Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 137 Salmo 137

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 137 Salmo 137



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 137 Salmo 137

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SALMO 137



Esta oda quejumbrosa es una de las composiciones más encantadoras de todo el libro de los Salmos, por su poder poético. Si no fuera inspirada, ocuparía un lugar muy elevado en poesía, especialmente la primera parte de la misma, que es tierna y patriótica en alto grado. Que hallen faltas en ella los que nunca han visto su templo incendiado, su ciudad en ruinas, sus esposas violadas y sus hijos degollados; es posible que no hablaran con bocas de terciopelo si hubieran sufrido de esta manera C. H. S.



Salmo en conjunto: En cada una de sus líneas se pueden oír el gemido del cautivo, el lamento del exilio y el suspiro de los santos. W. Ormiston



Vers. 1. Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos. Se sentaban en pequeños grupos y se lamentaban en común, mezclando sus recuerdos con sus lágrimas. Los ríos eran hermosos, sí, pero eran los ríos de Babilonia, y el suelo en que se sentaban los hijos de Israel era tierra extranjera, y por ello lloraban. Los que venían a interrumpirlos eran ciudadanos de la ciudad que los había destruido, y no deseaban su compañía. Todo recordaba a Israel su destierro de la ciudad santa, su servidumbre bajo la sombra del templo de Bel, su impotencia frente a un enemigo cruel; y, por tanto, sus hijos e hijas estaban sentados y afligidos. C. H. S.



Y aun llorábamos, acordándonos de Sión. No lloraban cuando recordaban las crueldades de Babilonia; el recuerdo de la opresión dura secaba sus lágrimas, y hacía que sus corazones ardieran de ira; pero cuando volvía a su mente la ciudad amada con sus solemnidades, HO podían por menos que derramar lágrimas.



Así es con los verdaderos creyentes cuando ven a la iglesia maltratada y se ven incapaces de hacer nada en su socorro; podríamos soportar cualquier cosa menos esto. En nuestros tiempos, la Babilonia del error hace estragos en la ciudad de Dios, y los corazones de los fieles se sienten dolorosamente heridos cuando ven la verdad derribada por las calles y la incredulidad creciente entre los que profesan ser siervos del Señor. Protestamos, pero al parecer es en vano; la multitud sigue ciegamente a sus ídolos. C. H. S.



Un hombre piadoso siente en su corazón las miserias de la iglesia. He leído de ciertos árboles, cuyas hojas, si se cortan o se tocan, se encogen y durante un tiempo penden de su tallo; entre los cristianos existe esta especie de simpatía espiritual; cuando otras partes de la iglesia están sufriendo, ellos lo sienten como si tocaran a sus propias personas. Ambrosio dice que cuando Teodosio estaba enfermo de muerte, estaba más preocupado acerca de la iglesia de Dios que de su propia enfermedad. Thomas Watson



¿Qué deberíamos hacer, pues, en nuestra ausencia de otra clase de Jerusalén? La de ellos era una Jerusalén terrena, antigua, robada, saqueada, incendiada; la nuestra es una Jerusalén celestial, nueva, en la que no se ha disparado una flecha, ni se ha oído el ruido de la trompeta llamando a la batalla; ¿quién no lloraría estando ausente de ella? Walter Balcanqual



Vers. 1-6. Hay ocasiones en que el mundo no se burla del cristiano. Con frecuencia el cristiano está lleno de un gozo tan especial que el mundo se maravilla en silencio. Con frecuencia hay un espíritu manso y quieto en el cristiano que desarma toda oposición. La blanda respuesta quita la ira; y sus muchos enemigos se ven forzados a estar en paz con él.



Pero espera hasta que llega el día de la oscuridad para el cristiano; espera hasta que el pecado y la incredulidad le han llevado a la cautividad; espera hasta que se ve expulsado de Sión y desterrado lejos y esté sentado llorando; entonces el mundo cruel incrementa su aflicción; entonces le piden que esté contento y cante; y cuando ven las lágrimas descendiendo por su mejillas, le piden con burla ruin: «¿Qué Salmo cantas hoy?» «Cántanos uno de los cánticos de Sión.» Incluso Cristo sintió esta amargura cuando colgaba de la cruz. A todo cristiano verdadero le gusta la alabanza, y los cristianos más santos la tienen en más estima Pero cuando el creyente cae en pecado y oscuridad su arpa cuelga del sauce, y no puede cantar el cántico del Señor, porque está en tierra extraña.



Con frecuencia halla, cuando ha caído en el pecado y la cautividad, que ha caído entre deleites mundanos y amigos mundanos. Hay mil placeres que le tientan a que se establezca allí; pero si es un hijo verdadero de Sión, nunca puede reposar en una tierra extraña. Mirará los placeres del mundo y del pecado, y dirá: «Un día en tus atrios es mejor que mil fuera de ellos». «Si me olvido de ti, oh Jerusalén, que mi mano derecha olvide su destreza.» Robert Murray M'cheyne



Vers. 2. Colgábamos nuestras arpas en los sauces que hay en medio de ella. La música tiene encantos que dan reposo al espíritu inquieto; pero cuando el corazón está triste, es una burla para su aflicción. Los hombres ponen a un lado sus instrumentos de alegría cuando la nube espesa oscurece sus almas. C. H. S.



Sauces. Es un hecho curioso que durante el período de la «Commonwealth» (o república) en Inglaterra, cuando Cromwell, como político prudente, dio permiso a los judíos para establecerse en Londres y tener sus sinagogas, éstos acudieron allí en número suficiente para celebrar la Fiesta de los Tabernáculos en tiendas, entre los sauces de las riberas del Támesis.



Muchos fueron a observarlos, especialmente los aprendices de Londres, de modo que les causaron inconvenientes y fue necesario que las autoridades locales les protegieran. No que les insultara nadie; era bastante la curiosidad natural producida por un espectáculo nuevo y extraordinario, para estorbar sus actividades privadas y serles molestia. Maria Callcott



Vers. 3. Cantadnos algunos de los cánticos de Sión. La naturaleza insultante de la petición se echa de ver si consideramos que el tema corriente de estos cánticos era la omnipotencia de Jehová y su amor hacia su pueblo escogido. William Keatinge Clay



La moda, la frivolidad y la falsa filosofía se han aliado en una combinación formidable contra nosotros; y la misma verdad, la misma sinceridad y la misma integridad de principios que en cualquier otra causa sería estimada como respetable y noble, es despreciada y escarnecida cuando se refiere a la causa del Evangelio y sus sublimes intereses. Thomas Chalmers



Vers. 4. ¿Cómo habíamos de cantar el cántico de Jehová en tierra extraña? Hay muchas cosas que hacen los no creyentes que ellos consideran muy naturales, y que los hombres bajo la gracia no pueden permitirse. La pregunta «¿Cómo puedo...?» viene de una conciencia tierna, y denota una incapacidad de pecar que ha de ser cultivada con tesón. C. H. S.



Además, los sentimientos de la vida presente son, con frecuencia, adversos a la alabanza. Los desterrados en Babilonia no podían cantar por hallarse bajo servidumbre. La mano de Dios había caído pesadamente sobre ellos. Dios tenía una controversia con ellos a causa de sus pecados.



Ahora bien, los sentimientos de muchos de nosotros son de modo semejante adversos al canto al Señor. Algunos nos hallamos en gran tribulación. Hemos perdido a un amigo; estamos ansiosos por alguno de nuestros deudos; no sabemos en qué forma obtendremos el pan para mañana o el sostén para hoy. ¿Cómo podemos cantar al Señor?



Además hay otra clase de aflicción, todavía más fatal, si fuera posible, para el ejercicio activo de la adoración. Y es un peso y una carga por el pecado no perdonado. Se pueden oír cantos procedentes de la mazmorra de Filipos; se pueden oír cantos de un lecho de muerte, o junto a una tumba abierta; pero no salen cánticos del alma que está bajo el peso del desagrado de Dios, real o imaginario, que es incapaz de captar la gracia y la vida para los pecadores que se hallan en Cristo Jesús.



Esto, nos imaginamos, era la dificultad que oprimía al israelita en el exilio; que ciertamente es un impedimento ahora, para muchos, para que prorrumpan en alabanza cristiana. Y, además, hay una tierra aún más extraña al cántico del Señor que la tierra del pecado no perdonado, y es la tierra del pecado no abandonado. C. H. Vaughan



El cántico de Jehová.
No hay aflicción real en ninguna circunstancia a la que Dios nos ha llevado, o a la cual El nos guía y va con nosotros; pero cuando hay pecado y se ve que el sufrimiento es, no persecución sino juicio, no hay y no puede haber gozo; el alma se niega a ser consolada. Israel no puede cantar junto a las aguas de Babilonia. William De Burgh



Vers. 5. Si me olvido de ti, oh Jerusalén. El Calvario, el monte de los Olivos, Siloé, ¡que fragancia exhalan del nombre que es sobre todo nombre! «¡Si me olvido de ti, oh Jerusalén!» ¿Puedo olvidar el lugar por donde El anduvo con frecuencia, donde pronunció palabras de misericordia, en que murió? ¿Puedo olvidar que sus pies se hallaban en el «monte de los Olivos, que está al oriente de Jerusalén»? ¿Puedo olvidar que se presentó en el Aposento Alto, y que allí cayeron las lluvias de Pentecostés? Andrew A. Bonar



Vers. 6. Si de ti no me acordare. O bien nuestras camas son blandas o nuestros corazones duros si tenemos reposo cuando la iglesia es desolada, si no sentimos las duras cuerdas de nuestros hermanos a causa de lo mullidas que son nuestras camas. John Trapp



Si no enaltezco a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría
Si tal es el apego de un judío desterrado a su tierra natal, ¡cuánto más deberíamos amar nosotros a la iglesia de Dios, de la cual somos hijos y ciudadanos! ¡Qué celo debería ser el nuestro por su honor, su prosperidad!



Nunca usemos como motivo de diversión o ligereza las palabras de la Escritura, o las cosas santas, no sea que seamos culpables de olvidar al Señor y su causa. Es de temer que muchas lenguas han perdido el poder de cautivar a las congregaciones de los santos porque se han olvidado del Evangelio y Dios los ha olvidado a ellos. C. H. S.



Vers. 7. Oh Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el día de Jerusalén. No hemos de considerar las imprecaciones de este Salmo bajo otra luz que la profética. Están basadas en las muchas profecías que ya habían sido pronunciadas sobre el tema de la destrucción de Babilonia, si, como hemos de admitir, el Salmo que tenemos delante fue escrito después de la destrucción de Jerusalén. Pero estas profecías no se han cumplido en cada uno de sus puntos y deben cumplirse aun respecto a la Jerusalén mística, cuando el dominio del Anticristo se extenderá y la verdadera iglesia será introducida a la gloriosa libertad de los hijos de Dios cuando aparezca su Señor y Salvador Jesucristo en su propio reino. William Wison



El odio de Edom era el odio que siente siempre la mente carnal, en su estado natural de enemistad contra Dios, hacia todo objeto elegido del favor divino. Jerusalén era la ciudad de Dios. «Arrasadla, arrasadla hasta sus cimientos», es el malévolo deseo de toda mente no regenerada contra todo edificio que haya en pie de la Piedra elegida del fundamento divino.



La elección de Dios nunca gusta al hombre hasta que, por medio de la gracia, su propio corazón ha pasado a ser el receptor ferviente de esta misericordia contra la cual se rebelaba y cuyos efectos en los otros se negaba a admitir cuando él se hallaba en su estado natural. Desde Caín al Anticristo ha sido válida esta solemne verdad. Arthur Pridham



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