Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 134 Salmo 134

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 134 Salmo 134



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 134 Salmo 134

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SALMO 134



Título: «Cántico gradual». Hemos alcanzado el último de los Salmos graduales. Los peregrinos regresan a sus casas y están cantando el último Salmo de su Salterio. Parten temprano por la mañana, antes que haya comenzado el día plenamente, porque la jornada será larga para muchos de ellos. En tanto que dura la noche ya están en movimiento. Pronto se hallarán fuera de las puertas, ven los guardas sobre cl muro del Templo, y brillan las lámparas de las cámaras que rodean el santuario por tanto, conmovidos por la vista, cantan su despedida a los asistentes perpetuos del santo santuario.



Su exhortación de partida estimula a los sacerdotes a pronunciar una bendición sobre ellos desde el lugar santo; esta bendición está contenida en el tercer versículo. Los sacerdotes vienen a decir: «Habéis deseado que os demos la bendición del Señor y ahora rogamos al Señor que os bendiga.» C. H. S.



El Salmo en conjunto: El Salmo que tenemos delante fue preparado para los sacerdotes que servían en el lugar sagrado por la noche. Había el peligro de que se durmieran, y de fantasías ociosas. ¡Oh, cuánto tiempo se pierde en este soñar despierto, dejando que el pensamiento vagabundee de un lugar a otro! Los sacerdotes estaban en peligro, decimos, de adormilarse, de soñar despiertos, de acariciar pensamientos vanos, meditaciones mutiles y palabras sin provecho; por tanto, está escrito: «Mirad, bendecid a Jehová, vosotros todos los siervos de Jehová, los que estáis por las noches en la casa de Jehová.»



¿Tienes el deber de pasar la noche en vela? Si es así pásala en adoración. No permitas que el tiempo de vigilia sea perdido, ocioso, sino que cuando los otros estén durmiendo o adormilados y tú, por necesidad, veles, estén las alabanzas de la casa de Dios; ¡que haya alabanza en Sión, alaba lo mismo de noche que de día! «Alzad vuestras manos al santuario, y bendecid a Jehová.» Samuel Martin



Vers. 1. Los que en la casa de Jehová estáis por las noches. Podemos entender bien que los santos peregrinos hasta cierto punto envidiaran a los que eran consagrados, que guardaban el Templo y asistían a los oficios necesarios del mismo durante las horas de la noche. Al silencio y solemnidad de la noche se añadía la gloria impresionante del lugar en que Jehová había ordenado que se celebrara su culto; los sacerdotes y levitas que eran ordenados para un servicio tan sublime eran bienaventurados. Era, pues, apropiado que bendijeran al Señor durante sus vigilias nocturnas; el pueblo quería que se dieran cuenta y no fallaran en su deber.



No habían de moverse de un lado a otro como máquinas, sino poner su corazón en todos los deberes, y adorar espiritualmente en el curso entero de su deber. Hacían bien velando, pero mejor aún «velando y orando» y alabando.



Cuando se cierne la noche sobre una iglesia, el Señor tiene sus vigilantes y santos que guardan todavía su verdad, y éstos no deben desanimarse, sino que han de bendecir al Señor incluso cuando se acercan las horas más oscuras. A nosotros nos corresponde animarles e insistir sobre ellos en cuanto a este deber: bendecir al Señor en todo tiempo y hacer que su alabanza salga continuamente de su boca. C. H. S.

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