Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 147 Salmo 147

Online Resource Library

Commentary Index | Return to PrayerRequest.com | Download

Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 147 Salmo 147



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 147 Salmo 147

Other Subjects in this Topic:

SALMO 147



Tema: Este es un cántico notable. En él se celebran la grandeza y la bondad condescendiente del Señor. El Dios de Israel es presentado en la peculiaridad de su gloria como cuidando de los afligidos, los insignificantes, los olvidados. El poeta halla un gozo especial en alabar a uno que está tan lleno de gracia. Es un Salmo de la ciudad y del campo, de la primera creación y de la segunda, de la comunidad y de la iglesia. Es todo él bueno y agradable. C. H. S.



Vers. 1. Alaba al Señor. O: ¡Aleluya! El ancho río que fluye en el Libro de los Salmos termina en una catarata de alabanza. El Salmo presente empieza y termina con «Aleluya». Jehová y la alabanza feliz deberían ir asociados en la mente del creyente. C. H. S.



Porque es bueno cantar Salmos a nuestro Dios. El canto de los hombres es en sí bueno y noble. El mismo Dios que provee a los pájaros del cielo de las notas con que inconscientemente alaban a su Creador, da al hombre el poder para cantar. Todos sabemos hasta qué punto estimaba Lutero el don y el arte del canto. Que todo aquel a quien es concedido se regocije en él; que todo aquel a quien le falta, procure, si le es posible, estimularlo; porque es un buen don del Creador. Rudolf Stier



Es bueno y agradable.
No hay cielo, ni en este mundo ni en el venidero, para las personas que no alaban a Dios. Si no entras en el espíritu y culto del cielo, ¿cómo puede el espíritu y gozo celestial estar en ti? El egoísmo hace largas oraciones, pero el amor hace oraciones cortas, para poder dedicar más tiempo a la alabanza. John Pulsford



Alabanza. Hay otra dificultad para alabar en el servicio de canto de la iglesia, y es que tenemos muy pocos himnos de alabanza. Es difícil creerlo, pero os sorprenderíais si buscarais un ejemplo de alabanza real en nuestros himnarios.



Hay un buen número de himnos que hablan acerca de la alabanza y exhortan a ella. No faltan himnos que digan que Dios debe ser alabado. Pero himnos que alaben, no ya que digan algo sobre alabar, hay sólo unos pocos. Y los pocos que hay los debemos todos a las iglesias antiguas. Muchos de ellos vienen de las Iglesias latina y griega... No hay lugar en la literatura humana en que se pueda hallar tanta alabanza como en los Salmos de David. Henry Ward Beecher



Vers. 2. A los desterrados de Israel recoge. Espiritualmente vemos la mano de Dios en la edificación de la iglesia y en el juntar en uno a los pecadores. ¿Qué son los hombres bajo la convicción de pecado sino desterrados de Dios, de la santidad del cielo, e incluso de la esperanza? ¿Quién podría recogerlos de su dispersión y hacerlos ciudadanos en Cristo Jesús excepto el Señor, nuestro Dios? Este acto de amor y poder Él lo está realizando constantemente. Por tanto, que el canto empiece en Jerusalén, nuestro hogar, y que toda piedra viva en la ciudad espiritual se haga eco del canto; porque es el Señor el que ha traído de nuevo a sus desterrados y los ha afianzado en Sión. C. H. S.



Vers. 3. El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas. Los reyes de la tierra creen que son grandes a causa de su encumbramiento; pero Jehová es grande a causa de su condescendencia. ¡Mirad, el Altísimo tiene que ver con los enfermos y los tristes, con los desgraciados y los heridos! ¡El va por los hospitales como el buen Médico! Su profunda simpatía con los que lloran es una marca especial de su hondad. El Señor siempre está sanando y vendando; esta tarea no es nueva para El. Lo ha hecho desde antiguo; y no es una cosa del pasado de la cual ahora ya está cansado, porque todavía está sanando y vendando, como hacía al principio. ¡Venid, corazones quebrantados, venid al Médico que nunca se can sa de curar; mostradle vuestras heridas para que las vende! C. H. S.



Como el hombre que tiene una flecha clavada en su costado, y aunque la flecha sea arrancada, la herida no cura al instante, así el pecado puede ser arrancado del corazón, pero la cicatriz hecha al arrancarlo no está curada todavía. Las heridas que están bajo cura son llagas y perturbaciones de la conciencia, suspiros y gemidos del alma hambrienta en busca de gracia, el veneno clavado por el colmillo de la serpiente y que se queda allí; éstas son las heridas.



Ahora bien, el corazón es quebrantado en tres formas: Primero, por la ley; como aturde al ladrón el oír la sentencia del juez por la cual ha de ser ahorcado por su crimen, así quebranta el corazón del alma el entender la sentencia de la ley: «No peques; si lo haces, serás condenado.»



Si el corazón se da cuenta de esta sentencia: «Tú eres un reo condenado», es imposible resistirse, sino que ha de ser quebrantado. «¿No es mi palabra como un martillo, que desmenuza la roca?» (Jeremías 23:29). ¿Puede algún corazón de roca resistir sin quebrarse ante los golpes de este martillo? Ciertamente, puede ser quebrantado hasta cierto punto y, con todo, seguir siendo un réprobo; porque todos serán quebrantados así en el infierno, y, por tanto, este quebrantamiento no es suficiente.



Segundo, por el evangelio; porque si el corazón se da cuenta del amor del evangelio, se quebranta en pedazos: «Rasgad vuestro corazón, porque Jehová es clemente, compasivo...» (Joe_2:13>. Cuando llegan las sacudidas de la misericordia de Dios, todos gritan: «Rasgad». Realmente el corazón no puede resistirías si las ha sentido una vez. Golpea tu alma sobre el evangelio; si en alguna forma bajo el cielo puede ser quebrantado, ésta es la manera.



Tercero, el corazón puede ser quebrantado por la experiencia del ministro en el manejo de estos dos: la ley y el evangelio; Dios le da la gracia para hacer comprender la ley, y entendimiento de cómo presentar el evangelio, y por este medio Dios quebranta el corazón; porque aunque la ley sea un buen martillo y el evangelio un buen yunque, si el ministro no pone el alma sobre él el corazón no será quebrantado; ha de conseguir un buen golpe con la ley, y ha de poner el pleno poder del evangelio debajo del alma, o el corazón no será quebrantado.



Porque Cristo ha emprendido la tarea de hacerlo. Cuando un médico hábil ha emprendido una cura, lo natural es que la consiga; es verdad, algunas veces un buen médico puede fallar, como le ocurrió al médico de Trajano, pues éste murió en sus manos; y en su tumba escribieron: «Aquí yace Trajano el emperador, que puede dar gracias a su médico por haber muerto.» Pero si Cristo emprende la cura, puedes estar seguro de ella; porque El te dice a ti que estás quebrantado de corazón, que El la ha emprendido; El te ha tomado el pulso ya. No debes tener miedo, diciendo: «¿Va uno a curar a sus enemigos? Yo he sido un enemigo de la gloria de Dios, y ¿El va a curarme?» Sí, dice Cristo; si estás quebrantado de corazón, yo te vendaré. William Fenner



Para curar un corazón quebrantado, Dios, además, ha designado a un Médico cuya ciencia es infalible, cuya bondad y cuidado son iguales a su ciencia. Este médico no es otro que el Hijo de Dios. En este carácter nos ha sido dado a conocer. «Quién tiene necesidad de médico sino el que está enfermo.» El profeta Isaías presenta su advenimiento en el lenguaje más sublime: «El me ha enviado a vendar a los quebrantados de corazón, proclamar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel.» Thomas Blackley

Vers. 4. El cuenta el número de las estrellas. Entre los paganos cada constelación representaba algún dios. Pero las Escrituras muestran a Jehová, no como uno de estos dioses estelares, sino como el Dios de todas las estrellas. El es, también, como El enseña a su pueblo por medio de Abraham, el Dios de un firmamento de estrellas más nobles,. Su pueblo está esparcido como la arena, de la orilla del mar. Pero El vuelve en polvo las estrellas de gloria. El hará de todo santo una estrella, y el cielo es el firmamento de su pueblo, donde los quebrantados de corazón que sufren en la tierra serán glorificados en galaxias resplandecientes. Hermann Venema



Las llama a todas por sus nombres. Cuando el Dr. Herschel estaba explorando la parte más poblada de la Vía Láctea, en un cuarto de hora pasaron no menos Deuteronomy 116.000 estrellas por el campo de visión de su telescopio.



Se ha calculado que nuestros aparatos más perfeccionados pueden percibir casi cien millones de estrellas, si todas las regiones del cielo fueran exploradas a conciencia. Pero hay innumerables regiones del espacio que se hallan más allá de los límites de la visión humana, incluso con instrumentos ópticos, y la imaginación apenas puede penetrar aquí, aunque, sin duda, están llenas de actividades de la sabiduría y omnipotencia divinas. Thomas Dick



Vers. 6. Jehová levanta a los humildes, y humilla a los impíos hasta la tierra. Los soberbios están muy elevados ya, según su propia estima; sólo los que están bajos pueden ser elevados, y sólo a éstos elevará Jehová. C. H. S.



Vers. 9. Y a los hijos de los cuervos cuando graznan. Estas criaturas del bosque, que parecen inútiles al hombre, ¿carecen en realidad de valor? En modo alguno; llenan un lugar en la economía de la naturaleza. Cuando aún no han salido del nido, claman a sus padres para que les den comida; y el Señor no permite que sufran y les proporciona según sus necesidades.



Es maravilloso que haya tantos pajaritos que alimentar. Un pájaro en una jaula, bajo el cuidado del hombre, está en más peligro de carecer de comida y agua que uno de las miríadas que vuelan en los espacios abiertos y no tienen otro dueño que su Creador.



Lo grande ocupado en cosas pequeñas es el rasgo principal de este Salmo. ¿No deberían sentir todos un gozo especial en alabar a uno que de modo tan especial tiene cuidado de los necesitados y los olvidados? ¿No deberíamos también confiar en el Señor, porque el que alimenta a los hijos de los cuervos, ¡sin duda alimentará a los hijos de Dios!? ¡Aleluya a Aquel que alimenta a los cuervos y rige las estrellas! ¡Qué gran Dios eres, oh Jehová! C. H. S.



Vers. 10 y 11. No se deleita en la fue a del caballo, ni se place en la agilidad del hombre. Ninguno es favorecido por Dios a causa de su favor externo, su cara hermosa, sus miembros ágiles; no, el Señor no se complace en ello; pero tampoco en su intelecto, su ingenio o su juicio, ni aun en su lengua y su elocuencia; sino que el Señor se complace en aquellos que le temen y en los que esperan en su misericordia, en aquellos que andan humildemente delante de Él y le invocan. Joseph Caryl



Vers. 11. Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia Es un pensamiento notable que Dios no sólo esté en paz con algunas clases de hombres, sino que incluso halle solaz y complacencia en su compañía. ¡Oh, qué incomprensible con-descendencia por parte del Señor, que su grandeza se complazca en las criaturas insignificantes de su mano!



¿Quiénes son estos hombres favorecidos en los cuales se complace Jehová? Algunos de ellos son los más pequeños de su familia, que nunca han ido más allá de esperar y temer. Otros están más desarrollados, pero, con todo, exhiben un carácter mezclado compuesto de temor y esperanza: temen a Dios con santa reverencia y respeto filial, y también esperan recibir perdón y bendición a causa de la divina misericordia.



Como el padre se complace en sus propios hijos, así el Señor tiene solaz en sus amados, cuyas marcas de haber nacido de nuevo son el temor y la esperanza. Temen porque son pecadores; esperan porque Dios es misericordioso. Le temen porque es grande; esperan en El porque es bueno. Su temor hace sobria su esperanza; su esperanza realza su temor; Dios se complace en ellos tanto en su temor como en su regocijo. C. H. S.



La paciencia y el temor son las vallas de la esperanza. Hay una hermosa relación entre el temor y la esperanza. Las dos están unidas en este versículo. Son como los corchos en la red del pescador; impiden que se hunda, y el plomo impide que flote. La esperanza sin temor está en peligro de volverse efervescencia; el temor sin esperanza se convertiría en lobreguez. George Seaton Bowes



Vers. 17. Echa su hielo como migas de pan. ¡Oh los que os estremecéis esperando pan! Alguien ha dicho de este texto: El hielo es como pan; la lluvia, bebida; la nieve es lana; la helada, un fuego en la tierra, haciendo que por dentro haya rescoldo. Todo ello simboliza y nos enseña lo que hemos de hacer para los pobres de Dios. John Trapp



Hablando del invierno, un día su hermana le dijo al arzobispo Leighton: «Es severo en extremo». El buen hombre sólo contestó: «Pero Tú, oh Dios, has hecho verano e invierno.» J. N. Parson



Vers. 18. Envía su palabra, y los derrite. Israel, en la cautividad, estaba como los barcos que viajan por el Ártico rodeados por el hielo: congelados, sin poderse mover; pero Dios envió la brisa primaveral de su amor, y el hielo se derritió y quedaron en libertad. Dios deshizo su cautividad, y las cadenas de hielo, derretidas por los rayos de sol de la misericordia de Dios, fluyeron en corrientes como los «ríos del sur», los «torrentes del Négueb» (ver Salmo 126:4).



Así fue el día de Pentecostés. El invierno de la cautividad espiritual se derritió y disolvió por el aliento cálido del Espíritu Santo, y la tierra sonrió y florecieron las flores primaverales de la fe, el amor y el gozo. Christopmer Wordsworth



Vers. 19 y 20. Ha manifestado... sus estatutos y sus juicios a Israel; no ha hecho cosa igual con ninguna de las naciones. ¿Cuál es la revelación del evangelio hecha por el Hijo del mismo Dios? Porque aunque la ley es oscurecida y deformada por la caída, con todo, hay algunas nociones de la misma implantadas en la naturaleza humana; pero no hay la menor sospecha del evangelio.



La ley descubre nuestra miseria, pero sólo el evangelio nos muestra el camino para ser librados de ella. Si una ventaja tan grande y tan preciosa no toca nuestros corazones, y si, en posesión de la misma, con gozo, no respondemos a los deberes que el Padre de las misericordias ha puesto sobre nosotros, seremos los más desgraciados e ingratos de este mundo. William Bates



***