Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 129 Salmo 129

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 129 Salmo 129



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 129 Salmo 129

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SALMO 129



Título: «Cántico gradual». No me es posible ver que este Salmo esté un paso más allá del anterior; y, con todo, es claramente el canto de un individuo anciano y muy probado, que mira hacia atrás a una vida de aflicción en la cual ha sufrido constantemente, incluso desde su juventud. En cuanto la paciencia es una gracia más elevada, o por lo menos más difícil, que el amor conyugal, el ascenso o progreso quizá pueda verse en esta dirección.



El Salmo en conjunto: En la obra de Muston El Israel de los Alpes, referente al glorioso retorno de los valdenses bajo Henri Arnaud, se relata este incidente: «Después de estos éxitos, los valientes patrio-tas se juramentaron con un juramento de fidelidad mutua, y celebraron un servicio divino en una de sus propias iglesias, por primera vez después de su destierro. El entusiasmo del momento era incontenible; cantaron el Salmo setenta y cuatro, haciendo resonar sus armas como acompañamiento; y Henri Arnaud subió al púlpito con una espada en una mano y una Biblia en la otra, y predicó del Salmo ciento veintinueve, y declaró una vez más, ante el cielo, que nunca volvería a asumir su cargo de pastor con paciencia y paz hasta que presenciara la restauración de sus hermanos a las antiguas propiedades que les correspondían por derecho.»



Vers. 1. Mucho me han angustiado desde mi juventud, diga ahora Israel. El canto empieza bruscamente. El poeta ha estado meditando, y el fuego ardiendo; por tanto, dice lo que tiene en la lengua; no puede evitarlo: ve que debe hablar y, por tanto, que puede decir lo que tiene por decir. C. H. S.



Los primeros años de Israel y de la iglesia de Dios pasaron en medio de pruebas. Los hijos de la gracia estaban en la cuna de la oposición.



Tan pronto como nace el hijo de la mujer el dragón empieza a perseguirle. Sin embargo, «es bueno para el hombre llevar el yugo desde su juventud», y lo verá así cuando más adelante cuente su historia. C. H. S.



Dios tenía un Hijo, y sólo uno sin pecado; pero nunca ha tenido ninguno sin aflicción. Podemos ser hijos de Dios y, con todo, hallarnos bajo persecución; ser su Israel y, no obstante, afligidos desde nuestra juventud. Podemos sentir la mano de Dios como un Padre sobre nosotros cuando nos hiere, lo mismo que cuando nos acaricia. Cuando nos acaricia es para que no desmayemos bajo su mano; cuando nos hiere, es para que conozcamos su mano. Abraham Wright



Ellos. Los perseguidores no merecen nombre. El rico no es mencionado (en tanto que Lázaro lo es) porque no lo merece (Lucas 16). Su nombre está escrito en el polvo (Jeremías 12:13). John Trapp



La historia, sin duda, da amplio testimonio de que el pueblo de Dios no sólo ha tenido que tratar con algunos enemigos, sino que ha sido atacado casi por todo el mundo; y, además, que han sido molestados no sólo por enemigos de fuera, sino también por los de dentro, por los que profesaban pertenecer a la iglesia. Juan Calvino



Me han angustiado. Cuando los hombres se conocen a sí mismos, conocen también su pecado en la aflicción. ¿Cuál es el curso natural y la experiencia de los no creyentes en la humanidad? Transgresiones, remordimientos y, luego, olvido; nueva trasgresión, nueva pena y, de nuevo, olvido.



¿Es posible interrumpir esta indiferencia? ¿Cómo convencerles de que tienen necesidad de un Salvador como la primera y más profunda necesidad de su ser, y que sólo pueden ser librados de modo seguro de la ira eterna por medio de una inmediata súplica a Dios? No hay nada que sea más efectivo para ello que la aflicción. Los hijos de Dios que le han olvidado, se levantan y van a su Padre cuando son heridos por el azote de la aflicción; y tan pronto como se pronuncian compungidos: «Padre, he pecado», son abrazados, sanos y salvos, por su amor.



Es, además, por medio de la aflicción que el hijo de Dios conoce el mundo. El mundo es el gran rival de Dios. Los deseos de la carne, el placer; la codicia de los ojos, la soberbia de la vida, el anhelo de ser superiores a los que nos rodean, abarcan todo lo que el hombre ambiciona de modo natural. Danos abundancia, honor, distinción, y todos los bienes de la vida parecen haber sido obtenidos. Pero ¿qué harás cuando El venga a juzgarte? Esta es una pregunta que alarma a los que son más felices en la prosperidad.



Desde mi juventud. El que murió primero, murió por causa de la religión; tan pronto llegó el martirio a este mundo. John Trapp



Vers. 2. Mucho. ¡Qué aflicciones fueron resistidas por la iglesia cristiana a partir de su juventud! ¡Cuán débil era esta juventud! ¡Qué pequeño el número de los apóstoles a cargo de los cuales puso nuestro Señor su evangelio! ¡Qué destituidos estaban de estudios humanos, influencia mundana y poder secular! Con miras a su destrucción y frustrar su objetivo -la gloria de Dios y la salvación de los hombres-, fueron empleados el calabozo, el potro y el cadalso conjunta y sucesivamente. El que araba trazó largos surcos en su espalda. Fueron confiscadas sus propiedades; fueron encarcelados; sus cuerpos ardieron en piras; sus cabezas rodaron, y todo ello en medio de gritos feroces de la multitud y rugidos de fieras en el anfiteatro.



A pesar de toda oposición, sin embargo, nuestra santa religión echó raíces y creció. No pudo exterminaría toda la furia de diez persecuciones. Los dientes de las fieras no la trituraron; el fuego no la consumió, las aguas no la ahogaron, el calabozo no la confinó.



La verdad es eterna, como el gran Dios de cuyo seno brota, y, por tanto, no puede ser destruida. Y como el cristianismo es la verdad, y no la mentira, sus enemigos nunca han prevalecido contra él. W. Mcmichael

Mas no prevalecieron contra mí.
«Derribados, mas no destruidos» es el grito de un hombre victorioso. Israel ha luchado y ha vencido en la batalla. ¿Quién se queda sorprendido? Si Israel venció al ángel del pacto, ¿qué hombre o diablo puede vencerle a él? C. H. S.



Vers. 3. Sobre mis espaldas araron los aradores; hicieron largos surcos. Si bien en el libro de los Salmos, en sus himnos y cánticos, hallamos descritos todos los sufrimientos y dolores del Señor con detalle y minuciosidad, a pesar de ello nunca comprenderemos lo que nuestro bendito Señor sufrió por nosotros en cada parte de su vida y su pasión y muerte. Que el Señor, el Espíritu, imprima esta expresión en el versículo efectivamente sobre nosotros. Las heridas del Señor son muy expresivas de la violencia de sus verdugos y de su furor contra El, y de las heridas y tormentos que le infligieron. Samuel Pierce



Vers. 4. Cortó las coyundas de los impíos. Dios no ha usado nunca a una nación para que castigara a Israel, sin destruir a esta nación una vez el castigo ha llegado a su término; El aborrece a los que hieren a su pueblo, aunque permite que el odio de ellos triunfe durante un tiempo para que se realicen sus propósitos. Si un hombre quiere que le corten los arneses, que empiece a arar sobre los campos del Señor son el arado de la persecución. El camino más corto a la ruina es entremeterse con un santo; el aviso divino es: «El que te toca, toca la niña de mi ojo.» C. H. S.



Vers. 5. Serán avergonzados y retrocederán todos los que aborrecen a Sión. Estudia un capítulo del Libro de los Mártires, y di si no te sientes inclinado a leer un Salmo imprecatorio contra el obispo Bonner y María la Sanguinaria. Es posible que algunos sentimentalistas desgraciados de nuestro siglo diecinueve te censuren; si es así, léelo otra vez, ésta contra ellos. C. H. S.



Vers. 6. Serán como la hierba de los tejados, que se seca antes que crezca. Uno de los padres dijo del emperador Juliano: «Esta nubecilla pronto desaparecerá»; y así fue. Todo sistema escéptico de filosofía presenta una historia semejante; y lo mismo se puede decir de cada herejía. Son cosas deleznables, sin raíces; son, y ya no son; vienen, y se van, incluso sin que nadie se levante contra ellas. El mal lleva en sí la semilla de su propia disolución. Déjalo. C. H. S.



Con razón se les compara con la hierba de los tejados; porque el Espíritu Santo no puede hablar de ellos más despectivamente. Porque esta hierba es tal que pronto se seca, sin que se le aplique la hoz. Nadie piensa que valga la pena cortarla, ni la mira; se le permite jactarse durante un tiempo y pavonearse por los tejados como si fuera algo, cuando no es nada.



Así los malvados perseguidores en el mundo, que se considera que son poderosos y terribles cuando se mira su aspecto externo, son los más despreciables de los hombres. Porque los cristianos ni piensan en arrancarlos o segarlos; no los persiguen, ni se desquitan de sus ultrajes, sino que les permiten que se jacten tanto como quieran. Porque saben que no podrán resistir la violencia de un viento vehemente.



Sí, aunque todas las cosas permanezcan en calma, como la hierba sobre los tejados, poco a poco se marchitan por el calor del sol, y así las tiranías por poca cosa perecen y pronto desaparecen. Los fieles, pues al resistir, prevalecen y vencen: pero los malos, al hacerlo, son derribados y perecen miserablemente, de lo cual da testimonio visible historia de todos los tiempos y edades.

Vers. 7. De la cual no llena el segador su mano, ni su brazada el que hace gavillas. Los orientales llevan el trigo en brazadas, pero en este caso no hay nada que llevar a casa. Así, los malos acaban en nada. Por designio justo divino, son un fracaso. Su fuego acaba en humo; su verdor, en vanidad; su florecer es una forma de marchitarse. Nadie se aprovecha de ellos, ni aun ellos mismos se benefician. Sus objetivos son malos; su obra es peor, y su fin pésimo. C. H. S.



Vers. 8. Ni dicen los que pasan: La bendición de Jehová sea sobre vosotros; os bendecimos en el nombre de Jehová. No nos atrevemos a usar expresiones piadosas como meros cumplimientos, y por ello no nos atrevemos a decir un adiós -Dios sea contigo, a los malos, para no ser nosotros partícipes de sus hechos malos.



Ve en qué forma son arados los fieles por sus adversarios, y, con todo, resulta de ello una cosecha que permanece y produce bendición; en tanto que aunque los impíos florecen durante un tiempo y gozan de completa inmunidad, morando -según creen- por encima del alcance de lo que pueda dañarles, al poco tiempo han desaparecido sin dejar rastro.



Señor, cuéntame entre tus santos. Déjame participar de sus aflicciones, si puedo también participar de su gloria. Así quiero hacer mío propio este Salmo, y engrandecer tu nombre, porque tus afligidos no son destruidos y tus perseguidos no son abandonados. C. H. S.



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