno de pena a causa de su ambiente amortecedor.



Vers. 25. Abatida está mi alma hasta el polvo. No, nunca podríamos haber pensado, cuando leímos por primera vez el Salmo del Buen Pastor, que podía salir de un corazón que suspiraba por Dios con tanta frecuencia y amargura; nunca podríamos haber imaginado que podría volverse tan frío, seco y oscuro el interior de un corazón que en aquel período anterior había saboreado hasta tal punto el poder del que había de venir. ¡Oh tristes horas en que los rayos del sol interior parecen apagados y no queda sino un disco rojizo borroso! El fervor del primer amor se ha enfriado; los cuidados de la tierra y los pecados, como si dijéramos, han puesto plomo a las alas del alma que se elevaban raudas hacia el cielo. J. J. Van Oosterzee



Reanímame. Y, verdaderamente, muchas veces los hijos de Dios son puestos en este estado en que no tienen nada que los sostenga sino la Palabra de Dios; ningún sentimiento de misericordia, ni de disposición espiritual; sino al contrario, una gran oscuridad, temores y terrores horribles. Sólo los que son sostenidos mirando la promesa de Dios y mantienen la esperanza de que El los restaurará de nuevo a la vida, porque es en su honor el terminar la obra que había empezado. W. Cowper



Reanímame. Esta frase ocurre nueve veces, y sólo en este Salmo. Es de gran importancia, puesto que expresa el cambio espiritual por el cual un hijo de Adán pasa a ser un hijo de Dios. Su fuente es Dios; el instrumento por el cual es efectuado es la Palabra (vers. 50). J. O. Murphy



Vers. 26. Me has respondido. La bondad de Dios se ve en que escucha lo que le presentamos. Si los magnates dejan que el pobre cuente su historia sin atajarle, lo consideramos una paciencia honrosa; pero Dios se gloría en prestar atención a nuestras necesidades, nuestras debilidades por el pecado, lo insuperable de nuestros males, y nuestra impotencia total para poder enmendarlos. Esta triste situación nuestra nos haría perder el favor del hombre, pero consigue el favor de Dios. Cuanto más humildemente confesamos nuestras necesidades, más confiados podemos estar de que Dios nos escuchará. El enseña al humilde, porque el alumno humilde da a su maestro el honor de lo que aprende. P. Bayne



Enséñame tus estatutos. La misericordia, que perdona la trangresión, nos deja anhelantes de gracia, que previene la trasgresión. Podemos pedir audazmente más a Dios cuando Dios nos ha dado mucho; Aquel que ha limpiado la mancha pasada no se negará a preservarnos de contaminaciones presentes y futuras. C. H. S.



Vers. 28. Mi alma se deshace de ansiedad. Estaba disolviéndose en lágrimas. La fuerza y robustez de su constitución se volvía liquido, derretido en el horno de sus aflicciones. La ansiedad del corazón es algo que mata, y cuando abunda, amenaza hacer de la vida una muerte prolongada en la cual el hombre parece deshacerse en un goteo perpetuo de pena y dolor.



Las lágrimas se destilan del corazón; cuando un hombre llora, se deshace su alma. Algunos sabemos lo que significa una gran ansiedad y opresión, porque hemos sido puestos bajo su poder una y otra vez, y con frecuencia hemos sentido como si fuéramos derramados con agua, y casi como si fuéramos agua derramada en el suelo, para no volver a ser recogida. Sólo hay un buen punto en este estado de abatimiento, porque es mejor ser derretido por la pena que endurecido por la impenitencia. C. H. S.



Susténtame según tu palabra. Nótese cómo expone David el interior de su vida del alma. En el vers. 20 dice: «Mi alma está consumida»; en el vers. 25: «Abatida está mi alma hasta el polvo»; y aquí: «Mi alma se deshace.» Además, en el vers. 81 exclama: «Mi alma desmaya»; en el 109: «Mi alma está de continuo en peligro»; en el 167: «Mi alma ha guardado tus testimonios», y, finalmente, en el 175: «Viva mi alma». Algunos ni aun saben que tienen alma. ¡Qué diferencia hay entre vivir espiritualmente y ser muerto espiritualmente! C. H. S.



Susténtame. Gesenius traduce: Mantenme vivo. Esta oración pidiendo nueva fuerza o vida, es una petición para que el desgaste de su vida por las lágrimas pueda ser restaurado por la Palabra que da vida. F. G. Marchant



Vers. 29. Aparta de mí el camino de la mentira. Cuando alguno de nosotros ha tenido un buen comienzo, inmediatamente pensamos que nos hallamos en lo más alto; nunca pensamos en orar ya a Dios cuando nos ha mostrado el favor que sirve a nuestro propósito; pero si nosotros hemos hecho algo aunque sea pequeño, poco a poco nos elevamos a nosotros mismos y nos maravillamos de nuestras grandes virtudes, pensando inmediatamente que el diablo ya no puede vencer-nos más. Juan Calvino



Toda la vida de pecado es una mentira desde el principio a] fin. El verbo mentir aparece ocho veces en este Salmo. W. S. Plumer



Y en tu misericordia concédeme tu ley. Los santos no pueden recordar sus pecados sin lágrimas, ni orar sobre ellos sin suplicar que se les salve de nuevas caídas. C. H. S.



Vers. 30. Escogí el camino de la verdad. Aquí tenemos la obra de un alma bajo la misericordia. Esto es más que sentarse y escuchar la Palabra, sin presentar objeción a lo que se oye. Este escuchar es todo lo que se puede afirmar de la mayoría de los que oyen el evangelio, añadiendo a esto que no hay nadie que esté más dispuesto a ser captado por caminos de salvación falsos y fáciles que ellos, porque asienten a todo lo que oyen.



El hombre de Dios produce una nota más alta y más espiritual: escoge la cosa; escoge el camino de la verdad; y no puede sino escogerlo; está inclinado a ello por su naturaleza renovada, el efecto verdaderamente de todo lo que ha venido solicitando. ¿En qué forma obramos? El camino de la verdad es todo lo que Dios ha revelado referente a su Hijo Jesús.



El corazón dispuesto escoge este camino, y todo él; la amargura del mismo, la negación propia, así como el consuelo del mismo; un Salvador del pecado así como un Salvador del infierno; un Salvador cuyo Espíritu puede guiar desde la ausencia de oración a la piedad, desde el ocio en el día de reposo, a una forma santa de guardar este día, desde la ambición personal a procurar el honor de Cristo, desde una conducta floja, inconsecuente, a una observancia concienzuda de la voluntad del Señor. Su deleite estará allí donde se encuentran los hijos de Dios. ¡Oh, si hubiera más abundancia de éstos entre nosotros! John Stephen

Hay tres clases de verdad: la verdad en el corazón, la verdad en la palabra, la verdad en los hechos (22 Reyes 20:3; Zacarías 8:16; Hebreos 10:22). J. E. Vaux



El cristiano que escoge es el cristiano que persiste; en tanto que los que son cristianos por causalidad, viran la nave cuando cambia el viento. M. Henry



Vers. 31. Me he apegado a tus testimonios. Es notable que en tanto que el Salmista en otro punto dice: «Abatida hasta el polvo está mi alma» (vers. 25), diga aquí: «Apegada está mi alma», teniendo en cuenta que la palabra original es la misma en los dos versículos. La cosa es del todo compatible con la experiencia del creyente. Dentro están el cuerpo del pecado que reviste y el principio inmortal de la gracia divina.



Hay una contienda entre los dos: «La carne lucha contra el espíritu y el espíritu contra la carne» (Gálatas 5:17), y el creyente se ve forzado a exclamar: «Miserable hombre de mí» (Romanos 7:24). Este es el caso; y todos los creyentes hallan que es así. En tanto que el alma está muchas veces abatida o apegada al polvo, el espíritu se esfuerza para apegarse a los testimonios de Dios.

Así que el creyente ora: «Oh Jehová, no me avergüences.» Y al apegarnos a Cristo, hermanos, no seremos avergonzados nunca jamás. J. Stephen



Vers. 32. Por el camino de tus mandamientos correré. Cuando un hombre se decide a hacer una cosa, aunque se le estorbe y obstaculice, lo toma con paciencia, sigue, y no quiere detenerse a discutir la cuestión. Un movimiento lento se detiene fácilmente, en tanto que uno rápido derriba al que se opone al mismo; así ocurre cuando los hombres corren sin cansarse en el servicio de Dios. Finalmente, el premio estimula a correr: «Corro de tal manera que pueda obtenerlo» (lª Corintios 9:24). T. Manton



Cuando ensanches mi corazón. Nótese en qué forma se ha hablado del corazón hasta este punto: «todo corazón» (2); «rectitud de corazón» (7); «escondido en mi corazón» (11); «ensanchar mi corazón». Hay muchas más alusiones más adelante y todas ellas muestran que la religión de David era una obra del corazón. Es una de las mayores faltas de nuestra época que la cabeza cuente más que los corazones y los hombres estén mucho más dispuestos a aprender que a amar, aunque no estén muy ansiosos de ir en ninguna de las dos direcciones. C. H. S.



Ensancha mi corazón, o dilátalo, a saber, de gozo. Es evidente lo apropiado de la expresión: como el corazón está dilatado, el pulso, por con siguiente, es más fuerte y lleno, por la exultación del gozo así como por la satisfacción. R. Mant



Sin duda, un templo para el gran Dios (tal como deberían ser nuestros corazones) ha de ser hermoso y amplio. Si queremos que Dios habite en nuestros corazones y prodigue su influencia, debemos hacer lugar para Dios en nuestras almas por medio de una dilatación de fe y expectativa.



El rico de la parábola, cuando aumentaron sus cosechas, pensaba ensanchar sus graneros (Lucas 12); así deberíamos ensanchar nosotros las estacas de la tienda y habitación de Cristo, tener expectativas más amplias de Dios, si queremos recibir más de El. Los vasos fallan antes que el aceite. No somos ensanchados en Dios, sino en nosotros mismos; por la escasez de nuestros pensamientos, no hacemos más espacio para El, ni engrandecemos a Dios: «Engrandece, alma mía, al Señor» (Lucas 1:46).



La fe engrandece a Dios. ¿Cómo podemos hacer a Dios mayor de lo que es? En cuanto al ser declarativo, podemos tener mayor captación de su grandeza, bondad y verdad. T. Manton