Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 119b Salmo 119:33-64

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 119b Salmo 119:33-64



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 119b Salmo 119:33-64

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Salmo 119

EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 33 AL



Esta sección está saturada de un sentimiento de dependencia y un darse cuenta de una necesidad extrema, lo cual es compensado por la oración y el ruego. C. H. S.



Tema: La ley de Jehová ha de ser puesta ante los ojos, la mente, los pies y el corazón. Mr. Marchant



Vers. 33. Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos. Éstas son palabras como de un niño; benditas sean en los labios de un creyente entrado en años, experimentado y un rey; un hombre inspirado por Dios. ¡Ay de aquellos que nunca son enseñados! C. H. S.



Como un piel roja sigue un rastro con ojo infalible y pie que no yerra, así también nosotros, vigilando toda desviación que podría descarriarnos, hemos de seguir el camino que conduce a la vida. Mr. Marchant



Vers. 33 al . En esta parte el Salmista presenta nueve veces su petición a Dios, y en seis de ellas acompaña una razón para ser escuchado. Estas peticiones son expresiones de un corazón renovado; el hombre de Dios no podría por menos que presentarlas, tal era el nuevo proceso de refinamiento que había tenido lugar en él. R. Greenham



Y lo guardaré hasta el fin. El fin del cual habla David es el fin de la vida, o la plenitud de la obediencia. Confía que la gracia le hará fiel hasta lo sumo, nunca trazando una raya y diciendo a la obediencia: «Hasta aquí irás, pero no pasarás.»



El fin de nuestro guardar la ley vendrá cuando cesemos de respirar; ningún hombre bueno piensa señalar una fecha y decir: «Basta, ahora puedo aflojar mi vigilancia y vivir como el resto.» Como Cristo nos ama hasta el fin, también nosotros hemos de servirle hasta el fin. El fin de la enseñanza divina es que podamos perseverar hasta el fin. C. H. S..



Vers. 34. Dame entendimiento. Es por esto que estamos en deuda con Jesús; porque «el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento» (l Juan 5:20). M. Henry



El entendimiento es el piloto y guía de todo el hombre; la facultad que está sentada a la popa del alma; pero como el guía más experto puede equivocarse en la oscuridad, también puede hacerlo el entendimiento cuando le falta la luz del conocimiento. «Sin conocimiento la mente no puede ser buena» (Proverbios 19:2); ni la vida es buena; ni las condiciones externas seguras (Efesios 4:18). «Mi pueblo está destruido por falta de conocimiento» (Oseas 4:6). De la «Epístola recomendatoria que precede a la Confesión y Catecismos de Westminster»



De todo corazón. Cuando el mundo, el placer, la ambición, el orgullo, el deseo de las riquezas, el amor impuro, desea una parte de nosotros, podemos recordar que no tenemos afectos a nuestra disposición sin que Dios nos dé permiso. Todo es suyo, y es un sacrilegio el robar o retener una parte de lo que es de Dios. ¿Voy a desprenderme de lo que es de Dios para satisfacer al mundo, la carne y al diablo? T. Manton



Vers. 35. Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi complacencia. El Salmista no pide al Señor que haga por él lo que debe hacer él mismo; él mismo desea «ir», o andar por la senda de los mandamientos. No pide ser llevado en tanto que él está recostado de modo pasivo, sino que se le haga «andar». La gracia no nos trata como si fuéramos piedras o troncos para ser arrastrados por caballos, sino como criaturas dotadas de vida, razón, voluntad y potencias activas, que quiere y pueden ir por su cuenta si se les hace ir. C. H. S.



No necesitamos sólo luz para conocer nuestro camino, sino un corazón para andar por él. No dará respuesta a nuestro deber el que tengamos una noción estricta de las verdades, a menos que las abracemos y las sigamos. Así pues, necesitamos una doble ayuda de Dios; la mente debe ser iluminada, la voluntad movida e inclinada. La obra de un cristiano se halla no en la profundidad de la especulación, sino en la altura de la práctica. T. Manton



Vers. 36. Y no a la avaricia. Esta es la inclinación de la naturaleza, y la gracia debe oponerse a ella. Este vicio es tan perjudicial como común y tan vil como ruin. Es idolatría, porque destrona a Dios; es egoísmo, y cruel hacia todos los que están en su poder; es sórdida codicia, y por ello vendería al mismo Señor por monedas de plata.



Es un pecado degradante, endurecedor, mezquino, que reseca todo lo amable que hay alrededor, todo lo que es hermoso y como Cristo. El que es avaro o codicioso es de la raza de Judas, y con toda probabilidad acabará él mismo como un hijo de perdición. C. H. S.



Es una sirvienta de todos los pecados, porque no hay pecado que un hombre avaro o codicioso no esté dispuesto a cometer si hay ganancia. Deberíamos evitar todos los pecados, pero especialmente los pecados madre de otros pecados. W. Cowper



San Buenaventura dice sobre nuestro Salmo que la avaricia debe ser aborrecida, evitada, descartada; tiene que ser aborrecida porque ataca la vida de la naturaleza; debe ser aborrecida porque estorba la vida de la gracia; tiene que ser descartada porque obstruye la vida de gloria. Clemente de Alejandría dice que la avaricia es la ciudadela de los vicios, y Ambrosio dice que es la pérdida del alma. T. Le Blanc



Vers. 37. Aparta mis ojos de ver vanidades. El pecado entra en la mente por el ojo, y es todavía una puerta predilecta para que entren las seducciones de Satanás. El pecado es vanidad; la ganancia injusta es vanidad; el engreimiento es vanidad; y todo lo que no es de Dios entra bajo el mismo título. De esto hemos de apartarnos. C. H. S.



Puede parecer que es una oración extraña la de David que dice: Aparta mis ojos de ver vanidades; como si Dios interviniera con lo que miramos; o nosotros no tuviéramos poder en nosotros mismos para poner los ojos en los objetos que queremos. Pero ¿no es aquello en que nos deleitamos lo que queremos mirar? Y lo que amamos, ¿no nos gusta mirarlo? Y así, el orar a Dios para que nuestros ojos no vean vanidad es lo mismo que orar pidiendo gracia, para que no sintamos amor por la vanidad. Sir Richard Baker



Un objeto feo pierde mucha de su deformidad cuando lo miramos con frecuencia. El pecado sigue esta ley general, y hay que evitarlo del todo, aun su contemplación, si queremos estar seguros. Un hombre debería estar agradecido en este mundo por el hecho de tener párpados; y como puede cerrar los ojos, debería hacerlo con frecuencia. A. Barnes



El que teme quemarse debe evitar jugar con fuego; el que teme ahogarse debe mantenerse lejos del agua profunda. El que teme la plaga, no debe ir a una casa infectada. ¿Podrán evitar el pecado los que se ofrecen a las oportunidades del mismo? J. Caryl



Es un experimento muy peligroso para un hijo de Dios el colocarse dentro de la esfera de tentaciones seductoras. Todo sentimiento del deber, todo recuerdo de la propia debilidad, todo recuerdo del fallo de otros, debería inducirnos a poner rápidamente la máxima distancia posible entre nosotros y la escena de innecesario conflicto y peligro. J. Morison



Tus ojos, como compuertas para derramar lágrimas, no deberían ser puertas o ventanas para dejar entrar los deseos carnales. Un ojo descuidado es indicación de un corazón sin gracia. Recuerda, todo el mundo pereció por un no cerrar los ojos a la tentación. El ojo de un creyente debería ser como los girasoles, sólo se abren a los rayos del sol. William Secker



Avívame. Un hombre que se queda atascado en una zanja no necesita razones para demostrarle que está dentro, sino medios que le saquen. El mejor curso a seguir respecto a la pereza espiritual será proponer cómo libramos de ella. Mr. Simmons



Tu camino. A modo de énfasis, en oposición a otros caminos y en exaltación a ellos. Hay un camino cuádruplo: 1. Via mundi, el camino del mundo; ésta es «espinosa», llena de espinas. 2. Via carnis, el camino de la carne; ésta es «insidiosa», traidora. 3. Via Satana, el camino del diablo; ésta es «tenebrosa», oscura. 4. Via Domini, el camino de Dios; y ésta es «graciosa», llena de gracia. Simmons



Vers. 38. Confirma tu palabra a tu siervo. Cristo estaba enojado con sus discípulos porque no recordaban el milagro de los panes cuando se encontraron en una situación semejante. «No entendéis, ¿no recordáis los cinco panes?»



Al enseñar a deletrear a un niño nos enojamos si cuando le hemos mostrado una letra una, dos o tres veces, al serle presentada otra vez no la reconoce; así, Dios está enojado con nosotros cuando hemos tenido experiencia de su Palabra en esto, en aquello y en otras cosas, y, con todo, nuestras dudas reaparecen. A. Barnes



Dirigida a los que te temen. Nunca estaremos arraigados en nuestra creencia a menos que practiquemos diariamente lo que profesamos creer. La plena seguridad es la recompensa de la obediencia. Las respuestas a la oración las reciben aquellos cuyos corazones responden a la orden del Señor. Si tememos a Dios, nos veremos librados de todos los demás temores. C. H. S.



Vers. 39. Porque tus juicios son buenos. Cuando los hombres hablan mal de la forma en que Dios gobierna el mundo, es nuestro deber y privilegio defenderlo y declarar abiertamente delante de El: «Tus juicios son buenos»; y deberíamos hacer lo mismo cuando atacan la Biblia, el Evangelio, la ley o el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Pero hemos de tener cuidado de que ellos no puedan presentar contra nosotros acusaciones que sean verdaderas, pues de lo contrario nuestro testimonio serán palabras lanzadas al viento. C. H. S.



EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 41 AL 48



Estos ocho versículos son un ruego continuado en favor de la permanencia de la gracia en su alma, y está apoyado por argumentos tan santos como podría sugerirlos sólo un espíritu ardiendo de amor a Dios. C. H. S.



Vers. 41 al 48. Toda esta sección consiste en peticiones y promesas. Las peticiones son dos: versículos 41 y 43. Las promesas son seis. Esta diferencia, entre muchas otras, es una diferencia entre los fieles y los demás; todos los hombres buscan cosas buenas de Dios, pero los malos lo intentan de tal forma que no hayan de darle nada a El de vuelta, ni aun prometen nada en retorno. William Cowper



Vers. 41. Venga a mí tu misericordia, oh Jehová. El Salmista desea misericordia, así como enseñanza, porque era culpable lo mismo que ignorante. Necesita mucha misericordia y misericordias variadas; de ahí la petición en, plural. C. H. S.



Tu salvación. Esta es la suma y corona de todas las misericordias, la liberación de todo pecado, ahora y para siempre. Aquí hay la primera mención a la salvación en el Salmo, y va unida con la misericordia: «Por gracia sois salvos»; la salvación es titulada «tu Salvación», con lo que es atribuida totalmente al Señor: «El que es nuestro Dios es nuestra salvación». ¡Qué cantidad de misericordias se juntan en la salvación de nuestro Señor Jesús! Quedan incluidas las misericordias que nos eximen antes de nuestra conversión y nos llevan a ella. Luego viene la misericordia de llamada, misericordia regeneradora, misericordia de conversión, misericordia de justificación, misericordia de perdón. Ni tampoco podemos excluir de la salvación completa ninguna de aquellas muchas misericordias que necesitamos para conducir al creyente seguro a la gloria. La salvación es un agregado de misericordias incalculable en número, inapreciables en valor, incesantes en aplicación, eternas en duración. Al Dios de nuestras misericordias sea la gloria, para siempre jamás. C. H. S.



Vers. 42. Y daré por respuesta a mi avergonzador. Ésta es una respuesta sin réplica posible. Cuando Dios, al concedernos la salvación, da a nuestras oraciones una respuesta de paz, estamos preparados al instante para contestar a las objeciones de los infieles, a las sutilezas de los escépticos y a las burlas de los que se mofan. C. H. S.



Un hombre que tiene un conocimiento reducido, con tal que sea derivado de la Biblia, puede con frecuencia hacer callar las objeciones y reproches de los escépticos entendidos; un hombre de corazón simple, piedad pura, sin otra arma que la Palabra de Dios, puede estar con frecuencia mejor armado que si tuviera a mano todos los argumentos de las escuelas. A. Barnes



Hugo Cardinalis observa que hay tres clases de blasfemos de lo divino: los demonios, los herejes y los calumniadores. Al diablo hay que contestarle con la palabra interna de humildad; a los herejes por la palabra externa de sabiduría; a los calumniadores, con la palabra activa de una buena vida. R. Greenham



Que en tu palabra he confiado. Si alguno nos reprocha el que confiemos en Dios, le replicaremos con argumentos más concluyentes cuando le mostremos que Dios ha guardado sus promesas, escuchado nuestras oraciones y suplido nuestras necesidades. Aun los más escépticos se ven forzados a inclinarse ante la lógica de los hechos. C. H. S.



Vers. 43. No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad. El que ha predicado una vez el evangelio desde su corazón se llena de horror ante la idea de ser quitado del ministerio; anhela que le sea permitido compartir una pequeña porción del testimonio santo, y considerará los domingos mudos como días de destierro y castigo. C. H. S.



La misma elocuencia se vuelve muda si la conciencia es mala. Los pájaros del cielo vienen y arrebatan la palabra de tu boca, como se llevaron la simiente de la palabra que había caído sobre la roca y no había de dar fruto. AMBROSIO



Algunos sabemos cuán penosa es la prueba de la indulgencia en los hábitos y conducta mundana cuando una falta de libertad del espíritu nos ha impedido levantarnos y dar firme testimonio en favor de nuestro Dios. Quizá podemos alegar timidez o precaución juiciosa como excusa de nuestro silencio; lo cual, no obstante, en muchos casos, ha de ser considerado como un autoengaño para cubrir la causa real de la restricción, la falta de captación de la misericordia de Dios al alma. C. Bridges



Vers. 44. Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente. El lenguaje de este versículo es muy enfático. La obediencia perfecta constituirá una gran proporción de la felicidad celestial para toda la eternidad; y cuanto más cerca lleguemos a ella en la tierra, más gozamos de antemano la felicidad del cielo. Nota en la Biblia Comprensiva de Bagster



Vers. 45. Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos. Siempre que Dios perdona el pecado, lo subyuga (Miqueas 7:19). El poder condenador del pecado es quitado cuando se quita su poder para mandar. Si un malhechor está en la cárcel, ¿cómo sabrá que su príncipe le ha perdonado? Si un carcelero llega y le quita las cadenas y los grillos y le deja salir de la prisión, entonces sabe que es perdonado; así, ¿cómo sabremos que Dios nos ha perdonado? Si las cadenas y grillos del pecado son quitados, y si andamos en libertad en los caminos de Dios, ésta es una señal bienaventurada de que somos perdonados. T. Watson



Hay un estado, hermanos, cuando reconocemos a Dios pero no le amamos en Cristo. Es en este estado que admiramos lo que es excelente, pero no somos capaces de ejecutarlo. Es un estado en que el amor de lo bueno no da ningún resultado, acabando en un mero deseo. Este es un estado de la naturaleza, cuando nos hallamos bajo la ley y no convertidos al amor de Cristo. Y luego hay otro estado: cuando Dios escribe su ley en nuestros corazones con amor en vez de temor. El uno es: «No puedo hacer las cosas que quiero»; y el otro es: «Andaré en libertad porque busqué tus mandamientos.» F. W. Robertson



El que va por el camino recto y trillado no hallará zarzas que le arañen los ojos. Proverbio sajón



Vers. 46. Hablaré de tus testimonios delante de los reyes. Los hombres de gran santidad han sido hombres de gran osadía.



Latimer era un hombre de mucha santidad, si consideramos la oscuridad y liviandad de los tiempos en que vivió, y un hombre de gran valor y osadía; sea testimonio de ello el que presentó como obsequio al rey Enrique VIII, para el Año Nuevo, un Nuevo Testamento, envuelto en un paño, con un ramillete y un lema escrito: «A los adúlteros y fornicarios Dios los juzgará.» T. Brooks



Vers. 47. Y me regocijaré en tus mandamientos. El que quiera predicar con osadía a los otros tiene que deleitarse él mismo en la práctica de lo que predica. Geo. Horne



Tus mandamientos que tanto amo. Sobre la palabra «amo», el carmelita cita dos dichos de filósofos antiguos que recomienda a la aceptación de aquellos que han aprendido la verdadera filosofía del Evangelio. El primero es la respuesta de Aristóteles a la pregunta de qué provecho se saca de la filosofía: «He aprendido a hacer sin coerción lo que otros hacen por temor a la ley.» El segundo es un dicho muy similar de Aristipo: «Si se perdieran las leyes, todos viviríamos como vivimos ahora que están en vigor.» Y para nosotros todo el versículo se resume en las palabras de un Maestro mayor, que dijo: «Si me amáis, guardaréis mis palabras» (Juan 14:23). Neale Y Littledale



Vers. 48. Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos. Pero ahora el mundo está lleno de cristianos mutilados; o bien les falta un oído y no pueden oír la Palabra de Dios, o la lengua, y no pueden hablar de ella: si tienen los dos, les faltan manos y no pueden practicarla. E. Cowper



Aben Ezra explica (quizá con razón) que la metáfora en este lugar procede del acto o gesto de aquellos que reciben a uno a quien están contentos u orgullosos de ver. Daniel Cresswell



EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 49 AL 56



Vers. 49. Acuérdate de la palabra dada a tu siervo. Hay todo un mundo de significado en la palabra recuerda, cuando se dirige a Dios; es usada en la Escritura en el sentido más tierno y conviene al afligido y deprimido. El Salmista exclama: «Señor, recuerda a David, y todas sus aflicciones.» Job también ora para que el Señor designe un tiempo en que le recuerde. En el presente ejemplo la oración es tan personal como el «Acuérdate» del ladrón, porque su esencia se halla en las palabras «a tu siervo». Sería en vano para nosotros si la promesa fuera recordada para otros pero no lo fuera para nosotros; pero no hay temor, porque el Señor nunca ha olvidado una sola promesa a un solo creyente. C. H. S.



Los que hacen de las promesas de Dios su porción, pueden con humilde osadía hacer de ellas su garantía. Dios dio la promesa en la cual esperaba el Salmista, y la esperanza por la cual había abrazado la promesa. M. Henry



Vers. 50. Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado. El mundano agarra su bolsa y dice: «Esto es mi consuelo»; el despilfarrador señala su alegría y grita: «Esto es mi bienestar»; el borracho alza la copa y canta: «Esto es mi solaz»; pero el hombre cuya esperanza viene de Dios, siente el poder vivificador de la Palabra del Señor y testifica: «Este es mi consuelo.» Pablo dice: «Yo sé en quién he creído.» El consuelo es deseable en todo tiempo; pero el consuelo en la aflicción es como una lámpara en lugar oscuro. Algunos no pueden hallar consuelo en ocasiones semejantes; pero no es así con los creyentes, porque su Salvador les ha dicho: «No os dejaré huérfanos, sin consuelo.» Algunos tienen consuelo y no tienen aflicción; otros tienen aflicción y no tienen consuelo; pero los santos tienen consuelo en su aflicción C. H. S.



Consuelo. Nechamah, consolación; de donde procede el nombre de Nehemías. La palabra aparece sólo en Job_6:9.



Las lágrimas engendran gozo espiritual. Cuando Ana hubo llorado se marchó y no estuvo más triste. La abeja recoge la mejor miel de las hierbas más amargas. Cristo hizo el mejor vino del agua. T. Brooks



Tu palabra me ha vivificado. Bendito sea Dios que no sólo ha escrito esta Palabra, sino que la ha sellado en nuestro corazón y la ha hecho efectiva. ¿No puedes tú decir que es de inspiración divina porque has sentido que es operante y viva? ¡Oh la gracia gratuita! ¡Que Dios envíe su Palabra y te cure; que El te cure y no Otros! Que las mismas Escrituras que para ellos son letra muerta, sean para ti un sabor de vida. T. Watson



Vers. 51. Los soberbios se burlaron mucho de mí. Los hombres han de tener ojos extraños para poder ver una farsa en la fe y una comedia en la santidad; con todo, por triste que sea, esto es un hecho, y un hombre sin el menor ingenio puede provocar grandes risas al burlarse de un santo. Los pecadores engreídos juegan con los fieles como si fueran pelotas. No hay que extenderse en las innumerables burlas que les deparan. Si se burlaban de David, no podemos esperar escapar de la mofa de los impíos. Hay innumerables hombres soberbios sobre la faz de la tierra, y si hallan a un creyente en la aflicción, serán bastante ruines para hacer burlas crueles a expensas suyas. Esta es la naturaleza del hijo de la sierva, el burlarse del hijo de la promesa. C. H. S.



Los santos de Dios se han quejado de esto en todas las edades: David, de sus burladores; los más abyectos se burlaban de él. Job fue desdeñado por los hijos de padres a quienes él no habría puesto con los perros de su ganado (Job_30:1). José fue apodado soñador; Pablo, charlatán; Cristo mismo, samaritano y, con soma, carpintero... Mical era estéril, pero tuvo demasiados hijos que despreciaron el hábito y ejercicio de la santidad. No puede haber mayor aliciente para un alma inmunda que burlarse de los servicios religiosos. Los corazones mundanos no pueden ver nada en estas acciones excepto locura y necedad; la piedad tiene mal sabor a su paladar. T. Adams



Es algo grande que un soldado se comporte bien bajo el fuego; pero es mayor que un soldado de la cruz resista impertérrito el día de su prueba. Al cristiano no le causa daño que los perros le ladren. W. S. Plumer



Mas no me he apartado de tu ley. La alegría profana no nos causará daño si no le prestamos atención, tal como la luna no sufre por el hecho de que le ladren los perros. C. H. S.



Vers. 52. Me acuerdo, oh Jehová, de tus juicios de otro tiempo, y me consuelo. La sonrisa burlona del soberbio no nos molestará cuando recordemos en qué forma trató el Señor a los predecesores del tal en otros tiempos: los destruyó en el diluvio; los confundió en Babel; los ahogó en el Mar Rojo; los exterminó en Canaán; en todas las edades ha desnudado su brazo contra el altivo y los ha quebrantado como vasija de alfarero. Si bien en nuestros corazones bebemos humildemente las misericordias de Dios en períodos de quietud, no estamos sin consuelo en las épocas de tumulto y mofa, porque entonces recurrimos a la justicia divina, y recordamos cómo se burla El de los escarnecedores: «El que se sienta en el cielo se reirá, el Señor se burlará de ellos.»



Recordó que al principio, Adán, debido a la trasgresión de la orden divina, fue echado del paraíso; y que Caín, condenado por la autoridad de la sentencia divina, pagó el precio de su crimen fratricida; que Enoc, arrebatado al cielo debido a su piedad, escapó del veneno de la maldad de la tierra; que Noé, debido a su justicia, fue vencedor del diluvio y un superviviente de la raza humana; que Abraham, a causa de su fe, difundió la semilla de su posteridad por toda la tierra; que Israel, por sobrellevar pacientemente las tribulaciones, consagró un pueblo creyente con el signo de su propio nombre; que el mismo David, a causa de su dulzura, al conferírsele honor regio, fue preferido a sus hermanos mayores. Ambrosio



Los que tienen la enfermedad llamada lientería, en que el alimento es devuelto tan pronto como es comido y no permanece en el estómago, no son nutridos por él. Si la Palabra no queda en la memoria, no puede ser de provecho. Algunos pueden recordar mejor una noticia banal que una línea de la Escritura; sus memorias son como las lagunas en que viven las ranas, pero los peces mueren. T. Watson



Vers. 53. El furor se apoderó de mí a causa de los inicuos que dejan tu ley. Las verdades que eran diversión para ellos le causaban asombro a él. Estaba atónito ante su maldad, asombrado por su presunción, alarmado por la expectativa de su súbito derrocamiento, aterrorizado por su condenación cierta.



Los más firmes en la creencia del castigo eterno de los impíos son los más apenados en su condenación. No es prueba de ternura el cerrar los ojos a la terrible condenación de los impíos. La compasión se muestra mucho más tratando de salvar a los pecadores que procurando hacerles las cosas agradables. ¡Oh, si estuviéramos más afligidos al pensar en la porción de los impíos en el lago de fuego! El plan popular es cerrar los ojos y olvidarlo, o hacer ver que du4amos de ello; pero éste no es el modo de proceder del siervo de Dios fiel. C. H. S.



He conseguido ideas claras de la eternidad; he visto la bienaventuranza de los fieles, hasta cierto punto; y he anhelado compartir su estado dichoso, así como he tenido la satisfacción consoladora de saber que por la gracia lo compartiré.



Pero, ¡oh, qué angustia se apodera de mi mente al pensar en la eternidad para los que están sin Cristo, para los que están equivocados, y que van con sus esperanzas falsas a la tumba! La idea es tan espantosa que no la puedo resistir: mis pensamientos retroceden; y digo (siempre más afectado por ello): «¿Quién puede permanecer en un fuego eterno?» D. Brainerd



¡Oh, quién puede expresar el estado de un alma en circunstancias semejantes! Todo lo que es posible decir sobre ello da sólo una representación muy débil de la realidad; es inexpresable e inconcebible; porque ¿quién conoce el poder de la ira de Dios?



¡Qué espantoso es el estado de aquellos que están a cada momento en peligro de esta gran ira e infinita desgracia! Pero éste es el triste caso de toda alma en esta congregación que no ha nacido de nuevo, por moral y estricta que sea, por sobria y religiosa. ¡Ojalá que lo consideraras, tanto si eres joven como viejo!



Hay motivos para pensar que hay muchos en esta congregación que me están escuchando que en realidad son candidatos a esta desgracia por toda la eternidad. No sabemos quiénes son, o en qué asientos se hallan, o en qué pensamientos se ocupan. Es posible que ahora estén muy tranquilos y escuchen estas cosas sin mucho trastorno, y se halagan pensando que ellos no son tales personas y prometiéndose que ellos escaparán. J. Edwards



Si supiéramos que hay una persona, aunque fuera sólo una, en toda la congregación que hubiera de verse sometida a esta desgracia, ¡qué terrible sería el pensarlo! Si supiéramos quién es, ¡qué espantoso sería el contemplarle! ¡Qué lamentos y gemidos debería lanzar el resto de la congregación sobre ella! Pero, ¡ay!, no será una, sino muchas las que es probable que recuerden este mensaje en el infierno! J. Edwards



Que dejan tu ley. David se lamentaba, no porque se viera atacado, sino porque la ley de Dios era abandonada; y se apenaba ante la condenación de aquellos que lo hacían, porque estaban perdidos para Dios. Ambrosio



Vers. 54. Tus estatutos son cantares para mí en mi habitación de forastero. Los santos ven el pecado con horror, y ven armonía en la santidad. Los impíos se desentienden de la ley, los justos cantan sobre ella. C. H. S.



Cantares:

Estos cantos aquietan,

cual una bendición,

el pulso inquieto,

después de la oración.



Y la noche se llenará de música,

y los cuidados que llenan el día

recogerán sus tiendas, cual beduinos,

y en silencio se irán por otro camino.

Henry Wadsworth Longfellow



Cantares para mí en mi habitación de forastero. ¿No se alegraría un preso ante la proclamación de su liberación? ¿No se alegrará el pecador redimido de poder salir de su servidumbre? ¿Saldrá de ella indiferente, sin gratitud y sin gozo? Wm. Jay



Algunas veces nuestra pena es tan grande que no podemos cantar; entonces oramos; algunas veces nuestra liberación es tan gozosa que prorrumpimos en acción de gracia; entonces cantamos. Wm. Cowper



Vers. 55. Me acuerdo por la noche de tu nombre, oh Jehová. De nuevo esto muestra su fervor en la religión; porque así como en otros puntos nos dice que amaba más la Palabra que el alimento que tenía asignado, aquí dice que renuncia a su reposo nocturno para poder meditar en la Palabra. Pero ahora, hasta tal punto ha decaído el celo en los que profesan ser religiosos, que no están dispuestos a sacrificar ni lo superfluo, y mucho menos el refrigerio necesario por amor a la Palabra de Dios. Wm. Cowper



Por la noche. Primero es continuamente, porque ha recordado a Dios de día también. Segundo, sinceramente, porque ha evitado el aplauso de los hombres. Tercero, alegremente, porque el sopor del sueño natural no pudo vencerle.



Todo ello muestra que se había entregado intensamente a la Palabra; como sabemos, los hombres del mundo dedican parte de la noche a sus deleites. Y en el hecho de que él sopesaba los testimonios de Dios por la noche, nos muestra que hacía lo mismo en secreto que bajo la luz; por lo que condena a los que cubren sus maldades con la oscuridad. Examinémonos a nosotros mismos para ver si hemos interrumpido nuestro sueño para invocar a Dios o para dar satisfacción a nuestros deseos de placer. R. Greenham



El pastor Harms, de Hermansburg, acostumbraba predicar, orar e instruir a los suyos durante nueve horas los domingos. Y cuando su mente estaba totalmente agotada y todo su cuerpo atenazado por el dolor, y le parecía morir por falta de reposo, no podía dormir. Pero solía decir que le gustaba estar echado toda la noche en silencio y en la oscuridad y pensar en Jesús. La noche eliminaba todo lo demás de sus pensamientos y le dejaba el corazón libre para comunicarse con Aquel al cual su alma amaba, y que visitaba y consolaba a su cansado discípulo en las velas de la noche. D. March



Y guardo tu ley. Si no recordamos el nombre de Jehová, no es probable que recordemos sus mandamientos; si no pensamos en El en secreto, no le obedeceremos en público. C. H. S.



Vers. 56. Esta es la gran bendición que he tenido: que he guardado tus mandamientos. Los rabinos tenían un dicho análogo. La recompensa de un precepto es un precepto; o sea, un precepto atrae a otro precepto; el significado de lo cual es que el que guarda un precepto, a éste, Dios le concede como recompensa la capacidad de guardar otro precepto aún más difícil. Contrario a esto es otro dicho de los rabinos: que el premio a un pecado es un pecado; o una transgresión atrae otra trasgresión. Simón De Muis



EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 57 AL 64



En esta sección el Salmista parece echar piano de Dios mismo de modo firme; se lo apropia (57), dama por El (58), vuelve a El (59), se solaza en El (61, 62), se asocia con su pueblo (63), y suspira por una experiencia personal de su bondad (64). C. H. S.



Vers. 57. Mi porción es Jehová. Una sentencia interrumpida. Los traductores han añadido inserciones, pero probablemente lo mejor es dejarla tal cual, y entonces aparece como una exclamación: ¡Mi porción, oh Jehová! El poeta se pierde en su asombro cuando ve que el Dios grande y glorioso es suyo. Como los levitas, tomó a Dios como su porción, y dejó las otras cosas a los que las deseaban. C. H. S.



La sinceridad de esta exclamación se puede ver, porque habla dirigiéndose a Dios. No dice simplemente: «El es mi porción»; si no que se lo dice a Dios directamente: Tú eres mi porción, oh Jehová. En otros puntos dice: «El Señor es mi porción, dice mi alma» (Lamentaciones 3:24). Allí el que habla no lo dice dirigiéndose a Dios, sino que añade: «dice mi alma»; pero aquí lo dice a Dios mismo, que conoce los secretos del corazón.



El hablar así de Dios a Dios, implica nuestra sinceridad, cuando a la cara de Dios confesamos nuestra confianza y decisión; como Pedro: «Señor, Tú sabes todas las cosas; Tú sabes que te amo» (Juan 21:17). T. Manton



Mira, si Satanás se te acerca con una manzana, como hizo a Eva, dile que «el Señor es tu porción»; o con un racimo de uvas, como hizo a Noé, dile que «el Señor es tu porción»; o con una muda de vestidos, como a Gehazí, dile que «el Señor es tu porción»; o con un montón de oro, como a Acán, dile que «el Señor es tu porción»; o con una bolsa de dinero, como a Judas, dile que «el Señor es tu porción»; o con una corona, un reino, como hizo a Moisés, dile que «el Señor es tu porción». T. Brooks



Si Dios es tuyo, todos sus atributos son tuyos; todas sus criaturas, todas, las obras de la providencia, te harán bien, puesto que las necesitas. El es una porción eterna, plena, satisfactoria. El es un amigo siempre viviente, amante, presente; y sin El eres una criatura desolada en toda condición, y todas las cosas obran contra ti. J. Mason



Si hubo un momento en la vida de David en que uno podría sentirse inclinado a envidiarle, no sería en el entusiasmo de la victoria juvenil cuando Goliat estaba postrado a sus pies, o en el triunfo aún mayor en que las doncellas de Israel cantaban sus alabanzas danzando y diciendo: «Saúl mató sus miles, y David sus diez miles»; no sería el día en que se le reconoció como rey de Israel sobre toda tribu y bando, sino en este momento en que, con el corazón amante y confiado, mira a Dios y dice: Tú eres mi porción. B. Bouchier



Vers. 58. Ten misericordia de mí según tu Palabra. Aquí tenemos su «Ten misericordia de mí» elevándose con tanta intensidad en un ruego humilde, como si él fuera todavía uno de los penitentes más atemorizados. La confianza de la fe nos hace atrevidos en la oración, pero nunca nos enseña a vivir sin oración o justifica en nosotros el pensar que somos otra cosa que humildes mendigos a la puerta de la misericordia. C. H. S.



Toda consolación ha de ser edificada sobre una promesa de la Escritura, pues de otro modo es presunción, no verdadero consuelo. Las promesas son pabulum fidei, et anima fidei, el alimento de la fe y el alma de la fe. Como la fe es la vida del cristiano, las promesas son la vida de la fe; la fe es muerta si no tiene promesa que la avive. Como las promesas no sirven si no hay fe para aplicarlas, la fe no sirve de nada si no tiene promesa de la que echar mano. Edmund Calamy



Vers. 59. He investigado mis caminos, y dirijo mis pies a tus testimonios. La acción sin pensamiento es locura, y el pensamiento sin acción es holganza; el pensar cuidadosamente y luego obrar prontamente es una acertada combinación. Si podemos poner nuestros pies andando santamente, pronto tendremos nuestros corazones enderezados a un vivir dichoso. C. H. S.



La palabra hebrea que se usa aquí por «pensar» significa pensar en los caminos del hombre de modo preciso, juicioso, serio, minucioso. Este santo varón de Dios pensaba exacta y detalladamente en todos sus propósitos y prácticas, en todos sus hechos y dichos, en todas sus palabras y obras, y hallando que muchos de ellos se quedaban cortos de la regla, si, incluso eran contra la regla, volvió sus pasos a los testimonios de Dios; habiendo hallado sus errores, después de una búsqueda diligente y severa, volvió la página y trazó su curso con más conformidad a la regla.



¡Oh cristianos!, tenéis que mirar también vuestras necesidades espirituales, lo mismo que vuestros goces espirituales; tenéis que mirar también lo que gastáis y lo que atesoráis; tenéis que mirar también hacia adelante a lo que deberíais ser, como hacia atrás, a lo que sois. No cabe duda de que el cristiano que mira a su pequeña santidad presente, y no pone la vista a su futura necesidad de santidad, nunca será eminente en ella. T. Brooks



Los venenos pueden ser transformados en medicina. Que el pensar en los antiguos pecados agite en nosotros un tumulto de ira y aborrecimiento. A veces temblamos por dentro y nos hierve la sangre cuando pensamos en una poción amarga que hemos bebido antes. ¿Por qué no hemos de hacer esto espiritualmente, cuando la misma constitución de nuestros cuerpos lo hace en lo natural, cuando traemos algo asqueroso a nuestra mente? S. Charnock



Y dirijo mis pies a tus testimonios. Mencionando este pasaje, Philip Henry observó que el gran cambio que hay que hacer en el corazón y la vida es desde todas las cosas a la Palabra de Dios. La conversión nos hace acudir a la Palabra de Dios como una piedra de toque para examinarnos, nuestro estado, nuestros caminos, nuestro ánimo, doctrinas, adoración, costumbres; como un espejo para vestirnos (Santiago 1). como nuestra regla para andar y trabajar en ella (Gálatas 6:16); agua para lavarnos (Salmo 119:9); fuego para calentarnos (Lucas 24); alimento para nutrirnos (Job_23:1-17; Job_12:1-25); la espada para defendernos (Efesios 6); un consejero en todas nuestras dudas (Salmo 119:24); un cordial, para confortarnos; nuestra herencia para enriquecernos.



Ningún itinerario a la ciudad celestial es más simple o completo que la respuesta que dio un prelado inglés a un burlador que le preguntó cuál era el camino al cielo: «Primero vuelve a la derecha, y sigue adelante sin desviarte» (N. del T.: «Turn to the right», en inglés, significa tanto «Vuelve a la derecha», como «Dirígete a lo recto, conviértete a la justicia.») Neale Y Litledale



Vers. 60. Me apresuré y no me retardé. Cuando alguno es llamado legítimamente al estudio de la teología o a la enseñanza de la misma en la iglesia, no debería vacilar, como Moisés, o hacerse atrás, como Jonás, sino dejarlo todo y obedecer a Dios, que le llama; como dice David: «Me apresuré, y no me retardé» (Mateo 4:20; Lucas 9:6). Solomon Gesner



La fe no entra en discusiones con Dios, no pregunta quids, quares ni quomodos, qués, cómos y porqués; no hace preguntas. Asiente con humildad, y dice «Amén» a cada Palabra de Dios. Esta es la fe de la cual se asombró nuestro Salvador al verla en el centurión. R. Clerke



Cuidado con las demoras y aplazamientos, el dejarlo para mañana, diciendo que ya habrá tiempo después; que habrá tiempo para cuidarse del cielo cuando se esté saciado del mundo; que ya bastará con que lo haga el último año de mi vida, o el último mes, o la última semana.



Cuidado con las dilaciones; el postergar el arrepentimiento ha sido la ruina de miles de almas; evita este hoyo en que han caído tantos; evita esta roca en que han naufragado tantos; di con David: «Me apresuré y no me retardé en guardar tus mandamientos». James Nalton



Aquí está la desgracia, que Dios siempre llega en una hora inoportuna para el corazón carnal. Fue el diablo que dijo: «¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?» (Mateo 8:29). Las cosas buenas son un tormento para el corazón carnal; y siempre vienen a destiempo. Sin duda, el mejor de los tiempos es cuando la Palabra es presentada a tu corazón con evidencia, luz y poder, y cuando Dios quiere tratar contigo sobre tu paz eterna. T. Manton



Retardé, «Hithmahmah», la palabra que se usa en las dilaciones de Lot en Génesis 19:16. Wm. Kay



El retardo en atender a los mensajes del Señor es casi desobediencia y, generalmente, brota de ella, o resulta en ella. «Dios me ha dicho que me apresure» (2 Crónicas 35:21). Procuremos contestar: «Me apresuré, y no me retardé en guardar tus mandamientos. Frances Havergal



Evita toda dilación en la ejecución de esta gran obra de creer en Cristo. Hasta que la hemos ejecutado, seguimos bajo el poder del pecado y Satanás y bajo la ira de Dios; y no hay nada más entre el infierno y nosotros que el aliento de nuestra nariz.



Para Lot es peligroso detenerse en Sodoma, pues el fuego y azufre están a punto de llover desde el cielo sobre él. El homicida ha de huir a toda prisa a la ciudad de refugio, no sea que el vengador de la sangre le persiga cuando su corazón arde de pasión y le mate. Deberíamos apresurarnos y no retardar el guardar los mandamientos de Dios. W. Marshall



Vers. 61. Las redes de los impíos me han envuelto (otra versión: Las bandas de inicuos me han robado). Antes se burlaron de mí y ahora me han defraudado. Los inicuos se vuelven peores, más y más audaces, de modo que van del ridículo al robo. Gran parte de este atrevimiento viene del hecho de que se han unido en una banda; los hombres se atreven en compañía a hacer lo que no harían solos. Los enemigos de David hicieron todo lo que pudieron: primero, las serpientes silbaban; luego, hincaron el colmillo. Como las palabras no bastaron, los malos fueron a parar a los golpes. ¡Cuántas veces han saqueado los impíos a los santos en el curso de los siglos, y con qué frecuencia el justo ha soportado con alegría el saqueo de sus bienes! C. H. S.



Entonces dijo Cristiano a su compañero: «Ahora recuerdo lo que me dijeron de una cosa que sucedió a un buen hombre por estos alrededores. El nombre del hombre era Poca Fe, pero era un buen hombre, y vivía en la ciudad de Sinceridad.



»La cosa sucedió de este modo: al entrar en este paraje, desemboca en la Puerta del Camino ancho una calleja llamada "calle del Hombre muerto", la cual recibe este nombre a causa de los asesinatos que son comunes en ella. Y este Poca Fe, en su peregrinaje, como nosotros ahora, sucedió que entró en ella, se recostó y se quedó dormido.



»Ahora bien, sucedió entonces que bajaban por aquella calleja, procedentes de la Puerta del Camino ancho, tres rufianes fornidos, cuyos nombres eran: Cobarde, Desconfiado y Culpable (tres hermanos), y, viendo a Poca Fe, allí donde se hallaba, echaron a correr en dirección a él.



»En aquel momento el buen hombre acababa de despertarse e iba a emprender de nuevo su camino. Y ellos le alcanzaron, y con palabras amenazadoras le mandaron que se detuviera. Ante esto, Poca Fe, blanco como un papel, no tenía fuerzas ni para luchar ni para echar a correr. Entonces le dijo Cobarde: "Dame la bolsa"; y él anduvo algo remiso en hacerlo (porque no le gustaba la idea de perder su dinero). Desconfiado, entonces fue hacia él y le metió la mano en el bolsillo y sacó un saquito de plata. Entonces Poca Fe empezó a gritar: "¡Ladrones! Ladrones!" En éstas, Culpable, con un garrote que llevaba, le dio un gran porrazo a Pequeña Fe en la cabeza, y con el golpe le dejó tendido en el suelo, sangrando, como si hubiera de dejar allí la vida.



»Los rufianes no le registraron y por ello no le robaron las joyas, que todavía conservaba; pero, según me dijeron, el buen hombre pasó mucha pena por su pérdida. Porque los ladrones le quitaron casi todo el dinero de que disponía para sus gastos. Lo que no le quitaron (como dije) fueron las joyas, y también le quedó algo de dinero, pero apenas bastante para que le llegara hasta el fin del viaje; es más (a menos que me dijeran una cosa por otra), se vio forzado a mendigar durante el camino para poder sostenerse (porque las joyas no las podía vender). Pero, mendigando y arreglándoselas como pudo (como solemos decir) y apretándose el cinturón, pudo hacer la mayor parte del camino que faltaba.» John Bunyan



Mas no me he olvidado de tu ley. Esto estaba bien. Ni el sentimiento de la injusticia, ni la pena por sus pérdidas, ni los intentos de defensa le desviaron de los caminos de Dios. No quería obrar mal para impedir la injusticia ni para vengarla.



No podía ser sobornado ni tampoco provocado a cometer pecado. El cordón de los injustos no podía impedir que llegara a Dios, ni que Dios llegara a él; esto era porque Dios era su porción, y nadie podía quitársela ni por la fuerza ni con fraude. La verdadera gracia es la que puede soportar la prueba; algunos apenas muestran su gracia entre un círculo de amigos, pero este hombre la mostraba rodeado de enemigos. C. H. S.



Vers. 62. A medianoche me levanto para alabarte por tus justos juicios. El Salmista adopta la postura apropiada; no está echado en la cama y alaba. No es que cuente mucho la posición del cuerpo, pero cuenta algo, y este algo ha de ser observado siempre que es útil para la devoción y expresivo de nuestra diligencia o humildad. C. H. S.



Lo que estorba el sueño de los hombres corrientes es, o bien los cuidados de este mundo, el resentimiento impaciente de las injurias, o el aguijón de una mala conciencia; éstos tenían a los otros en vela, pero David era despertado por el deseo de alabar a Dios. T. Manton



Su sinceridad se ve en que lo hacía en secreto. David profesaba su fe en Dios cuando no había testigos; a medianoche, cuando no había oportunidad para ostentaciones. Era una alegría secreta y un deleite en Dios; cuando estaba sólo no podía recibir el aplauso de los hombres, sino sólo la aprobación de Dios, que ve en secreto. Ved la instrucción de Cristo: «Pero tú, cuando ores, entra en tu cámara, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que ve en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará en público» (Mateo 6:6). Nota también la práctica del mismo Jesús: «Levantándose antes que fuera de día, salió y se apartó a un lugar solitario, y allí oraba» (Marcos 1:35). Antes que el día amaneciera iba al desierto a orar; tanto el tiempo como el lugar implicaban secreto.



Nótese la gran reverencia usada en la adoración secreta. David no sólo elevaba su ánimo para alabar a Dios, sino que se levantaba de la cama para doblar la rodilla ante El. Los deberes secretos deben ser ejecutados con toda solemnidad. La alabanza, un acto especial de adoración, requiere la adoración de cuerpo y alma. T. Manton



Vers. 63. Me asocio con todos los que te temen. Los dos van juntos: el amor a Dios y el amor a sus santos. El piadoso David, cuando hubo muerto Jonatán, hizo una búsqueda diligente: No había nadie de la posteridad de Jonatán a quien él podía mostrar si bondad por causa de Jonatán. Y al fin hallaron a un desgraciado y cojo, a Mefiboset. Así que, si inquirimos con diligencia: «¿Hay alguno en la tierra a quien pueda mostrar bondad por amor a Cristo que está en el cielo?», hallaremos a alguno que lo aceptará, sea lo que sea, como hecho para el Señor. Wm. Cowper



¡Qué bueno sería para el mundo silos potentados de la tierra pensaran, dijeran e hicieran esto: «Me asocio con todos los que te temen»! El amor a uno mismo reina en la mayoría de los hombres; amamos al rico y despreciamos al pobre, y así hacemos acepción de personas con respecto a la fe de Cristo (Santiago 2:1); por tanto, hemos de asociarnos «con todos» los que le temen. T. Manton



Evita la compañía de los que evitan a Dios, y frecuenta la compañía de los que le buscan y guardan la compañía de Dios. Considera la sociedad de los carnales y profanos como infecciosa, pero considera a las personas serias y que oran como excelentes en la tierra. Estos servirán para avivarte cuando estés amortecido y calentarte cuando tengas frío. Haz de los más vivificados entre el pueblo de Dios tus íntimos, y mira su amor y semejanza a Cristo como el gran motivo de su amor a ellos, más que el amor o afinidad de ellos a ti. J. Wilson



Y guardan tus mandamientos. De David se sabía que estaba en el lado de los piadosos, pertenecía al partido puritano; los hombres de Belial le aborrecían por esto, y sin duda le despreciaban por asociarse con personas tan poco de moda como hombres y mujeres humildes, que son rectas y religiosas. C. H. S.



Vers. 64. De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra. Es la misericordia que nos saca de la matriz, nos alimenta en los días de nuestro peregrinaje, nos proporciona provisiones espirituales, cierra nuestros ojos en paz y nos traslada a un lugar de descanso seguro. Es la primera petición y el primer artículo del creyente, la contemplación de Enoc, la confianza de Abraham, la esencia de los cantos proféticos, la gloria de todos los apóstoles, la súplica del penitente, los éxtasis de los reconciliados, los hosannas del creyente, el aleluya del ángel.



Las ordenanzas, los oráculos o profecías, los altares, los púlpitos, las puertas de la tumba y las del cielo, todos ellos dependen de la misericordia. Es la estrella polar del caminante, el rescate del cautivo, el antídoto del que es tentado, el profeta de los vivientes, el consuelo efectivo del moribundo. No habría un santo regenerado en la tierra ni uno glorificado en el cielo si no fuera por la misericordia. G. S. Bowes