Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 119e Salmo 119:137-176

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Charles Spurgeon Collection: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David): 119e Salmo 119:137-176



TOPIC: Spurgeon - C.H. - Tesoro de David (Treasury of David) (Other Topics in this Collection)
SUBJECT: 119e Salmo 119:137-176

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Salmo 119

EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 137 AL 144



Vers. 137. Justo eres tú, oh Jehová. Los cursos pecaminosos de los hijos de Dios son causa suficiente de amargura; nunca se aventuran a pecar sin sufrir graves pérdidas. Si Pablo cede algo al orgullo, Dios le humilla. Si uno cede al pecado, su peregrinaje se volverá poco confortable. Eh falla por negligencia e indulgencia, y el arca de Dios es arrebatada, sus dos hijos mueren en una batalla, muere su nuera y él mismo se rompe la nuca.

¡Oh las tragedias que obra el pecado en las casas de los hijos de Dios! David, cuando peca con fruto prohibido, es echado de su palacio, sus concubinas violadas, su propio hijo muerto; muchas y grandes calamidades cayeron sobre él. Por tanto, los hijos de Dios tienen motivos para temer; porque el Señor es un Dios justo, y ellos lo descubrirán.



El versículo ciento treinta y siete, como el veinticinco, está asociado con las aflicciones del penitente regio. Cuando el emperador Mauricio fue depuesto y preso, fue conducido al lugar de ejecución por el usurpador Focas; sus cinco hijos fueron asesinados previamente uno a uno en su presencia; a cada golpe fatal exclamó pacientemente: Justo eres tú, oh Jehová, y rectos tus juicios. Neale Y Littledale



Y justos tus juicios. Jehová dijo e hizo lo que es justo, y sólo esto. Este es un gran apoyo para el alma en tiempo de tribulación. C. H. S.



Vers. 138. Tus testimonios, que has recomendado, son rectos y muy fieles. Puedes reposar sobre esta dulce palabra, fieles. ¡Qué misericordia que tengamos un Dios que, trate con quien trate, es escrupulosamente fiel, fiel en todos los puntos y detalles de sus promesas, puntual en cuanto al tiempo, firme durante todo el tiempo. Bien podemos arriesgarlo todos sobre una Palabra que es «siempre fiel, siempre segura». C. H. S.



Los hombres por naturaleza tienen curiosidad por conocer su fin, mas bien que interés en enmendar con cuidado su vida; y por esta causa buscan respuestas donde nunca las obtienen buenas; pero si quisieran saber, que vayan a la Palabra y al testimonio; no tienen que buscar ningún otro oráculo. Si la Palabra de Dios testifica cosas buenas para ellos, tienen de qué regocijarse; si, al contrario, da testimonio de cosas malas, que se apresuren a prevenirlas, o bien, sin la menor duda, se les echarán encima. Wm. Cowper



Vers. 139. Mi celo me ha consumido. El celo es el calor o tensión de los afectos; es un calor santo, por el que nuestro amor e ira son tensados hasta lo sumo por Dios y su gloria. Ahora bien, nuestro amor a Dios y sus caminos y nuestro odio a la maldad deberían aumentar a causa de los impíos.



Los colores oscuros y grises en un cuadro hacen que los que son vivos y animados se vean más hermosos; los pecados de los demás deberían hacernos ver a Dios y la bondad más amable a nuestros ojos. Tu corazón debería sacar chispas al ser golpeado por el pedernal frío. David, en una santa antiperístasis, se enfervorizó por la frialdad de los otros: Mi celo me ha consumido, porque mis enemigos se olvidaron de t. Las ráfagas heladas hacen levantar más altas las llamas y que ardan más calientes. Geo. Swinnock



Vers. 140. Tu palabra es sumamente acrisolada. Es verdad destilada; santidad en su quintaesencia. En la Palabra de Dios no hay mezcla de error ni pecado. Es pura en su sentido, pura en su lenguaje, pura en su espíritu, pura en su influencia, y todo esto hasta el grado más elevado, sumamente acrisolada.



En el original: «probada, refinada, purificada como oro en el crisol», absolutamente perfecta, sin la escoria de la vanidad y falibilida4 que hay en los escritos humanos. Cuanto más pongamos a prueba las promesas, más seguras las hallaremos. El oro puro es tan fijo que Boerhaave nos informa que se puso una onza del mismo en el ojo de un horno de cristal durante dos meses sin que se perdiera un solo grano. Geo. Horne



Un hijo de Dios en sus mejores momentos no desea que la Palabra de Dios descienda al nivel de su propio carácter imperfecto, sino que desea más bien que su carácter pueda ser gradualmente elevado a la conformidad con esta bendita palabra. Por ser del todo pura, y por tender a transmitir a aquellos que hacen de ella su estudio constante, hasta cierto punto, su propia pureza, el hijo de Dios la ama y se deleita meditando en ella de día y de noche. J. Morison



Antes de conocer yo la Palabra de Dios en espíritu y en verdad, ya la prefería a ella a todos los demás libros por su gran antigüedad, sus relatos interesantes, sus imparciales biografías, su moralidad pura, su sublime poesía; en una palabra, en su variedad hermosa y maravillosa; pero desde que he entrado en su espíritu, como el Salmista, la amo sobre todas las cosas por su pureza; y deseo que todo lo que lea aparte de ella, tienda a aumentar mi cocimiento de la Biblia y a reforzar mi afecto por sus verdades divinas y santas. Sir Wm. Jones



Y la ama tu siervo, lo cual es una prueba de que él mismo era puro de corazón, porque sólo los que son puros aman la Palabra de Dios por su pureza. Su corazón estaba unido a la Palabra a causa de su gloriosa santidad y verdad. La admiraba, se deleitaba en ella, procuraba practicarla, y anhelaba ponerse bajo su poder purificador. C. H. S.



El amor es en Dios la fuente de todos los beneficios que nos hace llegar; y el amor en el hombre es la fuente de todos nuestros servicios y obediencia a Dios. Los pequeños sacrificios, que brotan de la fe y el amor, son de su agrado; en tanto que otros mayores, pero sin fe y amor, son una abominación para El. Prueba de ello la tenemos en la ofrenda de la viuda y la oblación de Caín; en tanto que éste fue rechazado, la otra fue recibida. Feliz aquel que, aunque no puede decir: «He hecho lo que Dios manda», puede decir de todo corazón: «Me gusta hacer lo que Dios manda.» Wm. Cowper



Vers. 141. Pequeño soy y despreciable, mas no me olvido de tus mandamientos. Cuántos hombres han sido llevados a una mala acción como respuesta al desprecio de sus enemigos; otros, para hacerse más conspicuos, han hablado u obrado en una forma que no se puede justificar.



El primer paso hacia la defección es olvidar lo que Dios ha ordenado y lo que tenemos el deber de hacer para El; y de esto sigue fácilmente el ofender a Dios por nuestra trasgresión.



Las bestias que no rumiaban, bajo la ley, eran consideradas inmundas, y no se podía sacrificar carne de las mismas a Dios; pero esto no era sino una figura, que significa que un hombre que ha recibido buenas cosas de Dios y no piensa en ellas no puede sentir la dulzura de las mismas y por ello no puede ser agradecido a Dios. Wm. Cowper



Vers. 142. Tu justicia es justicia eterna. David aquí expresa algo más que en el versículo precedente; porque allí sólo dijo que él servía a Dios con reverencia, aunque por su tratamiento áspero y duro podía parecer que su labor era perdida; pero cuando está afligido y atormentado, afirma que halla en la ley de Dios el deleite más consolador, que mitiga todas las penas, y no sólo templa su amargura, sino que también le sazona con cierta dulzura. Sin duda, cuando este sabor no existe para proporcionarnos deleite, no hay nada más natural sino que nosotros seamos engullidos por la aflicción. Juan Calvino



Vers. 143. Aflicción y angustia se han apoderado de mí. En hebreo: «me han hallado». Como los perros en pos de la caza que se esconde o huye. A. R. Fausset



Tus mandamientos son mis delicias. El deleite en las cosas morales (dice Aquino) es la regla por la cual podemos juzgar la bondad o maldad de un hombre. Los hombres son buenos o malos según lo son los objetos de su deleite; son buenos cuando su deleite está en cosas buenas, y son malos cuando su deleite está en cosas malas. T. Manton



Vers. 144. Tus testimonios son justicia eterna. Cuanto más decimos en alabanza a las Sagradas Escrituras, más podemos decir, y más tenemos derecho a decir. C. H. S.



Hazme entender y tendré vida. Cuanto más nos enseña el Señor a admirar la justicia eterna de su Palabra, y más nos aviva para que amemos esta justicia, más felices y mejores seremos. C. H. S.

Como el fin para el cual es creado el hombre no es como el de los cerdos o los asnos, poder rellenarse la barriga, sino que puedan ejercitarse en el conocimiento y servicio de Dios, cuando abandonan esta actividad, su vida es peor que cien muertes. Juan Calvino



EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 145 AL 152



Esta sección está dedicada a recuerdos de oración. El Salmista describe las ocasiones y maneras de sus devociones y ruega a Dios que le dé liberación de sus tribulaciones. El que ha estado con Dios en la cámara secreta, va a hallar a Dios con él en el horno. Si hemos clamado, El nos contestará. Las respuestas demoradas pueden llevar-nos a la importunidad; pero no hay motivo para que temamos el resultado final, puesto que las promesas de Dios no son inciertas, sino que están «fundadas para siempre».



El pasaje en conjunto nos muestra: en qué forma oraba (vers. 145). Lo que pedía al orar (146). Cuándo oraba (147). Cuánto tiempo oraba (148). Lo que alegaba (149). Qué sucedía (150). Cómo era rescatado (151). Cuál era su testigo en todo ello (152). C. H. S.



Vers. 145. Clamo con todo mi corazón. Es bueno que un hombre pueda decir tanto de sus oraciones; es de temer que muchos claman a Dios, pero no con todo su corazón, y esto toda su vida. No es necesario que haya hermosura en la elocución de estas oraciones, ni longitud de expresión, ni profundidad de doctrina, ni exactitud de dicción; pero si hay en ellas todo el corazón, encontrarán el camino al corazón de Dios. C. H. S.



Así como un hombre grita más fuerte cuando tiene toda la boca abierta, un hombre ora más efectivamente cuando ora con todo su corazón. Wm. Cowper



Dios no mira la elegancia de tus oraciones para ver lo esmeradas que son, ni la geometría de tus oraciones para ver lo largas que son, ni la música de tus oraciones, ni la dulzura de tu voz, ni la lógica de tus oraciones, sino la sinceridad de tus oraciones, si proceden del corazón.



La oración es hermosa' y sustancial si hay el corazón en ella, y no de otro modo. No es el elevar la voz, ni el retorcerse las manos, ni el golpearse el pecho, ni el tono afectado, ni los movimientos estudiados, ni las expresiones seráficas, sino el temblor del corazón lo que Dios mira en la oración. Si el corazón es mudo, Dios será sordo. Ninguna oración cuenta para Dios si no es un parto del corazón. Thomas Brooks



Vers. 146. A ti clamo. El alma afligida se expresa en clamores, y lágrimas. Desde antiguo clamaban al Señor y El los oía en su acción. Así Israel en el Mar Rojo. Los hombres de la Reforma se expresaban en oración sincera y hallaban alivio. Lutero, en la Dieta de Worms, cuando se aplazó la sesión para otro día, pasó toda la noche en oración en alta voz, para que él pudiera presentarse en nombre de Dios ante la augusta asamblea terrenal. John Stephen



El clamor de la oración penetra hasta dentro del cielo. No se nos dice nada de lo que Moisés dijo, pero sabemos que Dios fue movido por su clamor (Exodo 14:15). Significa, no un ruido ensordecedor, sino gemidos conmovedores del corazón. Con todo, algunas veces las necesidades acuciantes y la aflicción del espíritu arrancan gritos que no son desagradables a los oídos favorables de Dios. Samuel Lee



Vers. 147. Me anticipo a la aurora, y clamo. Es lamentable que los rayos del sol naciente te hallen holgando en la cama, y que la luz dé en tus ojos cuando aún están amodorrados por el sopor. ¿No sabes, oh hombre, que debes las primicias diarias de tu corazón y tu voz a Dios? Tienes una cosecha diaria, un rendimiento diario.



El Señor Jesús permaneció toda la noche en oración, no que necesitara su ayuda, sino para darnos un ejemplo que debemos imitar. El pasó la noche en oración por ti, para que tú pudieras aprender a pedir por ti mismo. Devuélvele, pues, lo que El pagó por ti. Ambrosio



Y clamo. La primera hora de la mañana debería ser dedicada al Señor, cuyas mercedes te alegran con su luz dorada. El ojo del día abre su párpado, y al hacerlo abre los ojos de miles y miles de durmientes protegidos por el cielo; es apropiado que estos ojos miren primero hacia el gran Padre de las luces, la fuente de todo bien sobre el cual brilla la luz del sol.



El que se apresurara a ir a sus negocios desde su cama y no esperara para adorar sería tan insensato como el que no se pusiera los vestidos o se lavara la cara, o como el que se lanzara a la batalla sin armas o armadura. Bañémonos en este río de suave corriente de la comunión con Dios, antes de entrar en el calor del desierto y que la carga del día empiece a oprimirnos. C. H. S.



Espero en tu palabra. El estudioso de la teología y el ministro de la Palabra deberían empezar el día con oración, y esto principalmente para buscar a Dios, para que puedan entender rectamente la Palabra de Dios y la puedan enseñar a los otros. Solomon Gesner



Vers. 148. Se anticipan mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos. La Biblia es un libro en que podemos meditar continuamente y, a pesar de ello, no agotaríamos su contenido. Cuando David se expresó en el lenguaje de nuestro texto, la Escritura Sagrada-la Palabra de Dios- era, naturalmente, un volumen mucho menor que el que tenemos hoy, aunque incluso ahora la Biblia no es, con mucho, un libro grande. Con todo, David no podía llegar al fin del Libro. Habría estudiado el Libro durante años -podemos estar seguros de ello y, no obstante, como si acabara de entrar en un nuevo curso de lectura, con volumen tras volumen para examinar, tiene que levantarse antes que el alba para proseguir el estudio. Se anticipan mis ojos a

las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos. Henry Melvill



Vers. 149. Oh Señor, vivifícame conforme a tu juicio. Ésta es otra de las oraciones profundas y ardientes de David. Primero había clamado: «Sálvame»; luego: «Oyeme», y ahora: «Vivifícame». Esta es con frecuencia la mejor manera de librarnos de las tribulaciones, el damos más vida para que podamos escapar de la muerte y añadir más fuerza a esta vida para que no se vea abrumada por su carga. C. H. S.



Vers. 150. Están alejados de tu ley. Una vida llena de malicia no puede ser una vida obediente. Antes que estos hombres se hicieran perseguidores de David, tenían que apartarse del freno de la ley de Dios. No podían odiar a un santo y amar la ley. C. H. S.





Vers. 151. Y todos tus mandamientos son verdad. La virtud es la verdad en acción, y esto es lo que Dios manda. El pecado es falsedad en acción, y esto es lo que Dios prohíbe. C. H. S.



Vers. 152. Hace ya mucho que comprendí que has establecido tus testimonios para siempre. Que los «intelectos cultivados» inventen otro dios, más delicado y contemporizador que el Dios de Abraham; nosotros estamos contentos adorando a Jehová, que es eternamente el mismo. Las cosas establecidas desde siempre y para siempre son el gozo de los santos establecidos. Las burbujas complacen a los chicos, pero los hombres aprecian las cosas que son sólidas y sustanciales con un fundamento y un fondo en ellas, que no cambian con el paso de las edades. C. H. S.



EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 153 AL 160



Vers. 153. Mira mi aflicción, y líbrame. El Salmista desea dos cosas, y estas dos cosas se funden: primero, una consideración plena de su aflicción; segundo, liberación; y luego, que esta liberación viniera en consideración de su aflicción. C. H. S.



Hemos de orar para que Dios nos ayude y nos libre, no según la invención de nuestro intelecto, sino según la forma en que le ha parecido mejor a su sabiduría eterna, o bien, que mitigue nuestro dolor, para que nuestra debilidad no desfallezca del todo. Como una persona enferma, aunque no tenga la menor duda de la fidelidad y ternura de su médico, con todo, a pesar de ello, desea que le cure la herida con la mayor delicadeza posible, lo mismo podemos nosotros llamar a Dios para que, si no es contra su honor y gloria, nos conceda una mitigación a nuestro dolor. Otto Wermuellerus



Vers. 154. Defiende mi causa, y redímeme. Alexander lee: «Pelea mi batalla, y redímeme», esto es, «preséntate en mi lugar, paga mi precio, tráeme la libertad.» C. H. S.



En este versículo hay tres peticiones, y todas respaldadas por un mismo argumento. En la primera, intima el derecho de su causa, y que era vilipendiado por hombres impíos; por tanto, cargado de calumnias por ellos, desea que Dios emprenda su defensa. Defiende mi causa.



En la segunda, representa la miseria e impotencia de su condición; por tanto, como oprimido por la violencia, dice: Líbrame; o, como admiten las palabras: «Redímeme». En la tercera, su propia debilidad, y el que esté a punto de desmayarse bajo esta carga; por tanto, dice: Vivifícame. T. Manton



Una mala mujer presentó una vez una acusación contra el Dr. Payson, bajo circunstancias tales que parecía imposible que él pudiera escapar de la difamación. La mujer se hallaba en el mismo paquebote en el que, varios meses antes, él había ido a Boston.



Durante un tiempo parecía casi cierto que el carácter del Dr. Payson quedaría hecho trizas. Fue cortado de todos los recursos excepto del trono de la gracia. Sintió que su única esperanza era Dios; y a Él se dirigió en ferviente oración. El Defensor de los inocentes le oyó. La «compunción» indujo a la desgraciada a confesar que todo había sido una calumnia maliciosa. De Asa Cumming: Memoir of Edward Payson



Vers. 155. Lejos está de los impíos la salvación. En el nombre de Dios, considera lo siguiente: si un hombre o un grupo de hombres, como vemos en el libro de Hechos, se conjuraran para la muerte de una persona, y ésta fueras precisamente tú, ¿no estarías temblando día y noche, en inquietud y terror, hasta que pudieras conseguir que se hicieran amigos tuyos?



Siendo esto así, ¿qué virtud tendrán las almohadas de algunos que pueden dormir a pierna suelta sin espanto ni horror, por más que se les diga que el Dios Omnipotente ha jurado condenar su cuerpo y alma a menos que se arrepientan a tiempo? Wm. Gurnall



¡Ser salvado! ¿Qué es ser salvado en el sentido pleno y último? ¿Quién puede decirlo? Ojo no lo ha visto ni oído lo ha percibido. Es un rescate, y ¡de qué naufragio! Es un reposo, ¡y en un hogar inimaginable! Es reposar para siempre en el seno de Dios, en un contento sinfín inefable. Frederick W. Faber



Vers. 157. Mas de tus testimonios no me he apartado. Algunos han sido desviados por un solo enemigo, pero aquí es un santo el que fue sostenido en su camino frente a los dientes de muchos perseguidores. Hay bastante en los testimonios de Dios para recompensamos el que prosigamos adelante enfrentándonos con todos los ejércitos que puedan combinarse contra nosotros. En tanto que no puedan llevarnos o arrastramos a un declive espiritual, nuestros enemigos no nos habrán hecho mucho daño, y no habrán conseguido nada con su malicia. Si nosotros no decaemos, ellos son derrotados. Si no pueden hacernos pecar, han errado el blanco. La fidelidad a la verdad es la victoria sobre nuestros enemigos. C. H. S.



Vers. 158. Veo a los prevaricadores, y me disgustan. ¡ Oh, si tenéis corazón de cristianos, y aun de hombres, han de suspirar por vuestros prójimos pobres, ignorantes, sin Dios! ¡Ay!, sólo hay un paso entre ellos y la muerte y el infierno; muchos centenares de enfermedades están esperando la oportunidad de echarles mano, y si mueren sin ser regenerados, son perdidos para siempre.



¿Son de roca vuestros corazones que no podéis sentir compasión de hombres que se hallan en un caso así? Si no creéis la Palabra de Dios y que los pecadores están en peligro, ¿por qué sois cristianos vosotros mismos? Si lo creéis, ¿por qué no os movéis para ayudarles? ¿No os importa si se condenan o se salvan? Si Dios tuvo tanta misericordia de vosotros, ¿no la tendréis vosotros de vuestros pobres prójimos? No es menester que vayáis lejos para hallar objetos de vuestra compasión; mirad por las calles en que transitáis, o la casa al lado de la vuestra, y probablemente hallaréis alguno.



Si su casa se incendiara, correríais a ayudarles; ¿y no les ayudaréis cuando sus almas están casi en el fuego del infierno? Si conocierais aunque fuera un solo remedio para su enfermedad, ¿no se lo diríais, para no ser por ello culpables de su muerte? B. Richard Baxter



Me disgustan. Sentí lástima por estos pecadores. Estaba disgustado con ellos; no los podía resistir. No hallaba placer en ellos; eran una vista lamentable para mí; a pesar de sus vestidos valiosos o de su charla ingeniosa. Cuanto mayor era su alegría, más me oprimía su vista el corazón; no podía tolerarlos a ellos ni sus actividades. C. H. S.



Porque no guardan tu palabra. Mi disgusto era ocasionado más por su pecado contra Dios que por su enemistad contra mí. Podía tolerar su desprecio por mis palabras, pero no que descuidaran tu Palabra. Tu Palabra es tan preciosa para mí que los que no la guardan me mueven a indignación; no puedo estar en la compañía de los que no guardan la Palabra de Dios. El que no tuvieran simpatía por mí no tiene importancia; pero el despreciar la enseñanza del Señor es abominable. C. H. S.



No pensaba que el mundo fuera tan malvado como cuando empezó la predicación del evangelio, pero ahora veo que lo es; esperaba que todos saltarían de gozo por haberse hallado libres de la inmundicia del papado, de sus lamentables intrusiones en las conciencias turbadas y afligidas, y que por medio de Cristo, por fe, obtendrían el tesoro celestial que buscaban antes, con una labor tan enorme y costosa, aunque vana. Y especialmente pensé que los obispos y universidades recibirían con gozo en el corazón las doctrinas verdaderas, pero veo que estaba lamentablemente equivocado. Martin Lutero



Vers. 159. Mira, oh Jehová, cómo amo tus mandamientos. Esta es una prueba segura; hay muchos que tienen apego a tus promesas, pero a los preceptos no los pueden tolerar.



Vivificame conforme a tu misericordia. «Vivifícame.» Lo dice de nuevo por tercera vez, usando la misma palabra. Podemos hacernos cargo que David se sentía como medio aturdido por los ataques de sus enemigos, a punto de desmayar bajo su malicia incesante. Lo que quería era avivamiento, restauración, renovación; por tanto, pide más vida. ¡Oh tú, que me vivificaste cuando estaba muerto, vivifícame de nuevo para que no vuelva a los muertos! ¡Vivifícame para que pueda sobrevivir a 105 golpes de mis enemigos, lo débil de mi fe, el desmayo por mi pena!



Esta vez no dice: «Vivifícame conforme a tus juicios», sino «Vivifícame, oh Señor, conforme a tu misericordia». Este es el arma más poderosa que trae al final del conflicto; es el argumento decisivo; si esto no tiene éxito, todo se hunde. Ha estado llamando largo tiempo a la puerta de la misericordia, y con este ruego da el gran golpe.



Cuando cayó en un gran pecado, ésta fue la petición de David: «Ten misericordia de mí, oh Dios, conforme a tus piedades», y ahora que está en gran tribulación recurre al mismo razonamiento efectivo. Porque Dios es amor, El nos dará vida; porque es bueno, El volverá a encender la llama celestial dentro de nosotros. C. H. S.



Vers. 160. Tu palabra es verdad desde el principio, y eterno es todo juicio de tu justicia. «Para siempre», y «fundado para siempre». Oh dulce expresión! ¡Oh sólido consuelo! Hermanos, familiarizaos con la Palabra de Dios, y prometed, tan pronto como podáis, mantener esta amistad para siempre; y vuestro conocimiento de ella no se quedará corto ni irá más allá de la verdad. ¡Conócela tan pronto y tanto tiempo como puedas, y nunca tropezarás o caerás, sino que podrás, después de una prolongada experiencia de Dios, decir de ella: He sabido desde antiguo que Tú la has fundado para siempre. Anthony Tuckney



EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 161 AL 168



Vers. 161. Los príncipes me han perseguido sin causa. Un hombre espera un juicio justo en manos de sus iguales; es innoble el estar lleno de prejuicios. C. H. S.



Sin causa. Estoy plenamente convencido de que con cuanta más diligencia y fidelidad sirva a Cristo, mayor será el reproche y ultrajes que he de esperar del mundo. He bebido la copa de la calumnia y el vilipendio últimamente, pero en modo alguno estoy desanimado; no, ni aun por lo que es mucho más difícil de soportar: el fracaso en mis esfuerzos por mejorar este pobre mundo. Philip Doddridge



Pero mi corazón tuvo temor de tus palabras. La ira del hombre, por ardiente que sea, es un clima templado frente a la ira del Dios vivo. Los que la han sentido han testificado de ella. La ira del hombre no puede impedir a la criatura el acceso al amor de Dios, que hace que los santos canten en la hoguera a pesar del rechinar de dientes de sus enemigos. Pero la criatura bajo la ira de Dios es como uno encerrado en un horno; no hay grieta abierta para que salga calor o el aire le refresque. Wm. Gurnall



Os advierto a todos los que acudís para leer o escuchar este libro, que es la palabra de Dios, la joya más preciosa, la reliquia santa más antigua que hay sobre la tierra, que traigáis con vosotros el temor de Dios, y que lo hagáis con la debida reverencia, y uséis vuestro conocimiento de ella, no en vanagloria de disputas frívolas, sino para el honor de Dios, el incremento de la virtud, vuestra edificación y la de otros. T. Cranmer



Los que tiemblan al ser redargüidos por la Palabra pueden triunfar en las consolaciones de la misma. M. Henry



Vers. 162. Me regocijo en tu palabra como el que halla un gran botín. «Eurípides», dijo el orador, «tiene en sus bien compuestas tragedias más sentimientos que dichos»; y Tucídides ha llenado de sustancia cada sílaba de su historia, hasta el punto de que la una va paralela con la otra; las obras de Lisias están tan bien escritas que es imposible sacar una palabra sin que se altere el sentido del conjunto; y Foción tenía la facultad especial de decir mucho en pocas palabras.



Los cretenses, en los tiempos de Platón (por más que hubieran degenerado en los de san Pablo), eran muy poco habladores; Timantes era famoso porque en sus pinturas las cosas eran indicadas sin ser descifradas; y de Homero se dice que no tenía igual en la poesía.



Cuánto más apropiadas son estas grandes alabanzas al Libro de Dios, llamado con razón la Biblia o el Libro, pues en realidad es, tanto por lo apropiado de los términos como por la plenitud de la verdad, el único libro ante el cual (como dijo Lutero) todos los demás libros del mundo son papel malgastado. Se le llama la Palabra por su eminencia, porque debe ser el blanco y límite de todas nuestras palabras; y la Escritura, como señoreando sobre todos los otros escritos de los hombres agrupados en volúmenes. T. Adams



Vers. 163. La mentira aborrezco y abomino. Una expresión doble a causa de lo intenso del aborrecimiento. La falsedad en la doctrina, en la vida o en el habla, la falsedad en toda forma o guisa, había pasado a ser del todo detestable para el Salmista. Esto era muy notable tratándose en un oriental, porque generalmente el mentir deleita a los orientales y lo único que ven mal en ello es falta de destreza en su ejercicio que dé lugar a que se descubra el mentiroso. C. H. S.



El hombre natural puede estar enojado con su pecado, pero no puede aborrecerlo; es más, puede dejarlo, pero no detestarlo; silo hiciera, aborrecería todo pecado, y no ninguno en particular. Abraham Wright



Amo tu ley. Sí, como añade en un versículo posterior: «La amo en extremo.» Y así debe ser; el corazón ha de tener algún objeto más santo para sus afectos, para llenar el vacié, o no habrá seguridad de no recaer en el pecado. Podría hablar indefinidamente sobre el pecado, la vergüenza y el peligro de mentir, y aunque de momento y durante un tiempo mis palabras podrían ejercer alguna influencia, con todo, a menos que el corazón esté lleno del amor de Dios y de la ley de Dios, se vería que la primera tentación es irresistible.



La Biblia nos enseña esto en una variedad de maneras. Dios dice a Israel, no sólo «cesa de hacer el mal», sino «aprende a hacer el bien».



Y todavía más directamente el apóstol, cuando estaba luchando contra los borrachos, dice: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay libertinaje, sino sed llenos del Espíritu Santo.» Barton Bouchier



Vers. 164. Siete veces al día te alabo. «Como cada gracia se incrementa con su ejercicio», dice Sibbes, «lo mismo ocurre con la gracia de la oración. Al orar aprendemos a orar». Y así era con el Salmista; con frecuencia se levantaba antes de la aurora para ejercitarse en la oración; y a medianoche frecuentemente se levantaba para derramar su alma en oración; ahora añade que siete veces al día, o, como podría decirse, «a cada momento», halla oportunidad para deleitarse en la alabanza. ¡Oh, si tuviéramos el espíritu y la práctica de David! Barton Bouchier



Vers. 165. Mucha paz tienen los que aman tu ley. ¡ Qué versículo tan encantador! No trata de los que guardan perfectamente la ley ni dónde se podrían hallar-, sino de los que la aman, cuyos corazones y manos están a tono con sus preceptos y exigencias. C. H. S.



Entre las tormentas y tempestades del mundo hay una calma perfecta en el pecho de los que no sólo hacen la voluntad de Dios, sino que la hacen con amor.



Están en paz con Dios por la sangre de la reconciliación; en paz consigo mismos, por la respuesta de una buena conciencia y la sujeción de aquellos deseos que guerrean contra el alma; en paz con todos los hombres, por el espíritu de caridad; y toda la creación está en paz con ellos, hasta el punto que todas las cosas obran conjuntamente para su bien.



No hay tribulaciones externas que puedan quitarles esta gran paz, ni pueden desviarlos de su curso los «escándalos» o tropiezos que puedan ser lanzados en su camino por la persecución, la tentación, la malicia de sus enemigos, o la apostasía de los amigos, o por algo que vean, oigan o sientan. El amor celestial sobrepuja todo obstáculo y corren con deleite el camino de los mandamientos de Dios. Geo. Horne



Ha habido más de un Eh temblando a causa del arca de Dios, y Uzías extendiendo su mano por temor de que cayera; pero en medio de las tribulaciones más profundas por las cuales ha pasado la iglesia y las tempestades más furiosas que han rugido a su alrededor, siempre ha habido hombres fieles y verdaderos de Dios que nunca han desesperado.



En toda edad ha habido Luteros y Latimers, que no sólo se han mantenido firmes en su confianza, sino que su paz se ha profundizado con el rugir de las olas. Cuanto más se han visto abandonados por los hombres, más íntima ha sido su comunión con Dios. Y, aferrados a El y a sus promesas, sus corazones pudieron entrar en el lugar secreto del Altísimo, y aunque por fuera todo amenazaba, se agitaba, alarmaba, por dentro había una paz perfecta.



El tener la conciencia limpia es una ayuda a los pensamientos consoladores. Con todo, observemos que la paz no es ya proporcionada, sino preservada por una buena conciencia y conducta; porque aunque el gozo en el Espíritu Santo sólo hará su nido en el alma santa, con todo, la sangre de Cristo solamente puede traer paz: «al ser justificados por la fe, tenemos paz» (Romanos 5:1). Una vida estricta no aquieta la conciencia, pero la mantiene quieta; un zapato a medida exacta no cura una llaga en el pie, pero conserva un pie sano sin que se formen llagas. Oliver Heywood



«Los placeres de la buena conciencia son el paraíso de las almas, el gozo de los ángeles, el jardín de las delicias, un campo de bendición, el templo de Salomón, los atrios de Dios, la habitación del Espíritu Santo.» Oliver Heywood



Vers. 166. Tus mandamientos pongo por obra. David llama a la Palabra de Dios «una lámpara a mis pies» (vers. 105). No sólo era una luz para sus ojos, sino para que sus pies pudieran andar. Por la práctica, comerciamos con el talento del conocimiento y sacamos beneficio. Es una lectura bendita de la Escritura aquella por la cual huimos de los pecados que la Palabra prohíbe y esposamos las doctrinas que la Palabra manda. El leer sin practicar será una antorcha para iluminar el camino al infierno. T. Watson



El que ha aprendido la Palabra de Dios sabe que la ley no fue invalidada por la fe, sino establecida (Romanos 3:31). N. Vicent



Vers. 168. Guardo tus mandamientos y tus testimonios, porque todos mis caminos están delante de ti. El hecho de que Dios ve los secretos de nuestro corazón es un punto terrible para el impío, pero un motivo de gozo para el que es piadoso. El impío lamenta que su corazón esté abierto de este modo; es un crisol de maldades, un horno y una forja para el mal.



Le disgusta que los otros hombres tengan que oír y ver sus palabras y acciones; pero ¡qué terror el que su Juez, a quien odia, vea su pensamiento! Si pudiera negarlo, lo haría. Pero todos aquellos que están convencidos y se ven forzados a reconocer que Dios existe, son agitados también por esta idea: que El es Omnisciente. Hay otros que proceden de un modo más simple, y niegan a la Deidad en su corazón, y con ello destruyen este estado de conciencia de que Dios lo ve todo.



Pero es en vano; cuanto más endurecen su corazón por medio de este pensamiento impío, mayor es su temor; en tanto que ahogan su conciencia para que no les hostigue, ésta les advierte con anticipación de la terrible venganza y acaba convenciéndoles de la Omnisciencia de Dios, tanto más cuanto más intentan suprimirla.



Pero los piadosos se regocijan en ello; es para ellos una regla con que enderezar sus pensamientos; no se toman libertades para pensar, querer, desear mal o sentir afectos reprobables en su corazón. Donde brilla esta vela, todas las cosas se hallan dentro de un marco digno de Él y de su vista, a quien saben que ve su corazón. Wm. Struther



Si la silla vacía de Alejandro que sus generales, cuando se reunían en consejo, ponían delante de ellos les coercía a mantener buen orden entre sí, ¡cuán útil sería para nosotros el tener presente el hecho de que Dios está viéndonos! Wm. Gurnall



EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 169 AL 176



El Salmista está acercándose al fin del Salmo y sus peticiones se intensifican en fuerza y fervor; parecen penetrar en el círculo interior de la comunión divina y llegar incluso a los pies del gran Dios, cuya ayuda está implorando. Esta proximidad crea la visión más baja de sí mismo y le lleva a cerrar el Salmo en la más profunda humillación de su persona, suplicando que se le busque como una oveja perdida. C. H. S.



Vers. 169. Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová. Esto es, como dirán algunos, que todo el Salmo que ha venido escribiendo y todas las peticiones contenidas en él (de las cuales tenemos aquí una repetición) sean altamente aceptadas en el cielo. John Trapp



El hombre piadoso, cuanto más habla a Dios, más ferviente y sinceramente lo hace; de modo que, a menos que le obligue la necesidad, nunca desea interrumpir su conversación con El. Wm. Cowper



Dame entendimiento conforme a tu palabra. El entender las cosas espirituales es el don de Dios. El tener el juicio iluminado por la luz celestial y conformado a la verdad divina es un privilegio que sólo puede conceder la gracia. Muchos que se cuentan por sabios según el mundo son necios según la Palabra del Señor. Que nos hallemos entre estos hijos dichosos que serán enseñados por el Señor. C. H. S.



Nuestra comprensión de la Palabra de Dios viene por medio de la enseñanza, pero también de la experiencia; apenas entendemos nada hasta que lo experimentamos. Esta experiencia iluminadora es un don de Dios, y hemos de esperarla de El en oración. C. H. S.



Conforme a tu palabra. Sin esto la sabiduría del hombre es necedad; y cuanto más sutil parece ser en sus caminos, más profundamente nos enmaraña en los lazos del diablo. «Han rechazado la Palabra de Jehová; y ¿qué sabiduría hay en ellos?» (Jeremías 8:9). Abraham Wright



Vers. 172. Canta mi lengua tus dichos. Lo peor en nosotros es que, en general, estamos llenos de nuestras propias palabras y decimos poco de la Palabra de Dios. Ojalá pudiéramos llegar a la misma decisión de este hombre de Dios y decir, en adelante: «Mi lengua hablará de tu Palabra.» Entonces pondremos fin a nuestro silencio pecaminoso; no seremos más cobardes o pusilánimes, sino que seremos verdaderos testigos de Jesús. C. H. S.



Vers. 173. He escogido practicar tus testimonios. ¿Ha puesto Dios en tu corazón el escoger sus caminos? ¡Bendito Dios! Hubo un tiempo en que buscabas los placeres de la carne, en que no veías cosa mejor que esta clase de vida, y el Señor se complació en mostrarte cosas mejores, de modo que renunciaras a tus caminos de entonces y escogieras otro camino, en el cual tu alma ha hallado otra clase de consolación, satisfacción y contento distintos a los de antes.



Bendice a Dios como hizo David: «Bendito Jehová, que me has dado consejo... » El ver a Dios ha inclinado tu corazón a El y establecido para siempre tu decisión; el ver a Dios te ha mostrado sus caminos, como dijo Pilato en otro caso: «Lo que he escrito, he escrito»; y tú dices también: «Lo que he escogido, he escogido.» Jeremiah Burroughs



Cristo no se complace en la tristeza ni en un servicio apático; este temperamento en los actos de obediencia es una vergüenza para Dios y la religión; en cuanto a Dios, deja ver que estamos un poco recelosos de Dios, como si fuera un amo duro; en cuanto a la religión, hace pensar a los otros que los deberes son molestias, no privilegios. Stephen Charnock

Vers. 174. Anhelo tu salvación, oh Jehová. Habla como el anciano Jacob en su lecho de muerte; en realidad, todos los santos, tanto en la oración como en la muerte, se asemejan en palabra, hecho y mente. C. H. S.



Es una mera burla que el hombre diga que desea que Dios le dé su pan diariamente y, por otro lado, no ande conforme a su vocación, o bien procure conseguirlo mediante fraude y rapiña, no ateniéndose en absoluto a las providencias de Dios. ¿Quién puede imaginarse que alguien desea salud si desprecia o descuida los medios de su recuperación? Samuel Hieron



Dios no habría podido librar a Noé del diluvio a menos que Noé hubiera actuado con reverencia y preparado el arca (Hebreos 11:7). De otro modo, no habría escapado. Salvó a Lot de Sodoma, pero Lot debía salir de ella rápidamente y no mirar hacia atrás hasta que hubiera entrado en Zoar (Génesis 19:17). Tuvo a bien curar a Ezequías de su enfermedad, pero Ezequías debía tomar «un emplasto de higos y ponerlo sobre su llaga» (Isaías 38:21). Prometió preservar a Pablo y su compañía en el mar, pero los soldados debían «quedarse en el barco», pues de otro modo «no podían ser salvados», dijo Pablo (Hechos 27:31). Samuel Hieron



Vers. 175. Tus juicios me ayuden. Es una doctrina provechosa, cuando las cosas en el mundo están en un estado de gran confusión, y cuando nuestra seguridad está en peligro entre tantas y tan variadas tormentas, el elevar nuestros ojos a los juicios de Dios y buscar remedio en ellos. Juan Calvino



Vers. 176. Yo anduve errante como oveja extraviada. Y esta es la conclusión de todo: ¡una oveja perdida! Este largo Salmo, con sus atribuciones, alabanzas, confesiones, resoluciones y esperanzas, termina en esto, que es una oveja que perece. Pero, un momento, hay esperanza: ¡Busca a tu siervo!



Anduve errante como oveja extraviada. El original es más extenso, comprendiendo el pasado, y también las tendencias habituales de los hombres. El creyente sabe que estaba extraviado cuando la gracia de Dios le halló; y que se habría extraviado muchas veces si la gracia de Dios no lo hubiera impedido. John Stephen



«Todos nos extraviamos como, ovejas; cada cual se apartó por su camino; y el Señor cargó sobre El la iniquidad de todos nosotros.» Esto podría considerarse que se aplica a todos los hombres. Es también la experiencia del Salmista, similar a la que describe el apóstol Pablo: «Encuentro, pues, esta ley: Que, queriendo yo hacer el bien, el mal está presente en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que hace guerra contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.»



Y el Salmista tiene el mismo remedio en aquel período anterior que tuvo el apóstol siglos después, porque la salvación de Dios es una. El remedio del Salmista era: «Busca a tu siervo»; el del apóstol: «¡Miserable hombre de mí!, ¿quién me libertará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios por Jesucristo nuestro Señor.» John Stephen



Gotthold, un día vio a un campesino que contaba sus ovejas cuando llegaban del campo. Estando él en medio de un período de ansiedad y pena, dio expresión a sus sentimientos, diciendo: «¿Por qué estás abatida, alma mía, y te conturbas con pensamientos desalentadores? Sin duda, tú has de ser más querido para el Altísimo que estos corderos para el campesino.» ¿No eres tú mejor que muchos corderos? ¿No es el Señor Jesucristo tu Pastor? ¿No dio El su vida y su sangre por ti? ¿No tienes tú interés en sus palabras: «Y yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie las arrebatará de mi mano»? (Juan 10:28).



«Este hombre está contando su rebaño, ¿y piensas tú que Dios no cuenta y cuida a sus hijos y elegidos que creen, especialmente cuando su querido Hijo ha dicho que los mismos cabellos de su cabeza están contados? (Mateo 10:30). Durante el día, es posible que me haya desviado del camino e ido por mi propia cuenta; con todo, al atardecer, cuando el fiel Pastor cuenta sus ovejas, El notará mi ausencia y misericordiosamente me buscará y me hará volver. Señor Jesús: «Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo; porque no me he olvidado de tus mandamientos.» Christian Scriver



A quién se le llama «el hombre según el propio corazón de Dios»? David, el rey hebreo, había pecado, y gravemente; había en él abundante pecado. Y, por tanto, los no creyentes sonríen burlonamente y preguntan: «¿Es éste el hombre según el corazón de Dios?» La burla, me parece, es superficial. ¿Qué son las faltas, los detalles externos de una vida, si se olvida el secreto íntimo de ello, el remordimiento, las tentaciones, la lucha, con frecuencia frustrada y nunca terminada? La vida y la historia de David, según están escritas para nosotros en estos Salmos suyos, las considero el emblema más verdadero que se nos ha dado de la guerra y el progreso moral de un hombre aquí abajo. Todas las almas sinceras siempre descubrirán en ella la lucha fiel de un alma humana sincera hacia el bien y lo mejor. La lucha, con frecuencia, sufría fracasos, fracasos estrepitosos, y acababa en un naufragio; con todo, nunca terminaba, empezando siempre de nuevo con lágrimas, arrepentimiento y un propósito invencible. Thomas Carlyle



Porque no he olvidado tus mandamientos. Que el lector recuerde el primer versículo del Salmo cuando lee el último; la mayor bendición se halla, no en el ser restaurado de un descarrío, sino en el ser sostenido de modo intachable hasta el fin. Que podamos nosotros también mantenernos en la ruta, sin dejar nunca el camino del Rey por una pradera colateral o una senda florida pecaminosa. Que el Señor nos sostenga por un igual hasta el fin. Con todo, incluso entonces no podremos jactarnos con el fariseo, sino orar con el publicano: «Señor, ten misericordia de mí, pecador»; y con el Salmista: «Busca a tu siervo.» C. H. S.



¡Qué penetrante visión dentro de nuestros corazones, pobres y díscolos, nos da este versículo -no meramente prontos a extraviamos, sino siempre vagando, siempre perdiendo el camino, siempre tropezando en las montañas oscuras, por más que procuremos seguir los mandamientos de Dios! Pero, al mismo tiempo, qué oración pone en nuestros labios: «Busca a tu siervo; soy tuyo, sálvame.» ¡Sí, Dios bendito! Hay uno poderoso para salvar. «Guardado por el poder de Dios mediante la fe para salvación.» Barton Bouchier



En cuanto he podido, hasta donde he recibido ayuda del Señor, he tratado a fondo y hecho una exposición de este gran Salmo. Una tarea que expositores más capaces y entendidos que yo han realizado, o realizarán, mejor; sin embargo, estos motivos no justificaban que me negara a prestar este servicio cuando mis hermanos insistieron tanto en que lo hiciera. Agustín



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