Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 130 Salmo 130

Online Resource Library

Commentary Index | Return to PrayerRequest.com | Download

Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 130 Salmo 130



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 130 Salmo 130

Other Subjects in this Topic:

SALMO 130



Llamamos a este Salmo De profundis: «desde lo profundo», que son sus primeras palabras. Desde estas profundidades clamo, gimo, velo, espero. En este Salmo oímos acerca de la perla de la rendición (vers. 7 y 8); quizás el dulce cantor no habría hallado esta joya si no hubiera sido lanzado a lo profundo. «Las perlas se hallan muy hondo». C. H. S.



El Salmo en conjunto: El Espíritu Santo presenta aquí dos pasiones opuestas de modo claro: temor, con respecto a los pecados que merecen castigo, y esperanza, con respecto a misericordias no merecidas. Alexander Roberts



Este Salmo, quizá más que algún otro, está marcado por sus cumbres: profundidad, oración, convicción, luz, esperanza, espera, vigilancia, anhelo, confianza, seguridad, felicidad y gozo completo.



Como el barómetro señala cuando el tiempo se aclara o mejora, así este Salmo, frase tras frase, registra los progresos del alma. Y puedes ponerte a prueba a ti mismo con él, como una regla o medida, y preguntarte en cada línea: «¿He alcanzado esto? ¿He alcanzado aquello?», y así medir tu nivel espiritual. James Vaughan



Vers. 1. Desde lo profundo, oh Jehová, a ti clamo. Por debajo de la inundación la vida de oración vivía y luchaba; sí, el grito de la fe subía por encima del rugido de las olas. No importa mucho dónde nos hallamos si podemos orar; pero la oración nunca es más real y aceptable que cuando nos hallamos en los peores lugares. Los lugares profundos engendran devoción profunda. Las profundidades de la sinceridad son agitadas por las profundidades de la tribulación. Los Diamantes brillan más en la oscuridad. El que ora desde lo profundo no se hundirá en esta profundidad. El que clama desde lo profundo pronto cantará en las alturas. C. H. S.



La razón suficiente de que Dios no oye a algunos es porque no claman; razón suficiente de que no oiga a otros es porque no claman desde lo profundo; pero cuando claman, y lo hacen desde lo profundo, no se sabe de ningún caso en que Dios haya rehusado escuchar; y, por tanto, yo clamo a Ti desde lo profundo, te ruego, oh Dios, que en tu gran misericordia oigas mi voz. Sir Richard Baker



Cuando estamos en prosperidad, nuestras oraciones salen de nuestros labios; y, por tanto, el Señor se ve forzado a hundirnos algo para que nuestras oraciones procedan de nuestro corazón, y nuestros sentidos puedan despertar de la seguridad en que yacen. Y así Dios trata con nosotros, como los hombres hacen con las casas que han de ser suntuosas y altas; porque entonces cavan hoyos profundos para sus cimientos. Así, Dios, proponiéndose dejar esto bien claro por medio de Daniel, y los tres jóvenes en Babilonia, José en Egipto, y David en Israel, primero los hundió en las aguas profundas de la aflicción. Daniel fue echado en el foso de los leones; los tres jóvenes en un horno ardiendo; José encarcelado; David desterrado. Con todo luego exaltó a todos ellos, e hizo de ellos templos gloriosos para El.



Nota aquí lo embotado de nuestra naturaleza, que es tal, que Dios se ve forzado a usar remedios enérgicos para despertarnos. Jonás dormía en el barco cuando le perseguía la tempestad de la ira de Dios. Dios, por tanto, le echó en el vientre de la ballena, en el fondo de esta profundidad, para que de estos lugares profundos pudiera clamar a El.



Así pues, cuando estamos atribulados por la enfermedad grave, o la pobreza, u oprimidos por la tiranía del hombre, saquemos provecho de ello y usémoslo, considerando que Dios ha echado a sus mejores hijos en tales peligros para su beneficio; y que es mejor hallarse en peligros graves orando, que en los altos montes de la vanidad jugando. Archibald Symson



Hay profundidad tras profundidad en la oscuridad mental, en que el alma se siente más y más afligida, hasta la profundidad que se halla al borde de la desesperación. La tierra hueca, el cielo vacío, el aire espeso, toda forma deformada, los sonidos discordes, el pasado sombrío, el presente un enigma, el futuro un horror. Un paso más hacia abajo y el hombre se halla en la cámara de la desesperación, cuyo suelo es ardiente, cuyo aire es glacial como la atmósfera del polo. ¡Hasta qué profundidades del espíritu puede caer un hombre!



Pero la profundidad más horrible a la que puede descender el alma del hombre es el pecado. A veces, empezamos en pendientes graduales y descendemos tan rápidamente que pronto hallamos lo profundo; profundidades en que hay horrores que no se hallan ni en la pobreza, ni en la pena, ni en la depresión mental.



Es pecado, es un ultraje contra Dios y contra nosotros mismos. Vemos que no tiene fondo. Cada nueva abertura revela una nueva profundidad mayor que la anterior. Es en realidad el abismo sin fondo. Oh profundidad sin fondo! ¡Oh caída de la luz a la sombra, de la sombra a las tinieblas! ¡Oh el infierno del pecado! Qué podemos hacer? ¡Clamamos, simplemente! ¡Y seguimos clamando! Pero clamemos a Dios. El clamar a otros es inútil y perjudicial. Son meras expresiones de impotencia, o protestas contra un destino imaginario. Pero el clamor del espíritu al Altísimo es un clamor varonil. De las profundidades de toda pobreza, toda aflicción, toda depresión mental, todo pecado, ¡clamemos a Dios! De «The Studi and the PuIpit»



Cuando David dama de lo profundo, se eleva de lo profundo, y su mismo clamor no le permite permanecer mucho tiempo en lo profundo. AGUSTÍN



Se ha dicho muy bien que el versículo pone delante de nosotros seis condiciones de la verdadera oración: es humilde: «de lo profundo»; ferviente: «clamo»; dirigida a Dios mismo: «a Ti»; reverente: «oh Señor»; temerosa: «Señor», que es un título solemne que se repite; y, finalmente, que sea de uno mismo: «escucha mi voz». Neale Y Littledale



Vers. 2. Señor, escucha mi voz. Si el Señor nos prometiera de modo absoluto que contestaría a todos nuestros requerimientos, sería más bien una maldición que una bendición, porque esto sería poner la responsabilidad de nuestras vidas sobre nosotros mismos y estaríamos colocados en una posición muy inquietante; pero el Señor escucha nuestros deseos, y esto basta; sólo deseamos que El los con-ceda, si su sabiduría infinita ve que ha de ser para nuestro bien y para su gloria. C. H. S.



Vers. 3. JA JI, Si miras a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse en pie? Si Jah, el Omnisciente, llamara a cuentas en estricta justicia por toda falta de conformidad a su justicia, ¿dónde nos encontraríamos? Verdaderamente, El registra todas nuestras transgresiones, pero de momento no actúa movido por este historial, sino que lo deja para otro día. Si los hombres fueran juzgados por el sistema dc las obras, ¿quién de nosotros podría responder por sí mismo ante el tribunal de Dios y esperar poder mantenerse libre y ser aceptado? C. H. S.



Pero ¿no marca el Señor nuestra iniquidad? ¿No toma nota de cada pecado cometido por cada uno de los hijos de los hombres, especialmente sus propios hijos? ¿Por qué, pues, pone el Salmista este «si»? «Si miras a los pecados...». Es verdad, el Señor anota toda iniquidad para conocerla, pero no marca ninguna iniquidad de sus hijos para condenarles por ella; así, el significado del Salmo es que si el Señor mar-cara el pecado con un ojo estricto y severo, como un juez, para acusar de él a la persona que lo comete, nadie podría soportarlo. Joseph Caryl



Estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica, pero no noten tus ojos las manchas de mi pecado; porque: «Si Tú, Señor, miras a los pecados, ¿quién podrá mantenerse en pie? ¿No cayeron los ángeles cuando Tú miraste sus locuras? ¿Puede la carne, que no es más que polvo, ser limpia delante de Ti, cuando las estrellas, hechas de una sustancia más pura, no lo son? ¿Puede alguno ser limpio a tu vista, que no sea tan limpio como tu vista? ¿Y puede alguna pureza ser igual a la tuya?

¡Ay, Señor! No somos ángeles ni estrellas, y ¿cómo podemos estar nosotros de pie cuando éstas caen? ¿Cómo podemos ser limpios cuando éstas son impuras? Si Tú miras lo que se hace mal, habría trabajo a marcar para Ti en tanto que exista el mundo, porque ¿qué acción del hombre está libre de la mancha de pecado o de la falta de justicia?



Por tanto, no mires nada en mí, oh Dios, de lo que he hecho, sino mira sólo lo que Tú has hecho. Mírame en tu propia imagen; y luego que puedas mirarme y decir todavía, como dijiste una vez: «Y todo era muy bueno.» Sir Richard Baker



Vers. 3 y 4. Estos dos versículos contienen la suma de las Escrituras. En el tercero hay la forma del arrepentimiento; en el cuarto, las misericordias de Dios. Son las dos montanas: Gerizim y Ebal, mencionadas en Deuteronomio 27:12, 13. Son las dos columnas del Templo de Salomón (lº Reyes 7:21), llamadas Jaquin y Boaz.



Con Pablo, hemos de persuadimos de que hemos venido del monte Sinaí al monte Sión, donde hay misericordia, aunque hay que comer algunas uvas agraces por el camino. Jeremías comió primero un higo amargo en un cesto, luego uno dulce en otro. En los días de Moisés las aguas manaban primero amargas, luego dulces, por el tronco puesto en ellas. Y Eliseo echó sal en el potaje de los hijos de los profetas: luego resultó saludable. Archibald Symson



Vers. 4. Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado. Bendito! pero... En la mano del gran Rey hay perdón gratuito, pleno, soberano; es su prerrogativa el perdonar y se deleita en ejercerla. Debido a que su naturaleza es la misericordia, y porque El ha provisto un sacrificio por el pecado, hay perdón en El para todos los que le confiesan sus pecados. Si el Señor ejecutara justicia sobre todos, no quedaría ninguno para reverenciarle; si todos estuvieran bajo la aprensión de su ira merecida, la desesperación ya los habría endurecido para que no le temieran; es su gracia la que dirige el camino a una consideración santa de Dios y un temor reverencial de ofenderle. C. H. S.



El martillo de la ley puede que quebrante el corazón helado del hombre con terrores y horrores, y, con todo, es posible que permanezca helado, sin cambio; pero cuando el fuego del amor derrite suavemente el hielo, se cambia y disuelve en agua; ya no es hielo, sino que tiene otra naturaleza. George Swinnock

La doctrina evangélica del perdón gratuito de los pecados no engendra descuido, como alegan erróneamente los católicos romanos, sino más bien un temor de Dios verdadero y genuino; como muestra aquí el Salmista, éste es el efecto final de la doctrina. Solomon Gesner



El hombre ya está a punto de ser destruido, tragado vivo, cuando de súbito surge este «pero», tres veces bendito, que le detiene en seco en el curso precipitado de su ruina, pone su brazo fuerte con su escudo de oro entre el pecador y la destrucción y pronuncia estas palabras: «Pero hay perdón en ti para que seas reverenciado.» C. H. S.



Para que seas reverenciado (o temido). Este perdón, esta sonrisa de Dios, ata el alma a Dios con un hermoso temor. El temor de perder la mirada de amor de Dios. El temor de perderse una obra de bondad. El temor de ser alejado del cielo de su presencia por una comente insidiosa de mundanalidad. El temor de adormilarse. El temor del error. El temor de no complacerle.



Nuestro deber, pues, es beber a fondo del amor del perdón de Dios. El ser llenado de él es ser llenado de pureza, fervor y fe. Nuestros pecados han de esconder su cabeza reducida y escurrirse por las grietas cuando el perdón cuando Cristo entra en el alma. George Bowen



Vers. 5. Espero yo en Jehová, espera mi alma. Esperando que Él y vendrá a mí en amor, espero sosegadamente su aparición; espero en El en el servicio y en la fe. A Dios espero, y sólo a El; si El quiere manifestarse, no tendré nada más que esperar; pero hasta que El aparezca en mi ayuda tengo que aguardar, esperando incluso en las profundidades. C. H. S.



¡Oh! que qué real e instantáneo es el reposo hallado en Jesús! El reposar en El, por honda que sea la profundidad del alma, por oscuras que sean las nubes que la envuelven o agitadas las aguas que la inundan, todo es sol y serenidad dentro. Octavius Winslow



Pendiente estoy de su Palabra.
Aguardando, estudiamos la Palabra, creemos la Palabra, esperamos en la Palabra y vivimos en la Palabra; y todo porque es su Palabra, la Palabra de Aquel que nunca habla en vano. La Palabra de Jehová es un terreno firme para un alma que aguarda o reposa. C. H. S.



Vers. 5 y 6. ¿Qué consuelo tiene un enfermo en tiempo de aflicción sino la esperanza de la salud? ¿O un pobre en la indigencia sino esperanza de riquezas? ¿O un preso sino esperanza de libertad? ¿O un desterrado sino esperanza de regresar?



Todas estas esperanzas pueden fallar, pues con frecuencia carecen de garantía. Aunque un médico puede animar a un enfermo con sus buenas palabras, con todo, no puede darle la garantía de la recuperación, porque su salud depende de Dios; los amigos pueden prometer alivio al pobre, pero no hay hombre que no mienta; y sólo Dios es fiel, el cual es «el que prometió».



Por tanto, afiancemos nuestra fe en Dios, y nuestra esperanza en Dios, porque El se mantendrá fiel a su promesa. Nadie ha esperado en El en vano, ni hubo nunca nadie que quedara decepcionado de su esperanza. C. H. S.



Vers. 6. Mi alma aguarda al Señor más que los centinelas a la mañana. No temía a Dios como no temen la luz los que están legítimamente ocupados. Suspiraba y anhelaba por su Dios C. H. S.



Más que los vigilantes a la aurora.
¿No ha de haber una proporción entre la causa y el efecto? Si mi causa para velar es mayor que la suya, ¿no debería yo velar más por ellos? Los que vigilan esperando la mañana tienen motivo para hacerlo, sin duda, porque les trae la luz del día; pero ¿no tengo yo más motivo para vigilar, que espero la Luz que ilumina a todo el que ha venido a este mundo?



Los que velan esperando la mañana esperan que se levante el sol para que los libre de las tinieblas que impiden la vista; pero yo espero que se levante el Sol de justicia para que disipe los horrores de la oscuridad que atemorizan mi alma. Ellos aguardan la mañana para tener luz en la que andar; pero yo espero la aurora de arriba para que dé luz a los que están sumidos en la oscuridad y sombra de muerte, y para que guíe sus pies por el camino de paz. Sir Richard Baker



En el año 1830, en la noche precedente al primero de agosto, el día en que los esclavos de nuestras colonias de las Indias Orientales habían de entrar en posesión de la libertad prometida, muchos, se nos dice, ni tan sólo se fueron a la cama. Miles y decenas de miles, reunidos en lugares de culto, se ocuparon en deberes devocionales, cantando alabanzas a Dios, aguardando el primer rayo de luz de la aurora del día en que habían de pasar a ser libres.



Algunos fueron enviados a las colinas, desde donde podían obtener la primera vista del día, para que con una señal dieran a conocer a sus hermanos en el valle la aurora del día que los haría hombres libres, no objetos como eran entonces, hombres con almas que Dios había creado para siempre. ¡Con qué ansia estos hombres han de haber aguardado esta mañana! T. W. Aveling



Vers. 7. Y abundante redención con él. El atributo de la misericordia, y el hecho de la redención, son dos razones mas que suficientes para esperar en Jehová; y el hecho de que no hay misericordia o liberación en otros puntos debería ser suficiente para limpiar el alma de toda idolatría. ¿No son estas cosas profundas de Dios un gran consuelo para los que están clamando desde las profundidades? ¿No es mejor estar en las profundidades con David esperando la misericordia de Dios, que en las cumbres jactándose de la justicia propia imaginaria? C. H. S.



Y tal es la redención que nos procura la misericordia de Dios. No sólo líos saca de un calabozo, sino que nos pone en posesión de un palacio; no sólo nos deja libres para comer el pan con el sudor de nuestra frente, sino que nos restaura al paraíso, donde crecen toda clase de frutos por su propia cuenta; no sólo declara que no somos cautivos, sino que nos encarece para ser hijos; y no sólo hijos, sino herederos; y no sólo herederos, sino coherederos con Cristo; y ¿quién puede negar que ésta es una abundante redención?



¿O bien se dice que es una redención abundante en consideración al precio que fue pagado para redimirnos? Porque somos redimidos por precio, no de oro o piedras preciosas, sino con la sangre preciosa del Cordero inmolado desde antes de la fundación del mundo. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito para redimirnos; y esto, estoy seguro, es una abundante redención. Sir Richard Baker



Vers. 8. Iniquidades. ¡Qué conclusión tan apropiada la de este Salmo comprensivo e instructivo! Como el sol al amanecer está velado por las nubes, y al ponerse lo baña todo de esplendor, el Salmo se abre con el alma en la profundidad y termina con el alma en las alturas. ¡La redención de toda iniquidad! Deja corto el lenguaje más descriptivo y excede las más extensas medidas. La imaginación más vívida no llega a concebirlo; la imagen más esplendente falla en, retratarlo, y la fe siente que sus alas desmayan para escalar su cima. El redimirá a Israel de todas sus iniquidades. El versículo es una imagen del hombre restaurado, del paraíso recobrado. Octavius Winslow



***